8.1. La Generación del 27: definición y características generales.

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Transcripción:

8. La Generación del 27: características. Autores y obras principales. 8.1. La Generación del 27: definición y características generales. 8.2. Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso: características y obras principales. 8.3. Rafael Alberti, Luis Cernuda y Federico García Lorca: características y obras principales. 8.1. La Generación del 27: definición y características generales. Con el nombre de Generación del 27, nombre acuñado por Damaso Alonso, es conocido un grupo de poetas formado por Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Luis Cernuda y Rafael Alberti. Algunos críticos incluyen también a los malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Sin embargo, algunos críticos definen esta denominación como arbitraria al considerar que con este nombre únicamente se habla de un grupo de poetas dentro de una generación literaria más amplia en la que tendrían cabida otros líricos como Hinojosa, Garfías, Chavas, o prosistas y autores teatrales como Max Aub, Benjamín Jarnés o escritores hispanoamericanos como Pablo Neruda. De la Monarquía a la República. Contexto histórico y social Los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera estuvieron marcados por la expansión económica y la relajación de la represión política, coincidiendo con el fenómeno de los felices años 20 en Europa y EE. UU. Pero el apoyo de Alfonso XIII a Primo de Rivera provocó un estado de opinión contra el monarca que propició el advenimiento de la Segunda República cuando el dictador dimitió. Así, tras las elecciones de 1931, el rey abdicó y se exilió a Francia. El 14 de abril se proclamaba la Segunda República. El nuevo gobierno de Manuel Azaña emprendió un ambicioso programa político. Se propuso reformar la agricultura y el ejército, reducir la influencia social de la iglesia y aceptar los proyectos autonómicos catalán, vasco y gallego. Todo ello le granjeó la enemistad de los sectores más poderosos de la sociedad. A ello hubo que sumar los efectos desastrosos de la crisis mundial del 29, que provocó una conflictividad social que reproducía la bipolarización ideológica que se vivía en toda Europa: fascismo frente a comunismo. En 1933 la CEDA gana las elecciones y paraliza las reformas. La izquierda radical catalana y asturiana protagoniza revueltas en 1934, duramente reprimidas. Ante la situación de inestabilidad, se convocan elecciones en 1936, que gana la izquierda, agrupada en el Frente Popular, prometiendo la reactivación de las reformas y la amnistía para los represaliados en 1934. En julio del 36 un grupo de generales al mando de Franco perpetra un golpe de estado que dará comienzo a la Guerra Civil. El papel de los intelectuales ante la República La mayoría de los intelectuales, entre ellos los miembros de la Generación del 27, mostraron una clara inclinación hacia la República. La crispación política determinó una progresiva toma de partido de unos artistas que incluso derivaron hacia la militancia activa y hacia un creciente compromiso. 1

El esfuerzo republicano por extender la instrucción pública encontró también el apoyo de estos intelectuales. El intento más original lo constituyeron las Misiones Pedagógicas, un proyecto que pretendió trasladar experiencias culturales al ámbito rural a través de exposiciones, representaciones teatrales, audiciones, sesiones de cine, etc. Un ejemplo es la compañía de teatro La Barraca, impulsada por Lorca. Surgen también revistas de compromiso político y social (Octubre, Nueva Cultura), y también revistas de arte y literatura que se convierten en el principal vehículo de difusión literaria: Litoral, Verso y Prosa, Caballo Verde para la Poesía, etc. GENERACIÓN DEL 27: UNA GENERACIÓN LITERARIA? Si bien el concepto de Generación del 27 no parece admitir duda como marbete caracterizador para el grupo de poetas que nos ocupa para un muy amplio sector de la crítica literaria, no es menos cierto que, fundamentalmente a partir de los trabajos de Lázaro Carreter, se puso en entredicho la veracidad del hecho de aplicar el término de generación literaria en exclusividad a la nómina del 27. Dámaso Alonso, en 1948, siguiendo criterios emocionales, sentimentales, más que puramente literarios, acuñó, para sus compañeros de generación el nombre de Generación del 27. El concepto no tardó en alcanzar el éxito entre la crítica, teniendo en cuenta, además, la existencia de rasgos comunes entre los diferentes escritores que la componían. Sin embargo, Lázaro, prefiere, a la hora de hablar de los poetas del 27, el concepto de Grupo poético del 27, atendiendo al hecho de que estos autores serían un grupo de poetas dentro de una generación literaria de espectro más amplio, de la que también formarían parte narradores o dramaturgos como Max Aub o escritores hispanoamericanos como Neruda. En cualquier caso, y aplicando el conocido esquema diseñado por el alemán Julius Petersen, resulta que la mayor parte de los requisitos necesarios para la formación de un grupo generacional se cumple en el caso de los poetas del 27 (Siebenmann, 1973): 1. Hay proximidad en las fechas de nacimiento. El mayor del grupo, Salinas, nació en 1891, mientras que los más jóvenes, Cernuda y Alberti, lo hicieron en 1902. Solo once años, por tanto, separan los dos extremos del abanico de edades; catorce si ampliamos la nómina a otros poetas (por ejemplo, Manuel Altolaguirre nació en 1905). 2. La educación recibida por los autores, como la herencia cultural y literaria de que son deudores, e incluso la extracción social acomodada que comparten, es similar. 3. Existe un intenso contacto personal entre ellos. En esa relación siempre primó la amistad por encima de cualquier otra consideración, incluidos el alejamiento físico y la ideología. En las filas del 27 convivieron armónicamente comunistas como Alberti, conservadores como Diego y liberales como Guillén. Los trágicos extremos de esta dispersión ideológica están representados por Lorca y José María de Hinojosa, cada uno de ellos asesinado por un bando distinto de los combatientes en la guerra de 1936. Los lazos de amistad fueron intensos en muchos casos: Salinas y Guillén, Guillén y Lorca, Lorca y Prados, Prados y Altolaguirre, Prados y Aleixandre, Aleixandre y Alonso. Incluso Salinas fue, en Sevilla, profesor de literatura de Cernuda. Todos los autores del 27 procedían de la alta burguesía y la mayoría se encontraron en la conocida Residencia de Estudiantes de Madrid, dependiente del programa de investigación de la Junta de Ampliación de Estudios y el Centro de Estudios Históricos. Se trataba de una institución cultural de primer orden en el que los jóvenes autores artísticos se encontraban bajo la supervisión de los intelectuales más importantes del momento, como Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Juan Ramón Jiménez o José Ortega y Gasset. Además de los poetas del 27, en la Residencia 2

coincidieron artistas como Salvador Dalí o Luis Buñuel, de ahí sus posteriores colaboraciones en proyectos cinematográficos, pictóricos o poéticos. 4. El homenaje a Góngora puede ser considerado el acto central para la formación del grupo. El poeta francés Mallarmé ya había demostrado su interés por Góngora, así como Rubén Darío lo había mostrado también. Federico García Lorca recogió este interés en su conferencia titulada La imagen poética de Góngora, en la que negó la oposición entre lo popular y lo culto en la poesía del poeta cordobés y reclamó una lírica libre de las amarras realistas, basada en la metáfora y la creación sin ataduras. Rubén Darío, el gran poeta modernista, publicó en La Ilustración Española y Americana (Madrid, 15 de junio de 1899) dos sonetos dedicados a Góngora en forma epistolar. El primero se titula De D. Luis de Góngora y Argote a D. Diego de Silva Velázquez y el segundo De D. Diego de Silva Velázquez a D. Luis de Góngora y Argote. Se trata de dos supuestas cartas enviadas entre los dos genios de la literatura y de la pintura, en una especie de intento por parte de Darío de alabar y ensalzar la figura de ambos, especialmente la de Góngora. Estos sonetos fueron incluidos posteriormente en Cantos de vida y esperanza (1905). 5. La colaboración de los autores del 27 en las mismas revistas literarias es otro hecho que debe ser tenido en cuenta. Alrededor de 1927 las revistas más importantes eran: Mediodía, Litoral, Papel de Aleluyas, Carmen, Verso y Prosa, La Gaceta Literaria, Gallo, Manantial y Meseta. 6. Sus registros lingüísticos son parecidos, al menos en los años veinte. 7. Y, sobre todo, se unen en torno a un acontecimiento generacional destinado a pasar a la historia: la conmemoración (diciembre de 1927), en el Ateneo de Sevilla, del tricentenario de la muerte del escritor barroco Luis de Góngora y Argote, padre del culteranismo literario. Góngora, convertido en el emblema de la renovación esteticista y neobarroca, fue recuperado y valorado en su justa medida por los hombres del 27. De todos modos, estos poetas del 27 no fueron los primeros en reclamar la figura de Góngora. Otras dos características enumeradas por Petersen no son, sin embargo, fácilmente discernibles. a) No puede decirse, por ejemplo, que cuando se configuró el grupo la generación anterior padeciera claramente de aletargamiento o anquilosamiento. La presencia en el panorama literario de los autores del 98 y los del grupo del 14 (con Ortega a la cabeza), la supervivencia del modernismo y la figura de Juan Ramón Jiménez son referencias suficientes como para descartar la idea. b) Tampoco los autores del 27 precisaron de un guía al que seguir y aceptar como caudillo de la nueva tendencia (algunos hablan de Juan Ramón, pero no parece claro, pese a su gran influencia). No deja de ser cierto que Guillén, quizá por su apariencia doctoral y por la pronta aceptación de los poemas que habrían de constituir Cántico, parecía mostrar ante los demás la imagen más venerable, pero, como mucho, cabría hablar en su caso de un primus inter pares. Porque igualmente cierto es que el escritor del grupo que concitaba en torno a sí más adhesiones emocionales era Lorca, a quien resultaba extraordinariamente fácil, a juzgar por las evocaciones de sus amigos, convertirse en el centro de cualquier reunión que lo tuviera como asistente. Otros críticos hablan, sin embargo del importante papel desempeñado por Gerardo Diego para afirmar la cohesión del grupo. Él fue el organizador del homenaje a Góngora en el tercer centenario de su muerte, pero mayor trascendencia tuvo la publicación en 1932 de Poesía española. Antología, 1915-1931. Se trata de una antología de poesía más o 3

menos inédita que el propio autor reunió. Aparecen los siguientes autores: Unamuno, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa, Salinas, Guillén, Dámaso Alonso, el propio Gerardo Diego, García Lorca, Alberti, Villalón, Prados, Cernuda, Altolaguirre, Aleixandre y Larrea. Como vemos, aparecen la mayoría de los autores del 27, además de algunos del 98 y otros modernistas. Gerardo Diego se había propuesto recoger los mejores ejemplos de poesía del periodo que indica en el título (entre 1915 y 1931), y no podemos olvidar que cuando los autores del 27 iniciaban su carrera literaria, los miembros de la Generación del 98 y algunos de los modernistas estaban en plena efervescencia creativa, de ahí la coincidencia de nombres tan importantes. En 1934 Gerardo Diego publicó una nueva edición de esta obra, titulada ahora Poesía española. Antología. Contemporáneos. El autor incluye algunos poetas, como Rubén Darío, y desaparecen otros, como Juan Ramón Jiménez, que se había disgustado a causa de algunas críticas que había recibido su poesía por parte de José Bergamín. Las dos antologías de Gerardo Diego deben ser consideradas como la reunión y compendio de la mejor poesía del primer tercio del siglo XX, así como la fijación de los autores que forman la Generación del 27. Si el término generación ha sido y es hoy en la actualidad muy discutido, la referencia del año (1927) que lo acompaña admite menos discusiones. Fue en esa fecha cuando se realizó el homenaje a Góngora, pero también fue entonces cuando empezaron a publicarse algunas de las revistas en las que aparecieron las colaboraciones de estos escritores. Y, aunque no puede decirse que esta consideración sea relevante para quienes rechazan de plano la idea de la sucesión cronológica de las generaciones, se da la circunstancia de que 1927 es un año que se ajusta bastante bien al esquema temporal admitido por los defensores de la misma: entre la generación del 98 y la del 14 hay dieciséis años, y entre la del 14 y la del 27, trece. Cifras ambas bastante próximas a esos quince años que vendrían a marcar el cambio de promociones. Sea filológicamente válido o no, lo cierto es que el concepto generación del 27 ha sido utilizado, al menos desde que Dámaso Alonso lo hiciera en 1948, como marbete agrupador de un conjunto de escritores que presentan unos rasgos comunes que explican la pervivencia del concepto. Frente a planteamientos posteriores que se esforzarían en defender argumentos de carácter histórico o filológico, Alonso optó por consideraciones de carácter emocional, que son las que, a fin de cuentas, han terminado prevaleciendo GENERACIÓN DEL 27: CARACTERÍSTICAS Aceptada la aplicación del concepto de generación para este conjunto de escritores, modo de síntesis, estas podrían ser las características que les definen: Intelectualismo y elitismo cultural: salvo Alberti, de formación autodidacta, todos los miembros de la generación son intelectuales, de vasta formación filológica, catedráticos universitarios o de Instituto, grandes conocedores de la tradición literaria española y europea y de los inminentes movimientos de vanguardia. Cosmopolitismo: frente al carácter rural de la generación noventayochista, los hombres del 27 son una generación cosmopolita, viajera, defensora de la modernidad que representa la ciudad y los avances tecnológicos. Eclecticismo: Resulta ya tópico hablar, a la hora de caracterizar la poética de la Generación del 27, de fusión entre vanguardia y tradición. Los hombres del 27 no rompen con los elementos de la tradición literaria remota o cercana (poesía popular, romancero, los clásicos, Bécquer, Rubén Darío, Antonio Machado...) al 4

tiempo que hacen suyos algunos de los valores de la literatura de vanguardias (surrealismo, futurismo...) que domina las escena literaria de la Europa de los años 20. Podemos afirmar que la poética de los hombres del 27 se caracteriza por su tendencia al equilibrio, a la síntesis entre polos opuestos (Lázaro). Tendencia al equilibrio ( síntesis entre polos opuestos (Lázaro)): Fruto del eclecticismo estético es su tendencia al equilibrio; así, su concepción de la poesía se mueve entre lo intelectual y lo sentimental (la emoción tiende a ser refrenada por el intelecto) ; prefieren la inteligencia, el sentimiento y la sensibilidad al intelectualismo, el sentimentalismo y la sensiblería (en palabras de Bergamín). Su poesía navega entre una concepción romántica del arte (arrebato, inspiración) y una concepción clásica (esfuerzo riguroso, disciplina, perfección). Lorca decía que si era poeta "por la gracia de Dios (o del demonio)" no lo era menos "por la gracia de la técnica y del esfuerzo", en la ídea de que para la creación poética son tan necesarias tanto la capacidad innata como el esfuerzo creativo del poeta; entre la pureza estética y la autenticidad humana; entre la poesía pura (arte por el arte; deseo de belleza) y la poesía auténtica, humana, preocupada por los problemas del hombre; entre el arte para minorías y mayorías. Alternan el hermetismo y la claridad, lo culto y lo popular (Lorca, Alberti, Diego); entre "yo" y el "nosotros" ("El poeta canta por todos",aleixandre). ; entre lo universal y lo español, entre los influjos de la poesía europea del momento (surrealismo, futurismo, Valéry) y de la mejor poesía española de siempre (son verdaderos amantes y estudiosos la poesía popular española: cancioneros, romanceros...; admiran a los clásicos como Manrique, Garcilaso, Fray Luis, San Juan y sobre todo Góngora, modelo en la búsqueda de la perfección formal...) Renovación estética. Para ello, toman las innovaciones que aportan las vanguardias, aunque sin olvidar la importancia de la tradición literaria española. Renovación léxica, por influencia de las vanguardias, mediante la utilización de léxico culto, palabras coloquiales, términos alejados hasta entonces de la poesía, etc. El valor de la metáfora. Se trata de la figura esencial para demostrar la autonomía del arte literario, pues, a través de ella, el poeta es capaz de crear una nueva realidad no basada en la mimesis de la circundante. En cuanto a la métrica, utilizan estrofas clásicas como el soneto, el romance o el villancico, pero también innovan con la utilización de versos blancos, versos libres y versículos. En cualquier caso, la libertad métrica es uno de los rasgos característicos de este grupo. Evolución temática. En los orígenes del grupo, la preocupación principal era la forma del poema, pero, con la evolución del grupo, por la influencia del Surrealismo, los autores del 27 se dirigen hacia una poesía humanizada, más preocupada por el sufrimiento, la alegría o los recuerdos. La Guerra Civil acentuará esta visión humanizada de la poesía, hasta el punto de que muchos autores se decantan por los temas comprometidos (denuncia social, defensa de los valores republicanos ). Descentralización cultural. En su deseo de democratizar el acceso a la cultura, los hombres del 27, trataron de llevar la literatura y la crítica literaria fuera de los libros y manuales. Para ello, colaboraron intensamente en revistas (Sol, La Revista de Occidente) y fundaron otras (Carmen, Papel de Aleluyas, Verso y Prosa ). ETAPAS EN LA EVOLUCIÓN DEL GRUPO. Otro aspecto que ha resultado polémico a lo largo de los años para la crítica, prácticamente desde el inicio de la actividad de los poetas de la generación, puesto que 5

resulta complejo señalar etapas comunes de evolución en la trayectoria poética de autores, en ocasiones, de poética tan diversa. Luis Cernuda (1957), en un ensayo titulado Generación de 1925 (incluido en Estudios sobre poesía española contemporánea), establece cuatro etapas en la poesía del grupo entre 1918 y 1936: Predilección por la metáfora. Actitud clasicista. Influencia gongorina. Contacto con el surrealismo. Sin embargo, en los últimos años, se ha venido imponiendo la clasificación de Lázaro, que intenta aunar criterios cronológicos y estéticos: Hasta 1927 Influjo de Bécquer (esquema para la poesía amorosa y concepción de la creación poética inspiración más capacidad creativa) y del Modernismo. Pronto aparecen las primeras Vanguardias. A la vez y, por influjo de Juan Ramón, se orientan hacia la "poesía pura": "Poesía pura es todo lo que permanece en el poema después de haber eliminado de él todo lo que no es poesía"(guillén). Se depura el poema de todo lo anecdótico, de toda emoción que no sea puramente artística. Para ello, se sirven de la metáfora como recurso. Poesía hermética y fría. También lo "humano" les influye, sobre todo a través de la lírica popular (Alberti). La sed de perfección formal los lleva al clasicismo, sobre todo de 1925 al 27. Incluso podemos hablar de una fase "gongorina", donde la admiración al poeta cordobés nace por la capacidad de éste a la hora de crear un nuevo lenguaje poético. De 1927 a la Guerra Civil. Comienza a notarse cierto cansancio del formalismo puro. Se inicia un proceso de rehumanización (más notorio en algunos autores, pero presente en todos) con influjo previo del surrealismo, pero no entendido como escritura automática o ausencia de control racional al modo francés, sino como reflejo quizás de un malestar existencial y social. Interesan ahora nuevos temas, más humanos: el amor, el deseo de plenitud, las frustraciones, las inquietudes sociales o existenciales... Nace la revista Caballo verde para la poesía, de Palo Neruda (1935), donde aparece el "Manifiesto por una poesía sin pureza". Algunos poetas, debido a sus inquietudes sociales, se interesan en política (en el favor de la República, fundamentalmente) y manifiestan su compromiso con el hombre y el mundo que les rodea. Después de la guerra. Lorca es asesinado en Granada poco después de comenzar la guerra. El grupo se dispersa: a) Marchan al exilio Guillén, Salinas, Alberti y su poesía se aleja definitivamente de la concepción de la poesía pura. Aparecen temas humanos universales (sentido del hombre en el mundo, la solidaridad con los que sufren) y se recuerda con nostalgia la patria perdida. 6

b) En España quedan sólo Damaso Alonso y Vicente Aleixandre., cuya poesía adquiere un tono desgarrado,angustiado, existencial (Hijos de la ira, 1944). LA NÓMINA DEL 27: 8.2. Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso: características y obras principales. Pedro Salinas (1891-1951) Dentro de la trayectoria poética del profesor y poeta sevillano se suelen señalar tres etapas que coinciden a grandes rasgos con la evolución del propio grupo del 27. Las obras más destacadas de su primera etapa son Presagios (1923), Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931). Se aprecia en ellas la influencia de la poesía pura de Juan Ramón y el gusto por los temas futuristas, pero impregnados por la sensibilidad del poeta, que muchas veces establece un diálogo lírico con las cosas. En la segunda etapa se sitúan sus mejores obras: La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939). El tema predominante en ellas es el amor, el poeta muestra este sentimiento como algo alegre y vital, inherente al ser humano, pero también como un sentimiento angustioso ante la pérdida o la separación de la amada. En su tercera etapa, tras la guerra, su poesía se tiñe de dramatismo y dolor. Temas como la muerte, la guerra, la angustia y el exilio llenan libros como El contemplado (1946), Todo más claro (1949) y Confianza (1955). Su estilo sigue la línea de la poesía esencial de Juan Ramón. Se busca la belleza formal sobre todo a través de la intelectualidad, lo que le lleva a utilizar recursos como la paradoja, juegos de ideas, metáforas insólitas, etc. La aparente sencillez de su lenguaje poético esconde una cuidada y precisa selección léxica. Jorge Guillén (1893-1984) Se le considera el poeta más puro e intelectual, el más fiel a la poesía desnuda de Juan Ramón. Su poesía parte de la realidad circundante para depurarla y estilizarla hasta la esencia misma del concepto. Recogió toda su producción poética bajo el título general de Aire nuestro, que se divide en cinco libros: Cántico (su principal obra, que recoge poemas escritos a lo largo de 30 años, 1928 y 1950), muestra de forma clara y desbordante la alegría del hecho de estar vivo. Evita de forma frontal las penas y nostalgia, aunque la muerte se acepta como algo natural. En Clamor (de 1957 a 1963), se reflejan ahora todas las miserias y tristezas que rodean al poeta, que denuncia en sus versos la injusticia, la opresión, la guerra y la situación de España, y el exilio. No obstante, no es una poesía completamente triste y desgarrada, sino llena de protesta y optimismo moderado ante todo lo negativo que le rodea. En Homenaje (1967) se recogen poemas dedicados a importantes personajes históricos y escritores como Homero, Fray Luis, Machado o Lorca, entre otros. En Y otros poemas profundiza en temas cotidianos, como el amor o la vejez, y, por último, en Final, acepta serenamente la vejez. El autor utiliza una forma de expresión muy elaborada, con supresión de palabras innecesarias, estructuras oracionales sencillas y con abundancia de exclamaciones. Es relevante la profusión de sustantivos porque designan la esencia de las cosas. En cuanto a la métrica, opta por medidas cortas y estrofas clásicas como la décima, el romance o el soneto. 7

Gerardo Diego (1896-1987) Aunque es difícil clasificar su obra, por su eclecticismo y su variedad temática, se suelen distinguir dos etapas. La primera, denominada de poesía relativa, que agrupa la poesía tradicional, caracterizada por el empleo de formas clásicas como el soneto o el romance, y que incluye obras como Versos humanos (1925), Sonetos a Violante (1962) o Nocturnos a Chopin (1963). La segunda etapa, de poesía de vanguardia, incluye poemarios de corte vanguardista caracterizados por el verso libre, la ausencia de puntuación o recursos gráficos. Los poemarios más importantes son Imagen (1922) y Manual de espumas (1924), cercanos al creacionismo con poesías alejadas de la realidad que incorporan recursos imaginativos sorprendentes y disposiciones tipográficas peculiares. Su estilo se caracteriza por la utilización de varios registros, combinando con igual maestría las técnicas de vanguardia, sobre todo el uso de la imagen y el verso libre; y las formas más tradicionales, el soneto y el romance. Vicente Aleixandre (1898-1984) Su visión del mundo se apoya en tres pilares: el amor, la naturaleza y la muerte. Suelen señalarse tres etapas en su trayectoria, relacionadas con sus influencias y sus inquietudes. La primera incluye Pasión por la tierra (1929), su primera obra surrealista; y, posteriormente, Espadas como labios (1932), en la que aborda el tema del amor omnipresente que destruye las limitaciones del ser humano. Otros títulos importantes son La destrucción o el amor, Mundo a solas, y sobre todo Sombra del paraíso, en la que la muerte y el amor se contraponen como aniquilación del ser humano frente a su íntima unión con la naturaleza elemental del ser humano. En su segunda etapa trata del ser humano y su mundo, especialmente el transcurrir de la existencia, por lo que adquiere importancia el tiempo y su circunstancia. Las principales obras son Historia del corazón (1954), En un vasto dominio (1962) y Retratos con nombre (1965). En su tercera etapa utiliza la poesía como meditación sobre su trayectoria vital y, en algunos poemas, se retoman procesos surrealistas utilizados en su primera etapa. A esta etapa pertenecen Poemas de la consumación (1968) y Diálogos del conocimiento (1971). Su poética se basa en el uso de metáforas innovadoras, no basadas en semejanzas, sino en su propia subjetividad. Es importante también para el autor el gran cuidado en el uso y distribución del léxico (verbos al final del verso, uso de conjunciones), paralelismos, anáforas, etc. Además, predomina el verso libre. Dámaso Alonso (1898-1990) Su contribución más importante al grupo se produce al comienzo de su trayectoria intelectual, cuando revaloriza magistralmente la figura de Góngora y descubre a los jóvenes autores y al mundo entero el enorme contenido mitológico y estético de la obra del cordobés. La obra de Dámaso Alonso se divide, esencialmente, en dos etapas. La primera muestra la influencia de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado en obras como Poemillas de la ciudad (1921) o El viento y el verso (1925). Oscura noticia se publicará tardíamente en 1944 y perfila ya la angustia de la poesía posterior. Con Hijos de la ira (1944) comienza la segunda etapa. Esta obra es un grito de rebeldía contra la situación del hombre y del mundo. En dilatados versículos, con un lenguaje abrupto y violento, que incluso da cabida a lo vulgar a veces, protesta por el espectáculo del mundo en el 1

que los hombres no son más que muertos en vida entre los que resulta imposible la comunicación. También pertenecen a esta etapa Hombre y Dios (1955), expresión de hastío y soledad; y Duda y amor sobre el Ser Supremo (1985), de tema religioso. 8.3. Rafael Alberti, Luis Cernuda y Federico García Lorca: características y obras principales. Rafael Alberti (1902-1999) Su poética giro en torno al tema del paraíso soñado representado en el mar y el amor, aunque también tienen cabida el dolor, el conflicto espiritual o el destierro. Su primera obra obtuvo el Premio Nacional de Poesía: Marinero en tierra (1924), en la que recupera formas métricas populares combinadas con sonetos que expresan la profunda nostalgia por el mar de su Cádiz natal cuando era niño. Cal y canto (1929) manifiesta la influencia vanguardista, especialmente futurista en poemas como Madrigal al billete de tranvía. Se aprecia además el lenguaje culto y barroco de influencia gongorina. Su obra cumbre, Sobre los ángeles (1929) revela el conflicto espiritual del poeta en torno a temas como el amor, la ira, el fracaso o el desconcierto. Utiliza técnicas surrealistas para expresar la desunión del cuerpo y el espíritu. El poeta en la calle (1936) y De un momento a otro (1938) pertenecen a la poesía social en la que el autor se revela como poeta revolucionario, línea que mantiene en Entre el clavel y la espada (1941), aunque en un tono más nostálgico del pasado vivido. En su estilo destaca la variedad, es capaz de combinar lo culto, lo tradicional y popular, lo vanguardista Abundan las anáforas, las figuras de significado con matices cromáticos, las imágenes surrealistas y el verso libre. Luis Cernuda (1902-1963) Su obra está marcada por su carácter hipersensible y por su homosexualidad, que explica su aislamiento y rebeldía, debido a la incomprensión de la sociedad de la época. La realidad que le tocaba vivir chocaba con sus deseos y sus sueños, y de ese conflicto nacen los temas de su poesía: soledad, frustración, infancia eterna, ansia de belleza, paso del tiempo y muerte, y sobre todo el amor como experiencia suprema, jubilosa y también dolorosa. Su obra se divide en tres etapas. La primera es la etapa sevillana, hasta 1928, con Perfil de aire (1927), cercana a la poesía pura, y Égloga, elegía, oda (1928), con raíces en la poesía de Garcilaso de la Vega. La segunda etapa, o etapa madrileña, de 1929 hasta 1938, se inicia con Un río, un amor (1929), en el que con imágenes surrealistas profundiza en la frustración contra las convenciones sociales. En Los placeres prohibidos (1931), también surrealista, habla de amor, soledad y vacío interior. El autor se enfrenta al mundo con la elección de un amor prohibido y no aceptado. Con un estilo más sereno y personal escribe, entre 1932 y 1935, Donde habite el olvido, sobre el amor como experiencia dolorosa. En 1936 publica La realidad y el deseo, obra que incluye algunos de los libros anteriores y algunos más. Su última etapa, la del exilio, se caracteriza por la angustia vital del poeta, así como por la desilusión y la nostalgia debido a su situación personal. Como quien espera el alba (1944) o Con las horas contadas (1950-1956) son obras representativas de esta etapa. 1

En cuanto a su estilo, evita las rimas marcadas, prefiere el verso libre, combinado con estrofas tradicionales. Su poética está plagada de símbolos e imágenes de muy variada índole. Federico García Lorca Nació en Fuente Vaqueros (Granada) en 1898. Estudió en Madrid y vivió en la Residencia de Estudiantes, donde conoció y se relacionó con personajes de las artes españolas como Juan Ramón Jiménez, Dalí, Buñuel, Falla, además de otros poetas de su generación. En 1929 viajó a Nueva York como becario, hecho que le marcó profundamente. Se dedicó al teatro y a la literatura hasta su fusilamiento al comienzo de la Guerra Civil. Aquí nos centraremos en su obra poética. Lorca supo unir a su predisposición natural para la creación poética (sensibilidad, imaginación, inspiración) un riguroso trabajo en busca de la perfección. Su principal característica es la síntesis de lo popular y lo culto. De la poesía tradicional y de la canción popular andaluza (el cante jondo) tomó temas, expresiones y elementos que, reelaborados por su propio estilo y combinados con las nuevas estéticas, adquieren una fuerza expresiva incomparable. El tema dominante en su obra es el destino trágico, englobando en él el amor como frustración, la soledad y la muerte. Otro motivo importante en su obra es la naturaleza. Su primera etapa abarca su producción hasta 1928. En ella hay una clara influencia de la lírica popular y tradicional. Su primera obra, Libro de poemas (1921), aúna el tono alegre e infantil con el tono nostálgico. En Canciones (1921-1924) hay menos subjetivismo y más semejanzas con la poesía pura y el surrealismo. En 1924 publica su Poema del cante jondo, en el que aparecen temas habituales como el amor o la Andalucía trágica, y se aprecia su peculiar fusión entre lo culto y lo popular en unos versos llenos de dolor y angustia. El Romancero gitano sigue en esta línea andalucista e híbrida, y añade además rasgos vanguardistas. Expresa un profundo respeto por la etnia gitana y aparece el motivo de la lucha contra la muerte inevitable y trágica. La segunda etapa comprende su producción entre 1929 y 1936. Comienza con Poeta en Nueva York, (1930), en la que su estilo cambia claramente y se orienta hacia la protesta social en lo temático, y hacia el surrealismo en lo formal. Abundan las imágenes oníricas y dinámicas. Se presenta al hombre como víctima de su propia creación; la urbe, en su inmensidad, imposibilita la comunicación y la libertad. Se refleja la crisis del 29, la guerra, el ser humano como depredador, la situación de los negros, la degradación de la naturaleza, y la muerte. Como preocupaciones personales aparecen la homosexualidad y la religiosidad. A esta época pertenecen también el Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, Seis poemas galegos y Diván del Tamarit. La última obra poética importante de Lorca son los Sonetos del amor oscuro (1935-1936, publicado en el 84), en los que combina un tema tabú con las formas clásicas. Su estilo se manifiesta en un dominio de la técnica creativa que mezcla diversas tendencias en una estética muy personal. Hay una simbología presente en toda su obra: la luna, la sangre, los caballos, los colores (sobre todo el verde) tienen unos significados connotativos asociados a la vida, la muerte, el erotismo, la fertilidad, etc. Las imágenes creativas, inspiradas por el surrealismo y que recrean motivos tradicionales son también un rasgo característico de su estilo. 1

Miguel Hernández Nació en Orihuela (Alicante) en 1910, en el seno de una familia humilde. Fue pastor hasta que se marchó a Madrid, donde conoció a Neruda y a los poetas del 27. En la guerra militó en el bando republicano, fue hecho prisionero y murió en prisión de tuberculosis en 1942. Se le considera el puente de unión entre la Generación del 27, poetas a los que conoció y admiró; y la Generación del 36, a la que él mismo se vinculó. Su poesía se caracteriza por su tono viril y arrebatado, su humana sinceridad y su perfección técnica. Sus versos desprenden auténtica emoción. Emplea con abundancia las metáforas, a veces primitivas y elementales; otras, impregnadas de surrealismo, pero siempre llenas de imaginación y de fuerza. Su tono se mueve entre el apasionamiento y la contención a la que somete esa energía mediante formas poéticas rigurosas. Destacan las continuas referencias y evocaciones de la vida natural y campesina. El principal tema poético es el amor, apasionado e inquieto cuando piensa en Josefina, su mujer; fraternal y generoso cuando recuerda a los amigos, y solidario con las gentes del pueblo. Su obra se divide en dos etapas, separadas por la guerra. A la primera pertenece Perito en lunas (1933), 42 octavas reales que presentan una evidente influencia de Góngora en su lenguaje y destaca por la creatividad de sus metáforas. El rayo que no cesa (1934) es una colección de sonetos en los que habla sobre amor, pena y muerte. Además, incluye la Elegía a Ramón Sijé, en tercetos, un emocionado recuerdo del amigo fallecido. El libro muestra ya la influencia de Neruda y de Aleixandre. La segunda etapa, más comprometida políticamente, se inaugura con Viento del pueblo (1937), de tema político y de combate, en un lenguaje claro y directo, que expresa sus ideas revolucionarias y sus preocupaciones sociales. El autor dedica la obra a Aleixandre, reconociendo en ella la influencia del poeta sevillano y de Neruda. El hombre que acecha (1939) continúa la línea temática del libro anterior, pero en un tono menos épico y más intimista. La obra está marcada por la muerte de su primer hijo y el hecho de que el bando republicano tiene la guerra prácticamente perdida. El Cancionero y romancero de ausencias (1941) contiene sus composiciones más conmovedoras, en las que emplea un lenguaje espontáneo y sencillo. Las dedica, desde la cárcel, a su esposa y a su segundo hijo, y en él se incluyen las famosas Nanas de la cebolla, seguidillas destinadas a alegrar la penuria de su hijo. 1