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2 Tropo Editores S. L. Estudios 15-17, 5. A Zaragoza, España info@tropoeditores.com Alcohol de quemar, Miguel Mena, 2014 De esta edición: Tropo Editores 2014 ISBN: Código IBIC: FA Depósito legal: Z Impreso en España - Printed in Spain Colección Voces, N. 37 Esta obra ha sido publicada con la ayuda del Departamento de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón. Diseño y maqueta: Oscar Sanmartín Vargas Ilustración de cubierta: Oscar Sanmartín Vargas Impreso en INO Reproducciones, S. A. Polígono Malpica. Calle E, (Inbisa II, nave 35) Zaragoza Tel Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, < si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Alcohol Maqueta.indd 6 23/09/14 12:28

3 1 Mis padres, mi hermana y mi abuela murieron por asfixia en sus habitaciones o al pie de la escalera, sin tiempo para escapar de una casa en llamas a la que prendieron fuego dos jóvenes borrachos durante las fiestas de verano en Madevera. Si aquella noche no me hubiera quedado a dormir en casa de mis primos, mi nombre, Adrián Pérez, sería uno más en la lápida que cubre todo ese tesoro de vidas que nos robaron. Un cadáver más en el listado de la familia Pérez Bermejo, otra foto sepia bajo la que escribir «descansa en paz». Pero me libré, la casualidad me aferró a la vida y ahora lo que me quema es la curiosidad. He crecido con mis tíos, los mismos que, sin pretenderlo, me salvaron al acogerme esa noche en su vivienda. Durante mucho tiempo he conseguido aislarme de aquellos recuerdos trágicos, de aquella garrafa de gasolina que diezmó a mi familia y me dejó huérfano, pero según pasan los años y averiguas algunas cosas, cuando empiezas a conocer detalles, te haces preguntas, investigas, reconstruyes, quieres saber más, ubicar mejor a los que perdiste y ubicarte tú mismo en el mundo con unas coordenadas más precisas. A lo largo de mi adolescencia intentaron ocultarme la verdad. Durante muchos años quisieron hacerme creer que había 9 Alcohol Maqueta.indd 9 23/09/14 12:28

4 sido un accidente, pero, como esos niños adoptados que un día, a espaldas de sus padres, descubren el secreto de su origen, yo hace tiempo que descubrí las claves de mi orfandad. Hace tiempo que sé quién me arrebató a mis padres y sé que no se trató de un hecho fortuito. No fue una casualidad. Nada de cortocircuitos, nada de brasas, nada de chispas ni cigarrillos sin apagar. Nada de cables pelados, nada de cocinas mal apagadas, nada de chimeneas ni braseros. Ahora conozco los detalles por los que dos personas, a las que nunca antes habíamos visto en casa, se cruzaron una mala noche en nuestras vidas y acabaron con la plácida vejez de mi abuela, con los planes inmediatos de mis padres y con el mundo por descubrir de mi hermana Raquel. También he conocido que quienes prendieron la mecha que dinamitó nuestras vidas salieron a la calle hace mucho tiempo, que van de aquí para allá, libres y tranquilos, sin nada que ocultar, mientras nosotros acudimos cada primero de noviembre al cementerio de Madevera y vamos con la mirada de uno a otro nicho sin que mis tías dejen de llorar ni un segundo. No me parece justo. Alguien debería explicarme esta justicia injusta. Alguien debería decirme por qué yo no pude crecer en una familia normal mientras los que mataron a los míos no tienen ningún obstáculo para vivir en paz, para gozar de sus familias, para vivir a salvo incluso de gente como ellos. Desde hace algún tiempo siento la necesidad de rastrear sus movimientos, de conocerlos, de verlos cara a cara, de acercarme a ellos y preguntarles cómo es la vida con el peso de cuatro muertos en la memoria, si concilian el sueño sin dificultad, si sienten algo hacia sus víctimas o las han eliminado de sus recuerdos, si alguna vez, aunque solo sea una vez, les viene a la memoria aquel día de fiestas en Madevera, aquel agosto del 91, aquella jornada en la que amanecieron sin preocupaciones 10 Alcohol Maqueta.indd 10 23/09/14 12:28

5 y se fueron a la cama, muchas horas después, con el peso de cuatro cadáveres sobre sus espaldas. Durante muchos años he tenido una idea difusa de aquellos días, pero poco a poco he ido arrancando los recuerdos de mis tías, de mis primos, de vecinos y amigos de la familia a los que casi he obligado a contarme toda la verdad. Mis tías no siempre opinan igual sobre estas cosas. La hermana mayor de mi madre, mi tía Gabriela, preferiría que yo sufriera un ataque de amnesia. La hermana menor, mi tía Lourdes, cree que no hay que olvidar. Mi tía Gabriela ha sido mi madre en los últimos trece años, desde aquel 1991 capicúa que tan mala suerte nos trajo a este año 2004 en el que sigue protegiéndome y mimándome, pero aun con todos sus desvelos y cuidados nunca he podido ni podré llamarla mamá. Ella tampoco lo consentiría. Jamás ha querido ocupar el sitio de su hermana, de la madre que apenas recuerdo, tan solo se ha esforzado por darme un hogar en el que crecer, un hogar en el que sentirme uno más, pero un hogar en el que, inevitablemente, siempre he echado en falta la figura de mis padres. Incluso para reñirme. Mi tía nunca ha tenido valor para reprenderme con la severidad que utiliza una madre cuando se enfada. Nunca se ha atrevido a levantarme la voz. Siempre ha pesado en ella la obsesión de no causarme más dolor, de pensar que la vida ya me había castigado bastante en una sola noche de agosto. Tanto mi tía Gabriela como mi tía Lourdes quieren lo mejor para mí. Mi tía Gabriela cree que lo mejor es mirar hacia delante, asumir que el pasado ya no tiene solución, que debemos resignarnos a pesar de la injusticia. No fuimos los primeros ni seremos los últimos dice a veces como consuelo, para cerrar alguna discusión. 11 Alcohol Maqueta.indd 11 23/09/14 12:28

6 Mi tía Lourdes cree que hay que avanzar sin dejar de mirar el retrovisor y no se resigna a vivir mascando una humillación. Lo último que me van a quitar es la dignidad suele decirle a su hermana. Hace poco discutieron en mi presencia. Adrián debería visitar a un psicólogo. Por qué? No está deprimido. Yo le veo muy bien. Seguro que tiene compañeros que sufren bastante más que él. A veces por una pareja, a veces por los exámenes Ojalá fueran las chicas y los exámenes todo lo que le preocupara. Yo no quiero que viva con la obsesión de la muerte de sus padres. Te olvidas de mamá y de Raquel. Ni un solo día me olvido de ninguno de ellos, y me parece bien que todos conservemos su recuerdo, pero Adrián era muy niño y no quiero que viva obsesionado con lo que pasó. No vive obsesionado con lo que pasó, simplemente se pregunta cómo pudo pasar. Y es lógico que tenga curiosidad por saber algo de quienes le dejaron huérfano. Satisfacer su curiosidad no va a devolverle la vida a nadie, y a él se la puede amargar. Seguro que no. Solo es curiosidad. La tendría cualquier otro en sus mismas circunstancias. No sabes cómo me arrepiento de que haya ido sabiendo todo lo que pasó. Y tú tienes algo de culpa. Conocer no es malo, y recordar tampoco. Yo creo que nos hace más fuertes. Mi tía Gabriela no piensa así. Ella siente que los recuerdos la debilitan y por eso siempre que en la familia acabamos hablando de ello zanja la conversación diciendo que tiene que salir, que se ha olvidado algo. Y se da la vuelta, y se aleja, y se cree que no vemos cómo los ojos se le van anegando con un 12 Alcohol Maqueta.indd 12 23/09/14 12:28

7 caudal de lágrimas que brota muy lejos, en un verano que ella recuerda mucho mejor que todos los demás. 13 Alcohol Maqueta.indd 13 23/09/14 12:28