183 ANIVERSARIO LUCTUOSO DE JOSEFA ORTIZ GIRÓN 2 de marzo de 2012 Había en Querétaro un agente efectivo, descarado y audaz que no perdía ocasión para conspirar contra España, esa era la esposa del corregidor. Carta de José Mariano Beristaín y Souza al Virrey Las mujeres nos hicimos en un mundo ajeno, desigual, dibujado por hombres, para nosotras no pensado Pretendieron mantenernos encerradas, limitadas en ideas y coartadas en carácter Buscar en la Historia es fácil, encontrarnos no lo es tanto La conocí por vez primera en un libro de texto. Miré con ojos de niña un rostro serio, maduro y de mirada extraña; de impecable chongo, aretes cortos y chalina blanca en hombros así conocí su historia... Ella: la única mujer nombrada de aquella importante gesta. Aquel día, quizá no me extrañó encontrar solo una mujer entre tantos valerosos hombres. En el pupitre, con el libro entre las manos, jamás recuerdo haber leído su nombre completo. Lo que sí recuerdo: era De Domínguez por ser la mujer de Don Miguel Domínguez; era La Corregidora, por ser la esposa del Corregidor. María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón, la misma que fue declarada culpable de traición, hoy es quizá la más recordada de las heroínas mexicanas; su memoria y hazañas trascendieron al tiempo y
aún hoy inspiran a quienes bajo ideales justos y libertarios siguen contribuyendo a la construcción de una nación nueva. Calificada de escandalosa, perturbadora del buen orden, seductora y otros tantos delitos, Josefa Ortiz se hizo espacio en una Historia oficial en la que los nombres de las mujeres se cuentan casi con la palma de la mano. De carácter templado y asombrosa capacidad intelectual, mujer animosa que soñó una Patria independiente, anunció con taconazos que la conspiración había sido descubierta. Encerrada en su recámara dio aviso al alcalde Ignacio Pérez para que éste se aprestara a anunciarle a Allende. La conspiradora, considerada una Ana Bolena, seductora y sediciosa, fue en realidad una mujer con gran sentido de justicia, política por excelencia, amiga de las causas nobles; enemiga del corsé, al igual que del imperio porque apresan. Casada en secreto con Miguel Domínguez, quien se convirtió después en Corregidor de Querétaro, Josefa Ortiz cambió su historia y la nuestra, su condición acallada de mujer y la posición esclava de la Nueva España. Promotora del reconocimiento de derechos de los indígenas; esperanzada en conseguir una democracia para su tierra; Josefa hizo
de su casa un espacio para las ideas entonces prohibidas; tejió planes para el alzamiento y reunió a personajes clave como Hidalgo, Allende y los Aldama. Con el gran merito de haber sido mujer en un tiempo en el que los asuntos públicos no eran cosa de nuestra incumbencia, Josefa Ortiz contribuyó a la construcción de una nación nueva, sin haberle estorbado las prohibiciones que a las mujeres de esa época les estaban impuestas. De carácter rebelde, osado, entusiasta y libertario, Josefa Ortiz fue partícipe no solo de la gesta insurgente, sino del inicio -ya para siempre presente- de la participación de las mujeres en la búsqueda de una sociedad más justa e independiente. Con tantos soldados como para custodiar a una sola mujer, Josefa fue encerrada tres veces en calidad de reclusa, dos en el Convento de Santa Teresa la Antigua en esta Ciudad de México y una más en Querétaro. Luego de su libertad y consumada ya la Independencia, rechazó honores y recompensas a cambio de ser tan solo una mujer patriota y porque la que es Soberana en su casa, no puede ser dama de una Emperatriz.
Hoy, declarada Benemérita, su nombre en letras de oro, su rostro en monedas de bronce, el Gobierno del Distrito Federal se une al homenaje nacional a 183 años de su partida física. Esta mañana, honramos el legado de Doña Josefa, así como de otras tantas mujeres, anónimas, silenciadas, ocultas, cuya injerencia fue clave para el movimiento de independencia mexicana. Este homenaje también es para ellas, las que escondieron tintas bajo sus enaguas, las que idearon planes y empuñaron armas; aquellas cuyos disparos hicieron retroceder a los realistas en Salamanca; las que armadas de piedras y garrotes asaltaron el cuartel de Mihuatlán; aquella que montada a caballo tomaba parte de los combates; o como quien desplomada por las balas gritaba: Como mexicana tengo derecho a defender mi patria!. Hoy, muchas otras, tantas, también conspiramos... desde la casa, en la escuela, en las oficinas públicas, en las calles, y reavivamos cada día nuestro carácter necio en conseguir libertades, a nuestro modo, con nuestras faldas o pantalones, con tacones altos o bajos, con cabellos sueltos o recogidos. Esta mañana reconocemos a Doña Josefa porque inspiró la afrenta de muchas mujeres y porque es justo reconocernos entre mujeres. Porque para la conquista de más espacios son precisas nuevas
formas de relacionarnos, desde las aportaciones del movimiento feminista. Hemos aprendido a reconocernos entre mujeres, hemos aprendido a reconocer a las que están ahí, ocupando un cargo público, dirigiendo empresas, legislando, en los tribunales y juzgados, en los medios de comunicación, en el arte, en el deporte y la ciencia, en las aulas y en las calles; porque muchas de ellas han conspirado a su manera y han aportado demasiado a la consumación de nuestras libertades. Para el Gobierno del Distrito Federal reconocer a nuestra querida Josefa es reconocer también el aporte de las mujeres en la construcción de nuestra Historia y nuestra Patria nueva. Es reconocer que hemos sido partícipes del desarrollo, a pesar de que los beneficios no han sido iguales para todas. Las mujeres queremos dejar de ser fantasmas de una época que se ha ido; heroínas anónimas u orgullosas esposas de tales o cuales valerosos hombres. Somos partícipes protagónicas de la construcción de nuestra Patria, y como tales queremos ser nombradas, vistas y escuchadas. Son 200 años ya construyendo democracia... y es cierto, hemos avanzado, pero tenemos frente a nosotras retos que no podemos ignorar; ese es nuestro compromiso, como mujeres y como hombres,
quienes como Josefa Ortiz- creemos en los imperativos de la justicia y la igualdad. Esta Ciudad que vio su muerte en 1829, a los 61 años, alejada de los honores que hoy se le rinden, es (183 años después) una Ciudad diferente. Porque aquí las mujeres pueden participar en los asuntos de interés público, porque aquí las mujeres pueden decidir sobre su maternidad y su cuerpo, sin ser tratadas como delincuentes. Porque aquí las personas pueden elegir libremente a quién amar; aquí la educación sexual no es un tema tabú, sino una prioridad. Ésta es la Ciudad del presupuesto público con perspectiva de género y de la igualdad de género como un eje trasversal de toda la política pública. En el marco del Día Internacional de las Mujeres, frente a la esfinge de Josefa Ortiz Girón, cuyo porte, firme, digno y soberano, ha quedado justo frente al edifico que un día representó el Tribunal de la Inquisición, reivindicamos el papel protagónico de las mujeres en los hechos históricos de nuestra Patria y expresamos que de aquí en adelante, todas, todas las mujeres! queremos ser siemprenombradas.