ESCLAVOS O SIERVOS? Romanos 6:12-23

Transcripción

1 Bosquejo #15 ESCLAVOS O SIERVOS? 6:12-23 Ya hemos establecido que la santificación es el estado en el que se sitúa el creyente genuino frente a Dios luego de haber sido salvo. Es la condición de vida lograda por Jesucristo a través de su obra en la cruz del Calvario, que adquiere el creyente por gracia de Dios por medio del Espíritu Santo que opera en él. La santificación es un mandato dado a nosotros sin la cual nadie verá al Señor (He. 12:14), ya que 1 Pedro 1:15-16 nos dice: Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Esta no es una demanda que aparece solamente en el Nuevo Testamento, pues ya desde los tiempos de los patriarcas y principalmente en el tiempo de la ley, Dios demandó santidad para su pueblo, para la casta sacerdotal y para los elementos que servirían en el tabernáculo de reunión y luego en el templo, donde se hacían los sacrificios para Dios. En esta porción de la palabra se nos hace una petición. Es una petición genuina por el hecho de que si hemos sido redimidos de la esclavitud del pecado, se supone que ya no somos esclavos de él, sino que ahora, que fuimos comprados por precio, por la sangre de Jesucristo, debemos ser siervos a la disposición del Señor, sirviéndole para su gloria. Dios no concibe que en su reino habiten almas que estén en su contra. Él dijo: El que no es conmigo, contra mí es. Imagínese un rey con todos sus siervos en contra, esto es imposible. Por esto hoy haremos esta pregunta: En mi nuevo andar de vida, soy esclavo del pecado o soy siervo de la justicia para aquel que me compró? Hay dos amos: Dios y Satanás. O somos siervos de Dios y a él servimos o somos esclavos del pecado y por ende servimos al diablo. Así concluimos el mensaje anterior, dejando claro que todo creyente tiene que considerarse muerto al pecado y vivo para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Veamos la conclusión de esta primera sección de la obra de la santificación en el creyente bajo este planteamiento. I. EL ACTO DE PRESENTACIÓN II. NADIE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES III. LAS CONSECUENCIAS DE SERVIR A AMBOS SEÑORES

2 Iglesia de Convertidos a Cristo 2 I. EL ACTO DE PRESENTACIÓN (Ro. 6:12-14) A. FRENTE AL PECADO (v. 12, 13a) 1. Es natural que el pecado reine en el hombre pecador, ya que cuando la concupiscencia es atraída por el pecado, éste reina en nuestro cuerpo mortal, de manera absoluta. Aunque queramos, no podemos apartarnos de los deseos de la carne. Estos deseos son incontrolables para el hombre sin Dios. 2. Es natural también que un creyente haya establecido un nuevo reino en su alma, ya que nuestro viejo hombre fue (en pasado) crucificado juntamente con Cristo. (Ro. 6:6). Con el fin de poner fuera de uso el cuerpo de pecado, para que ya no sirvamos más al pecado. Es natural que ya el pecado no reine en nosotros luego que estamos en Cristo. 3. También es natural que si estamos sirviendo a Cristo no se nos ocurra presentar nuestros miembros al pecado, como instrumentos de iniquidad (v. 13a). Tenemos por miembros no sólo las partes visibles de nuestro ser, sino las que no se ven (mente, voluntad, corazón, etc.) El Instrumento de iniquidad es todo aquello que es útil para hacer injusticias y maldades. B. FRENTE A DIOS 1. Esta presentación tiene que ser voluntaria: Presentaos vosotros mismos a Dios (v. 13b). Dios no ha de obligar a nadie a servirle sino que deja claro en su palabra, la petición por medio de la cual el creyente entenderá su responsabilidad de presentarse delante de Dios para ofrecer sus miembros a su servicio. 2. Esta presentación se expresa en (Ro. 12:1) como una presentación de carácter vital. Sacrificio vivo, santo, como lo hizo Dios para nosotros. Así que, como vivos de entre los muertos hemos de presentarnos frente a él. Podemos preguntarnos: Para qué Dios quiere muertos? Para nada, él quiere vivos de entre los muertos, los cuales viven por su obra vivificadora, aquellos que han muerto al pecado.

3 Iglesia de Convertidos a Cristo 3 3. Esta presentación debe estar acompañada de una disposición de servicio para su gloria, en la cual estemos dispuestos a que no solamente nuestro deseo, sino que también nuestros miembros sean puestos al servicio íntegro de su obra. Como dice el apóstol Pablo en el (v. 13) vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Hermanos, ya el pecado no es nuestro señor o amo. C. LA CAPACIDAD RECIBIDA POR LA GRACIA DE DIOS 1. El apóstol Pablo declara como conclusión de esta sección: Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia (v. 14). Lo que nos indica que nosotros hemos recibido de Dios en este nuevo pacto de gracia, la capacidad para no estar sujeto al señorío del pecado que por medio de la ley nos condena a la muerte. 2. Por el contrario nos plantea que nosotros ahora estamos bajo la gracia de Dios y por tanto con la capacidad de no permitir, por el poder de su fuerza, que el pecado reine y se enseñoree de nosotros. Esto es algo maravilloso, si todos lo aceptamos como regalo de Dios. 3. Es evidente que esta oferta no es para todos los hombres, sino solamente para los que están amparados por el pacto de la gracia a través de la sangre de Jesucristo derramada en la cruz del Calvario, de otra manera no hay capacidad en contra del pecado. II. NADIE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES (Ro. 6:15-20) A. LA INCOMPATIBILIDAD DE DOS AMOS (vv. 15, 16) 1. Aquí sale nuevamente el argumento del judío, cuando oye lo que se ha dicho en cuanto al hecho de estar bajo la gracia, entonces dice: Qué, pues? Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. Mire, hermano, no puedo decir que me he convertido a Cristo si no estoy dispuesto a poner mis miembros a su servicio. Y más cuando el Señor nunca ha ocultado el costo de seguirle. El kurios = señor antes no podía hacer que le sirviéramos,

4 Iglesia de Convertidos a Cristo 4 estaba fuera de los derechos civiles, por tanto no podía gobernar en la vida de aquellos que estaban al servicio del pecado. 2. Ya el mismo Señor Jesucristo lo había declarado en el Sermón del Monte, cuando dijo en Mateo 6:24 - Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. Lo que nos indica claramente la incompatibilidad que existe cuando pretendemos tener a dos amos de deseos antagónicos para servirle. 3. Está claro que el Señor, no admite competencia alguna en cuanto a nuestro servicio, note lo que nos dice él (v. 16): No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? B. LAS EXIGENCIAS DE NUESTRO SEÑOR SI ALGUNO QUIERE VENIR EN POS DE MÍ (Mt. 8:34-38) 1. Niéguese a sí mismo, Jesús requiere que cada siervo de él se proponga a abandonar su YO, su afán y su pecado, con el propósito de que le sirvamos con todo lo que tenemos, que todos nuestros miembros estén incondicionalmente a su servicio, no haciendo lo que queramos, sino lo que él quiere. 2. Tome su cruz cada día, la misma de la cual el Señor fue participante: Obediencia al Padre (Jn. 17:4-6). La idea es que cada día nosotros, podamos glorificar al Dios de los cielos, con nuestros pensamientos, con nuestro hablar, con nuestro andar y que su nombre sea exaltado por medio de nuestro servicio a él. 3. Y sígame, esta demanda requiere que estemos cada día en los pasos del Señor, que no nos separemos ni a diestra, ni a siniestra, que tengamos fija la meta del supremo llamamiento en Cristo Jesús y que nuestro problema sea ir donde él va.

5 Iglesia de Convertidos a Cristo 5 C. SANTIFICACIÓN Y NADA MÁS (v ) 1. El apóstol Pablo da gracias a Dios por la obediencia que de corazón, tuvieron los a la doctrina en que fueron enseñados al ser predicados bajo las bases del evangelio de Jesucristo, al demandarles la muerte al pecado y la entrega sin reservas al servicio del Señor (v. 17) 2. Les recordó que siendo liberados del pecado vinieron a ser siervos de la justicia, de manera tal que ellos tuvieron el privilegio de experimentar lo que era servir al Señor y apartarse del pecado que los asediaba y los esclavizaba (v. 18). 3. El apóstol Pablo hace un llamado a que con la misma intensidad que servimos al pecado, ahora sirvamos a Dios. Es una realidad que si los cristianos predicáramos con la misma intensidad con que antes pecábamos, este mundo explotaría. Por tanto, ahora, para santificación, presentad vuestros miembros para servir a la justicia (vv. 19, 20). Veamos entonces: III. LAS CONSECUENCIAS DE SERVIR A AMBOS SEÑORES (Ro. 6:21-23) A. LA PAGA AL PECADO COMO AMO (v. 21) 1. El apóstol Pablo nos está llevando a hacer un análisis en cuanto al fruto de las dos experiencias que hemos tenido, primeramente sirviendo al pecado y luego sirviendo a la justicia. Comienza primero a cuestionar sobre el fruto de nuestra vida de pecado, de lo cual ahora nos avergonzamos y de la cual sólo cosechamos la muerte. 2. El fruto de una vida que sirve al pecado es muerte y todo aquel que lleva una vida activa de pecado, lo que llamamos practicar el pecado, no podrá nunca obtener otra cosa que no sea muerte y destrucción, pues esto es lo que el pecado paga. 3. Debemos recordar las palabras de Santiago 1:13-15 cuando dice: Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni

6 Iglesia de Convertidos a Cristo 6 él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. B. LA PAGA A LA JUSTICIA COMO AMO (v. 22) 1. Aquí tenemos la contraparte del fruto anterior, ahora el apóstol Pablo nos habla de la libertad del pecado a la cual fuimos llamados y nos lleva a analizar el fruto de la forma de vida a que nos llamó Dios, entendiendo que él nos llamó a santificación. 2. Ahora habéis sido libres del pecado y hechos siervos para Dios. El fruto de ser siervos de la justicia ha sido la santificación y el fin, la vida eterna. Veamos lo que nos dice el (v. 22): Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. 3. Esto nos asegura que el fruto y el fin de ser siervos al servicio del Señor, conforme a su justicia traen más beneficios que ser esclavos del pecado, aún más cuando entendemos que para el pecado somos esclavos y para Dios siervos voluntarios. Pensemos y tomemos una decisión. C. UNA CONCLUSIÓN SIGNIFICATIVA (v. 23) 1. El apóstol Pablo hace una conclusión magnífica cuando establece en este versículo 23 el contraste, en cuanto al beneficio que el hombre tendrá de ambos amos. Este verso declara: Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. 2. Todo aquel que ha entendido este verso tendrá que aceptar que al primer amo le servimos y obtuvimos de él una paga, la muerte, por el servicio que le prestamos, aceptando además que fuimos sus esclavos y que no pudimos por sí solos liberarnos de su esclavitud.

7 Iglesia de Convertidos a Cristo 7 3. Por otro lado, hemos comprendido que por la gracia de Dios, recibimos la libertad de la esclavitud del pecado, la vida eterna, por tanto tenemos una deuda con él, lo que nos debe llevar por medio de nuestro servicio, a agradecerle su obra de redención; pues sabemos que no podemos pagarle. Lo que nos dio fue de regalo. Nada podremos hacer para pagar por esta gracia. Creo que este es el amo más maravilloso que podamos haber imaginado. CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN: Quién no anhelará abandonar el pecado con esta recompensa? Además de conocer el gran Amo y Señor que tenemos, el cual nos defiende y nos consuela aparte de habernos libertado de la esclavitud del diablo, ahora nos da la capacidad para disfrutar de los beneficios que tiene el Hijo que queda en la casa, aún cuando somos siervos de él. Es importante pensar que por servir al amo pecado, tuvimos que sufrir la muerte y que por servir ahora a este Amo y Señor maravilloso, fuimos librados de esa horrible pena, además de que tenemos asegurado un lugar en los cielos para gozarnos por la eternidad con nuestro Dios, Amo y Señor de todos los que han muerto al pecado y han tomado la decisión de servirle a él.