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Transcripción:

2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales

(Elegía I) Por qué a verte volví, Silvia querida? Ay triste! para qué? Para trocarse mi dolor en más triste despedida! Quiere en mi mal mi suerte deleitarse; me presenta más dulce el bien que pierdo:5 Ay! Bien que va tan pronto a disiparse! Oh, memoria infeliz! Triste recuerdo! Te vi... qué gloria! pero dura pena! Ya sufro el daño de que no hice acuerdo. Mi amor ansioso, mi fatal cadena,10 a ti me trajo con influjo fuerte. Dije: «Ya soy feliz, mi dicha es plena». Pero ay! de ti me arranca cruda suerte; este es mi gran dolor, este es mi duelo; en verte busqué vida y hallo muerte.15 Mejor hubiera sido que este cielo no volviera a mirar y sólo el llanto fuese en mi ausencia todo mi consuelo. Cerca del ancho mar, ya mi quebranto en lágrimas deshizo el triste pecho;20 ya pené, ya gemí, ya lloré tanto

Para qué, pues, por verme satisfecho vine a hacer más agudos mis dolores y a herir de nuevo el corazón deshecho? De mi ciego deseo los ardores25 volcánicos crecieron, de manera que víctima soy ya de sus furores. Encumbradas montañas! Quién me diera la dicha de que al lado de mi dueño, cual vosotras inmóvil, subsistiera?30 Triste de mí! Torrentes, con mal ceño romped todos los pasos de la tierra, piadosos acabad mi ansioso empeño! Acaba, bravo mar, tu fuerte guerra;35 isla sin puerto vuelve las ciudades; y en una sola a mí con Silvia encierra. Favor tinieblas, vientos, tempestades! pero vil globo, profanado suelo, es imposible que de mí te apiades? Silvia! Silvia, tú, dime a quién apelo?40 no puede ser cruel quien todo cría; pongamos nuestras quejas en el cielo. Él solo queda en tan horrible día, único asilo nuestro en tal tormento,45 él solo nos miró sin tiranía. Si es necesario que el fatal momento llegue... Piadoso Cielo! en mi partida benigno mitigad mi sentimiento. Lloro... no puedo más... Silvia querida, déjame que en torrentes de amargura50 saque del pecho mío el alma herida. El negro luto de la noche oscura

sea en mi llanto el solo compañero, ya que no resta más a mi ternura. Tú, Cielo Santo, que mi amor sincero55 miras y mi dolor, dame esperanza de que veré otra vez el bien que quiero. En sola tu piedad tiene confianza mi perseguido amor... Silvia amorosa. El Cielo nuestras dichas afianza.60 Lloro, sí, pero mi alma así llorosa, unida a ti con plácida cadena, en la dulce esperanza se reposa, y ya presiente el fin de nuestra pena. Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000 Oh, dolor! Cómo, cómo tan distante...? (Elegía II) Oh dolor! Cómo, cómo tan distante de mi querida Silvia aquí me veo? Cómo he perdido todo en un instante? Perdí en Silvia mi dicha y mi recreo; consentí en ello ciego desvarío...!5 consentí contra todo mi deseo.

Y ved, aquí conozco el yerro mío, ya cuando repararlo no es posible, y es fuerza sufra mi dolor impio. Así el nuevo piloto al mar terrible10 se arroja sin saber lo que le espera, y ármase luego la tormenta horrible. En negra noche envuelta ya la esfera, pierde el valor, el rumbo y el acierto; y a todos lados ve la parca fiera.15 Pero al fin él verá su ansiado puerto, o acabaránse pronto sus tormentos; bien presto ha de mirarse libre o muerto. Y aún en medio del mar qué sentimientos puede tener cuando en luchar se emplea20 contra las fuertes ondas y los vientos? Solo yo... yo he perdido hasta la idea de un débil esperar: no hallo consuelo Ay Silvia... no es posible que te vea! Ni morir pronto espero; ni mi anhelo25 puede agitarme tanto, que ocupada no sufra mi alma el peso de su duelo. En una calma triste y desastrada, fijos tengo los ojos en mi pena sin lograr más que verla duplicada.30 En derredor de mí tan sólo suena el eco de los míseros gemidos con que mi triste pecho el aire llena.

Sólo el dolor por todos mis sentidos entra hasta el corazón: todo es quebranto35 que el alma abate en golpes repetidos. Ay Silvia! Si a lo menos tú, mi llanto pudieras atender y mis sollozos... Ah! mi acerbo dolor no fuera tanto. Silvia, Silvia, os dijera: «Ojos hermosos,40 mirad mi situación, ved mi tormento»; y al instante, mirándome piadosos, desvanecieran todo el mal que siento. Acabadas por ti mis aflicciones, a tu piedad deudor de mi contento.45 Corriera ardiendo a ti: mis expresiones fueran dulce llorar... Con qué ternura te estrechara...! Ay! Funestas ilusiones! No, Silvia, no: la pena, la amargura es todo lo que encuentra mi deseo:50 cuanto alcanzo a mirar es noche oscura. Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000

Bien puede el mundo entero conjurarse Soneto a Silvia Bien puede el mundo entero conjurarse contra mi dulce amor y mi ternura, y el odio infame y tiranía dura de todo su rigor contra mí armarse; Bien puede el tiempo rápido cebarse5 en la gracia y primor de su hermosura, para que cual si fuese llama impura pueda el fuego de amor en mí acabarse; Bien puede en fin la suerte vacilante, que eleva, abate, ensalza y atropella,10 alzarme o abatirme en un instante; Que al mundo, al tiempo y a mi varia estrella, más fino cada vez y más constante, les diré: «Silvia es mía y yo soy de ella.» Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000 Ya mi triste desventura (Yaravi viii) Ya mi triste desventura no deja

Esperanza de tener alivio; y el buscarlo sólo sirve5 de darme el tormento de mirar lo perdido. En vano huiré buscando regiones10 donde olvidar a mi dueño querido: con la distancia tendrá mi pecho sus recelos y su amor15 más fijos, Lloraré cuando estén lejos mis males; y emitiré los más tristes gemidos;20 y no tendré el consuelo de verte, ni de que sepas mis crueles martirios. Decidme, querido dueño:25 qué causa pudo mudar ese pecho tan fino? no te mueve a compasión el verme30 que huyendo de tus crueldades expiro? Con qué corazón oyeras decir que por ti murió quien firme35 te quiso? no seas, amada prenda, no seas, de mi desdichada vida cuchillo.40

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