En la versión Reina Varela leemos Bienaventurados. Y en la versión Dios Habla Hoy se

Transcripción

1 El mundo anhela y desea tener felicidad. Todo lo que se hace en el mundo, todo lo que se mueve, todos los esfuerzos de muchos es simplemente procurar ser felices. La necesidad básica del hombre y el anhelo profundo de su corazón es el de ser feliz. Ninguna persona quiere tener una vida infeliz, ni sufrir, ni estar triste, ni tampoco llorar; todos queremos ser felices. La tristeza es una emoción negativa que carga nuestro corazón y nuestra alma, y no nos gusta. El concepto felicidad es un producto de primera necesidad. Lamentablemente, no se compra ni en el almacén, ni en la ferretería, ni en la farmacia. Todos los hombres, en cualquier parte del mundo, queremos y anhelamos ser feliz. Nosotros como cristianos no somos la excepción a la regla. Si tú estás triste le pides al Señor consuelo. Si estás enfermo le pides que te sane, que te quite los dolores, también que resuelva tus problemas Por qué? Porque tenemos un deseo y anhelo profundo de ser felices. El Señor también habló de la felicidad en Mateo 5, "las bienaventuranzas". Él describe el verdadero sentido de la felicidad y quiénes son los verdaderamente felices. Curiosamente, Cristo comienza hablando del reino de Dios y estableciendo muchos aspectos acerca de lo que es el gobierno, el reino de Dios en la vida de las personas, lo diferente que es este reino respecto de los valores del mundo y principia hablando de la felicidad. En la versión Reina Varela leemos Bienaventurados. Y en la versión Dios Habla Hoy se menciona como Dichosos. La palabra bienaventurado viene de buena ventura y que es, tener un buen destino, un buen futuro, es tener expectativa dichosa de un bienestar futuro. Cuando a alguna persona le decimos: Que te vaya bien. Le estamos diciendo: Bienaventurado. Bienaventurado significa dichoso, feliz, afortunado. Quiero enfatizar que la verdadera y real felicidad no está en las cosas de este mundo, en las que muchos de nosotros nos esforzamos, trabajamos, nos desgastamos, gastamos tiempo, esfuerzos, energía y dinero, en cosas que creemos que nos van a ser más felices y que en alguna medida, van a aportar a nuestro bienestar y felicidad. Muchas veces ocurre lo contrario. La verdadera felicidad no tiene que ver con cosas pasajeras, tiene que ver con lo eterno. 1 / 5

2 1. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5:2-3 RV60) Dichosos los pobres en espíritu... Qué concepto más extraño! Como he dicho otras veces el reino de Dios es una contracultura respecto de la cultura del mundo. Hoy por hoy miramos a los hombres que han alcanzado grandes logros, a los que tienen riqueza o poder, o ambas cosas juntas, que son exitosos en alguna área de su vida: pintores famosos, cantantes y decimos Cómo me gustaría haber sido como él. Qué feliz sería! Sin embargo, el Señor está hablando de los que son verdaderamente felices y no tiene nada que se iguale con las cosas de este mundo. Los pobres en espíritu son aquellos que no confían en sí mismos ni en sus propios recursos, y que reconocen su total y absoluta dependencia de Dios. No es sentirse pobre y no orar y no leer y no hacer nada de lo que debemos hacer. Ser pobres en espíritu es: no confiar en mis propios medios, no sentirme autosuficiente, no sentirme capaz. Ser pobre en espíritu es estar delante del Señor todos los días diciendo: Señor, si tú no estás conmigo yo no puedo hacer nada, porque soy completamente y totalmente inútil. Juan 15:4-5 Jesús está hablando y dice: Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí. "Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. (DHH) Nosotros separados de Cristo no podemos hacer nada. Así que los pobres de espíritu son aquellos que reconocen que Dios, que Cristo y solamente Cristo es suficiente y competente para todo y que sin Él estamos perdidos y nada podemos hacer. Felices los que reconocen su pobreza espiritual, su dependencia de Dios, de ellos es el reino de los cielos. Si tú crees que fuera de Cristo tienes alguna expectativa o esperanza de salvación estás equivocado. 2 / 5

3 2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. (Mateo 5:4 RV60) Esta frase no se refiere a si hacemos alguna cosa incorrecta o nos metemos en problemas y no sabemos como salir, entonces lloramos de impotencia. Esta frase se refiere a: - Los que lloran por causa del reino de Dios. - Los que lloran por su incapacidad de poder hacer lo que Dios les manda. - Los que oran y derraman su corazón delante de la presencia del Señor en lloro, en quebranto, en arrepentimiento por sus pecados. - Los que gimen por los que se pierden. - Los que derraman lágrimas por sus hijos, por sus esposos, por sus esposas, por sus parientes. - Los que lloran de angustias al ver que sus hijos se van al infierno. Isaías 61 declara que a los afligidos de Sión se les dé óleo de gozo y manto de alegría. Apocalipsis 7:17 señala que Dios mismo va a enjugar toda lágrima de los ojos de ellos. Apocalipsis 21 menciona que no va a ver más llanto, ni dolor, ni clamor porque Dios mismo va a enjugar las lágrimas de sus hijos. (RV60) 3. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. (Mateo 5:5 RV60) Los mansos son aquellas personas que se someten con gozo a la voluntad de Dios, los que la aceptan gozosamente aún cuando ésta sea contraria a sus intereses. Los mansos son los que han aprendido a ser guiados por el Espíritu de Dios en toda circunstancia. Un hombre manso es aquel que puede escuchar a Dios aún en la boca de un niño. Ser manso es estar sujeto, es estar sumiso delante del Señor en total rendición. Salmos 37:11 menciona: Pero los mansos heredarán la tierra Mateo 11:29 dice: aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón. (RV60) 3 / 5

4 La mansedumbre de Cristo se reflejó cuando estaba colgado en la cruz, sujeto por clavos; Él tenía todo el poder para bajar de esa cruz y destruir a todos sus enemigos, pero no lo hizo y se quedó allí hasta dar la vida por voluntad de su Padre. Se sujetó al Padre hasta la muerte. Eso es ser manso. Cuando van a apresar a Jesús en el huerto, Pedro saca la espada y le corta la oreja al siervo del centurión, Jesús le dice: Guarda tu espada, no sabes que si yo quisiera pediría al Padre y aquí aparecerían legiones de ángeles. (RV60) Jesús se sujetaba a su Padre hasta las últimas consecuencias. Esa es la característica de la mansedumbre; no es debilidad, no es falta de capacidad, es sumisión. Felices los mansos, los que se humillan y los que se dejan humillar por causa del reino de Dios. 4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (Mateo 5:6 RV60) A nosotros, en nuestra humanidad, nos gustaría recibir siempre lo que es justo. El hombre natural se rebela contra la injusticia. Lo que Jesús está diciendo tiene que ver con los que desean que el reino de Dios se establezca en sus vidas, en sus hogares, en sus familias, en sus barrios, en sus ciudades. Felices los que anhelan que la voluntad de Dios se cumpla en sus vidas. En Mateo 6:36 señala: Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia. Nuestra principal ocupación debe ser buscar el reino de Dios y su justicia; esto no tiene nada que ver con la justicia del hombre ni se refiere a clamar justicia por algo injusto que le hicieron en la pega, en la casa, en el vecindario, o en otro lugar. Esto tiene que ver con la justicia de Dios, con el reino de Dios, con el orden de Dios en nuestras vidas. Si Dios me da su justicia me va a condenar, me va a mandar al infierno y voy a estar separado de Él por la eternidad porque eso es lo que merezco por la justicia de Dios, tengamos cuidado con pedir a Dios: Hazme justicia. Puede ser contraproducente. Más bien pidamos misericordia. El reino de Dios es el que necesitamos desear y anhelar con todo nuestro corazón; su reino trae justicia, trae orden. El hacer lo que es justo no es pedir que me hagan 4 / 5

5 justicia. Recordemos que estas bienaventuranzas las dijo Jesús a sus discípulos, fue una enseñanza exclusiva para ellos, para nosotros que participamos del reino de Dios, para los que somos redimidos por la sangre del Cordero. Nosotros somos los verdaderamente felices, si estas características propias del Espíritu Santo están en nuestras vidas. (RV60) Reina Varela (DHH) Dios Habla Hoy. 5 / 5