CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo Juan Bautista se encuentra con Jesús y proclama: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y Jesús irá a la cruz como cordero llevado al matadero. El amor al hombre le conduce hasta la entrega total. Hermanos, amigos, esta es nuestra celebración: Actualizamos en plenitud la muerte y resurrección de Jesús como Cordero para el perdón y la salvación del mundo. El Señor nos llama y nos reúne somos su pueblo signo de unidad. Él está en medio de nosotros, sirve a la mesa, nos reparte el pan. Por todos los caminos nos sales al encuentro, por todos hemos visto señales de tu amor. Tu pueblo se reúne, Señor, a bendecirte, a celebrar con gozo tu paso salvador. Acogemos la bondad de Dios. Proclamamos a Jesús como Cordero, él quita el pecado del mundo. Porque tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo como luz salvadora. (Silencio) Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad. Liturgia de la Palabra Del profeta Isaías 49, 3 6. El Señor me dijo: Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre materno me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel. Tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza. Es poco
que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra. Palabra de Dios. Salmo 39 Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído. No pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo aquí estoy, como está escrito en mi libro: para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en mis entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. Primera carta de san Pablo a los Corintios 1, 1 3. Yo, Pablo, llamado por voluntad de Dios a ser apóstol de Cristo Jesús, y el hermano Sóstenes, a la Iglesia de Dios de Corinto, a los consagrados a Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás, que en cualquier lugar invocan en nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Palabra de Dios. Proclamación del Evangelio. Cantad al Señor un cántico nuevo. Aleluya, aleluya, aleluya.
Evangelio de san Juan 1, 29 34. Al día siguiente Juan vio acercarse a Jesús y dijo: Ahí está el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. De él yo dije: Detrás de mí viene un varón que es más importante que yo, porque existía antes que yo. Aunque yo no lo conocía, vine a bautizar con agua para que se manifestase a Israel. Juan dio este testimonio: Contemplé al Espíritu, que bajaba del cielo como una paloma y se posaba sobre él. Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar me había dicho: Aquél sobre el que veas bajar y posarse el Espíritu es el que ha de bautizar con Espíritu Santo. Yo lo he visto y atestiguo que él es el Hijo de Dios. Gloria a ti, oh Cristo. Palabra del Señor. Puntos para meditar. Jesús es el Siervo de Dios enviado para reconciliar a los pueblos y ser luz salvadora de las naciones. Este es el mensaje del Profeta Isaías. Juan Bautista al ver a Jesús lo proclama como Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La imagen del Cordero se repite muchas veces en la historia de la salvación, y más tarde en la iconografía. La sangre del cordero sobre las puertas fue el signo de liberación del pueblo sometido a la esclavitud. Jesús es el Cordero que derramará su sangre de amor liberador en la cruz por la humanidad.
La pregunta nos llega por sí misma. Necesitamos hoy que Jesús, el Cordero de Dios, venga una vez más a liberarnos? El Papa Francisco alaba los avances que contribuyen al bienestar de la gente: salud, educación, comunicación Pero no se puede olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres viven precariamente el día a día Algunas patologías van en aumento: el miedo, la desesperación La alegría de vivir frecuentemente se apaga Crece la violencia que, lógicamente, no puede tener una respuesta. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad Casi sin darnos cuenta, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros; ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos La cultura del bienestar nos anestesia, y mientras muchas vidas quedan truncadas por falta de posibilidades y nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera. El Papa habla de la negación de la primacía del ser humano y del fetichismo del dinero. Es posible que en Pablo encontremos la respuesta a la pregunta. Pablo se encuentra en Corinto, una ciudad difícil socialmente; por eso escribe a las pequeñas comunidades cristianas que viven el ambiente social con toda su problemática. Ellas como nosotros somos la Iglesia de Dios, hemos sido santificados y consagrados; tenemos el mensaje de Jesús, el Evangelio. Cuántas veces nos hemos encontrado con su persona y hemos sentido su cercanía! En el encuentro con la persona de Jesús radica el cambio de nuestras actitudes. La bondad y el gozo de sentirse hijo de Dios ha de empujar al cristiano a proclamar y vivir el evangelio. Jesús, el Cordero que se entregó, inicia el camino que debemos seguir.
Oremos al Padre. 1.- Para que el la Iglesia, los cristianos, a imagen de Jesús, Cordero que se entrega, construyamos una ciudad nueva. Oremos. 2.- Para que el Papa, Obispos, Misioneros anuncien el Evangelio de Jesús, el gozo de esperanza para todos los decaídos. Oremos. 3.-Para que las familias, hogares, matrimonios, fomenten el diálogo del amor y de la paz, de la comprensión y reconciliación. Oremos. 4.- Para que nuestra asamblea sea signo de entrega generosa en favor de los hermanos pobres, enfermos y necesitados. Oremos. 5.- Para que los cristianos viviendo la unidad en Cristo, seamos testimonio de diálogo entre todos los pueblos. Oremos. Liturgia eucarística Señor, del universo, bendito seas, Por este pan y vino que da la tierra. Venga a nosotros tu pan de cada día, que es vida y gozo. Final: En la paz de Cristo, damos gracias a Dios.