BEATIFICACIÓN DEL BEATO EUSTAQUIO KUGLER Regensburg, 4 de Octubre de 2009 DISCURSO DE AGRADECIMIENTO Durante la cena

Transcripción

1 BEATIFICACIÓN DEL BEATO EUSTAQUIO KUGLER Regensburg, 4 de Octubre de 2009 DISCURSO DE AGRADECIMIENTO Durante la cena Hno. Donatus Forkan, OH Superior General Mis queridos Hermanos y Hermanas, Tras la conclusión de la Liturgia Solemne de Beatificación, nos hemos reunido aquí para seguir celebrando, llenos de júbilo y de gratitud a Dios por el don de nuestro nuevo Beato, el Hermano Eustaquio - un don para la Iglesia, un don para la humanidad, un don para Baviera y un don para la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Hoy, con la Ceremonia de Beatificación, la Iglesia ha reconocido que el Hno. Eustaquio fue un hombre de fe profunda, lleno de esperanza y, sobre todo, de amor. Como tal, es un modelo ejemplar maravilloso para todos nosotros en nuestro viaje de la vida terrenal, en especial por la forma en la que vivió su vocación cristiana y religiosa. Con la abnegación con la que se dedicó a los pobres y los enfermos, el Hno. Eustaquio demostró una caridad auténtica, que es la marca que distingue a los hombres de Dios, la señal más clara de la dedicación total a Dios y al prójimo, sobre todo en sus momentos de mayor necesidad. Eso es lo que significa ser santos, ser declarados santos, ser beatificados o canonizados - significa constituir un ejemplo que los demás puedan seguir, equivale a mostrar cómo vive un ser humano digno, a seguir con determinación nuestra vocación cristiana. Ser declarado beato o santo no significa que estos hombres y mujeres estén de cierta forma separados o alejados de nosotros, sino todo lo contrario, no sólo son modelos ejemplares a seguir, además, interceden constantemente por nosotros ante Dios, están con nosotros, son nuestros compañeros en este viaje de la vida. 1

2 La Iglesia permanece fiel a su misión cuando está sentada a los pies del Señor (cf. Lc. 10,39). Si la Iglesia perdiera su hospitalidad, perdería el medio más eficaz que posee para demostrar el amor de Dios por cada uno de sus hijos. La Iglesia se convierte en una verdadera discípula de Jesucristo al hacer lo que Él hizo: estando cerca de los seres humanos, lavando los pies de sus hermanas y hermanos necesitados, sirviéndoles y ayudándoles en todo lo posible para que puedan convertirse en las personas que Dios desea que sean. La tarea principal de la Iglesia consiste en vivificar ante la gente de hoy la historia del amor de Dios, en estimular la generosidad y la apertura de los corazones, la disponibilidad a compartir, a servir y a amar, como Él nos ha amado. En la vida de nuestro nuevo Beato, el Hno. Eustaquio, la Iglesia reconoce precisamente eso: un amor que se mantuvo fiel hasta el final, motivado y sustentado por la conciencia de ser amado por Dios, un amor que compartió con los demás, en especial con los pobres, los enfermos, los abandonados. El Beato Eustaquio dedicó toda su vida al Señor y a su prójimo, haciéndose Hospitalidad para ellos, siguiendo el ejemplo de Jesucristo y de San Juan de Dios, lo que nos demuestra que la verdadera transformación se realiza a través de la convicción interior, con la formación del corazón que es el fruto de la conversión, como lo expresara Benedicto XVI en Deus Caritas Est. En otras palabras, sucede al dirigirnos a Dios y configurarnos con Cristo en todas las cosas. El Hno. Eustaquio nos brinda un ejemplo muy claro del hecho que al amar y servir a nuestros hermanos o hermanas necesitados demostramos realmente nuestro amor a Dios. La fe fue el recurso decisivo en el que se basaba el Beato Eustaquio en sus momentos difíciles, ya que la fe sustentó su fidelidad hasta el final. Caminaba con Cristo, a veces doblado por el peso de la Cruz, pero sin dejar nunca de guiar a los demás hacia el encuentro con Cristo, nuestro Salvador. 2

3 El testimonio de la fe del Hno. Eustaquio, que se manifestaba en su amor por el prójimo, es lo que realmente necesitan los hombres y mujeres de hoy. Esperan anhelantes la palabra de Cristo, tienen sed de la verdad y están listos a escuchar a quienes, como el Hno. Eustaquio, pueden darles aliento y esperanzas al compartir respetuosamente la esperanza que llevan en sus propios corazones. (1 Pedro, 1-3). El mundo necesita precisamente a personas como el Hno. Eustaquio, sobre todo en tiempos como los que estamos viviendo, que son tan difíciles para muchos. Por tanto, hoy la Iglesia eleva ante nosotros al Beato Eustaquio. He aquí un hombre, un Hermano Religioso, que ejemplifica la vida del seguidor de Jesucristo, vivida con fidelidad, júbilo y lealtad. Es un estilo de vida que no sólo conduce a la santidad personal, además, es un testimonio de lo que se encuentra en el centro del mensaje evangélico. La forma de vivir del Hno. Eustaquio, su manera de relacionarse con los demás, de afrontar las dificultades y los muchos retos, aferrando cada oportunidad para hacer el bien, infundía esperanzas en quienes le rodeaban. El suyo fue un liderazgo muy positivo en una época de crisis tan difícil: Tengo un trato con nuestro Padre Celestial y el nos proveerá todo lo que necesitemos, fue lo que le contestó a un Hermano dudoso. Irradiaba su confianza total en la Divina Providencia, lo que infundía seguridad a sus Hermanos y Colaboradores, y a los pobres y discapacitados atendidos en los Centros de la Orden. Inspirado por el ejemplo de San Juan de Dios, cada noche antes de retirarse, el Hno. Eustaquio visitaba a los enfermos del hospital, ofreciéndoles palabras de consuelo y de esperanza. Al vivir el carisma especial de la Hospitalidad de esta manera, el don que Dios brindó a la Iglesia y a la humanidad a través de San Juan de Dios, el Hno. Eustaquio supo proclamar el Evangelio con toda su fuerza y belleza, lo que claramente revela la primacía de Cristo en todo lo que hacía el Beato Eustaquio. Su 3

4 unidad con Cristo es lo que le motivó, le sostuvo y le guió en su obra cotidiana como líder religioso, administrador y siervo de los pobres y de los enfermos. La fidelidad a Jesucristo del Beato Eustaquio es un ejemplo maravilloso de perseverancia y fidelidad - fidelidad a Dios, fidelidad a la Iglesia, fidelidad a su vocación de Hermano Religioso y fidelidad al carisma al que se consagró con el Voto de la Hospitalidad. Tras haber tomado su decisión de elegir a Dios, jamás dirigió la mirada hacia atrás, jamás faltó a sus promesas, a pesar de todas las dificultades que la historia colocó en su camino. Hoy podemos cantar con el salmista, este es el día que Yahveh ha hecho, exultemos y gocémonos en él. Este es un gran día para la Iglesia universal, es un gran día para la Iglesia de Baviera, y es un gran día, un día maravilloso para la Familia de San Juan de Dios. Este es realmente un día en el que debemos regocijarnos, celebrar y agradecer. En este momento lleno de gracia, renovemos todos nuestra intención de dejarnos guiar por el Espíritu Santo como lo hizo el Beato Eustaquio, de manera que nuestra Hospitalidad pueda convertirse cada vez más en una auténtica proclamación del Evangelio de la Misericordia. Deseo expresar mi sincero agradecimiento a todas las personas que han trabajado tanto para asegurar el éxito de esta ocasión maravillosa. Deseo agradecer de todo corazón al Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos de Roma, Monseñor Angelo Amato, quien, como representante personal del Santo Padre, presidió la Eucaristía y la Ceremonia de Beatificación; a Monseñor Gerhard Ludwig Muller, Obispo de Regensburg, a los Obispos y Abades Concelebrantes; a los miembros de la Curia y de la diócesis de Regensburg; a las autoridades municipales de Regensburg; al Provincial de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios de Alemania, el Hno. Emerich Steigerwald y a su Consejo, así como a toda la Provincia 4

5 de Baviera - Hermanos y Colaboradores, a los miembros de las distintas comisiones y a los Concelebrantes. Un agradecimiento muy, pero muy especial se lo dedico al Hno. Félix Lizaso, el Postulador de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. El Hno. Félix lleva muchos años como Postulador y su cargo implica la responsabilidad de la promoción, recopilación y divulgación de la información sobre los Hermanos cuya santidad de vida es reconocida. El Hno. Eustaquio es el segundo Hermano de la Orden que ha sido beatificado durante los últimos 12 meses. El Hno. Olallo Valdés fue beatificado en Cuba en el mes de Noviembre de 2008, lo que significa que el Hno. Félix ha tenido una enorme carga de trabajo durante muchos años para preparar ambas causas, al igual que las de muchos otros Hermanos cuyas causas está preparando actualmente. En el nombre de la Iglesia y de la Orden, agradecemos al Hno. Félix Lizaso de todo corazón por el servicio excepcional que ha prestado desempeñando tan bien su cargo de Postulador de la Orden. Por fin, me alegra muchísimo ver que tantos Hermanos, Hermanas, Colaboradores y amigos de todo el mundo están aquí con nosotros hoy. Sois todos los bienvenidos, vuestra presencia aquí ha hecho que esta sea una ocasión realmente festiva e internacional. MUCHAS GRACIAS. Que Dios nuestro Señor, a través de la intercesión del Beato Eustaquio, os recompense a todos con la abundancia de Su gracia! Dejemos Regensburg llenos de recuerdos gozosos, fortalecidos en nuestra fe, en nuestro amor y esperanza por haber participado en la Ceremonia de Beatificación del Beato Eustaquio Kugler. Inspirados por el ejemplo del Beato Eustaquio, encomendemos a María, Madre del Buen Consejo y Salud de los Enfermos, a nuestras familias, a nuestra Iglesia, a nuestras comunidades y a los enfermos y 5

6 necesitados de todo el mundo, y encomendémonos también a nuestro nuevo Beato, el Hno. Eustaquio Kugler! Muchas gracias a todos. 6