Nuestro catedrático D. Julián Bernal no recibió clases de Química

Transcripción

1 La Farmacia «Castejón», historia viva de Zaragoza Ramón BLANCO N OGUÉS Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza Las treinta farmacias zaragozanas a finales del siglo XIX: Bayod Casas Ruesta Puig Roncalés Ruíz Laso Górriz Ríos Hermanos Andrés Martín Pueyo Izquierdo Casaña Constancio Miguel Faci Vda. de Heredia Sala Lahuerta Bosqued Sucesor de Dosset Sesé Calvo Lecea Corbella Carlos Navarro Tomás Sánchez Sánchez Rojas Armisén Bueno Conrado Hernández Adriano Hernández «Quien no amó nunca no ha vivido jamás» John Gay ( ) Poeta inglés. Nuestro catedrático D. Julián Bernal no recibió clases de Química en una rebotica como el famoso investigador Ramón y Cajal, pero su vida siempre estará unida a la historia de la farmacia de Zaragoza. En 1940, año de invención del microscopio electrónico y de la síntesis de la vitamina C, Julián casará con la farmacéutica Enriqueta Castejón, propietaria de una de las farmacias más antiguas y emblemáticas de Zaragoza, la Farmacia «Castejón». Establecida en el número 6 de Paseo Independencia esquina con Cinco de Marzo, la Farmacia «Castejón» es, hoy, un reflejo de la figura y personalidad de su propietaria, Enriqueta Castejón. En 1885, arranca la historia de esta mítica farmacia, fundada por el Dr. Lahuerta y que todavía hoy conserva el botamen original el mismo año en que muere el Rey Alfonso XII. Un siglo después, su estructura y la disposición de los escaparates no se han visto afectados por la llegada del nuevo milenio. A finales del siglo XIX eran una treintena las farmacias establecidas en Zaragoza, concentrándose en la zona que hoy conocemos como centro histórico, principalmente en las proximidades de la Plaza del Mercado, a lo largo de Coso y en las calles Don Jaime y Alfonso. Nos encontramos ante un contexto no demasiado bueno para el colectivo farmacéutico; Irrumpen los medicamentos fabricados industrialmente, con envases coloridos y vistosa publicidad que pronto captan la atención de los médicos prescriptores y de los pacientes consumidores. Esta nueva situación limita la tarea del farmacéutico al acto de la dispensación y su consejo profesional. El Dr. Lahuerta traspasa la Farmacia al farmacéutico Pastor, que a su vez hará lo propio al farmacéutico Jesús Puértolas. 97

2 Homenaje al Dr. Bernal Es significativo de la situación farmacéutica de estos años, que el hijo de Pastor rechace continuar con la farmacia de su padre y decida montar una droguería-perfumería: En 1919 se aprueba el Reglamento para la elaboración y venta de especialidades farmacéuticas que recoge un polémico artículo que dispone que la venta de dichas especialidades se efectuaría en Oficinas de Farmacia si se precisaba receta y en farmacias, droguerías y centros especializados si no era necesaria dicha receta. Desde el principio, los farmacéuticos consideraron que dicha norma significaba intrusismo profesional por parte de drogueros y almacenistas. Comenzaba una dura pugna para conseguir la suspensión del polémico artículo, al considerar que todas las especialidades farmacéuticas debían dispensarse exclusivamente en las Oficinas de Farmacia. Una lucha que culminaría en el año 1931 a favor de los farmacéuticos, con la derogación del artículo. Además de la aprobación del polémico reglamento, el año 1919 introdujo más novedades legislativas que marcarían el futuro de la profesión farmacéutica: Se aprueba el Reglamento para la elaboración de sueros y vacunas, exigiéndose para ello laboratorios autorizados por Sanidad, bajo la dirección técnica de un facultativo farmacéutico, médico o veterinario. El padre de Enriqueta, José María Castejón, adquiere la Farmacia en abril de 1928, año en que ven la luz el famoso «Bolero» de Ravel y el «Romancero gitano» de García Lorca. Adquiere la Farmacia con su amigo Antonio Faulón, a quien conoció cuando ambos estudiaban Farmacia en la Facultad de Santiago de Compostela. Después de un primer año, trabajando mucho y vendiendo poco, el socio de Castejón, decide vender su parte. Aunque ahora parece imposible, en aquellos años nadie hizo oferta alguna al padre de Enriqueta, así que finalmente José María Castejón compra la parte de su amigo quedando así como propietario único. Poco a poco la ciudad de Zaragoza se fue animando, estando marcada su evolución en el siglo XX por profundas transformaciones sociales y económicas que van a incidir en un rápido crecimiento demográfico y su expansión territorial. Es en estos año cuando Zaragoza comienza a superar su tradicional fisonomía agrícola mediante la instalación de un creciente tejido industrial. Estos cambios inciden también en el urbanismo de la ciudad. Desde los escaparates de la farmacia Castejón, Enriqueta observaba como el Paseo de la Independencia, con su anden central y los tranvías laterales, se convertía en el corazón de Zaragoza. Y mientras Zaragoza vive esta explosión imparable de transformaciones, la Farmacia «Castejón» también despegaba. No falta el trabajo en la rebotica con la confección de numerosas fórmulas magistrales: jarabes para la tos, polvos neutralizantes para el estómago, pomadas, inyecciones esterilizadas, píldoras, lociones para la piel y el pelo... todo envuelto en las famosas «papeletas». Unos rápidos y eficaces envoltorios que Enriqueta aprendió de manos de su «tato» Pascual Fleta Lahoz, fiel encargado de la Farmacia «Castejón» durante toda su vida y que fue distinguido con la Medalla del Trabajo. Carnet profesional de don José María Castejón. 98

3 DOCTORI BERNAL AMICORUM LIBER Farmacia Lahuerta, antecesora de la farmacia Castejón. José María Castejón Palacios nace en Castejón de Monegros (Huesca) el 9 de mayo de 1885, año de una gran epidemia de cólera en España. Hijo menor de D. Gerardo y Dª Joaquina, como benjamín no herada las tierras ni la casa familiar, que correspondía al hijo mayor. Como compensación José María Castejón pudo estudiar farmacia en Santiago de Compostela y fue nombrado Inspector en Farmacia el 21 de diciembre de Años antes, el 2 de mayo de 1918, se inscribe como colegiado en el Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza. Fue siempre un hombre muy vinculado al Colegio en unos años muy difíciles para la profesión. En el libro Un Siglo del Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza, Ignacio Andrés recoge el paso de José María por la presidencia del Colegio: «A comienzos de 1938 se convoca una Junta Extraordinaria, concretamente el 2 de enero, donde como primera re- José María Castejón Palacios y su hija Enriqueta Castejón. 99

4 Homenaje al Dr. Bernal solución, se nombraba a Fernando Ríos presidente honorario del Colegio. A continuación se pasaba a la elección de los cargos que se tenían que renovar para formar una nueva junta. Los puestos de la Junta que se renovaron fueron e de presidente, para el que se eligió a José María Castejón Palacios, Antonio Clavería Roche como Vocal 2º, el puesto de secretario recayó en Federico Ansuátegui Alday y, por último, como contador se nombró a Julián Faci. Sin embargo, en la primera Junta de Gobierno que se celebró el día 11 de febrero, se leyó un oficio del recién creado Consejo General de Farmacéuticos donde se notificaba el acuerdo del propio Consejo por el que no podían modificar las Juntas de Gobierno de los Colegios, debiendo quedar constituidas por los mismos miembros que actuaban el día 31 de diciembre del año En estas circunstancias, fueron llamados los miembros de la Junta de Gobierno anterior a los que se les comunicó el citado acuerdo del Consejo, continuando Fernando Ríos Ríos en el puesto de presidente». Aunque Enriqueta se trasladó a Valladolid tras la guerra civil, recuerda que fueron unos años difíciles para la Farmacia, con grandes carencias en todo lo relacionado con el sistema sanitario. A pesar de la excepcional y caótica situación, la Farmacia en Zaragoza recobraba poco a poco la «normalidad». Aunque es muy llamativo, como recoge Jesús Maorad en el libro «Un siglo del Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza», la ausencia total de participación de las Farmacias representadas por el Colegio de Farmacéuticos en el proyecto de implantación del Seguro Obligatorio de Enfermedad, que desde entonces tanto iba a afectar a la profesión farmacéutica. Otro año trascendental para la farmacia española sería 1944 pues se promulgó la Ley de Bases de Sanidad Nacional - que fundamenta la organización farmacéutica-, con las figuras de la Inspección General y Provincial de Farmacia y la creación del Instituto Nacional de Farmacobiología. Fueron años de escasez y precariedad económica y también años de inseguridad ciudadana. Eran habituales los atracos a mano armada a las Farmacias en servicio de guardia, por lo que se decide que presten este servicio a puerta cerrada, limitándose si así lo desean, a dispensar recetas de urgencia y exigiendo en todo caso que el cliente vaya acompañado de un vigilante o guardia. En los años 50, la Farmacia «Castejón» recibe un duro golpe con la muerte en 1952 de José María Castejón. En Un siglo del Colegio De Farmacéuticos de Zaragoza, Jesús Maorad dice: «La Junta de Gobierno, el día 6 de noviembre de 1952, por primera vez queda reunida en los nuevos locales de Calvo Sotelo, 34, después de tres años de espera, presentándose un boceto de programa de actos para la sesión de inauguración oficial. El mismo día la Junta muestra su sentimiento por la muerte del que fue presidente del Colegio D. José Mª Castejón Palacios». Tras la muerte de su padre Enriqueta es la única propietaria. Reconocimiento del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Zaragoza a Doña Enriqueta Castejón en el acto y entrega del Galardón «Dar Vida a los años», otorgado por el Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza. «Es para mi un honor estar junto a Doña Enriqueta en la entrega de los galardones «Dar vida a los años» para reconocer y valorar la huella de una personalidad como la premiada, porque supone un reto y un ejemplo a seguir para generaciones venideras. En el Colegio de Farmacéuticos nos ha producido una gran satisfacción ver como desde la Concejalía del Mayor del Ayuntamiento de Zaragoza, se premia y reconoce la trayectoria de una farmacéutica ejemplar e intachable como Enriqueta Castejón. Una farmacéutica que día tras día, año tras año ha dedicado todos su esfuerzo y su saber en beneficio de la salud de los ciudadanos. Una compañera que enaltece la profesión farmacéutica. Una boticaria que nos pone el listón muy alto al resto de farmacéuticos, para que la sociedad nos siga valorando como profesionales de la salud. Es por ello, que la consideramos merecedora de este prestigioso galardón. Es para mí un honor y un orgullo acompañar, en este día tan especial a mi querida amiga Enriqueta porque puedo asegurar que es una personalidad indiscutible de la Historia de la Farmacia. Su padre, Don José María Castejón, un apasionado de la profesión, le supo transmitir a su 100

5 DOCTORI BERNAL AMICORUM LIBER hija Enriqueta toso su saber y sobre todo un amor incondicional a la profesión de boticaria. Ella ha sabido mantenerlo y cultivarlo. Todo un merito. Toda una vida entregada a la farmacia que le ha valido numerosos reconocimientos y homenajes. Lleva 64 años promoviendo la salud desde su Oficina de Farmacia, la ya mítica Farmacia del Paseo Independencia de Zaragoza. Y, además, puedo corroborar, que cuenta con una rebotica entrañable; en la que siempre nos recibe con los brazos abiertos para hablar sobre cualquier cuestión relacionada con la profesión, bien sea de temas de actualidad o de futuro, de formación continuada, de informática, etc. En fin auténticas Tertulias de Rebotica, como las de antaño. Y siempre derrochando simpatía y optimismo. Pero a pesar de los numerosos reconocimientos y homenajes recibidos, estoy seguro que para Enriqueta otro GRAN Premio es seguir al frente de su Farmacia con la misma vocación, ahínco y responsabilidad que en los primeros años de su carrera. Y estoy seguro que siempre contará con el apoyo incondicional de todos sus amigos, que somos todos. Gracias Enriqueta, por tu dedicación a la botica. Felicidades Enriqueta por tu dedicación a botica. Felicidades. Juan Carlos Gimeno Barranco. Vicepresidente del COFZ. Durante estos años las farmacias de Zaragoza comienzan un debate sobre deontología profesional. Finalmente sale adelante un sistema de inspección corporativo que cuenta con inspectores del Colegio de farmacéuticos de Zaragoza e incluso en ocasiones se llamó a los inspectores del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Se inspeccionaron, se expedientaron y sancionaron a varias farmacias para dignificar la profesión farmacéutica. Una dignidad y prestigio que envuelve finalmente a la farmacia aragonesa en 1971, de la mano del farmacéutico Ricardo García Gil. Un nuevo brote de cólera sacudió la provincia de Zaragoza en el verano de 1971, causando una grave epidemia. García Gil en su laboratorio de la Farmacia de Épila descubrió que las muestras de agua que había tomado en el Río Jalón contenían colimetrías muy altas y de inmediato lo comunicó a la Inspección de Farmacia. Una rápida y certera actuación que salvó muchas vidas. «Un hito en el tratamiento de esta epidemia y un referente para todos los farmacéuticos», así recuerda Enriqueta Castejón la labor del boticario García Gil. Más de 64 años detrás del mostrador de su farmacia, convierten a Enriqueta Castejón en un fiel testigo de la evolución de la farmacia en la ciudad de Zaragoza. Nació en Azuara (Zaragoza) el 26 de agosto de 1916, año de la primera expedición a la Patagonia y de la aplicación de la primera inyección intravenosa. Será Enriqueta hija única de José María Castejón Palacios y Enriqueta Anadón Palacios, trasladándose la familia entera a Zaragoza con tan sólo dos años. Allí la Farmacia de su padre se convertiría en el decorado de toda una vida en el ámbito humano y profesional. Enriqueta lleva la Farmacia en la sangre: Desde niña su padre la acercó al ámbito de las ciencias regalándole libros sobre la famosa científica Marie Curie. Dice Enriqueta, que de su padre, José María Castejón, heredó sus conocimientos y un amor incondicional a la profesión de boticario. Para poder hacer realidad su vocación, Enriqueta se matriculó en 1932, año de inauguración del nuevo Instituto Cajal, en la Carrera de Ciencias Químicas en la antigua Universidad de Ciencias de Zaragoza y durante el verano aprovechaba para estudiar Farmacia en Madrid, carreras que finalizó con unas notas brillantes. A los 24 años de edad se colocó detrás del mostrador de la Farmacia paterna, lugar en el que permanecería hasta los 80 años. Tampoco entonces abandonó su Farmacia «Castejón»; digamos que cambió de escenario: se mudó a la rebotica, donde hoy continúa, pegada a su ordenador y controlando que su Farmacia siga promocionando la salud como el primer día. A lo largo de su vida, Enriqueta Castejón, Doña Enriqueta, ha recibido muchos homenajes y reconocimientos pero recuerda con especial emoción uno de ellos: el premio «Colegiada de Honor» que le otorgó el Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza en 1992, después de más de 50 años de colegiación. Recientemente ha recibido el premio «Dar Vida a los Años». Galardón que concede el Ayuntamiento de Zaragoza, a través de la Conce- 101

6 Homenaje al Dr. Bernal Doña Enriqueta ante el escaparate de su farmacia. Doña Enriqueta en el «patio de operaciones» de su establecimiento. Doña Enriqueta, en la rebotica con la doctora Roca. jalía del Mayor. Un emotivo reconocimiento a toda una vida dedicada a la farmacia. Con esta iniciativa también se quiere valorar el ejemplo de personas mayores que, como Enriqueta Castejón, siguen desarrollando en la madurez de su vida una importante actividad social. 102