Mi amigo el Espíritu Santo El mover del Espíritu

Mi amigo el Espíritu Santo El mover del Espíritu Génesis 1: 1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas Qué precioso es compartir con ustedes sobre mi amigo el Espíritu Santo! Pues bien, hoy quiero hablarles del poderoso mover del Espíritu. El primer mover del Espíritu puede ser encontrado en las escrituras y nos muestra un terrible caos sobra la tierra. En el principio de los tiempos Dios creó los cielos y la tierra, sin duda Dios la creó perfecta y hermosa, pero algo sucedió que llegó a ser un caos: Desorden, vacío y tinieblas era todo lo que podría apreciarse. Según nos informa la misma biblia, en el cielo hubo una rebelión. Un arcángel se enalteció tanto a causa de su hermosura que pensó que podría tomar la posición de Dios y para ello contrató a muchos ángeles, la tercera parte de ellos, para que le apoyaran en su intento. El resultado fue terrible para él y los ángeles que les aliaron. Así que la tierra sufrió los estragos de esta rebelión. Aquel arcángel se convirtió en diablo, y sus ángeles en demonios. Así que podemos apreciar que el paso del diablo por cualquier lugar deja estar consecuencias: Vacío, desorden y tinieblas. Así puedes ver la vida de muchas personas: Tienen un terrible vacío en todas las áreas de su vida; vacío de amor, de ilusiones, de ánimo, de esperanza; pero eso sí un gran desorden en sus vidas y muchas tinieblas por lo cual siempre andan tropezando con todo. Lo mismo pasa con matrimonios y hasta con gobiernos. La obra del diablo queda perfectamente plasmada en esa declaración: Vacío, desorden y tinieblas. Pero la tierra no se quedó así. La biblia nos relata que el Espíritu de Dios empezó a moverse en medio de ese caos. La primera manifestación de la obra de Dios, fue enviar a Su Espíritu para moverse con el fin de transformar todo ese caos en belleza nuevamente. El Espíritu de Dios se movió y entonces la voz de Dios se escuchó poderosamente a través del universo: Sea la luz!, dijo Dios. Quisiera que apreciaran que la Palabra de Dios combinada con el mover del Espíritu trajo como primera respuesta: La Luz. Quiero que entiendas que la única manera que existe para transformar el caos de una vida, de un matrimonio, de una familia o de una nación es el mover del Espíritu Santo. La Palabra de Dios ya ha sido soltada, la tenemos en nuestras biblias. Es poderosa, es extraordinaria; pero requiere del mover del Espíritu para generar una transformación. Y bueno, hay cuatro diferentes manifestaciones del mover del Espíritu que son asociadas con cuatro elementos básicos que conocemos en este planeta: El fuego, el

viento, el agua y el aceite. Estoy seguro que estos cuatro elementos físicos estuvieron presentes durante el proceso de transformación de la tierra. DESARROLLO 1. El fuego del Espíritu La primera manifestación poderosa del Espíritu de Dios es en forma de fuego consumidor. Deuteronomio 9: 1 Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; 2 un pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú conocimiento, y has oído decir: Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac? 3 Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás en seguida, como Jehová te ha dicho Grandes enemigos tendrían que ser enfrentados por el pueblo de Dios para llegar a poseer la tierra de la promesa. De esa misma forma, en el área espiritual, nosotros, como pueblo de Dios adquirido por la sangre de Jesús, debemos enfrentar grandes enemigos en nosotros mismos para llegar a poseer cada una de las promesas que nos han sido dadas. Quizá vemos como grandes gigantes a esos enemigos: Nuestro carácter, los vicios, los resentimientos y odios, tal vez el adulterio o algunas áreas vergonzosas del pasado. Pero Dios te dice: Entiende hoy que Yo Soy tu Dios, que paso delante de ti como fuego consumidor, que destruirá y humillará a tus enemigos delante de ti, de forma tal que los echarás y los destruirás en seguida. El Espíritu de Dios como fuego se mueve poderosamente en tu vida para consumir a todos los enemigos que te han tenido atado al pecado y la maldad. Es un fuego que purifica, un fuego que santifica. El ejemplo quizá más notorio de este mover del Espíritu en las escrituras es cuando Elías reconstruye el altar de Dios que estaba arruinado y entonces levanta una gran ofrenda a Dios y pide que fuego cayera del cielo y consumiera dicho holocausto. Dios contestó a esa oración con Su fuego y consumió toda la ofrenda. Esto fue una manifestación física, pero el resultado de este mover fue que el pueblo entero comprendió que Jehová era el verdadero Dios y dio la espalda a Baal y Asera, ídolos promovidos por Jezabel, la esposa del rey Acab y reina de Israel. Sus profetas fueron muertos ese mismo día, y entonces la sequía de tres años y medio terminó. Ese es el resultado del mover del Espíritu. Lucas 3: 16 respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17 Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará

Qué magnífica es esta notica! Jesús nos sumerge en Su Espíritu, fuego consumidor que nos limpiará, de forma tal que solo permanecerá el buen fruto y todo lo demás que no sirve será quemado para siempre. Se trata de un proceso purificador. Dice el profeta Malaquías 3: 2 Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. 3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia El Espíritu de Dios es como fuego purificador, como jabón que te limpiará y afinará. Imagina esto en tu familia, sin lugar a dudas lo necesitamos en nuestra ciudad y en nuestro país. Si en tu vida aún hay desorden que deba ser transformado, tú necesitas al Espíritu de Dios moviéndose en ti. Necesitas ser sumergido en el fuego consumidor y purificador de Su Espíritu. 2. El viento de Su Espíritu. La segunda manifestación del Espíritu de Dios es el viento. Así es como se presentó en aquel domingo de Pentecostés. Un viento recio azotó aquel lugar en medio de un gran estruendo. Juan 3: 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu El Espíritu de Dios es como un viento que sopla de donde quiere y que impulsa hacia diferentes direcciones. El soplo del Espíritu es aliento de vida para nosotros, es el aliento de vida eterna; pero ese viento soplando en nuestro interior es un impulso divino que siempre nos lleva a movernos, a no estar estacionados. Un hijo de Dios es alguien que es movido por el Espíritu de Dios siempre. Es una guía diaria, es revelación de gloria en nuestro interior que nos lleva a más. Así lo dice Romanos 8: 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados

Es la guía diaria del Espíritu en nuestra vida el testimonio más fehaciente que podemos tener de que somos hijos de Dios y además herederos de Él y coherederos con Cristo, para que seamos juntamente con Él glorificados. El viento del Espíritu siempre te lleva a anhelar más a querer más de Su gloria, a pedir más, a ser glorificado juntamente con Cristo. El sacerdote Ezequiel escribe sobre una visión que Dios le dio. Un valle lleno de huesos humanos secos. Aquellos seremos humanos habían muerto hacía mucho y ninguna esperanza de vida habría para ellos. Pero Dios le dijo: Profetiza a estos huesos secos que escuchen la Palabra de Dios. Cuando lo hizo, los huesos empezaron a conectarse unos con otros con su hueso correspondiente, después brotaron tendones y músculos, finalmente apareció también la piel hasta que sobre el suelo yacían un montón de muertos con apariencia de vivos. Esto es lo que ha pasado con muchos cristianos que reciben con gozo la Palabra y corrige muchas cosas en sus vidas, empieza a verse orden en ellos, pero no hay vida; siguen siendo muertos con apariencia de vivos. Entonces Ezequiel recibió otra orden Ezequiel 37: 9 Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. 10 Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo Es necesario nacer de nuevo le dijo Jesús a Nicodemo, es necesario el soplo del Espíritu para venir de muerte a vida; la Palabra ordena, pero el viento del Espíritu es vida eterna que te impulsa hacia Su gloria. 3. EL agua. Hay una tercera manifestación física del Espíritu de Dios por la cual podemos comprender su acción y obra en nosotros. Deuteronomio 11: 14 yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite Dios promete a su pueblo que les enviará su lluvia, la temprana y la tardía, de forma tal que su tierra diera abundante fruto y se saciaran y vivieran felices. Pues bien, como lo hemos visto antes, estas promesas de bendición física son figura y sombra de las bendiciones espirituales que nosotros recibiríamos por el Espíritu de Dios. Jesús dio una parábola muy importante; la del sembrador. En aquella parábola, Jesús compara los corazones de las personas con la tierra. Hay tierra dura como el pavimento, y en esa tierra la semilla no puede germinar y las aves del cielo terminan comiéndosela. Otro tipo de terreno es aquel que tiene muchas piedras, la semilla germina, empieza a crecer pero no se estanca porque no puede echar raíces hasta que se muere. Otra tipo de tierra es aquella que ya tiene muchas plantas que han crecido y entonces la semilla germina y la planta crece junto con todo lo demás y aquellas plantas le roban el espacio, la luz y el agua y termina muriéndose ahogada entre ellas. Pero hay un buen terreno, que ha sido labrado para recibir la semilla y dar abundante fruto. Este terreno recibe la lluvia del cielo y ofrece abundancia.

Es necesario un corazón dispuesto, pero mucho más importante es la lluvia del Espíritu germinando la semilla de la Palabra de Dios y convirtiéndola en vida que de abundante fruto. El fruto del Espíritu, del cual habla el apóstol Pablo no se da solamente con la Palabra sino con la ministración diaria del Espíritu Santo como lluvia. La lluvia del Espíritu hace germinar (revelación) la semilla (la Palabra de Dios), y entonces brotará el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y hasta la templanza. (Gálatas 5: 22) El evangelio de Juan 7: 37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado Como ya antes les he comentado, se trataba de la fiesta de los tabernáculos, y en el último día de esta fiesta se acostumbraba un ofrenda de agua desde dentro del templo hacia la ciudad. El templo estaba localizado en la parte alta de la ciudad y entonces cuando todos derramaban sus cántaros llenos de agua desde el atrio, el agua corría hacia la ciudad formando verdaderos ríos por la cantidad de gente que lo hacía. Cuando esto estaba sucediendo, Jesús levantó su voz y dijo: El que cree en mí, de su interior correrán ríos de agua viva. La gente lo escuchó pero no supo a ciencia cierta a qué se refería, sino nosotros. Jesús hablaba del Espíritu que habrían de recibir quienes creyesen en Él una vez que fuera glorificado en el cielo. El Espíritu de Dios no solo se manifiesta como un fuego purificador que consume todo lo que no sirve para santificarnos y hacernos a la imagen de Jesús, no solo es un viento poderoso que nos hace nacer de nuevo y nos guía diariamente a más hasta recibir toda la gloria de Jesús de la cual somos herederos; sino que también es un río de agua viva que sale desde nuestro interior hacia las demás personas. Es un río de buenos frutos, de bien, de gozo, de alegría, de fe, de gratitud, de felicidad. Dice Apocalipsis 22: 1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones El libro de las revelaciones nos habla del templo de Dios, donde está el trono de Dios y del Cordero; desde donde sale un río limpio de agua de vida. Tú eres ese templo espiritual del cual habla Apocalipsis, allí está el trono de Dios y del Cordero; y de allí corre un río limpio de agua de vida que produce excelentes frutos siempre, no son por temporada. Ese río de agua de vida produce sanidad para las naciones. De tu interior, dijo Jesús, correrán ríos de agua de vida, tomando la gloria con la cual Jesús fue glorificado. Abundante fruto será visto en ti. 4. El aceite del Espíritu. Y la última de las manifestaciones del Espíritu moviéndose en una persona, y no por ello menor en importancia, es la semejanza con el aceite.

El Espíritu de Dios se mueve como el fuego quemando lo que no sirve, como un viento impulsándonos y guiándonos a más, como un río que hace crecer y dar fruto al árbol de vida que hay en ti, pero también se comporta como un aceite que es derramado sobre alguna superficie. Cuando el aceite es derramado se impregna en la superficie directamente proporcional a la porosidad de la misma. A esto se le llama ungir con aceite La unción del Espíritu de Dios el poder de Dios impregnado en ti para cumplir eficientemente Su obra. Dice Salmos 92: 10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. 11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos La unción del Espíritu aumenta tus fuerzas, de forma tal que veas a los enemigos de Dios por debajo de ti. La unción te hace muy poderoso y temible. Jesús, un día al entrar en la sinagoga, tomó el libro de Isaías y leyó delante de todos ésta escritura, la cual se la apropió: Lucas 4: 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor El propósito de la unción queda muy claro en las palabras de Jesús: a) Predicar las buenas noticias a los pobres b) Sanar a los quebrantados de corazón c) Pregonar libertad a los cautivos d) Darle vista a los ciegos e) Poner en libertad a los oprimidos f) Predicar el año agradable del Señor Sin unción estas funciones será extremadamente limitadas. Cómo necesitamos el mover del Espíritu en nosotros!