Dios es Espíritu y Personal Dios es Espíritu e Invisible Jehová no es material ni corporal puesto que no posee un cuerpo físico, por lo que su naturaleza tiene ventajas que la nuestra no tiene. Entre otras, su naturaleza no está limitada a las restricciones físicas comunes en el ser humano y del mismo modo, puesto que Dios no es visible a los ojos del ser humano, no debe estar representado nunca por imágenes creadas con la imaginación humana. Hay referencias y pasajes bíblicos que hablan y mencionan los brazos de Dios, la espalda de Dios, los ojos de Dios, los pies de Dios, las manos de Dios que pueden causar algún tipo de confusión a los lectores de las Sagradas Escrituras, pero esto tiene una sencilla explicación teológica. En el estudio teológico cada una de las referencias que hablan de aspectos físicos de Dios se denominan expresiones antropomórficas procedente del griego anthrópos (hombre) y morphé (forma). Es decir, que Dios se atribuye a sí mismo características humanas para comunicar la verdad sobre Él de una manera más sencilla y comprensible. 12 Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. (Rut 2:12) 8 Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas, (Salmos 17:8) 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. (Juan 4:24) La referencia a la adoración a Jehová en Espíritu puede tener dos interpretaciones. En primer lugar, debemos adorar a Dios con todo nuestro ser, sinceramente y desde lo más profundo de nuestro corazón. Por otro lado, debemos adorar a Dios mediante el poder del Espíritu Santo fluyendo a través de nuestras vidas. Cuando la Escritura hace referencia a adorar a Jehová en verdad, también podemos interpretarlo de dos maneras. En primer lugar, que debemos adorarle de una manera sincera e íntegra, y, al mismo tiempo, adorarlo apoyándonos en su verdad, es decir, en su voluntad y en su palabra. Si Dios realmente es un ser invisible, cómo podemos explicar los pasajes de las Sagradas Escrituras donde parece que Jehová se revela a sí mismo en forma visible? Para poder entender este misterio, debemos tener en cuenta lo siguiente en cuanto a la interpretación de las Escrituras. Debemos tener en cuenta que ningún pasaje de las Escrituras es falso ni se contradice con otro, y puesto que ninguno se contradice, debemos saber que cada pasaje que sea difícil de comprender debemos relacionarlo con otro que mencione lo mismo pero de una manera más clara y sencilla. Las Escrituras dejan totalmente claro el hecho de que Dios es un ser invisible, por ese motivo debemos saber y entender que cuando aparecen referencias físicas sobre Jehová se trata realmente de visiones, es decir, representaciones simbólicas de una realidad espiritual. 17 Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. (1ª Timoteo 1:17)
15 la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, 16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. (1ª Timoteo 6:15-16) 11 y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad; 12 y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis. (Deuteronomio 4:11-12) 46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. (Juan 6:46) Este versículo nos demuestra claramente como ningún ser humano ha visto jamás a Dios, sino su propio Hijo, demostrando del mismo modo la divinidad de Cristo Jesús. Dios es Personal Una de las verdades que las Escrituras nos muestran en varias ocasiones es que Dios no es un ser impersonal, moviendo el universo sin ningún tipo de razón ni sentido, ni un poder que se dedica a manipular su propia creación para hacer su propósito. Las Escrituras nos enseñan que Dios es un ser personal, consciente de Su propia existencia, quien posee intelecto, sabiduría y una voluntad propia, dispuesto y capaz de tener una relación completamente personal con el ser humano. La manera más clara y sencilla de demostrar que un ser es personal se resume en la siguiente afirmación un ser es persona cuando ese ser existe y tiene personalidad propia. Dicha afirmación se ve aclarada en la Biblia. 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY (Éxodo 3:14) Esta afirmación es una declaración poderosa donde el propio Dios reconoce y confirma su propia existencia como ser Personal. Además de ser consciente de la Personalidad de Jehová, las Escrituras nos muestran del mismo modo la Individualidad de Dios, declarando que nada es igual ni similar a su esencia y que su existencia es única y distinta a todas las demás cosas y personas. 21 Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. (Isaías 45:21) 25 A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. (Isaías 40:25) Dios es Personal e Inteligente Del mismo modo que las Escrituras demuestran que Jehová es un ser Personal, también demuestran que es un ser Intelectual. El intelecto es considerado por la gran mayoría de teólogos y filósofos como una de las características principales de considerarnos seres personales. El concepto de intelecto se refiere a la capacidad de razonar, percibir, o entender. Según las Sagradas Escrituras, Dios
posee un intelecto más allá de la comprensión del ser humano, pero sin embargo, también aclara que no existe intelecto más allá del que Jehová posee. 5 Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos. 6 El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto. (Salmos 92:5-6) 33 Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque quién entendió la mente del Señor? O quién fue su consejero? 35 O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? 36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Romanos 11:33-36) 11 Jehová conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad. (Salmos 94:11) En este versículo podemos comprobar la comparación que existe entre los pensamientos del mismo Dios en comparación con los pensamientos del ser humano. 20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos. (1ª Corintios 3:20) 8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:8-9) El conocimiento y entendimiento de Dios está mucho más allá y es mucho más superior que la comprensión del hombre. Dios es Personal y tiene Voluntad La Biblia nos enseña en muchas ocasiones que Jehová posee voluntad propia, es decir, el poder de poder determinar sus propias decisiones, y el fin o propósito de su creación. Las decisiones que Dios toma provienen únicamente de Él mismo. Su voluntad es una expresión y demostración de su propio Ser y de su disposición. Es importante y necesario entender que la voluntad de Dios y la voluntad del ser humano son dos cosas totalmente distintas. Dios es el único completamente libre de hacer todo lo que se propone sin limitaciones o posibilidades de fracaso. Sin embargo, la capacidad del hombre está limita y por ese motivo su voluntad no siempre se cumple y en muchas ocasiones falla y fracasa. 21 Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá. (Proverbios 19:21) 9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, 10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; (Isaías 46:9-10) 34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. 35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los
habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: Qué haces? (Daniel 4:34-35) Aunque la voluntad de Dios no puede ser limitada por ninguna persona o fuerza, existen ciertas cosas que Dios no puede hacer simplemente porque eso contradeciría su Santo y Justo carácter. 2 en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos. (Tito 1:2) 13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; (Santiago 1:13) 13 Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo. (2ª Timoteo 2:13) Dios es Personal y Relacional A través de la propia Palabra de Dios podemos comprobar como Jehová desea tener una relación personal e íntima con su creación, es decir, con el ser humano que creó a su propia imagen y semejanza. Dios no es una esencia impersonal incapaz de tener una relación con otros seres, del mismo modo que el hombre no es un accidente cósmico y causal. Dios creó al hombre para ser conocido por él y para ser el destinatario de su bondad. Cuando la relación entre el hombre y Dios fue rota por el pecado cometido en el huerto del Edén, Dios determinó enviar a su propio Hijo para poder restablecer de nuevo esa relación perdida. A través de los hechos más históricos de las Sagradas Escrituras podemos comprobar como Dios anhela en todo tiempo recuperar y mantener la relación personal que tenía con su más grande y perfecta creación. 8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. 9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: Dónde estás tú? 10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. (Génesis 3:8-10) 1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. (Isaías 59:1-2) 26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; 27 para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. (Hechos 17:26-27) 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. (Romanos 5:8-10) Como cristianos tenemos una relación restaurada por Dios mediante Jesucristo y su sacrificio en la Cruz del Calvario. Por ese motivo debemos vivir una vida separada de todas aquellas
cosas que puedan causar y ser un obstáculo para nuestro compañerismo y nuestra amistad con Dios. No solamente tenemos la responsabilidad de guardar nuestra relación con Dios, sino también tenemos la responsabilidad de anunciar el Evangelio a otros para que puedan tener ellos también una relación con nuestro Padre. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (2ª Corintios 5:18-20)