Mi amigo el Espíritu Santo El cumplimiento de la Promesa

Transcripción

1 Mi amigo el Espíritu Santo El cumplimiento de la Promesa Lucas 3: 16 respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego Hechos 10: 38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él Juan 14: 23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él Juan 14: 15 Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros Tres puntos quiero enfatizar antes de iniciar con esta conferencia: El primero de ellos tiene base en las palabras de Juan el Bautista: Jesús, dijo, es el único que puede bautizarles con Espíritu Santo y fuego. Juan el bautista daba un anuncio importante: De la misma forma en que ustedes se están sumergiendo en el agua para arrepentimiento, Jesús les sumergirá pero en Su Espíritu Santo y en fuego. El segundo punto es ratificar, por la Palabra de Dios, que Jesús hizo todos y cada uno de sus milagros por la unción del Espíritu Santo y de poder que había sobre Él. Jesús dependió totalmente de la guía, revelación y poder del Espíritu Santo en todo su ministerio. Y el tercer importantísimo punto es que Jesús prometió a quienes le amaran que no les dejaría solos en este mundo sino que enviaría a Su Espíritu Santo para estar con nosotros siempre. Dijo que cuando esto sucediera, no solo sería el Espíritu Santo quien haría morada en nosotros sino el Padre y Él mismo. Dijo: Vendremos a él Quiénes? El Padre quien le ama, y Jesús quien habla. Cómo? En el Espíritu que sería enviado. Qué promesas más impresionantes para la iglesia! Ser sumergidos en el Espíritu, el mismo Espíritu en que Jesús fue bautizado, lleno y ungido; por el cual fue dirigido sobrenaturalmente e investido de un poder y una sabiduría también sobrenaturales para enseñar, sanar y deshacer todas las obras del enemigo. Además, y por si fuera poco, ser el templo donde el Padre, el Hijo y el Espíritu hicieran Su morada eterna. Aleluya! Pues bien, hoy quiero hablar del cumplimiento de estas formidables promesas. En particular haremos un importante análisis de lo ocurrido en dos domingos especiales. Diría el cumplimiento de las promesas en dos fases.

2 DESARROLLO 1. El domingo de Resurrección. El primer domingo del que quiero hablarles es el de resurrección, sí, el mismo día en que Jesús resucitó. Sucedió lo siguiente: Juan 20: 19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. 20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. 21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo Jesús había resucitado en un cuerpo glorificado, y fue a visitar a sus discípulos aquella noche en que había resucitado. No requirió tocar la puerta ni que le abrieran sino que se presentó en medio de ellos físicamente. No era un espectro ni un fantasma, pues les mostró sus manos y costado. Sin lugar a dudas todo esto es motivo de grande regocijo, pero permítanme hablarles de lo que hizo Jesús en ese mismo momento. Les sopló y les dijo: Reciban al Espíritu Santo. La palabra griega pneuma, que significa viento en movimiento, fue traducida aquí como espíritu. Este acto de soplar en ellos fue el mismo acto que Dios hizo al inicio, cuando hizo al hombre en el Edén. Génesis 2: 7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente Qué recibieron entonces los discípulos de Jesús aquella noche? El aliento santo de Jesús resucitado, que soplaba sobre ellos para darle vida y vida en abundancia. Jesús había dicho lo siguiente: Juan 3: 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu Es necesario nacer de nuevo para entrar en el Reino de Dios. El aliento de vida que nos hace almas vivientes lo recibimos al nacer naturalmente; pero si queremos entrar a la dimensión del Reino de Dios es necesario nacer de nuevo. Es necesario un nuevo soplo, el soplo santo de Jesús. La pneuma santa, el viento en movimiento de Dios, el aliento divino para una vida santa. El viento sopla dijo Jesús, y Él sopló sobre ellos.

3 Nacer de nuevo por la fe en Cristo Jesús, es el momento de recibir ese aliento de vida tan diferente. En los hospitales, cuando vamos a orar por los enfermos, muchos de ellos están ya en una situación crítica de muerte, el primer aliento se está extinguiendo, pero llegamos a darles las buenas noticias de Jesús y entonces, creyendo en Él, reciben un segundo aliento que es eterno, la vida de resucitada de Jesús. Es por esto que la Palabra de Dios por medio del apóstol Pablo en 2 Corintios 5: 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas Una persona que ha recibido el soplo del Espíritu Santo es una nueva criatura, ha nacido de nuevo; las cosas viejas pasaron y se abre un nuevo tiempo donde todo es hecho nuevo. Aquellos hombres y mujeres que se encontraban en aquella casa cerrada, llenos de miedo por una posible agresión de parte de los judíos ante la tumba que había sido encontrada vacía por la mañana; recibieron un soplo que los cambió para siempre. Nunca serían los mismos, todo empezaba a ser nuevo. Habían estado con Jesús, le habían escuchado hablar, habían guardado sus enseñanzas y verdaderamente le amaban; pero aún no entraban en la dimensión del Reino de Dios. Debían nacer de nuevo; era necesario que recibieran un nuevo aliento que los cambiaría para siempre. Pero, qué de nuevo tendría esa nueva criatura? Al parecer sigue siendo la misma, no es cierto? Pero quisiera que comprendieran lo siguiente: Jesús había resucitado; había vencido sobre el pecado, sobre la muerte, sobre el infierno y mucho más importantemente sobre el mismo Satanás. Era una victoria contundente, formidable, que cambiaba para siempre el rumbo de la historia del ser humano. Ellos recibían el aliento no del Cristo mártir, sino del Cristo triunfador. Recibían el aliento de vida, nacían de nuevo para entrar al Reino de Dios, nuevas criaturas que desde ese momento podrían vencer al pecado, a la muerte, al infierno y a Satanás. Esto es el Reino de Dios. Así que si tú has nacido de nuevo por la fe en Jesús, quiero decirte que no eres el mismo aunque al verte al espejo sigan allí las viejas arrugas y tus ojos sigan sin poder leer las letras pequeñas. Desde el momento en que Jesús sopló sobre ti de Su aliento, al Espíritu Santo, tienes el poder para vencer al pecado, a la muerte, al infierno y al mismo Satanás. Eres una nueva criatura, las cosas viejas de debilidad y pecado han pasado; todo es hecho de nuevo en ti. Es por eso que dice la escritura: Romanos 8: 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó Así que Jesús no fue el único que resucitó aquel domingo, sino todos nosotros por el aliento de vida que sopló en nosotros.

4 2. El domingo de Pentecostés. Que tal, se sienten dichosos por la primera parte del cumplimiento de la promesa? Pues agárrense porque aún no se complementa. Jesús les dijo a esos mismos discípulos: Hechos 1: 4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días Así que, de acuerdo con las propias palabras de Jesús, la promesa aún no había sido cumplida cabalmente. Debían esperar un poco más. Ellos habían sido bautizados por Juan, pero serían sumergidos en el Espíritu de Dios dentro de pocos días. Todos conocemos perfectamente lo ocurrido físicamente aquel día, domingo de Pentecostés. Hechos 2: 1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen El Espíritu de Dios se derramó sobre todos ellos y de inmediato empezaron a experimentar manifestaciones sobrenaturales del mismo Espíritu. La vida sobrenatural se había abierto paso para la iglesia. Pero qué ocurrió espiritualmente? La explicación del apóstol Pedro es la siguiente: Hechos 2: 32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís Pedro dice acerca de Jesús que murió, que Dios le resucitó, que fue exaltado por la diestra de Dios y que recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo, y esa promesa la ha derramado sobre ellos. La Palabra se cumple perfectamente: Juan 7: 37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado Había algo que impedía que el Espíritu Santo se derramara sobre la iglesia, y es que Jesús no había sido aún glorificado. Pero Pedro dice: Jesús ha sido exaltado por la diestra de Dios. Jesús no solo había resucitado, sino que había sido glorificado.

5 Jesús ascendió al cielo una vez resucitado y éste se conmovió. El Cordero inmolado había llegado allí triunfador. Era digno de tomar el poder, la fortaleza, la honra, la sabiduría, las riquezas, la gloria y la alabanza. Entonces, una vez glorificado, recibió del Padre la promesa: Le dio Su Espíritu Santo para que entonces derramarlo sobre la iglesia: Aleluya! Jesús dijo: Juan 16: 12 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber El Espíritu de Dios derramado toma de Jesús Su gloria con que fue glorificado y nos lo da. Somos hechos conforme a la imagen de Jesús, pero no de Jesús el siervo, sino de Jesús glorificado. El Espíritu Santo no sería derramado sino hasta que Jesús hubiera sido glorificado, para no formar en nosotros una imagen diferente. El soplo de Jesús en nuestra vida es el soplo de Jesús resucitado, es la impartición del Espíritu Santo; pero el bautismo del Espíritu es la ministración a nuestras vidas del Cristo glorificado, es el Espíritu Santo derramado. Por el soplo de Jesús recibimos la vida resucitada, nacemos de nuevo a una nueva criatura capaz de vencer al pecado, a la muerte, al infierno y a Satanás; pero en el derramamiento del Espíritu Santo sobre nosotros siendo sumergidos en Él, recibimos la ministración del Cristo glorificado por lo cual recibimos: Poder de lo alto, fortaleza, sabiduría, riquezas, honra, gloria y alabanza. Somos entonces el cuerpo de Cristo en la tierra. 3. Ministración Hoy es el día perfecto para recibas el cumplimiento de la promesa en tu vida. Soplo de vida para nacer de nuevo, derramamiento del Espíritu para una vida sobrenatural, para que el Cristo glorificado sea formado en ti.