ADORANDO EN EL DESIERTO

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José Carlos Lozano Lagos
hace 6 años
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1 ADORANDO EN EL DESIERTO INTRODUCCIÓN La adoración es un sublime acto de rendición del ser ante el reconocimiento de la divinidad única de Dios. Ciertamente Dios es el único digno de adorar y la adoración para Él, debe serle rendida, no importa en que circunstancias nos encontremos, sean estas para nosotros buenas o malas. El desierto es una proyección de duras condiciones espirituales, y es precisamente en el desierto donde los adoradores se ejercitan para tener esa relación con Dios, luego de lo cual vienen grandes bendiciones. DESARROLLO Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo, y la gloria de ellos; y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras. Entonces Jesús le dijo: Vete Satanás! Porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí, ángeles vinieron y le servían. Mt 4:8-11 El Padre busca adoradores: La adoración es un acto sublime de culto y reconocimiento de la divinidad, manifestado en los cielos y en la tierra. El Padre busca a sus adoradores en la dimensión terrena y el diablo también busca adoradores y los tendrá, personalizados en todos aquellos moradores de la tierra, cuyos nombres no están escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad. Jn 4:23-24 En los tiempos finales, la bestia hará grandes cosas y tendrá adoradores, pero ninguno con la marca del cordero. La diferencia estriba en que el Padre redimió a sus adoradores, con la sangre de Cristo Jesús nos rescató. El diablo en el desierto buscaba que Jesús le adorara y se lo quiso cambiar por cosas materiales, de la misma manera buscará hoy día que le adoremos buscando cualquier tipo de intercambio. 1

2 Solo Dios es digno de adorar: Sólo Dios es digno de ser alabado y El mismo lo reitera como un mandato en labios del Señor Jesús. En el libro de Apocalipsis aparece un grupo de hermanos que cantan un cántico nuevo delante del trono, de los ancianos y de los cuatro vivientes y nadie puede aprender ese cántico sino ellos. Sus voces son como muchas aguas, como sonido de arpistas. Están marcados en la frente con el Nombre del Cordero y el de Su Padre. Algunos rasgos sobresalientes de estos personajes es que son vírgenes, o sea consagrados, y en su boca no fue hallada mentira. Y oí una voz del cielo, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como el sonido de arpistas tocando sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra. Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son castos. Estos son los que siguen al Cordero a dondequiera que va. Estos han sido comprados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. En su boca no fue hallado engaño; están sin mancha. Y vi volar en medio del cielo a otro ángel que tenía un evangelio eterno para anunciarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Y le siguió otro ángel, el segundo, diciendo: Cayó, cayó la gran Babilonia!; la que ha hecho beber a todas las naciones del vino de la pasión de su inmoralidad. Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe una marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero. Ap 14:2-10 Notemos el canto de los tres ángeles: El primero, el evangelio eterno: La adoración para Dios. Consiste en adorar, no un avivamiento emocional y externo, sino adorar a Dios con nuestra vida, temerle, darle gloria y adorarlo. El que adora, con su adoración guerrea y vence al diablo. Dios es el único digno de adorar, solo a El debemos rendir nuestra adoración. El segundo, la caída de Babilonia: Junto con sus seguidores, la gran ciudad que había hecho caer y beber a muchos del vino de sus fornicaciones. Babilonia con sus unciones, las cuales proyectan una falsa devoción para Dios, puede en un momento dado, ejercer algún tipo de influencia en los verdaderos adoradores, tratando de alejarlos de la verdadera adoración. Dios advierte en contra de ello, pues Babilonia y sus seguidores deben caer bajo la ira de Dios. El tercero, la ira de Dios: Sobre los adoradores de la bestia, marcados por ella, los cuales beberán de la copa del furor de la ira de Dios. Aquellos que no adoren a Dios y no tengan la 2

3 marca del Cordero y de su Padre, adorarán a la bestia. Entonces Dios hará caer sobre ellos todo su furor y los condenará a sufrir eternamente. El orden del canto de los ángeles ilustra la importancia de ser un verdadero adorador de Dios y a la vez advierte de los juicios venideros sobre los que hacen lo contrario. El guerrero es primero un adorador: El guerrero debe ser, en primer lugar, un adorador para poder vencer. Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales alabando y diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace. Lc 2:13-14 Los ángeles que bajaron en Belén eran guerreros, proclamaron Gloria a Dios en los Cielos y en la tierra paz a los hombres en los que el Señor se complace. De allí que podamos afirmar que cuando Dios se complace en la adoración, descenderá sobre el altar del adorador, la paz de Dios. Himnos y paz en lugar de armas: En el caso de las huestes celestiales que se unieron para la adoración de Jesús recién nacido en Belén, notamos que no portaban armas, sino alabanzas para Dios y anuncio de paz para los hombres. Ángeles guerreros anunciaron al Mesías. En lugar de bajar con armas, bajaron cantando paz, a esa dimensión nos introduce la adoración. Pagando el precio para adorar: En la figura del éxodo israelita, el Señor nos muestra el precio de la adoración. Ellos debían salir de Egipto y caminar durante tres días. Y ellos escucharán tu voz; y tu irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto y le diréis: El Señor, el Dios de los hebreos, nos ha salido al encuentro. Ahora pues, permite que vayamos tres días de camino al desierto para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. Ex 3:18 Notemos aquí que: La adoración se manifiesta cuando el Padre nos encuentra: Jehová había encontrado a los israelitas y por ello debían ir al desierto y adorarle, y en nosotros se cumple esa figura. Cuando alguien es encontrado y salvo por Cristo, su primera reacción es adorarle. El precio para nuestra adoración lo pagó Cristo Jesús en la cruz. 3

4 Debían salir de Egipto: Figura del abandono de las cosas del mundo que se requiere, para brindar una verdadera adoración para Dios. Caminar tres días en el desierto: Proyección del esfuerzo y lucha que requiere la adoración para Dios, la cual debe ser mediante nuestra propia vida, muchas veces aún bajo duras condiciones cotidianas. El desierto prepara al adorador: El desierto proyecta arenas que dificultan el caminar, sol que quema, sed, carencia de agua, distracciones y una vida dura. De allí que figura momentos de prueba y bajo esas condiciones el pueblo de Israel debía adorar a Dios, lo cual sería seguramente dificultoso, porque en condiciones favorables y de relativo bienestar es fácil adorar. De allí que en el desierto es donde se manifiesta el verdadero adorador, en medio de las dificultades. El Padre es quien pone las circunstancias donde le debemos adorar y no nosotros. Notemos que: Dios los estaba preparando: Ellos recordaban que en Egipto tenían tumbas, ajos, cebollas; porque aún no tenían el alcance espiritual para entender que Dios estaba preparando adoradores en el desierto, para que al llegar a Canaán adoraran allí también. En el desierto se adora no por estar bien, sino porque Dios nos mantiene. Cuesta adorar, pero hay que guerrear: A Moisés le tuvieron que levantar sus brazos, entre dos, figura de Cristo y el Espíritu Santo. En el desierto se adora a Dios por lo que Él es: No por las circunstancias de cada quien. En los momentos más difíciles se pueden levantar las manos para adorar. La adoración es como una muralla a nuestro alrededor, protege al alma, encerrándola en una ciudad amurallada. CONCLUSIÓN Sólo Dios es digno de adorar y el Padre busca sus adoradores, los cuales están marcados y deben adorarle en el Espíritu y en la Verdad, que es Cristo Jesús. El guerrero debe ser primero un adorador de Dios, el que adora a Dios ya está guerreando. La adoración, himnos, alabanzas para Dios y la paz que generan, son poderosas armas para liberar, derribar murallas y aniquilar enemigos espirituales. Jesús pagó el precio por lo que ahora podemos adorar, sin embargo, debemos esforzarnos en la adoración para Dios, especialmente cuando nos encontramos en problemas, pues el 4

5 verdadero adorador se ejercita en el desierto, donde la adoración es genuina porque adoramos al Padre por quien es. 5

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