Inmaculado Corazón de María Villa María Academy Pastoral Familiar Tema Nº 2 Los Patriarcas (1.850 a.c 1.650) Este periodo de tiempo, Los Patriarcas, es el primer período de la Historia de la Salvación narrada en la Biblia, abarca desde el año 1850 al 1650 a.c. aproximadamente. Recibe este nombre, Los Patriarcas, porque en los escritos de la Sagrada Escritura aparecen tres hombres elegidos por Dios por su fe, Abraham, Isaac y Jacob. Su misión es formar un pueblo nuevo. Ellos son el fundamento sobre el que Dios constituye su pueblo, Israel, el pueblo de Dios. Con ellos sella un pacto, la Alianza, les hace la promesa de una tierra que se convertirá en un gran pueblo. Este período en la Biblia comprende desde el capítulo 12 al 50 del Génesis y comienza con el llamado de Dios a Abram (Dios cambia el nombre de Abram por Abraham, (Gen. 12, 1-7) y termina con la familia de Jacob en Egipto (Gen. 50). Se narran y explican las promesas de Dios a los Patriarcas, su cumplimiento en Cristo, la formación del Israel, y el significado de esto en nuestras vidas. Comienzo de la Historia de Salvación La Historia de Salvación comienza muchos años después del diluvio, cuando casi todos los hombres se habían vuelto malos e idolatras. En medio de tanta maldad, Dios escoge a Abram, hombre justo y piadoso, que se mantiene fiel a Él. De él forma un pueblo, su Pueblo. Dios llama a Abram y comienza una nueva religión, llamada Patriarcal. Con este llamado, se inicia un período caracterizado por las promesas Dios a Abram que finaliza con el juicio. Hoy existen tres religiones, llamadas Abrámicas, judía, cristiana y musulmana, las que comparten el mismo origen en Abram. Todo el género humano, hombre antiguo y actual, comienza un camino de purificación, representado en el pueblo de Israel. En este camino el hombre descubre quién este Dios persona, que lo ama y que se abaja para caminar junto a él hasta el extremo de hacerse hombre en Jesucristo.
Abram Gen 11, 30-31 Abram es un hombre de origen semita, casado con Saray, no tienen hijos. Es el primer hombre en creer, es el Padre de la Fe. Deja Ur, en Mesopotamia, después de ser invadida por los babilonios y parte a vivir a Jarán, junto a su familia. La religión en tiempos de Abram En las religiones de la Antigüedad el hombre buscaba a Dios en la naturaleza, por lo que divinizaba animales, astros, fertilidad, etc. Rendía culto siguiendo los ciclos de la naturaleza para aplacar a los dioses. Los dioses en tiempos de Abram Los territorios y su población adoraban a sus dioses dependiendo de su idiosincrasia y cultura. En Egipto, su principal dios es el sol, este renacía cada día venciendo la noche. Este dios a su vez engendra otros dioses y a los hombres. Sus dioses eran buenos y optimistas. El rio Nilo proporcionaba fertilidad y abundante agua para la vida. En Mesopotamia la concepción de los dioses es pesimista, ya que estas tierras y sus habitantes están sometidos a inundaciones, diluvios e invasiones nómades. Sus dioses son caprichosos y luchan constantemente entre ellos, los hombres les temen y tratan de eludir su cólera. En tanto en Canaán existen distintos cultos a los dioses de la naturaleza como el fuego y el trueno, a los que se les ofrece sacrificios humanos de niños. En sus ceremonias el culto comprende ofrendas, sacrificios, magia, invocaciones (1 Re 18, 21-29) y los cuidados a la estatua que representaba la divinidad. La religión patriarcal de Abram es una religión de nómades y su Dios es El Sadday, Dios de las alturas que no tiene un territorio. Dios se revela a Abram padre del grupo y le promete descendencia, tierras y una Alianza. Estas promesas se heredan de padre a hijo, es así como el Dios de Israel también se le conoce como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Su Dios habita con ellos y se compromete a serles siempre fiel, protegerlos y ser su guía. Dios habla con Abraham. Primer hombre en hablar con Dios. Gen 12, 1-8. Yahveh dice a Abram: Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; tú serás una bendición. Bendeciré a quienes te bendiga y maldeciré a quienes te maldigan. En ti serán bendecidas todas las razas de la tierra.
Marchó pues Abram como se lo había dicho Yahveh, y con él marchó Lot. Tenía Abram setenta y cinco años cuando salió de Jarán. Tomó Abram a Saray, su mujer, y a Lot hijo de su hermano, con toda la hacienda que habían logrado, el personal que habían adquirido en Jarán, y salieron para dirigirse a Canaán. Llegaron a Canaán y Abram atravesó el país hasta el lugar sagrado de Siquem, hasta la encina de Moré. Por entonces estaban los cananeos en el país. Yahveh se apareció a Abram y le dijo: A tu descendencia he de dar esta tierra. Entonces él edificó allí un altar a Yahveh que se le había aparecido Allí edificó un altar a Yahveh e invocó su nombre. Dios habla a Abram Dios llama a Abram a dejar la vida que tiene para ir a lo desconocido, Abram acepta la propuesta de seguirlo y le obedece, por eso la Iglesia lo considera un modelo de fe, llamándolo Padre de la fe. Al igual que a Abram y su respuesta de fe a Dios, la misma respuesta de fe deberíamos tener nosotros. Dios siempre nos está llamando a caminar con Él, para esto se vale de diferentes personas, instrumentos y circunstancias para darnos a conocer su querer. Durante nuestra vida nos llama a realizar muchas misiones de acuerdo a nuestra edad y madurez, en ocasiones estamos felices de lo encomendado otras nos da miedo, puede que creamos que no tenemos fuerza para hacer lo que nos pide o no seamos capaces de enfrentarlo por vergüenza, etc. Pero estoy atento al llamado? Escucho lo que me quiere decir? O lo ignoro para no asumir lo que Él me pide? Las Promesas de Dios El llamado de Dios hecho a Abram y a todo los hombres, no es sólo eso una invitación. Tiene un significado mayor ya que Dios hace dos promesas a Abram y a nosotros: tierra y descendencia. Posteriormente Dios hace una Alianza con Abran En un comienzo estas promesas son tomadas por los israelitas de una forma literal concreta, una tierra, Canaán y la descendencia, sólo de origen carnal. Con el tiempo, después de un período de maduración en la fe, estas adquieren un carácter espiritual. El pueblo de Israel revisa muchas veces su historia, se cuestiona las promesas y descubre el haber perdido el sentido eterno de Dios, ya que sólo se entienden bajo el punto de vista humano sin considerar la Salvación. En Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, se da cumplimiento las promesas y se comprendería el verdadero sentido de ellas.
Hoy, nosotros al igual que los judíos de la época, nos cuesta encontrarle el sentido al sufrimiento, a los dolores que padecemos, por lo que debemos parar un instante, revisar nuestra vida según nuestra fe y sólo ahí nos damos cuenta cual es nuestra cruz, así estamos participando en la Cruz Redentora de Nuestro Señor Jesús. Lo necesitamos a Él, ya que solo en Él se cumplen las promesas de una nueva vida, una vida distinta. La promesa de la Tierra A tu descendencia he de dar esta tierra. Gen 12,7. Israel es esclavo, desterrado y perseguido. Durante pocos años son dueños de Canaán, durante la Monarquía, y con los Macabeos. Luego, durante el destierro en Babilonia (590-520 a.c) se preguntan qué había pasado con la promesa de Dios? Con la esclavitud, el sufrimiento el pueblo empieza a madurar en la fe, comienza a comprender el verdadero sentido de la Tierra. En Pentecostés los cristianos, inspirados por el Espíritu Santo, comienzan a descubrir el real significado de esta promesa. La Tierra Prometida es la Vida Eterna en el Cielo, la cual está unida a la Resurrección, ya que Jesucristo con su Muerte y Resurrección nos abrió las puertas de la eternidad. La Vida eterna se construye con nuestra unión con Cristo aquí en la tierra. Necesitamos los sacramentos, la oración, el servicio y nuestra participación en la Iglesia. Solo alcanzamos la plenitud después de la muerte, cuando veamos a Dios. La promesa de la Descendencia De ti haré una nación grande y te bendeciré. La perpetuación de la especie es un instinto básico en el hombre. Abram no tiene hijos, por lo que no tiene a quién dejar sus bienes. Dios le ofrece un hijo, una descendencia para siempre, una gran nación. Después de nacer Isaac, la pequeña tribu empieza a crecer, luego viene Jacob y sus doce hijos quienes conforman las doce tribus de Israel. Una gran escasez de comida azotó la región de Egipto y los alrededores, pero este país ya se había abastecido gracias a la interpretación de los sueños de José (uno de las doce tribus de Israel). Los hijos de Jacob con sus familias emigraron a Egipto, se multiplican y son hechos esclavos. cuanto más se les oprimía, tanto más crecían y se multiplicaban. Ex 1, 12. Originalmente se piensa que sólo los hijos de Abraham tienen derecho a la salvación. Esta promesa se materializa con Jesucristo: Y si sois de Cristo luego sois
descendencia de Abraham, herederos según la promesa. Todos los hijos de Dios, hermanos de Cristo, descendientes de Abraham, somos una gran familia. Alianza de Dios con Abraham, Gen 17, 1-16 La Alianza es un pacto de paz y protección entre Dios y Abraham, es decir hay un lazo de amistad entre ambos. Dios cambia el nombre de Abram por el de Abraham, como símbolo de una nueva misión, en tanto a Saray se lo cambia por Sara. Cuando Abram tenía noventa y nueve años, se le apareció Yahve y le dijo: Yo soy El Sadday, anda en mi presencia y sé perfecto. Yo establezco mi Alianza entre nosotros dos, y te multiplicaré de sobremanera. Por mi parte he aquí mi Alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás más Abram, sino que Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido. Te haré fecundo sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi Alianza entre nosotros y con tu descendencia, de generación en generación, una Alianza eterna, de ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad Esta es mi Alianza que habéis de guardar entre yo y vosotros. Todos vuestros varones serán circuncidados dijo Dios a Abraham: A Saray, tu mujer, no la llamarás más Saray, sino que su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré, y se convertirá en naciones en; reyes de pueblos procederán de ella. Después de la Alianza hay obligaciones para él y para su pueblo. La circuncisión es la forma de establecer un vínculo entre Dios y este pueblo. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. La circuncisión es más antigua que Israel, se trasladarla de un rito de iniciación a una señal para recordar a Dios y la Alianza, el sentido de pertenencia del pueblo y sus obligaciones. Más tarde con el destierro se habla de la circuncisión del corazón, es la fidelidad interior. Jer 4, 4. La Iglesia comprende la Alianza y la circuncisión con ayuda del Espíritu Santo, en el Concilio de Jerusalén, la primera reunión de los apóstoles (Hch 15). Las comunidades cristianas originales estaban formadas por judíos circuncidados y al extenderse la fe hacia otras regiones de Asia, surge la controversia si para pertenecer al cristianismo es necesaria la circuncisión. Pablo enseña que la verdadera circuncisión es la del corazón, donde la Alianza debe ser interior, el cumplimiento de los mandamientos de Dios. (1 Cor. 7, 19) Nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, nos indica que para ser hijos del pueblo de Dios no necesitamos de la circuncisión, sino la gracia de Jesucristo, que con su muerte y resurrección establecemos una nueva Alianza, Él con su vida perdona nuestros pecados, nos salvamos en Cristo. En la Última Cena Jesús, celebra anticipadamente esta Nueva Alianza consumada en la Cruz, hoy en cada Eucaristía volvemos a celebrarla. El Señor Jesús, la noche que fue
entregado, tomó pan, y después lo partió y dijo: Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío. Asimismo tomó la copa después y dijo: Esta sangre es la sangre de la Alianza nueva y eterna. Cuando lo haga lo bebieres, hacedlo en memoria mía. 1 Cor 11, 23. La Pascua de Cristo, su Muerte y Resurrección, nos da la gracia a través de los sacramentos: con su Pascua nos abre al bautismo, la sangre y el agua que brotan de su costado traspasado son figuras del Bautismo y de la Eucaristía. Podemos nacer del agua y del Espíritu para entrar al Reino de Dios. Catecismo de la Iglesia Católica 1225. Con cada celebración de la Misa, volvemos vivir la Alianza Nueva y Eterna, banquete en que Cristo, el Cordero de Dios, se entrega por nuestra salvación y la de toda la Iglesia. Ella es la esposa de Cristo, la Iglesia es la esposa de Cristo, Él es la cabeza y nosotros somos el cuerpo. Sin embargo, aún no podemos participar plenamente de la Alianza, sólo ocurrirá al estar frente a Dios, en la Misa que se celebra en Cielo, llamada las Bodas del Cordero. Isaac figura del anuncio de la venida de Jesucristo Después de su Alianza, Dios cumple con la promesa a Abraham de un hijo, este concebido por Sara ya mayor. Abraham ahora es padre de un pueblo que comienza a crecer con el nacimiento de Isaac. Dios para probar su fe pide sacrificar a Isaac, hijo tan amado y esperado. Isaac va a su sacrificio voluntariamente, al igual como lo hace Jesús. Este sacrificio del Antiguo testamento tiene su paralelo en el Nuevo Testamento, Isaac es Figura del sacrificio de Cristo. Esto es Isaac anunció proféticamente a Cristo, en tanto Abraham es figura de Dios Padre entregando a su Hijo. Cómo puede un hombre sacrificar a su hijo tan esperado? Dios no deja a los que son sus amigos y son fieles a Él, es más los dota de los mejores bienes, bendiciones y gracias. En la época eran muy comunes los sacrificios humanos y más todavía en la región en que se encontraban. Si bien es condenable, después al meditarlo se ve la gran fe de Abraham. Descendencia de Abraham Después de la muerte de Abraham, Isaac se casa con Rebeca, tienen mellizos: Jacob y Esaú. Este renuncia a su primogenitura, incluyendo las responsabilidades familiares y con los empleados. Al momento de recibir la bendición de Isaac, Jacob suplanta a Esaú y queda como jefe de la familia. Dios se vale de caminos insospechados para cumplir su voluntad, en este caso para escoger las cabezas de su pueblo. Jacob escapa de Esaú, hasta llegar a Raquel, hija de Labán. Es engañado por su tío,
quién le da por esposa a su hija mayor, Lía. Por último, se casa con ambas, además las dos hermanas aportan sus esclavas Zelfa y Bilá. Era común durante este tiempo entregar las esclavas al esposo para tener hijos de sus dueñas (Gen 29, 16-31; 30, 22-24). De las cuatro mujeres, Jacob tiene 12 hijos, que dan origen a las 12 tribus de Israel: Rubén, Simeón, Judá, Leví, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. Las 12 tribus representan las bases donde se edifica el pueblo de Dios durante el Antiguo Testamento, posteriormente se reemplazan por los 12 apóstoles en el Nuevo Testamento, de ellos nace la Iglesia. Después de trabajar 20 años para Labán, Jacob vuelve a Canaan, Dios hace una Alianza con Jacob y cambia su nombre por Israel (Gen 35, 9-14). Con Abraham, Isaac y Jacob comienzan los hijos de Israel. José José, hijo de Raquel es vendido como esclavo por la envidia de sus hermanos. Lo llevan a Egipto y después de pasar muchos padecimientos, logra ganar la gracia del faraón, al interpretar su sueño. El faraón ve siete vacas gordas comidas por siete vacas flacas, esto es siete años de abundancia y siete años de hambre. El faraón lo pone a cargo de la cosecha, acopio y administración. Jacob baja con su familia a Egipto para buscar alimento y se reencuentran con José, se instalan a vivir en esta región. Después de la muerte de Jacob, los israelitas continúan en Egipto hasta el año 1225 a.c. aproximadamente José es Figura de Cristo, Salvador, porque reparte el alimento que es vida. (Gen 41, 55-57). La muerte de José marca el término del Génesis y el período Patriarcal. Salmo 89 (extracto) Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: "Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo. Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: 'Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones' Apoyo Bibliográfico Mi Historia de Salvación, Antiguo Testamento. Andrea Morel