Parroquia Inmaculada Concepción de Belgrano. 08 de enero de 2014

Transcripción

1 Parroquia Inmaculada Concepción de Belgrano 08 de enero de 2014

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3 Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén-

4 María, Madre de Dios El primero de enero de cada año, inicio del año civil, celebramos la solemnidad de María Madre de Dios. A través de esta fiesta confiamos al cuidado de la Virgen el año que se inicia. Ese mismo día se recuerda la Jornada Mundial por la Paz. El misterio de la encarnación del Hijo de Dios es, como todo misterio, una realidad inabarcable. Nos introducimos en el misterio y meditamos lo que Dios nos trasmite y las implicancias que tiene para nuestra vida. La Iglesia lo ha hecho a través de la teología y de la liturgia. Ésta última es la que nos invita, en estos días del tiempo de Navidad, a contemplar más de cerca el misterio de Dios hecho hombre. El 25 de diciembre recordamos el nacimiento de Jesús en Belén. 9 meses antes, el 25 de marzo, celebramos la fiesta de la Anunciación del Ángel Gabriel a María, momento en que se produce la encarnación del Hijo de Dios. El 29 de diciembre contemplamos a la Sagrada Familia, ámbito en el cual Jesús fue criado e instruido, como todo hombre, en la fe. El 1 de enero celebramos la maternidad divina de María. Todas estas fiestas nos revelan diversos aspectos del misterio del Dios hecho hombre y del realismo que esta verdad de fe posee. El Concilio de Éfeso (425) definió esta verdad de fe en vistas a afirmar la doble naturaleza, divina y humana, de Jesucristo. Es una verdad intuida desde temprano por la Iglesia naciente y presente ya en el Nuevo Testamento (cf. Mt 1, ; Lc 1, 35; Gá 4, 4). Afirmar que Jesús es Dios es afirmar también que María, preservada de toda mancha, es Madre de Dios. Por ser su Madre, María merece nuestra veneración y reconocimiento. Su maternidad se extiende a todos nosotros, quienes hemos sido hechos hijos en el Hijo. En la cruz, Jesús nos da a María como nuestra madre en la persona de Juan (cf. Jn 19, 26-27). Así como cuidó de Jesús, también cuida de todos nosotros. Confiemos en María, Madre de Dios y Madre nuestra, quien siempre nos cuida y protege.

5 Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. La Oración del Señor: Padre Nuestro La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de bienes conformes a su voluntad. Es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones. Jesús nos enseña a orar no sólo con la oración del Padre nuestro, sino también cuando Él mismo ora. Así, además del contenido, nos enseña las disposiciones requeridas por una verdadera oración: la pureza del corazón, que busca el Reino y perdona a los enemigos; la confianza audaz y filial, que va más allá de lo que sentimos y comprendemos; la vigilancia, que protege al discípulo de la tentación. Nuestra oración es eficaz porque está unida mediante la fe a la oración de Jesús. En Él la oración cristiana se convierte en comunión de amor con el Padre; podemos presentar nuestras peticiones a Dios y ser escuchados: «Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado» (Jn 16, 24). Jesús nos enseñó esta insustituible oración cristiana, el Padre nuestro, un día en el que un discípulo, al verle orar, le rogó: «Maestro, enséñanos a orar» (Lc 11, 1). La tradición litúrgica de la Iglesia siempre ha usado el texto de San Mateo (6, 9-13). El Padre nuestro, situado en el centro del Sermón de la Montaña (Mt 5-7), recoge en forma de oración el contenido esencial del Evangelio y se le llama «Oración dominical», es decir «la oración del Señor», porque nos la enseñó el mismo Jesús, nuestro Señor. Continúa.

6 Para reflexionar... del Evangelio según San Lucas Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción. (Lucas 2,16-21).

7 Rezamos por la intención de Su Santidad para el mes de enero Para que se promueva un desarrollo económico auténtico, respetuoso de la dignidad de todas las personas y todos los pueblos.

8 Gesto a realizar... Este mes los invitamos a rezarle a María, Madre de los pobres, para pedirle que nos ayude a hacer carne nuestra caridad y poner bajo su cuidado maternal a nuestras hermanas y hermanos más pobres y excluidos. «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mateo 25, 40).

9 Nuestra Madre te espera cada día 8 en su casa