Meditación en torno al Texto: FRANCISCO El nombre de Dios es Misericordia- una conversación con Andrea Tornielli Retiro de Ordenación Sacerdotal P. José Luis Ramírez, CSsR -Que este espacio de meditación nos impulse a tener en lo más hondo de nuestro ser, lo que de Dios hemos recibido MISERICORDIA-, que nuestro testimonio, nos impulse a seguir dando la vida, para que los demás vivan y ser desde nuestra fragilidad misioneros de la Misericordia- Y Jesús dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás esta parábola: - dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera -: Oh, Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy diezmo de todas mis ganancias. En cambio, el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh, Dios! Ten compasión de mí, que soy pecador!. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. (Lucas 18, 9-14) CAPITULO I Miseria Mía, Misericordia de Dios, que yo pueda al menos honrar a quien tu eres, el Dios de infinita bondad, invocando, aceptando, celebrando tu dulcísima misericordia La Iglesia es un hospital de campo, donde se curan las heridas más graves Ezequiel 16, 63: Si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede renegar de sí mismo (Tim. 2,13) Ese miserando atque eligendo Mirándolo lo eligió Señor, perdóname porque he perdonado demasiado; pero eres tú quien me ha dado tan mal ejemplo Dame la mitad de tu misericordia El drama de nuestra época era haber extraviado el sentido del pecado, la consciencia del pecado. A esto se suma hoy también el drama de considerar nuestro mal, nuestro pecado como incurable, como algo que no puede ser curado y perdonado necesitamos misericordia Quien no cree en Dios, no es cierto que no crea en nada, pues empieza a creer en todo (Keith Chisterton) abrazadlos, y sed misericordiosos, aunque no puedas absolverlas, dadles de todos modos una bendición CAPITULO II Sin la Misericordia de Dios, el mundo no existiría
Es necesario perdonar, sabiendo que se ha sido perdonado Salmos 50, 12.19 El Señor nos primerea CAPITULO III El sitio en el que tiene lugar el encuentro con la Misericordia de Jesús, es mi pecado CAPITULO IV Frente a vosotros tenéis a un hombre al que han sido perdonados sus muchos pecados Para que él nos llene con el don de su misericordia infinita debemos advertir nuestra necesidad, nuestro vacío, nuestra miseria CAPITULO V Ningún pecado humano, por muy grave que sea, puede prevalecer sobre la misericordia y limitarla La Iglesia no está en el mundo para condenar, sino para permitir el encuentro con ese amor visceral, que es la Misericordia de Dios. Para que esto suceda hace falta salir de las Iglesias y de las parroquias, salir e ir a buscar a las personas, allí donde viven, donde esperan CAPITULO VI Es importante también conservar la memoria, recordar de dónde venimos, que somos nuestra nada. Es importante no creernos autosuficientes Dios nos libre de las malas razones. Aquel que no ha querido llevar su cruz no sé que hace en el monasterio (Sta. Teresa de Ávila) Ninguno de nosotros puede hablar de injusticia si piensa en las muchas injusticias que ha cometido él mismo frente a Dios La Importancia en la vida de cada hombre y de cada mujer, no es no volver a caer jamás por el camino, lo importante es levantarse siempre, no quedarse en el suelo lamiéndose las heridas La importancia que es acoger con delicadeza a quien se tiene defrente, no herir su dignidad La lógica de un Dios que es amor, un Dios que quiere la salvación de todos los hombres Llegar a todos testimoniando la Misericordia Acordándonos siempre de que nuestro Dios celebra más a un pecador que vuelva al redil que a noventa y nueve justas que no necesita conversión Debemos volver sobre él para comprender que es la Iglesia y que no debe ser nunca Mt. 23 CAPITULO VII La Misericordia es el primer atributo de Dios
Jesús hace milagros también con nuestro pecado, con lo que somos, con nuestra nada, con nuestra miseria Donde abundo el pecado sobre abundo la gracia (Rm. 5, 20) La culpa no ha beneficiado más de lo que nos ha perjudicado, pues este ha dado ocasión a la misericordia divina de redimirnos (San Ambrosio) Pienso en la mirada de una madre que se desloma trabajando para llevar así el pan al hijo drogodependiente, a pesar de sus errores, lo ama CAPITULO VIII La Misericordia es divina, tiene más que ver con el juicio sobre nuestro pecado, la compasión tiene un rostro más humano, significa sufrir con sufrir juntos CAPITULO IX Cada vez que le hayamos hecho esto al más pequeño de nuestros hermanos, se lo habremos hecho a él (Mt. 25, 31 ss) En la noche de la vida, seremos juzgados en función al amor (San Juan de la Cruz) Bula: Misericordiae Vultus 1. Jesucristo es el rostro de la Misericordia de Dios. 2. Misericordia es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona. Misericordia: es la vía que une a Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado. 3. Un jubileo extraordinario de la misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La Misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona 4. En nuestro tiempo, la esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la Misericordia y no empuñar las armas de la severidad (Juan XXIII) 5. Como deseo que los años por venir estén impregnados de Misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! 6. Es propio de Dios usar Misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia (Sto. Tomas) Salmos 103, 3 4 Salmos 146, 7-9 7. No solo n el principio, sino en toda la eternidad el hombre estará siempre bajo la mirada Misericordiosa del Padre. 8. En él todo habla de Misericordia, nada en él es falto de compasión. Jesús miro a Mateo con amor misericordioso y lo eligió Miserando Atque eligendo (San Beda)
9. Dios está lleno de alegría, sobre todo cando perdona. La misericordia se muestra como la fuerza que todo lo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza, son condiciones necesarias para vivir felices. No permitan que la noche los sorprenda enojados Ef. 4, 26 El amor nunca podrá ser una palabra abstracta, por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se vivifican en el vivir cotidiano. Como ama el Padre, así aman los hijos como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos, los unos con los otros. 10. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza. 11. La Iglesia vive una vida autentica cuando profesa y proclama la Misericordia. 12. Donde la Iglesia este presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. 13. Para ser capaces de misericordia, entonces debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios, esto significa recuperar el valor del silencio. 14. Ante todo, no juzgar y no condenar, sino se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Hablar mal del hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descredito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. 15. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad y sintámonos provocados a escuchar sus gritos de auxilio. 16. El que practique misericordia, que lo haga con alegría (Rm. 12, 8) 17. Ser confesores no se improvisa, se llega a serlo orando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Ninguno de nosotros (hablando a los sacerdotes) es dueño del sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. 18. Los misioneros de la misericordia, sacerdotes que pueden perdonar los pecados reservados a la Santa Sede. 19. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante el todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. 20. La justicia de Dios es su perdón (Salmos 51) 21. La misericordia no es contraria a la justicia, sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ultra posibilidad para examinarse, convertirse y creer. Si Dios se detuviera en la justicia dejase de ser Dios, sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón.
Quien se equivoca deberá expiar la pena, solo que este no es el fin, sino el inicio de una conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. 22. Vivir entonces la indulgencia en el año santo, significa acercarse a la misericordia del Padre, con la certeza de que su perdón se extiende sobre toda la vida del creyente. 23. La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. 24. Elegida para ser la madre del hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre por el amor del Padre. 25. La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la revelación de Jesucristo. Acuérdate Señor de tu Misericordia y de tu amor, que son eternos (Salmos 25, 6) Una de las últimas frases compartidas con algunos de los sacerdotes durante el retiro, se me quedo impregnada en la mente y resuena aun en el corazón: Dios llama cuando él quiere, no cuando tú quieras José Luis, por eso siempre hay que saber esperar, el tiempo es de Dios y él no te abandonara, solo abandónate a él. Que Dios descanse en la paz, del corazón de cada una de las personas que se dejen abandonar en su misericordia (P. Joselu)