ESTUDIO DE 1ª DE JUAN Por: Rubén Álvarez Los nacidos de Dios

Transcripción

1 ESTUDIO DE 1ª DE JUAN Por: Rubén Álvarez Los nacidos de Dios Introducción 1 Juan 3: 4 Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. 5 Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. 6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 7 Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios Hemos visto el gran amor del Padre, que nos ha hecho Sus hijos. Podemos confiar plenamente en Su amor, arraigarnos, cimentarnos en Su amor. Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, decían los versículos previos, pero cuando Jesús se manifieste entonces seremos como Él. Aún vivimos en este cuerpo de muerte, cuerpo que se deteriora, y que es corruptible. Es propenso a enfermarse y se va haciendo viejo con el tiempo. Además, mientras estemos en este cuerpo tendremos lucha contra la carne y sus deseos. Pero cuando Él se manifieste seremos como Él es, resucitaremos o seremos transformados, pero tendremos un cuerpo glorificado, un cuerpo que no tiene su vida en la sangre, sino en el Espíritu de Dios. Con esta gran esperanza es que debemos mantenernos puros para la venida de Jesús. Y el Espíritu de Dios, inspirando al apóstol Juan, nos manifiesta como es que un nacido de Dios debe ser. Un nacido de Dios no practica el pecado y es un nuevo ser que hace justo. Ya somos hijos de Dios, peroa ún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero mientras esto ocurre, el Espíritu de Dios nos señala un estandar como hijos, nacidos de Dios.

2 DESARROLLO 1. El pecado. Así que empecemos estudiando qué es el pecado. Dice el verso 8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio El hombre que es practicante del pecado, dice la escritura, es del diablo. No es una persona que ocasionalmente cometa algún pecado, sino un practicante. Una persona que practica algún deporte o alguna actividad pues se hace ágil, desarrolla las habilidades y se volverá un experto. La práctica hace al maestro, dice un proverbio popular. Pues bien, quien practica la mentira, por ejemplo, será muy bueno para mentir, las demás personas no lo notarán, serán perfectamente engañados y estafados por el mentiroso. Así que puedo encontrar que quien practica el mal, el mal le sale bien; pero el que no practica el pecado pues cuando lo comete le sale mal, porque es un aprendiz, es inexperto, es novato en eso de pecar. Entonces, veamos qué es el pecado, de forma tal que estemos atentos a no ser expertos en ello: a). Infracción de la ley. La primera definición de pecado que podemos encontrar está justamente en la porción biblica que leímos: Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley La ley de Dios es buena, es perfecta, es excelente. Fue dada a Moisés con la intensión de que el pueblo de Dios pudiera ser muy diferente a las otras naciones, y que al seguirla pudieran prosperar y alcanzar grandeza entre los pueblos y naciones. Sin embargo, el ser humano no pudo seguirla, la naturaleza humana es de pecado, así que el mismo pueblo de Dios infringía la ley de Dios muchas veces. Los sacrificios de corderos cada año para expiar los pecados apuntaban solamente al Cordero de Dios, Jesucristo, quien quitaría los pecados al ser castigado por cada uno de ellos. 5 Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él La aparición del Hijo de Dios en la tierra nos deja muy en claro que la humanidad entera tenemos un grave problema con el pecado. Todos hemos infringido las leyes de Dios, hemos sido incapaces de obedecerla integralmente. b). Lo que no proviene de fe.

3 Una segunda definición muy importante es la que nos dice el apóstol Pablo en Romanos 14: 23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado. Todo lo que no proviene de fe, dice la escritura, es pecado. Las cosas que hacemos debemos hacerlas movidas por la fe. El apóstol Pablo hablaba de la comida. Algunas personas se abstienen de comer ciertas cosas porque piensan que es malo. Un ejemplo claro es el famoso pan de muerto. Algunos cristianos no quieren ni verlo, porque dicen que es un pan dedicado a los muertos y nosotros no deberíamos de comer de ello. Algunos otros sabemos que el reino de los cielos no consiste en comida o bebida, así que ese pan sigue siendo harina con otros ingredientes, y que por cierto tiene muy rico sabor. Si alguien come ese pan, dudando en su corazón si acaso está haciendo algo incorrecto, esa persona, de cierto, está pecando. Encontramos entonces que la incredulidad es una de las formas mas grandes de pecar, pues aunque no se trate de una infracción a una ley de Dios, tan solo con faltar a la fe, estaríamos pecando. c). El que sabe hacer el bien y no lo hace Pasemos a una tercera definición de pecado: Santiago 4: 17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. El que sabe hacer lo bueno y no lo hace, es esta tercera definición. Como podremos notar el pecado no se limita a infringir una ley de Dios, es decir la conducta; sino que trasciende al interior del ser humano que obra por incredulidad, y llega hasta su escencia: Si sabe hacer lo bueno, pero no quiere hacerlo. d). La ruta del pecado. Ahora bien, cómo es que el pecado ocurre? Es algo inmediato o se da por un proceso en el cual podríamos evitarlo? Miremos lo que no dice Santiago 1: 12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. 13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte Como podemos observar el pecado inicia por algo que llamamos tentación. Una tentación hacia infringir la ley, hace dudar de Dios o de Su Palabra, o una tentación hacia no querer hacer lo bueno. Ninguna tentación, dice la Palabra de Dios, proviene de Él, sino de nuestra propia concupiscencia, que no es otra cosa, sino

4 nuestra propia escencia humana de pecado, lo que también se denomina como la carne. La tentanción entonces anda rondando la mente, allí podemos deterla, allí podemos pedir ayuda a nuestro Dios. Aún estamos lejos del pecado. Pero si avanza y llega a concebir, es decir se pone en marcha el plan para realizar lo incorrecto. Aún puede ser evitado el pecado, pero ya el plan está en marcha. Y una vez que la tentación da a luz el pecado, pues evidentemente ya no puede ser evitado, y ahora se tendrá que luchar contra sus consecuencias. Gracias damos a Dios por nuestro abogado Jesucristo, quien nos defiende delante del Padre y por quien tenemos el perdón de los pecados. 2. Para esto apareció el Hijo de Dios. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Gracias sean dadas a Jesucristo nuestro Señor y abogado, porque no solo nos perdona de nuestros pecados sino que deshace las obras del diablo. Para esto apareció el Hijo de Dios, veíamos en verso 5: Para quitar nuestros pecados; pero no solo apareció para ello, sino para deshacer las obras del diablo. Quien practica el pecado es del diablo, pero por la acción de Jesús, estas personas pueden ser rescatadas del diablo, y dejar esa vida de práctica del pecado. Miren cuán grande amor nos ha dado el Padre! Que nos dio a Su Hijo unigénito, para que fuéramos perdonados, para que a través de la fe en Él, fuéramos hechos Hijos de Dios. La fuerza de voluntad y el carácter de una persona podrá, por mucho, lograr cambiar su conducta, pero jamás su escencia. La obra de Cristo Jesús es deshacer la obra del diablo en tu vida. Hay una regeneración de tu vida para llevarte a ser Hijo de Dios. Así que un practicante del pecado puede recibir Vida Eterna en Cristo, solo recordemos al reo que estaba en la cruz junto a Jesús, a quien se le dijo: Hoy estarás conmigo en el paraíso. Pero un practicante del pecado también, al ser hecho Hijo de Dios, puede dejar de ser un practicante del pecado y ser un practicante de la justicia de Dios. 3. Practicante de justicia. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios

5 Los hijos de Dios se manifiestan de esta forma: Haciéndo justicia. porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. (Romanos 4: 17) El que hace justicia ese es justo. Nosotros hemos sido justificados por la fe en Cristo Jesús, es decir que pasamos de injustos a justos por la fe en Él. Pero ahora, siendo justos, es necesario que hagámos justicia. Hacer justicia no significa que nos proclamemos sheriff de nuestra colonia o callle donde vivamos, ni que de los demás hermanos; sino que hacer justicia es establecer el Reino de Dios. El justo, por su fe vivirá, nos dice muchas veces la escritura. La vida de un justo empieza y termina en la fe. Vivir por la fe en Cristo Jesús, es la escencia de un justo, y todo lo que haga, proveniendo de fe, será justo. Así el justo hace justicia cuando obedece a Dios, cuando es guiado por el Espíritu Santo, cuando hace el bien a su alrededor. El Reino de Dios empieza con la justicia, se desplaza entonces hacia la paz con Dios, y termina en una vida de gozo perpetuo. No puede haber paz o gozo, sin antes manifestarse la justicia de Dios. Sin lugar a dudas la salvación no se logra a través de las obras, sino de la fe en Cristo Jesús, pero es necesario que sepamos que fuimos salvados de nuestra vida de pecado para que ahora abundemos en buenas obras. Efesios 2: 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. 4. Ministración. Por lo tanto hemos de llevar una vida sin practiar el pecado si es que hemos nacido de Dios. La simiente de Dios en ti Escribe tu ley en mi Cambia mi naturaleza Aumenta mi fe Derrama tu amor para hacer el bien Queremos hacer Tu obra Queremos ser dígnos Hijos de Dios.