El primer retrato regio en la moneda castellana

Transcripción

1 El primer retrato regio en la moneda castellana Como es sabido la península Ibérica ha sido tradicionalmente, desde antes del comienzo de la era cristiana, una zona económica muy monetizada. La proliferación de cecas prerromanas nos aporta como primera idea la gran variedad que existió de acuñaciones monetarias en época antigua cuyos especímenes han llegado con cierta abundancia hasta nuestros días. La supresión gradual de talleres provinciales peninsulares en época romana imperial no supuso en modo alguno una reducción de la circulación monetaria en territorio hispánico como atestigua la abundancia de hallazgos en superficie, además de los ocultamientos múltiples, muchos de los cuales, tras su feliz hallazgo, se encuentran representados en los museos españoles conforme establece nuestra legislación vigente y donde puede consultarse esta realidad, por lo demás evidente. Tras la llamada invasión de los bárbaros, y en lo que respecta a los pueblos suevo y visigodo afincados en la península, fue un hecho cierto la acuñación de aureos de imitación y tremisses en oro, en todo acordes a una metrología bajoimperial y bizantina lo que se hizo a su vez con una gran abundancia, lo que de una manera estadística se puede concluir en virtud de la cantidad de especímenes que han llegado a nuestros días y la variedad obvia de sus cuños, cuya primera cuantificación ya fue intentada por Miles 1 en el siglo pasado, entendiendo que lo que ha sobrevivido y llegado hasta nuestros días es apenas lo perdido por los usuarios de la época, pero que permite a su vez imaginar una economía fuertemente monetizada. Todo se truncaría con la invasión de los musulmanes que supuso el desmantelamiento de las estructuras de poder preexistentes, y en la práctica las acuñaciones autóctonas de los cristianos en la península sufrieron un llamativo paréntesis, a pesar de que los así invadidos se reorganizarían de inmediato, básicamente en torno a dos núcleos de resistencia (Covadonga y San Juan de la Peña), comenzando sin solución de continuidad la llamada Reconquista. Pero lo cierto es que las monarquías cristianas emergentes no hicieron uso del derecho de acuñar moneda. Pruebas fidedignas de ello las tenemos en la escasa documentación monacal que nos ha llegado 2, donde se vislumbra la permanencia del monetario anterior visigodo y su coexistencia con formas mixtas de permuta, con utilización especial del ganado vacuno y ovino como medio de pago, además de los modios de trigo, sin olvidar una incipiente utilización de la moneda del enemigo infiel, contra el que se combatía, que curiosamente acuñó, y mucho, moneda propia en la península, que ha merecido la etiqueta propia de moneda Andalusí 3, dada su abundancia y variedad específica, como categoría diferenciadora del monedaje islámico de Occidente. La excepción a la falta de acuñación por los monarcas cristianos en la península la ofrecieron los monarcas carolingios en sus posesiones del nordeste hispánico, en la conocida como marca hispánica, donde se emitió numerario de tipología imperial carolingia 4 pero curiosamente de menor peso que el habitual ultrapirenaico. La posterior desmembración del imperio carolingio hizo que en esta marca hispánica, también conocida como septimánica, proliferasen acuñaciones varias 5 basadas unas veces en concesiones legítimas y directas del poder carolingio, otras cesiones indirectas de un pretendido titular legítimo a otro, e incluso usurpaciones más o menos evidentes de la facultad acuñadora. Todos estos comienzos, conocidos como las acuñaciones condales y episcopales de nuestro nordeste peninsular ofrecieron tipologías varias 6, aunque recogieron una gran influencia del numerario carolingio. 1. Miles, C. George.: The coinage of The Visigoths of Spain Leovigild to Achila II. Hispanic Numismatic Series, Monograph Number II, Nueva York, España, León.: Sistemas Monetarios Peninsulares: La acuñación de moneda cristiana tras la invasión de los musulmanes hasta el siglo XV. Fundación León de España, Madrid, Delgado, Antonio: Estudios de Numismática arábigo-hispana, Madrid, Editado por Alberto Canto García y Tawfiq ibn Ibrahim. 4. Depeyrot, Georges: Le numeraire carolingiene, corpus des monnaies, 2ª Edición, Wetteren-Paris, España, León.: Op. cit., pág Botet i Sisó, Joaquim: Les monedes catalanes, Edición facsímil Puvill, Barcelona,

2 Remitiéndonos a las monarquías emergentes, que a mediados del siglo XI se encontraban temporalmente agrupadas en cuanto a los primitivos territorios históricos en dos núcleos básicos como eran Castilla-León por un lado y Navarra-Aragón por otro, era evidente que a comienzos del siglo citado no habían comenzado sus acuñaciones propias, lo que no ocurriría sino hasta el reinado de Sancho V Ramírez ( ) con la aparición de la llamada moneda jaquesa, y en la zona más occidental hasta el año 1085 en que Alfonso VI toma la ciudad de Toledo comenzando en ella las primerísimas acuñaciones castellanas, y son éstas las que ocupan la atención de esta comunicación, para plantearnos cuál fue en realidad la tipología de los primeros especímenes de los reinos de Castilla y León. La iconografía de la moneda real castellana en sus comienzos planteaba la duda de si había renunciado a plasmar en el numerario la representación típica de la imagen de poder, que al fin y al cabo eran los precedentes numismáticos más inmediatos de los reyes visigodos donde se debe recordar que la tipología básica presentaba habitualmente una imagen esquemática del monarca de frente, más raramente de perfil, y en contadas ocasiones, coincidentes con la asociación en el poder de quien sería su sucesor, una alternancia de los dos bustos esquemáticos como imagen dual del poder establecido 7. El más que evidente neogoticismo de los reyes de León y Castilla en tantas otras cosas, (utilización de letra visigótica en sus cancillerías, liturgia hispano visigótica llamada mozárabe, pervivencia de la legislación del Liber Iudiciorum con su Tribunal del Liber, etc., etc.) sugería que era posible una continuidad tipológica con el numerario visigótico, al menos en el primer monarca castellano que acuñó, Don Alfonso VI ( ). Para llegar a esa conclusión bastaba comprobar que su hija Doña Urraca recurrió a representar su efigie en la moneda 8. Al mismo tiempo, en los reinos vecinos y colindantes de Aragón y Navarra, se utilizaba el retrato real en su monetario, sin olvidar que la propia dinastía navarra imperaba en Castilla a través del padre de Don Alfonso de nombre Fernando I el Magno, por lo que no debe sorprender una influencia compartida. Por otro lado, con el tiempo, se han podido marcar los hitos cronológicos de las primeras amonedaciones alfonsinas en Toledo y todo dentro del breve espacio temporal de apenas un trienio (1085 a 1088), donde se suceden o alternan acuñaciones de epigrafía islámica 9 con el comienzo de la primera acuñación masiva de moneda alfonsina, la conocida como de estrellas y roeles 10. Pero en el interin podían, y de hecho así ocurrió, acontecer distintos intentos de iniciar esa moneda propia y distintiva, momento en que fecharemos las monedas con iconografía de retrato regio que hoy damos a conocer. Durante varios años perseguimos la idea de que, de existir, tenían que estar sin atribuir en colecciones antiguas, incluso en los fondos tan poco manejados de nuestros museos, y tras fracasar en la búsqueda de los fondos del MAN y otras instituciones, tuvimos la fortuna doble de encontrar inicialmente hasta dos ejemplares, primero en una antigua colección particular española, y luego en los fondos de la Hispanic Society, hoy depositados en la American Numismatic Society. Posteriormente y a las puertas de este Congreso, ha aparecido un tercer ejemplar en una subasta pública. Así hoy podemos anunciar, sin la menor duda, la existencia contrastada de distintos cuños para la emisión de moneda de Alfonso VI con la representación imaginada de su efigie real en la ciudad de Toledo en pleno siglo XI, siendo ésta la primera vez que se representa en los Reinos de Castilla y León un personaje regio, algo en lo que no cabe la menor duda, pues la colocación de su nombre y la mención de rex en torno del busto, así como el atributo de la realeza que supone la corona diademada que porta la imagen, concorde con las evidencias arqueológicas de esa época, no arrojan certeza sobre la realeza del sujeto así representado. Hay que recordar que a mediados del siglo XX se consideró por los estudiosos españoles, de manera errónea 11, que la primera representación de un monarca castellano correspondía a Fernando I, precisamente padre de Alfonso VI. Hoy esta opinión está desechada, y se atribuye aquel primer y raro especímen de la colección Los Arcos a Fernando II de León, durante la separación de las coronas 12. Por todo ello existía una cierta inercia a considerar que los primeros retratos simbólicos de un 7. Heiss, Aloïss: Descripción General de las monedas de los reyes visigodos de España. París, (Edición Facsímil Madrid 1978). 8. Heiss, Aloïss: Descripción General de las monedas Hispano - Cristianas desde la invasión de los árabes, R. N. Milagro, tomo I, páginas, y láminas, 1-16, Madrid, 1865 (y reediciones posteriores). V. Lámina España, León: Op. cit., pág España, León: Op. cit., pág Los Arcos Elio, José Luis: Una moneda atribuida a Fernando I de Castilla, Boletín de la II Exposición Nacional de Numismática e Internacional de Medallas, páginas , 18 noviembre-2 diciembre Hernández-Canut, León: Fernando II rey de León y tutor de su sobrino Alfonso VIII de Castilla, Actas del X Congreso Nacional de Numismática, Albacete, Noviembre

3 EL PRIMER RETRATO REGIO EN LA MONEDA CASTELLANA rey en la moneda correspondía a la reina Urraca de Castilla ( ) y que su afamado padre Don Alfonso VI, se inició con acuñaciones de tipología andalusí, lo que es sin duda cierto, para dedicarse casi de inmediato y en exclusividad al numerario que ya hemos comentado de influencia carolingia, algo que con las novedosísimas monedas que hoy damos a conocer, ambas inéditas, debe de ser sin duda modificado, pues en esos primeros momentos, y según nuestra hipótesis, entre las acuñaciones de caracteres arábigos y las ya puramente cristianas, es donde debe de incardinarse las monedas que sometemos a la atención de los asistentes a este Congreso y de quienes puedan leer sus Actas. En un repaso tipológico, abreviado al máximo por las limitaciones de espacio que se nos imponen, nos encontramos con la imagen difusa, pues los pocos ejemplares que se conocen tienen una característica común de deficiente acuñación, del anverso epigráfico de la moneda con caracteres islámicos acuñada por Alfonso VI, convenientemente ampliada en imagen 1, y a su lado el anverso de la pieza del mismo rey conocida como tipo estrellas y roeles en la imagen 2, ampliada en la proporción adecuada. La primera se acuñaba en el período y la segunda sabemos se estaba acuñando al menos en Acto seguido podemos observar dos tipos de la moneda de Witiza (Miles 499 y 501) en imágenes 3 y 4, que conforme muestran los dibujos que se acompañan 13 recogen una imagen esquemática de frente del rey sin corona una y con diadema perlada la otra, cuyo reverso porta el tipo de cruz diminuta equilátera, en un caso rodeada por cenefas y en el otro flanqueada en sus cuatro extremos por estrellas. Seguidamente ofrecemos dos bustos de frente y dos de perfil de los sucesores inmediatos de Alfonso VI, su hija Urraca ( ) imagen 5, su nieto Alfonso VII ( ) el emperador imagen 6, y sus biznietos Sancho III de Castilla ( ) imagen 7 y Fernando II de León ( ) imagen 8, que muestran la evolución tipológica de los monarcas en la representación humana en las monedas a lo largo de la primera mitad del siglo XII. Finalmente, y conforme al propósito establecido ofrecemos las imágenes inéditas de las dos monedas inicialmente investigadas y hoy atribuidas a Alfonso VI. La imagen del tercer ejemplar existente, en peor estado que los anteriores y con pequeñas diferenciaciones en el campo de la moneda, señales evidentes de un cuño distinto, está hoy en ignorado paradero tras ser subastada en la Sala Áureo 14 pocos meses antes de la celebración de este Congreso Internacional, y a pesar de la rareza inaudita de la pieza y el valor histórico de la misma, no mereció la atención de los conservadores de los museos españoles, por lo que no se instó su adquisición pública y al día de hoy lamentablemente no existe la posibilidad de exponer al público tan notable moneda con lo que el patrimonio cultural español se ve así empobrecido entre la desidia y la ignorancia. Felizmente en nuestra península y en colección particular de fácil acceso existe el ejemplar que representamos en la imagen 9, sin duda el más perfecto de los tres conocidos y cuyos datos son: Diámetro= 19 mm. Peso= 1,003 g. Axis= r 4h Anverso= Busto de rey de frente, barbada y con diadema perlada y leyenda alrededor. Leyenda= ANF VS R U : Reverso= Cruz equilátera diminuta y aislada en el centro con leyenda alrededor. Leyenda= TO : LE TA : Finalmente ofrecemos la imagen 10, el ejemplar existente en la American Numismatic Society, con referencia actualizada nº correspondiente a los fondos depositados por la Hispanic Society, y que gracias a la ayuda del actual equipo de conservadores tuve el honor de reclasificar a comienzos del año 2002, pues se encontraba pendiente de atribución por razones más que evidentes. Sus datos son: Diámetro= 19 mm. Peso= 0,986 g. Axis= r 5h Anverso= Busto de rey de frente, barbada y con diadema perlada y leyenda alrededor. Leyenda= ANF VS R U : Reverso= Cruz equilátera diminuta y aislada en el centro con leyenda alrededor. Leyenda= TO : LE TA : 13. Agradecemos a M. C. Cores y J. Vico la amabilidad de habernos avanzado los dibujos e imágenes que junto con otros autores están realizando para su Corpus de moneda visigoda de próxima aparición. 14. Sisó, Teresa y otros: Cátalogo General razonado de la subasta especial de Áureo de Marzo Ejemplares Seleccionados. Barcelona

4 Hemos recurrido a ampliar las fotos aportadas, calibrando debidamente una de ellas, para que se pueda comprobar cómo se trata de cuños distintos, a pesar de que las marcaciones de puntos que estimamos con validez de diferenciación cronológica son sensiblemente las mismas, y al ser claramente cuños distintos tales marcas no pueden ser diferenciación de cuños. De esta manera, y recordando a ciertas acuñaciones anglosajonas, del tipo de cruz aislada y con efigie de frente, ya recogidas por el sabio Lelewel 15 hace dos siglos, vemos que en Castilla por similares fechas se recurrió en el primer pretendido retrato regio a una representación atípica, alejada de lo habitual en el mundo carolingio, pero evidentemente entroncada en la tradición visigótica previa como demostramos con las piezas de Witiza (701 al 709), fallecido precisamente dos años antes del desastre del Guadalete que permitió la invasión musulmana, lo que propició la total desaparición de la acuñación de monedas cristianas en la península durante siglos, excepción hecha de las atribuidas a Aquila en el nordeste hispánico, que en breve también desaparecerían. Creemos que es algo más que una feliz casualidad que los ejemplares aportados de Witiza fuesen de la ceca de Toledo y que de ese mismo taller, pero 377 años, después resulten ser los que hoy aportamos, y no nos sorprendería que los mozárabes toledanos además de guardar celosamente su ritual religioso y sus ejemplares del Liber Iudiciorum, hubiesen conservado ejemplares monetarios de sus llorados reyes, de cuando también se hablaba de la imperial ciudad de Toledo, y que éstos, siglos después, sirviesen como modelo a imitar en los verdaderos comienzos de las acuñaciones castellanoleonesas. 15. Lelewel, Joachim: Numismatique du moyen-age, considérée sous le rapport du type. París, 1835 (v. Pl. XII). 1202

5 EL PRIMER RETRATO REGIO EN LA MONEDA CASTELLANA Lista de imágenes 1: Dirhem de Alfonso 6º 2: Dinero de Alfonso 6º 3: Triente de Witiza (M499) 4: Triente de Witiza (M501) 5: Dinero de Urraca 6: Dinero de Alfonso 7º 7: Dinero de Sancho 3º 8: Dinero de Fernando 2º 9: Dinero de Alfonso 6º (col. partic.) 10: Dinero de Alfonso 6º (Foto de A.N.S.) 1203