Juan 10,11-18. doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre.»



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26 de Abril, 2015 Cuarto domingo de Pascua Fiesta del Buen Pastor - Ciclo B "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular" Salmo 117 Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente. Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas. Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente. Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas 1. Juan 10,11-18 11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; 12 pero el que trabaja solamente por la paga, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor y porque las ovejas no son suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. 13 Ese hombre huye porque lo único que le importa es la paga, y no las ovejas. 14-15 «Yo soy el buen pastor. Así como mi Padre me conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas debo traerlas. Ellas me obedecerán, y formarán un solo rebaño, con un solo pastor. 17 «El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. 18 Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre.» 1 San Agustín

Algunas preguntas para una lectura atenta: Cuántas veces Jesús se identifica en el texto, como el buen pastor? Cuáles son las actitudes que identifican al buen pastor? Qué hace el que cuida las ovejas por la paga? Cómo reaccionan las ovejas que no son del redil? Por qué ama el Padre a su Hijo? Qué ha ordenado el Padre? P. Daniel Kerber 2 En este cuarto domingo de Pascua, celebramos el domingo del Buen Pastor. Podemos distinguir cuatro partes en el texto. En la primera (vv. 11-13), Jesús se presenta como buen pastor que da la vida, en contraposición al asalariado que trabaja por la paga y huye ante los peligros. En la segunda (vv. 14-15), vuelve a presentarse como buen pastor y muestra la relación que tiene con sus ovejas, como reflejo de la relación del Padre con Jesús. En el v. 16, se extiende el rebaño a otras ovejas, a una llamada futura en que se formará un solo rebaño. Finalmente, los vv. 17-18 vuelven a la relación de Jesús con el Padre. Este pasaje leído en el tiempo pascual, nos muestra a un Jesús resucitado que es buen pastor, que sigue guiando y pastoreando a su rebaño. Su pastoreo no es únicamente en el tiempo de su vida terrena. Los discípulos actuales, nosotros, seguimos siendo ovejas pastoreadas por Jesús. En primer lugar confronta la imagen del buen pastor con la del asalariado. Las dos veces que habla del buen pastor (vv. 11.15) hace referencia a entregar la vida por el bien de las ovejas. Él es el buen pastor porque está dispuesto a dar la vida, -como de hecho celebramos en estos días de Pascua- cosa que no hace el asalariado, sino que huye ante los peligros y no está dispuesto a entregarse por las ovejas, porque lo que busca es su propio interés. Luego se detiene en la relación estrecha que hay entre el pastor y las ovejas, tan estrecha que se compara con la relación de Jesús y su Padre. El conocer, del que habla Jesús aquí, no se refiere solo a un conocimiento racional. El conocimiento bíblico es un conocimiento de proximidad y de experiencia, es en ese sentido que Jesús conoce a sus ovejas (a nosotros) y nosotros también a Él. Lo entendemos entonces, en el sentido de un conocimiento de comunión y de amor entre Jesús y nosotros. 2 Es presbítero de la Arquidiócesis de Montevideo, Uruguay, párroco de la Parroquia San Alejandro y San Pedro Claver. Trabaja también con Sociedades Bíblicas Unidas como asesor para la traducción de la Biblia en lenguas indígenas. Fue auditor en el Sínodo de los Obispos sobre La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia (2008). Es miembro del equipo de apoyo de la escuela bíblica del Cebitepal- Celam.

La afirmación que Jesús hace de sí mismo como buen pastor parece básica pero es muy profunda, porque si hay algo que no le puede faltar a un pastor para ser tal; son las ovejas. Jesús no se entiende sin las ovejas, es tan fuerte el vínculo que estableció que ya no se puede separar ni comprender sin ellas. Así como no se entiende un padre sin un hijo. No hay relación más honda que la que hay entre el Padre y el Hijo, pues bien, Jesús compara esa relación con la que Él establece con nosotros. Esa relación la establece también dando su vida (lo repite por tercera vez en el v. 17), y eso complace al Padre (v. 17). Y esa entrega no es algo obligado para Jesús, no es que le hayan quitado la vida: yo la doy por mi propia voluntad. Allí, se manifiesta el amor pleno de Jesús por aquellos a quienes y por quienes se entrega, como había dicho en la última cena: El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos (Juan 15,13). En el evangelio Jesús se dice a sí mismo el buen pastor, esta realidad nos permite sentir alegría al contar con su respaldo fiel y firme. Jesús, ha hecho un incalculable esfuerzo por nuestra salvación, lo que podemos llamar también nuestra felicidad. Jesús, nuestro Pastor, dio la vida por cada uno de nosotros. Él es nuestro guardián y nuestro escudo frente al lobo que acecha para asustarnos y dispersarnos, por eso nuestro actuar debe ser seguro y anclado en Él, en la oración, en el estudio y meditación de la Palabra Vivan y en los sacramentos. Además, Jesús cuenta con un respaldo mayor: Dios, su Padre, nuestro Padre, y así como el Padre da amor y cuidado a su hijo, así mismo será con cada uno de nosotros: Dios mismo es nuestro Pastor! El Papa Juan Pablo II, en una homilía dominical, nos invitaba a vernos también a nosotros mismos como pastores: Cada cristiano, en virtud del bautismo, está llamado a ser él mismo un «buen pastor» en el ambiente en que vive. Ustedes, padres, debe ejercitar las funciones del buen pastor hacia sus hijos; y también ustedes, hijos, deben servir de edificación con su amor, su obediencia y sobre todo con su fe animosa y coherente. Así también en la escuela, en el trabajo, en los lugares de juego y de tiempo libre, en los hospitales y donde se sufre, trate siempre cada uno de ser «buen pastor» como Jesús. Por eso, no debemos esperar solamente buenos pastores que nos atiendan, sino, más bien, serlo para otros y estar atentos a las necesidades de compañía o consejo de nuestros amigos y familiares. Recordemos, además que en este domingo conmemoramos a nuestros párrocos y sacerdotes y les agradecemos el don de su ministerio al servicio de la comunidad. Sigamos nuestra meditación con estas preguntas: Qué es ser un Buen Pastor? Me he sentido oveja al cuidado del Señor? En qué ocasiones? Encuentro en Dios Padre, el respaldo para mi vida? Hago conciencia de que soy un pastor para otros?

Jesús, Buen Pastor: Te pido que pueda escuchar tu voz y reconocer que estoy a tu cuidado. Diste tu vida por mí, una oveja que sin tu redención caminaría desalentada y confundida; por eso te doy infinitas gracias. Te suplico por aquellos sacerdotes que, como tú se entregan a sus comunidades sin medida y descanso; bendícelos y cuídalos por siempre. Amén. 3 Hoy no me siento solo/sola Jesús! Tú eres mi Buen Pastor. Invitaré a mi comunidad para que hagamos una tarjeta de felicitación para un sacerdote cercano a nosotros. Al mismo tiempo, haremos una oración especial por él y por todos los sacerdotes. Un buen pastor, un pastor según el corazón de Dios, es el más grande tesoro que el buen Dios pueda conceder a una parroquia y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina. San Juan María Vianney 3 Equipo Lectionauta