Núcleo III Jesús viene a salvarnos Tema 8. Preparad el camino al Señor Tema 9. María, Madre de Jesús y Madre nuestra Tema 10. Jesús, el Mesías, nace en Belén Tema 11. Jesús es Dios y hombre verdadero Tema 12. El Bautismo de Jesús Él vino para arrancar de nuestros corazones el mal que nos impide ser amigos y el odio que no nos deja ser felices (Plegaria Eucarística II - Misas con niños)
SABER La catequesis transmitirá que el Dios de los cristianos no es un Dios lejano, sino que es un Dios que se acerca al hombre haciéndose hombre. Se hizo niño, vivió en una familia, aprendió a rezar y fue creciendo en obediencia a sus padres. Cuanto más cerca esté el niño de Jesús y más lo descubra como verdadero Dios y verdadero hombre, más podrá experimentar la grandeza del amor de Dios. 1. Mensaje: Jesús es verdaderamente el Mesías prometido. Dios con nosotros, en quien se cumple la promesa de Salvación hecha por Dios a los hombres desde el primer pecado. El misterio de la Encarnación, Dios hecho hombre por obra del Espíritu Santo en el seno de María, constituye la prueba del amor del Padre a los hombres. Con Jesucristo la Alianza de Dios con los hombres es eterna. Jesús es nuestro Salvador y Redentor. 2. Objetivos CONOCER: Que Jesucristo es Dios, que se ha hecho hombre para la Salvación de todos los hombres, y que María es la Madre de Dios. CELEBRAR: El Adviento como tiempo de preparación para la venida de Jesús y la Navidad en su auténtico sentido cristiano. VIVIR: Descubrir la paz y la alegría que provienen de Dios y la importancia de llevarlas al ambiente cotidiano. Superar la visión consumista de la Navidad. ORAR: Dirigirse a Dios con alegría y agradecimiento por el regalo de su Hijo, cuyo nacimiento celebramos en Navidad.
3. Dimensiones LA VIDA DEL NIÑO: A partir del amor familiar y del especial lugar que ocupa la madre, se presenta a la Virgen María como Madre de Jesús y Madre nuestra. La tradición familiar de reunirse y poner un belén debe ser profundizada y plenamente asociada al misterio de la Encarnación y del Nacimiento de Jesús. BÍBLICA: Contempla el Adviento como tiempo de espera del Mesías, en continua alusión al Pueblo de Israel, y el modelo de espera expresado por la Virgen en el Magníficat. El texto de la Anunciación da paso a las narraciones evangélicas del Nacimiento de Jesús, de Jesús perdido y hallado en el Templo y de su Bautismo en el rio Jordán, y constituyen el centro del núcleo, que presenta a Jesús como el Salvador prometido. LITÚRGICA: Presenta y explica los tiempos litúrgicos de Adviento y Navidad, dando especial importancia a la comunidad cristiana, a la familia y a la celebración de la Eucaristía el día de Navidad. La Plegaria eucarística situada en la presentación del núcleo introduce en el lenguaje litúrgico. ORACIONAL: Mediante las oraciones se expresa el agradecimiento y la admiración ante el don de Dios padre que envía a su Único Hijo para darnos la vida de hijos. También se invita a orar identificándose con Jesús en las cosas de cada día. ECLESIAL: Resalta la figura de María que espera el cumplimiento de la promesa, que acepta la misión de ser Madre de Dios y cuya vida es modelo para la Iglesia y para el cristiano. Llena de Gracia, Inmaculada, Madre de Dios, Santa y Madre de la Iglesia. EDUCACIÓN MORAL: Presenta actitudes para el tiempo de Adviento: la oración, el trabajo y las buenas obras. Se centra en las de la Navidad: generosidad, caridad y vida en familia. La primera presentación de la vida de Jesús suscita el deseo de parecerse a Él y la confianza en la gracia para realizar buenas obras.
SER 4. Espiritualidad del catequista La misión del catequista es semejante a la de Juan el Bautista: preparar el camino a Jesús en los corazones de los niños. Reconocemos que este modelo implica hacer nuestras algunas de sus actitudes: anuncia a Cristo desde la pobreza y la sencillez, poner a Jesús en el centro y no a nosotros: <<es preciso que Él crezca y que yo disminuya>>. (Jn 3, 30). El catequista mira a la Madre de Dios como aquella que <<en sí une y refleja las más grandes exigencias de la fe>> (Lumen Gentium 65). Así aprende a ser catequista en la escuela de María: Ella nos enseña a acoger la Palabra de Dios para encarnarla en la vida y transmitirla, para que nuestra vida sea como la suya: <<un dar y un recibir a Jesús>> (Beata Teresa de Calcuta). El tiempo litúrgico de Adviento y Navidad, contemplando y celebrando a Dios hecho niño, invita al catequista a mirar con ojos nuevos a los niños que le han sido encomendados, pues en ellos se hace presente el misterio de Jesús: <<Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis>> (Mt 25, 40). 5. Formación del catequista: Conocemos y profundizaremos en las verdades de fe que atañen a la figura de la Virgen María, Madre de Dios. LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS Por la gracia del Espíritu Santo, el Hijo de Dios se hizo hombre en María. (Del Compendio, leer los número 94 y 95) Ella lo concibió, lo crió y, con la ayuda de José, lo educó. Fue preparado por la gracia de Dios para cumplir esa misión. La Iglesia confiesa sobre María estos cuatro dogmas: 1. Que María es Madre de Dios, porque Jesucristo es Dios y hombre verdadero. 2. Que fue concebida Inmaculada, es decir, sin pecado original, y que permaneció sin pecado durante toda su vida. 3. Que ha sido siempre Virgen. 4. Que su cuerpo no se ha corrompido sino que, al final de su vida, fue llevada al Cielo en cuerpo y alma. Además, la Virgen es Madre de la Iglesia. (Del Compendio, leer los números 96 a 99).
MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA Y MADRE NUESTRA Se dice de María que es Templo del Espíritu Santo. En Ella comienzan a manifestarse las maravillas de Dios que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia. (Del Compendio, leer el número 142) María es Madre de la Iglesia y de cada Cristiano. (Del Compendio, leer los números 100 y 196). María fue la primera que recibió el mensaje del Evangelio, que lo aceptó con fe y que se puso a su servicio con total entrega: <<He aquí la esclava del Señor>>. Se puede decir que ha sido la primera cristiana y en Ella se ha realizado plenamente la Salvación de Cristo sobre el pecado y la muerte. Por un especial designio de Dios, fue preservada del pecado original. Por su fidelidad permaneció limpia de pecado. Y también por una especial gracia de Dios fue preservada de la corrupción de la muerte y llevada al Cielo en cuerpo y alma. Al contemplar estos misterios de la vida de la Virgen, los cristianos vemos en Ella modelo y anticipo. (Del Compendio, leer los números 197 y 199). LA DEVOCIÓN CRISTIANA A LA VIRGEN. María acompañó a la Iglesia en sus primeros pasos y sigue unida a ella. Por eso, la recordamos en cada Eucaristía. La Virgen está especialmente unida a la Iglesia por la comunión de los santos. Por eso la Iglesia reza en compañía de la Virgen. (Del Compendio, leer los números 562 y 563) El culto que la Iglesia dirige a la Virgen es distinto del que dirige a Dios. La Iglesia adora sólo a Dios y venera a la Virgen, porque Ella es criatura. (Del Compendio, leer el número 198)