CURSO: UN ACERCAMIENTO A LA ORACIÓN TEMA 2 CÓMO ORAR?

Transcripción

1 CURSO: UN ACERCAMIENTO A LA ORACIÓN TEMA 2 CÓMO ORAR? C O N T E N I D O: 1.- PRELIMINARES 2.- ALGUNAS PARTICULARIDADES ACERCA DEL ORANTE 3.- EL ORANTE, MIEMBRO DE LA IGLESIA 4.- ESPIRITUALIDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL Página 1 de 5

2 CURSO: UN ACERCAMIENTO A LA ORACIÓN TEMA 2. CÓMO ORAR? A riesgo de proponer algunas maneras de orar, que sean de menor eficacia que la que cada orante logre desarrollar, según el don recibido por Dios para orar, propondremos al menos algunos lineamientos, que pueden resultar de utilidad al comienzo de la práctica orante. 1.- PRELIMINARES. Primeramente, debemos reconocer algunos preliminares: para orar es necesario querer orar. Además, es necesario pedir a Dios el don de la oración y, una vez recibido, esforzarnos por no separarnos del Señor ni un solo instante. Es útil también reconocer que, la oración es vida y como tal, se desarrolla gradualmente. Va creciendo conforme crece la vida cristiana. Se fortalece con la perseverancia, el temor de Dios y la alegría de entrar en la amistad del Señor. La oración, como la amistad, es un camino que comienza un día y va en progreso. El orante comienza con tratar al Amigo que le ha amado desde la eternidad, y así empieza a conocerle y a amarle, a entregarse a él, en una relación que se sabe no finalizará nunca. El sincero y honesto ánimo de conversión debe estar siempre vigente en el proceso de orar, acompañando siempre la oración con la práctica eficaz y oportuna del servicio y amor al prójimo, haciendo uso intensivo, creativo e innovador, de los carismas que el Espíritu Santo nos ha entregado, para aplicarlos eclesialmente. Esto es, para aplicarlos celosamente en beneficio de los demás, de todos los hermanos necesitados que los requieran, de todos nuestros hermanos en la fe y de quienes no lo sean, pues todos sin excepción somos hijos del mismo Padre celestial. Por tanto, debemos: orar mucho, orar siempre y del mejor modo posible, de manera tal, que la caridad que acompañe a nuestra oración, sea verdadera muestra de la disponibilidad, total y absoluta, que aceptamos para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, dando con ello gloria a Dios que así nos lo manda. Orar mucho y siempre nos habla de la constancia, la consistencia y la perseverancia de nuestra oración. Orad constantemente (1 Ts 5,17), dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo (Ef 5,20), siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos (Ef 6,18) este ardor incansable no puede venir más que del amor. Contra nuestra inercia y nuestra pereza, el combate de la oración es el del amor humilde confiado y perseverante. (Catecismo de la iglesia Católica, 2742) Veamos como el Apóstol San Pablo, de quien se toman las lecturas en este numeral, habla en plural, dirigiéndose a las Iglesias en Tesalónica y en Éfeso. Página 2 de 5

3 Orar del mejor modo posible nos habla de hacerlo con humildad y sencillez, de hacer oración dirigiéndonos al Señor con temor y contrición. Estas características de nuestra oración sólo podremos alcanzarlas si primero purificamos nuestro corazón de todas las pasiones y todos los apegos a las realidades mundanas. El silencio es también uno de los requisitos para orar. Tratar a solas, como nos enseña Santa Teresa, es indicativo de búsqueda de soledad y de silencio, para poder estar con el Amigo. En la soledad y el silencio podemos escuchar la voz de Dios y las inspiraciones del Espíritu Santo. Por tanto, orar es más que guardar silencio ante Dios: es abrirle la puerta, para que Él, se comunique con nosotros desde nuestro interior. 2.- ALGUNAS PARTICULARIDADES ACERCA DEL ORANTE. Con los preliminares expuestos, podemos abordar, con un poco más de especificaciones, una de las maneras de orar:. Antes que todo, debemos pedir con nuestras palabras y de forma sencilla, la asistencia del Espíritu Santo para que nos guíe y nos ilumine en la oración.. Una vez que hemos invocado al Espíritu Santo, abramos nuestra alma y dispongámonos consciente y libremente a cumplir en todo la voluntad de Dios.. Una vez hecho el discernimiento y tomada la decisión de cumplir la voluntad de Dios, debemos ponernos en presencia de Dios. Tomemos conciencia de que, en todo momento, Dios nos escucha y está siempre presente en la oración.. La conciencia de Dios nos lleva a un acto de fe, esperanza y caridad, ya que: creemos en Él; confiamos en su ayuda a través de la oración y le aseguramos nuestro amor incondicional y fiel pues sólo a Él debemos amar con todo nuestro ser, y lo demostramos con nuestra obediencia a su santa voluntad. - Recordando en todo momento que vamos a orar en diálogo. Para esto nos ayuda el acto de fe que hemos aceptado. Somos conscientes de que estamos ante la presencia de Dios. - Aceptando que estamos ante Dios, esperando algo de Él y por tanto nos presentamos en total apertura y confianza en su providencia Divina. Lo que esperamos de Dios es aquello que posibilite nuestro programa de vida espiritual. - Agradeciendo por haber obtenido lo que estamos pidiendo, asegurando a Nuestro Señor que lo amamos sobre todas las cosas, reconociendo su infinita misericordia, su compasión y reconociéndole como nuestro único Dios, Señor y Creador. A partir de este momento quedamos en posición para comenzar a orar. Escogeremos un lugar apropiado para estar en soledad y alejaremos de nuestro interior toda pasión y todo apego a lo exterior. Necesitamos espacio interior y espacio exterior. Página 3 de 5

4 Necesitamos también, disposición personal: querer orar. Esto es, disponer nuestros pensamientos y sobre todo, nuestros sentimientos para estar ante Dios mismo. Reconociendo la sed que tenemos de saciarnos en el amor de Dios; nuestra sed de ver a Dios como Padre bondadoso para, envueltos en su misericordia, pedir que su voluntad se haga en nosotros. En el diálogo que sostendremos, por gracia y don de Dios, iremos conociendo la voluntad de Cristo. La oración es un diálogo del alma con Dios y de Dios con el alma. Es verdadera sintonía con nuestro Creador. 3.- EL ORANTE, MIEMBRO DE LA IGLESIA. Como miembros de la Iglesia de Cristo, debemos buscar en nuestras Parroquias, un lugar apropiado para encontrarnos con nosotros mismos en la oración. Debemos participar en las catequesis parroquiales en las que aprenderemos a orar. Hemos de aprovechar la oportunidad de estar ante el sagrario en la Adoración de Jesús Sacramentado, para hablar con Él, para escucharle, para adorarle y garantizarle nuestra fidelidad y obediencia. Debemos distinguir entre rezar que es una manifestación externa de orar, y orar que es la actitud interior del que reza. El que ora reza, pero no todo el que reza ora. Para complementar la idea, recordemos que: La fe es esencial como base de la actitud de la oración. La oración debe ser un acto de amor auténtico. Y por lo tanto, la oración tanto individual como eclesial deberá tener la estructura de un diálogo, de un coloquio con Dios cuya consecuencia es la transformación total en Dios. El Misterio de la fe, la Iglesia lo profesa en el Símbolo de los Apóstoles y lo celebra en la liturgia sacramental, para que la vida de los fieles se conforme con Cristo en el Espíritu Santo para gloria de Dios Padre. Por tanto, este Misterio exige que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de él en una relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración (Catecismo de la Iglesia Católica, 2558). Del texto anterior obtenemos el carácter eclesial que debe tener la oración cuando se trata de vivir la fe que profesamos. De igual manera nuestra Iglesia estudia en el Catecismo, los preceptos que nos enseñan verdades de fe y caminos de perfección: El hombre busca a Dios. Después de los ángeles, el hombre es capaz de reconocer Qué glorioso es el nombre del Señor por toda la tierra (Salmo 8,2).Conserva el deseo de Aquel que le llama a la existencia (2566). Dios es el primero que llama al hombre. Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración. La actitud del hombre es siempre una respuesta (2567). Página 4 de 5

5 En el caso de la liturgia, la respuesta del hombre a Dios es una respuesta eclesial. Mediante la oración litúrgica eclesial, participamos fraternalmente en la adoración, la alabanza y la acción de gracias. La palabra Iglesia significa convocación. Designa la asamblea de aquellos a quienes convoca la palabra de Dios para formar el Pueblo de Dios y que, alimentados con el cuerpo de Cristo, se convierten ellos mismos en Cuerpo de Cristo (Catecismo I.C., 777). La iglesia es a la vez visible y espiritual, sociedad jerárquica y Cuerpo Místico de Cristo. Es una, formada por un doble elemento humano y divino. Ahí está su misterio que sólo la fe puede aceptar (CIC 779). La Iglesia es, en este mundo, el sacramento de la salvación, el signo y el instrumento de la comunión con Dios y entre los hombres (CIC 780). Consideramos necesario aportar estos conceptos para tener mayor claridad en cuanto al carácter eclesial que, como cristianos debemos conseguir en todos los actos litúrgicos y de adoración a nuestro Dios, entre los cuales tiene primordial importancia la oración. Oración y vida cristiana son inseparables porque se trata del mismo amor y de la misma renuncia que procede el amor (CIC 2745). Además de ser un don de Dios, podemos decir que orar es un arte, y como todo arte necesita que se le dedique tiempo para aprenderlo. Requiere una larga práctica y muchos esfuerzos. Es necesario orar siempre y en todo lugar. Orar con el intelecto en el corazón. Orar consiste en mantenerse espiritualmente ante Dios en nuestro corazón, en la adoración, la acción de gracias, la súplica y la contrición. Todo esto debe ser espiritual. La raíz de toda oración es el temor de Dios; es de ella que nace la fe en Dios. La esencia de la oración consiste en permanecer establecido en el recuerdo de Dios y marchar en su presencia. 4.- ESPIRITUALIDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL.. En cuanto al diálogo con el Señor: Cuando se trate de hacer alguna obra buena, dígale al Hijo de Dios: Señor, si tú estuvieras en mi lugar, qué harías en esta ocasión?... cómo consolarías a este enfermo de espíritu o de cuerpo?. En cuanto a la humildad en la oración y en toda ocasión: La humildad es reconocer que todo bien procede de Dios. Es vaciarnos voluntariamente de nosotros mismos. La humildad implica una actitud de siervo y ser siervo del Señor es comprometerse con Dios y con nuestros semejantes. La humildad supone dejarse evangelizar por los pobres nuestros amos y señores. Página 5 de 5