TRANSFORMADOS AL CONTEMPLAR SU GLORIA

Transcripción

1 1 TRANSFORMADOS AL CONTEMPLAR SU GLORIA Referencia bíblica: 2 Corintios 3:18 INTRODUCCIÓN Cada creyente en Jesucristo es una carta abierta, un anuncio viviente caminando para Cristo. Para todo creyente, esto de ser cartas abiertas es una gran responsabilidad, porque el mundo está observando y juzgando el cristianismo por nuestras actitudes y acciones. Es por ello que Pablo nos habla acerca del ministerio de contemplar la gloria de Cristo para vivir el verdadero cristianismo. CONTEMPLAR LA GLORIA DEL SEÑOR En 2ª Co. 3:18, Pablo nos está hablando de adoración afectuosa y concentrada. Es un tiempo dado a Dios simplemente para contemplarlo a él en la persona de Jesucristo. La palabra griega para mirando en este versículo, es una expresión muy fuerte. No sólo indica dar una mirada, sino mirar fijamente. Significa tomar una decisión de no moverse de esta posición. Es decir, antes que trate de hacer una cosa más, la persona debe estar en la presencia de Dios. Muchos cristianos malinterpretan la frase mirando como en un espejo (3:18). Ellos piensan en un espejo, con el rostro de Jesús reflejándose a ellos. Pero eso no es lo que Pablo quiere decir aquí. Él esta hablando de una mirada intensamente fija, como si estuviera forzando la mirada para ver algo a través de un espejo, tratando de verlo más claramente. Mirar de esta manera es fijar nuestros ojos, y determinados a ver la gloria de Dios en el rostro de Cristo. Debemos entrar en el lugar Santísimo, con una sola obsesión: mirar intensamente, y tener comunión con tal devoción, de tal manera que lo contemplemos a Él y seamos cambiados a su imagen. Pablo nos dice que una persona que contempla a Cristo y contemplando su gloria, está siendo transfigurada. QUÉ SIGNIFICA LA PALABRA TRANSFORMAR. La palabra griega para transformado aquí es metamorfosis la cual significa cambiado o transfigurado de una cosa a otra cosa. En este pasaje, todo aquel que va al Lugar Santísimo a menudo, y pone su mirada fija en Cristo, está siendo transformado. Es decir, que una transformación está tomando lugar. Esa persona está siendo continuamente cambiada a la semejanza y carácter de Jesús. La última frase del v. 18: dice que El Espíritu Santo hace nos tranforma en la medida que contemplamos a Cristo. QUÉ ES LO PRIMERO QUE VEMOS CUANDO CONTEMPLAMOS A CRISTO? Lo primero que vemos cuando estamos contemplando al Señor es cuán poco nos parecemos a Él. No importa cuán justos o rectos creamos que somos. El Espíritu nos muestra cuán cortos de la gloria de Dios quedamos, cuán autosuficientes somos, y cuánto estamos luchando en la carne para ser como Él. Pero también vemos que comienza una obra espontánea en nosotros, porque vemos lo que Él ha logrado para nosotros. Ahí vemos que Él ha logrado toda la rectitud y la santidad que nosotros necesitamos para la vida, y que sólo tenemos que tomarla por la fe. Al ver y entender esto, sabremos que nunca más tendremos que luchar o sudar o rogar para ser santos. Ciertamente, ahí vamos a ser transformados, no por algo que hagamos, sino por la obra del Espíritu en la medida que contemplemos a Cristo. El Espíritu Santo comenzará en nosotros el glorioso proceso de transfiguración. Pero tenemos que hacer nuestra parte, la cual tiene que ver con ir a menudo a su presencia, fijar nuestra mirada en él y permanecer en su presencia. Debemos poner nuestra confianza en Él como autor y consumador de nuestra fe. A través de su Espíritu, él nos cambiará continuamente a la misma semejanza de Cristo. HAY EVIDENCIAS DE QUE CRISTO NOS ESTÁ TRANSFORMANDO La prueba para el cristiano de que Cristo está gobernando y transformando su vida, es el hecho de que habrá un aumento progresivo del carácter de Cristo en él. Si el Espíritu está en pleno control, veremos un aumento continuo de cambio.

2 2 Este aumento no sólo vendrá de crisis o pruebas, porque a través de las pruebas y tribulaciones, el Espíritu también nos transforma, cada penuria y sufrimiento es para obrar una transformación en nosotros. Pero ahora estamos hablando acerca del trabajo desarrolla en nosotros los creyentes mientras contemplamos a Cristo. El Espíritu, estará trabajando todo el tiempo porque los cambios obrados por el Espíritu de Dios son continuos. No hay tal cosa como un crecimiento estancado en la obra del Espíritu. TODOS ESTAMOS CAMBIANDO O EXPERIMENTANDO UNA METAMORFOSIS Doy gracias a Dios por todos aquellos que alimentan sus mentes y almas con cosas espirituales. Tales personas han fijado sus ojos en lo que es puro y santo. Ellos mantienen su mirada fija en Cristo, pasando tiempo de calidad adorándolo y edificándose en fe. El Espíritu Santo esta obrando en estos santos, continuamente cambiando su carácter al de Cristo. Sólo el Espíritu Santo puede transformar nuestra naturaleza humana, en la medida que contemplemos a Cristo, por lo tanto, Dios nos llama a una relación íntima con Él. Él incluso nos llama a crecer en una relación de intimidad en amor cada vez mayor, y que nunca se desvanecerá. El verdadero cristiano mira al descubierto, las glorias no ocultas del Señor, y se transforma en la misma imagen de gloria en gloria. Es por la fe que fijamos nuestra mirada en él, y somos transformados por el Espíritu Santo. Ahora cabe hacernos una pregunta: De dónde sacamos nuestra visión de Él? Bueno la respuesta obvia es: cuando estamos ocupados con Él en Su Palabra. Al estudiar la Biblia, entendemos y comprendemos lo que Él es. Esto lo podemos ver en los apóstoles quienes vieron la gloria de Cristo, la cual hoy se nos invita a contemplar para ser transformados a su imagen: LA GLORIA DE DIOS EN LA VIDA DE JESUS (MT. 17:2-8) Es en el Monte de la Transfiguración en donde vemos una rápida visión de la gloria de Dios que mora permanentemente en Cristo. De acuerdo con Mateo 17:2-8 aquí es donde Jesús manifestó su gloria ante Pedro, Santiago y Juan. Años más tarde el apóstol Pedro habló de esa experiencia cuando él y otros apóstoles " vieron su gloria" (Luc. 9:32; 2ª Pedro 1:16-17). El apóstol Juan se refiere a la experiencia que tuvo él mismo en Juan 1:14, 18. Moisés y Elías aparecieron con Cristo, pero fue sólo Cristo quien se transfiguró con resplandor celestial ante los ojos de Pedro, Santiago y Juan. Era su rostro que brillaba como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas y deslumbrantes. Era solo de Él de quien se decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a Él oíd. A partir de entonces los discípulos no vieron a nadie, exceptuando sólo a Jesús. En Jesús había una gloria permanente de Dios en su vida. El apóstol Pablo nos dice que Jesús "es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). Esta gloria no puede ser contemplada por el hombre carnal e inconverso (2ª Co. 4:3, 4). De hecho, Jesús existía en la misma "forma de Dios" (Fil. 2:6). Él es la esencia misma de Dios, que no puede ser cambiado. Jesús es Dios.

3 3 Cristo quiere que contemplemos la gloria que Él tenía con el Padre antes que el mundo fuese (Juan 17:5). También miramos la gloria de Dios en la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor, como también en Su vida sometida a la soberanía de su padre. Así como en el desierto, la gloria que brillaba en el rostro de Moisés, era el reflejo de la gloria de Yahvé, también en el monte de la transfiguración la gloria que rodeaba a Moisés y Elías y a los tres apóstoles que estaban con Jesús, era la gloria del Señor mismo. Cristo es el único que nos puede hacer partícipes de esa gloria. LA VIDA CRISTIANA NORMAL Según 2ª Corintios 3:18, el resultado de contemplar a Cristo es que nosotros vamos a reflejar la gloria del Señor en nuestro diario caminar." Así como un espejo que refleja la luz y refleja una imagen, así nosotros reflejamos la imagen de Cristo como lo hace un espejo. Por tanto como creyentes que somos, debemos tener una visión clara de nuestro Salvador, con una cara abierta que no tenga velo. Los evangelios nos muestran con claridad la vida de Cristo, su naturaleza, su santidad, su poder, su majestad, su divinidad, su poder, etc. Si nosotros podemos ver esto en Cristo, así también nosotros vamos a ver todo esto en nuestras vidas, cuando nos abandonemos totalmente a la voluntad soberana de nuestro Padre." La contemplación de la cual nos habla Pablo, es continua y libre de interrupciones. Pero lo cierto es que debemos seguir mirando y seguir reflexionando (tiempo presente) para ser transformados. Estamos siendo transformados "a la imagen de Dios en Cristo. " Este es el efecto del giro hacia el Señor. Somos transformados a la imagen del Señor al contemplarlo. Pablo aquí no se está refiriendo a una mirada pasajera. Él está hablando de mirar sobre él. La palabra "contemplación" está en el tiempo presente, es decir, una contemplación continua, libre de interrupciones. El cristiano al ver fijamente la gloria de Jesús, refleja la gloria de su rostro como un espejo refleja la luz, y al mismo tiempo está continuamente siendo transformados en la misma imagen de Cristo. Estamos siendo conformados a la imagen de Cristo al contemplar la gloria de Dios en la persona de Jesús. Este el proceso de la santificación. Recuerde que un espejo refleja sólo lo que ve. Qué está viendo usted? VIENDO A CRISTO COMO DIOS MISMO El objetivo de todo cristiano es contemplar la gloria y la divinidad del Cristo. Su gloria es Su excelencia divina. Al creyente antes de venir a Cristo, se le permitió ver que Jesús es el Hijo de Dios, o Dios manifestado en la carne. Esto es la conversión. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios (1 Juan 4:15). Pero una vez que somos cristianos, el giro es hacia Cristo como Dios mismo. Este es el estado más elevado que puede alcanzar alma humana. Cristo es la vida eterna. Así oró nuestro Señor para que sus discípulos vean su gloria, como la consumación de su bienaventuranza (Juan 17:24). Y como el apóstol Juan dice que

4 4 todos los que reciben a Cristo, ven "Su gloria como del unigénito del Padre," (Juan 1:14). El proceso de transformarnos a la imagen de Cristo es nada menos que veamos la restauración de la imagen de Dios en la persona de Jesús, la cual se vio empañada por la caída del hombre en Génesis tres. Alguien dijo alguna vez: "Tengo una visión clara de Jesús lo he visto, lo he sentido y le he conocido de un modo mucho más profundo que simplemente por la apariencia física externa. He sentido la realidad de su vida que comienza a arder en mi corazón. He visto a Cristo en la gloria de una vida que está totalmente sometida a la soberanía de Dios. Esa gloria ha comenzado a apoderarse de mí, y yo he empezado a ver que esta es la vida que Dios espera de cualquier hombre que el hizo a su propia imagen. He visto las marcas de la cruz sobre él, y por su gracia, las marcas de la cruz se han puesto en mí y ya no vivo yo, he sido comprado por un precio, redimido por su preciosa sangre. Sí, lo he visto, no en el sentido físico o exterior solamente, sino en el sentido hacia el interior de una realidad espiritual profunda que he tenido una visión clara de Jesús, y vida nunca volverá a ser la misma. Pablo en 2ª Co. 3: 14, 15, nos recuerda el mensaje del Antiguo Testamento que estaba oculto en las sombras y escribe: "Sus mentes fueron endurecidas. El velo que mantuvo escondido el significado del Antiguo Testamento permanece todavía sobre el pueblo de Israel y el mundo, debido a que están fuera de Cristo, a quien los Judíos rechazaron. Este es un velo de rebelión. Las Escrituras del Antiguo Testamento sólo son comprensibles cuando se entiende apuntando y prefigurando a Cristo. El conocimiento de Cristo, quita el velo del Antiguo Testamento." UNA TRANSFORMACIÓN GRADUAL DE TODOS LOS CREYENTES Cuando Pablo dice: "Todos" significa todos los creyentes, sin excepción. Esta experiencia es común a todos los creyentes nacidos de nuevo. Se refiere a todos los pecadores salvados por la gracia, a los más débiles, más pobres, más pecaminosos y más contaminados. Moisés era el único hombre en la antigua dispensación capacitado por Dios para contemplar a cara descubierta la gloria de Dios. Sin embargo, este es ahora el privilegio de todos los que pertenecen a Cristo. Cuando permitimos que Cristo nos quite el velo, para ver Su gloria, algo hermoso toma lugar en nosotros. Al venir a Cristo nos convertimos en partícipes del Espíritu Santo, y de su vida, porque Cristo y el Espíritu son uno. Cristo ahora mora en nosotros al habernos redimido de la ley y hacernos hijos de Dios, por su Espíritu. Y el Espíritu que ahora mora en nosotros nos ha puesto en libertad. El no creyente, incluido el pueblo judío que se mantiene en incredulidad,

5 5 permanece en la oscuridad. Para todo aquel que se ha convertido a la fe en Cristo, el velo, el cual le apartaba de la gloria, se ha eliminado para siempre. Ahora lo podemos ver cara a cara. LA VERDADERA IMAGEN EN EL HOMBRE Cuando nos fijamos en la persona de Jesucristo se nos permite ver la verdadera imagen del hombre sin los efectos de la depravación, y el resplandor de la gloria de Dios en la misma persona. Cuando vemos a Cristo, ya no vemos al hombre que ha sido redimido, como un hombre caído, sino que lo vemos como un hombre restaurado a la imagen de Cristo. Qué gracia maravillosa el ver al verdadero hombre y verdadero Dios en uno solo. Aún más asombroso es la realidad que ahora estamos siendo transformados en una nueva persona como criaturas a la imagen de Dios. El sello del Espíritu es la "imagen de Cristo" en el cristiano. El diseño del evangelio es ver que "la imagen de Dios, dentro de nosotros, la cual fue desfigurada por el pecado. El progreso de esta restauración es continua a través de toda la vida, porque es poco a poco que Dios hace que Su gloria brille en nosotros." Esta imagen divina es libremente imputada o transferida al creyente en la santificación y a través de la operación del Espíritu Santo, que capacita al creyente constantemente a contemplar la gloria del Señor. Pero cuando seamos glorificados,(en su venida), la imagen de Cristo llegará a ser completa en nosotros, porque la imagen finalmente será grabada en los redimidos en plenitud, para la gloria de Dios por toda la eternidad. CONCLUSIÓN 2ª de Corintios 3:18 es el camino para llegar a ser como él. En la medida en la que estamos llenos del Espíritu Santo, es la medida en la que estamos ocupados con Cristo. Si estamos viendo a Jesús, inevitablemente la verdad comienza a dominar nuestro carácter y nuestra vida para que sea reproducida en y por medio de él. Quizás haya alguien que pasa a menudo en la presencia del Señor y crea que no está cambiando mientras pasa tiempo con él. A esta persona quiero decirle que con toda seguridad, una metamorfosis está tomando lugar en ti. Con toda seguridad, algo está sucediendo, porque nadie puede estar contemplando continuamente la gloria de Cristo sin ser transformado. Recuerda, que "lo que uno ve o contempla, se convierte en parte de nuestra vida y carácter. Si la luz no se está reflejando a través de ti, tu enfoque no está en él. En cómo le ves, así te va a transformar. "Usted hace la contemplación, y Él hace la transformación. Para venir a Él debemos renunciar a las luces del mundo. Seguir a Dios es no caminar en tinieblas, sino en la luz de la vida (Jn. 8:12). Jesús es la luz que brilla en las tinieblas. Los evangelios nos muestran la vida santa, pura, humilde, sujeta, obediente e integra que vivió Jesús. Para vivir esta vida, sólo necesitamos contemplarle a él. Esta debería ser nuestra vida cristiana normal. No hay atajos para la santidad". Este es un viaje de toda la vida que no se completará hasta que estemos un día en el cielo. Mientras le miras, Él imparte a tu vida, la dulzura y la belleza de su carácter.

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