Letras Argentinas Borges Jorge Luis Castiñeira de Dios José María Marechal Leopoldo Pizarnik Alejandra Storni Alfonsina

Transcripción

1 PROGRAMA DE FORMACIÓN EN VALORES EN EL MERCOSUR Y LA UNASUR Letras Argentinas Borges Jorge Luis Castiñeira de Dios José María Marechal Leopoldo Pizarnik Alejandra Storni Alfonsina 1

2 El Programa de Formación en Valores propone esta temática como invitación a la lectura y al conocimiento de la obra escrita de destacados artistas argentinos. Homenajeamos a nuestros autores literarios en el camino promover la formación de los estudiantes como verdaderos ciudadanos de la cultura escrita, de la lectura en su más amplio vuelo literario y de la escritura como creación de nuevos mundos posibles, ambos derechos reconocidos de todos. El encuentro del alumno y sus docentes con estos escritores, puede ser la oportunidad para compartir un mundo simbólico entre pares e impulsar la producción, no solo literaria, ensayística y de investigación, sino también de otras producciones artísticas. Recordamos a Adolfo Bioy Casares cuando postula: creo que vale la pena leer porque los libros ocultan países maravillosos que ignoramos, contienen experiencias que no hemos vivido jamás. Uno es indudablemente más rico después de la lectura. Jorge Luis Borges Jorge Francisco Isidoro Luis Borges es uno de los escritores más destacados de la literatura de lengua española del siglo XX, cuya influencia ha sido inconmensurable. Creador de un nuevo continente literario entre América del Norte y del Sur, entre ellas y Europa, entre los mundos viejos y la modernidad, su extensa obra de mente universal abarca relatos breves, cuentos y poemas. Equilibra el mundo libresco e intelectual con argumentos bellamente narrados, simétricos y especulares, así como una prosa cargada de sentido. Creó un mundo fantástico, subjetivo y metafísico, con laberintos, espejos, juegos de ajedrez, historias de detectives, problemas filosóficos y mezcla de géneros "una parada intermedia entre un ensayo y una historia", al decir de su amigo y colaborador Adolfo Bioy Casares. Nacido el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires e hijo de un profesor, creció inmerso en la lectura. A sus seis años confesaría a sus padres su vocación de escritor. Su primera fábula se tituló La visera fatal y fue a los diez años cuando comenzó a publicar una maravillosa traducción al castellano de El príncipe feliz, de Oscar Wilde. Estudió en Ginebra y vivió un breve lapso de tiempo en España. De regreso en Argentina, hacia 1921, participó en la fundación de varias publicaciones literarias y filosóficas, como Prisma ( ), Proa ( ) y Martín Fierro. Firmó el primer manifiesto ultraísta argentino, y, tras un segundo viaje a Europa, realizó en 1923 su primer libro de versos: Fervor de Buenos Aires. Seguirán entonces numerosas publicaciones, algunos libros de poemas, y otros de ensayos, como Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos. En la década del treinta, fruto de una herida en la cabeza, comenzó a perder la visión hasta quedar completamente ciego. Junto a Adolfo Bioy Casares publicaron Antología de la literatura fantástica (1940). En 1944 publica Ficciones, que es considerado un hito en el relato corto, que representa perfectamente la obra borgiana. Ya ciego, desde los 55 años, llegó a ser Director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires ( ). A partir de 1955 fue profesor de Literatura inglesa en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Durante esos años, profundizó en los relatos breves por los que ha pasado a la historia. En 1949 publica El Aleph y en 1960 El hacedor. 2

3 En 1961, irrumpió en el escenario mundial cuando, en reconocimiento a sus excelentes logros literarios, le concedieron el Primer Premio Formentor que compartió con Samuel Beckett. Este premio impulsó la traducción al inglés de Ficciones y Laberintos, junto con un gran reconocimiento y fama. Muere en 1986 y, desde entonces, no ha dejado de ganar relevancia mundial. José María Castiñeira De Dios Nació en Ushuaia, provincia de Tierra del Fuego, el 30 de marzo de Su maestro e iniciador en el campo de las letras fue Leopoldo Marechal, a quien conoció al llegar a Buenos Aires a sus trece años de edad, iniciando un lazo de por vida. En su trayectoria literaria pueden destacarse la obtención del Primer Premio de Poesía en los Juegos Florales Nacionales de Bahía Blanca, en En 1942 alcanza el Primer Premio Municipal de Literatura de la Municipalidad de Buenos Aires por su primer libro de poesía Del Ímpetu Dichoso. Entre otras obras literarias reconocidas puede mencionarse a Testimonio Cristiano, Campo Sur y Del Amor para siempre. En 1984 fue distinguido con la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, la cual llegó a presidir. Presenta una intachable trayectoria como poeta, escritor, educador y como funcionario público, con una destacada intervención en el campo cultural. Es miembro de la Academia Argentina de Letras, miembro correspondiente de la Real Academia Española, de la Academia Nacional de Periodismo y de la Academia Sanmartiniana. Entre los cargos que ha ocupado se destacan el de Director General de Cultura de la Nación, Secretario de Estado de Cultura de la Nación, Director de la Biblioteca Nacional, Secretario de Estado de Prensa y Difusión. También ha sido presidente de la Comisión para la Educación y la Cultura de la OEA y vicepresidente de la Comisión Nacional Argentina de la UNESCO. En sus 96 años ha manifestado un intenso compromiso e interés por la actividad política, por el país y por los valores religiosos católicos.: "Tengo una cosa importante confiesa a sus 84 años: el alimentar la capacidad de asombro. Gracias a Dios, siento que siempre el día siguiente me va a deparar una circunstancia nueva que no he vivido." Leopoldo Marechal nació en Buenos Aires, en el barrio de Almagro el 11 de junio de Reconocido como poeta, dramaturgo, educador, novelista y ensayista, escribió una de las novelas más importantes de la literatura argentina, Adán Buenosayres, publicada en Decepcionado por el silencio que se creó en torno de esta obra, solo el juvenil Julio Cortázar se pronuncia en un artículo de la revista Realidad. Cuentan que en su niñez viajaba los veranos a casa de sus familiares en Maipú, localidad situada al sur de la provincia de Buenos Aires, en donde los amigos y familiares del lugar lo llamarían Buenosayres, nombre que adopta en esta novela. 3

4 En la década del 20 formó parte del movimiento vanguardista y de la generación que se nucleó alrededor de la revista Martín Fierro. Tuvo una primera etapa donde prevaleció la poesía, con obras como Los aguiluchos (1922) y Días como flechas (1926), Odas para el hombre y la mujer (1929). Con esta última obra obtiene el Premio Municipal de Poesía. Es éste un texto muy estimado por su equilibrio entre clásico y novedoso. En sus viajes por Europa hizo amistad con figuras notables como Pablo Picasso, Miguel de Unamuno, Antonio Berni, Víctor Pissarro y el escultor José Fioravanti, quien esculpió su busto en bronce. Participó en la redacción del diario El Mundo (1927) con Roberto Arlt y Roberto Ledesma, entre otros. En 1937 publica Cinco Poemas Australes y Laberinto de Amor a partir de los cuales es reconocido con el Tercer Premio Nacional de Poesía. Y en 1940 publica El Centauro y Sonetos a Sophia, ganando el Primer Premio Nacional de Poesía. En 1944 es invitado a colaborar en la Secretaría Nacional de Cultura y es designado Director General de Cultura. Comienzan a publicar sus poemas en antologías y volúmenes: La rosa en la balanza, El viaje de la primavera. (1945). Antígona Vélez fue estrenada en el Teatro Cervantes y obtuvo el Primero Premio Nacional de Teatro. Hacia 1965 se editada su segunda novela, titulada El Banquete de Severo Arcangelo y recibe el Premio Forti Glori. El valor estético de la obra de Leopoldo Marechal radica en el uso majestuoso del lenguaje. Ayudó a revalorizar al lunfardo. Utiliza con calidez el idioma de las calles de Buenos Aires, empleando palabras y estilos propios de nuestro pueblo, el habla coloquial de los argentinos. Muere el 26 de junio de Deja en la imprenta a su tercera novela Megafón o la guerra. Una importante cantidad de obras de teatro quedaron inéditas: El arquitecto del honor, El superhombre, Alijerandro, Mayo el seducido, Muerte y epitafio de Belona, Don Alas o la virtud, Un destino para Salomé, La parca, Estudio en Cíclope, Gregoria Funes, Polifemo, El Mesías, Tu vida en la balanza, El líder, La mona de oro. Estaba realizando una cuarta novela que se titularía El empresario del caos. Alejandra Pizarnik es sin lugar a dudas una de las poetas líricas y surrealistas más reconocidas de Argentina, voz representativa de los años sesenta, marcó intensamente a las futuras generaciones, abriendo una puerta a la trayectoria de las nuevas mujeres poetas. Oriunda del barrio de Avellaneda, nació un 29 de abril de 1936 y tuvo una infancia marcada por el asma y la tartamudez. Estudió pintura con Juan Battle Planas y Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires, también mostró interés por el psicoanálisis y el periodismo. Sus escritos giran en torno a temáticas como la infancia, la soledad, el dolor y, peculiarmente, la muerte. 4

5 La tierra más ajena (1955) fue su primer libro. Luego publica La última inocencia (1956) y Las aventuras perdidas (1958). Entre 1960 y 1964 vivió en París y conoció a Julio Cortázar y a Octavio Paz, entre otros. Estudió literatura francesa e historia de la religión en La Sorbona. Realizó importantes traducciones y publicaciones en diarios y revistas. De regreso en Buenos Aires publica sus poemarios más importantes: Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) o El infierno musical (1971). Obtuvo, en 1969, la beca Guggenheim, viajando a Nueva York. Escribió en prosa La condesa sangrienta (1971). El 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, se quitó la vida a raíz de una sobredosis que algunos han interpretado como un accidente, luego de salir con permiso del hospital psiquiátrico en el que estaba internada por padecer un cuadro depresivo. En 1975 se publica el libro El deseo de la palabra (1975), una selección de poemas y textos críticos. En la década de los ochenta la figura de Alejandra recibe una profunda revisión, que repercute en la reedición de textos y la escritura de antologías. Alfonsina Storni Martignoni fue una poetisa y escritora argentina muy reconocida. Nació en Suiza en 1892 y regresó a nuestro país a sus cuatro años de edad, a la provincia de San Juan, donde su familia residía en una situación económica desfavorable. Trabajó desde los diez años como mesera en el negocio familiar, luego consiguió trabajo como actriz en la compañía de Manuel Cordero, realizando giras teatrales y entrando en contacto desde los trece años con las mejores obras del teatro clásico y moderno. A los doce años escribe su primer poema en torno a la temática de la muerte. También ejerció la docencia y escribió la mayor parte de sus poesías y obras de teatro en este período. Entra en contacto con dos revistas literarias, Mundo Rosarino y Monos y Monadas, donde publica sus poemas. En 1911 se traslada a Buenos Aires. Su primer libro, La inquietud del rosal, es publicado con grandes dificultades económicas, en Luego aparece en Mundo Argentino un poema titulado Versos otoñales, donde sorprende su capacidad de mirarse por dentro. En 1918 publica El dulce daño y, en 1920, Languidez, con el que es reconocida con el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura. En 1925 publica Ocre, dando un giro por el cual se afianza en su poesía. Intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y tuvo una intensa participación en el gremialismo literario. En 1932, publicó Cimbelina y Polixene y la cocinerita. 5

6 En 1935 es operada de cáncer de mama y realiza una terapia muy dolorosa que no quiere continuar. Su temor a la muerte crece. En octubre de 1938 se suicida en el mar de la ciudad de Mar del Plata, arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres. Otras versiones dicen que se internó lentamente en el mar. Su cuerpo fue velado en esa ciudad balnearia y luego en Buenos Aires. Con bellas palabras, un mes después de su muerte, el Senado de la Nación rindió homenaje en las palabras del senador socialista Alfredo Palacios, quien dijo: Nuestro progreso material asombra a propios y extraños. Hemos construido urbes inmensas. Centenares de millones de cabezas de ganado pacen en la inmensurable planicie argentina, la más fecunda de la tierra; pero frecuentemente subordinamos los valores del espíritu a los valores utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear una atmósfera propicia donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta. 6