DIÓCESIS DE TEXCOCO Catequesis con motivo del Día Diocesano de la Caridad: V Domingo de Cuaresma 2016 Caridad para todos, Vida de Misericordia para ti y los tuyos * Elaborada por la Comisión Diocesana de Pastoral Social-Cáritas Texcoco Diócesis de Texcoco: Casa de misericordia, misericordiosos como el Padre 1
Iniciemos con nuestra Oración Del Papa Francisco para el Jubileo de la Misericordia Señor Jesucristo, Tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. 2
Atentos a la Palabra de Dios 1 Corintios 13, 1-13 Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor. Aprendemos acerca de la vida de caridad La Virtud Suprema La caridad es la virtud más excelente, nuestro Señor Jesús lo explicó durante la Última Cena al señalar a los Apóstoles: Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros. (Juan 13, 34-35). El amor a Dios y entre los hermanos, todas las mujeres y hombre como hijos de Dios, es el mandamiento nuevo, e indica la medida con que debemos amar a los demás: como Cristo nos ha amado. Los mandamientos de la ley de Dios se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. El amor, por tanto, es la perfección de la Ley. Así lo expuso, con su vida y con sus obras, el Señor. De aquí se desprende que la caridad sea la virtud más importante para el cristiano mientras peregrinamos en la tierra, y también habremos de ocuparnos de ella en el cielo, donde no habrá fe -veremos a Dios cara a cara-, ni tampoco esperanza, -porque habremos llegado a la meta-. Sólo permanece la caridad. 3
Reflexionamos acerca del principio de la Caridad "Si no tengo amor, nada soy". El amor, expresión de la caridad Un cristiano no puede decir que ama a Dios si no ama a su prójimo. San Juan advierte: si alguno dice que ama a Dios y odia a su hermano es un embustero, porque el que no ama a su hermano a quien ve, cómo puede amar a Dios a quien no ve? (1 Juan 4, 20). La fraternidad cristiana tiene su fundamento en que todos somos hijos del mismo Padre celestial y, en consecuencia, hermanos; así mismo, hemos sido redimidos con la sangre de Jesucristo y estamos destinados al cielo. Es nuestro Señor Jesús quien se identifica con el prójimo para urgirnos al amor: Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo. (Mateo 25, 40). Por eso hemos de amar a los demás, a todos, por amor a Dios. Ponemos en práctica la Caridad Las Obras de Misericordia Para enseñar cómo vivir la caridad, Jesús expuso la parábola del buen samaritano (Lucas 10, 30-37). En realidad Él, Jesús, es el Buen Samaritano, que curó nuestras heridas con su infinito amor misericordioso. Cuando practicamos las obras de misericordia -las siete corporales y las siete espirituales- nos vamos pareciendo al Corazón de Jesús, del que aprendemos a dar de comer al hambriento, enseñar al que no sabe, a dar buen consejo, a corregir, a perdonar, a consolar, a sufrir con paciencia, a rogar a Dios por todos Obras corporales de misericordia: 1. Dar de comer al hambriento. 2. Dar de beber al sediento. 3. Dar posada al necesitado. 4. Vestir al desnudo. 5. Visitar al enfermo. 6. Socorrer a los presos. 7. Enterrar a los muertos. Obras espirituales de misericordia: 1. Enseñar al que no sabe. 2. Dar buen consejo al que lo necesita. 3. Corregir al que está en error. 4. Perdonar las injurias. 5. Consolar al triste. 6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás. 7. Rogar a Dios por vivos y difuntos. Si nos damos cuenta, el principio rector de la caridad está en dar. Lleva la Caridad a la acción, como signo del Amor de Dios en cada uno de nosotros, en el Año Jubiloso de la Misericordia. 4
Plasma tus ideas Caridad en Acción Dialoga con tus compañeros sobre lo que puedes hacer por los demás, especialmente por los más pobres, necesitados, vulnerables y excluidos de la sociedad, a través de 3 actividades: Oración Qué pides para ellos?: Servicio Cómo? Cuándo? Dónde? Con qué tiempo?: Ayuda Cómo puedes ayudar de forma concreta y efectiva?: Para llevar Haz la tarea Te invitamos a compartir con tus familiares, amigos, vecinos, compañeros lo que entiendes por Caridad y háblales sobre los beneficios que aporta a la sociedad. Concluyamos nuestra catequesis Oración del Papa Pablo VI, beato Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos que viven y mueren en hambre y pobreza. Dales hoy, por nuestras manos, el pan de cada día, y, por nuestra caridad, la paz y la alegría. Se sugiere terminar con un canto: Amén. Caridad y Comprensión Caridad y comprensión, aleluya! y verdad en el amor, aleluya! Entusiasmo en la acción, aleluya! alegría en la unión, aleluya! Nuestra entrega debe ser, aleluya! un canto del corazón, aleluya! En la entrega debe haber, aleluya! gozo, alegría y paz, aleluya! 5