obedeció. Pero ahora su vida estaba amenazada y, lo que es peor, sentía

Transcripción

1 Basta ya, Señor. 1 Con estas palabras, Elías, quien estaba agotado y corriendo por su vida, oró por la muerte. Dios le había pedido que confrontara valientemente a los profetas de Baal. Esto fue mucho para Elías, pero obedeció. Pero ahora su vida estaba amenazada y, lo que es peor, sentía que había fallado en toda su misión. A menudo nos encontramos en situaciones como las de Elías. Somos empujados en muchas direcciones diferentes, y, de repente, clamamos a Dios: Basta ya, Señor. 2 Dios vio que Elías estaba frustrado y envió un ángel con un mensaje para consolarlo: Levántate y come, porque aun te queda un largo camino. 3 Elías notó una torta y agua cerca. Imagínese cómo debe haber sido consolado por esta visión y nutrido por esta comida, especialmente en el medio del desierto. Esta comida fortaleció a Elías, tanto que caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios Kings 19:7 4 1 Kings 19:8 1

2 Mientras caminamos por los desiertos de nuestras propias vidas, nos damos cuenta de que tanto nos pesa luchas en el trabajo, dificultades en la escuela, tensiones en la familia y horarios ocupados. Dios ve nuestras luchas y sabe que nuestras cargas son pesadas. Cuando sentimos el agotamiento extremo de Elías, Dios nos escucha mientras le clamamos a Él con la oración de ese profeta: Basta ya, Señor. 5 A lo largo de la historia de la salvación, Dios escuchó los gritos de su pueblo y nunca los abandonó. En la Cruz, Jesús clamó: "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?" 6 Él conoce nuestra experiencia humana porque se hizo uno como nosotros en todas las cosas excepto en el pecado. Entonces, cuando nos sentimos abandonados en los desiertos de nuestras vidas, solo necesitamos levantar los ojos y darnos cuenta de que Jesús es el pan que ha bajado del cielo. 5 6 Matthew 27:46 2

3 Cuando el ángel tocó a Elías y le ordenó que se levantara y comiera, miró y encontró una torta y un poco de agua. En la Misa, nos conmueve que nos encontramos en compañía de los ángeles que nunca cesan de alabar a Dios y cuya compañía esperamos unir en la vida eterna por venir. Aquí en la tierra, cada vez que participamos de la Eucaristía, del Cuerpo y la Sangre de Cristo, debemos ser animados e inspirados por el ángel que ayudó a Elías hace tanto tiempo. Las palabras, Levántate y come, porque aun te queda un largo camino 7 son muy importante. Debemos levantarnos, debemos levantar nuestros ojos para ver la Cruz, para ver el Cuerpo de Cristo dado por nosotros, Su Sangre derramada por nosotros. Confortados por esta vista, venimos aquí, a este altar, donde comemos esta comida celestial que nos fortalece a lo largo del camino de nuestras vidas. La Eucaristía es el pan de los ángeles, el pan que ha bajado del cielo. Jesús promete que quien coma este pan vivirá para siempre porque el pan que él da es su carne para que el mundo tenga vida. 7 1 Kings 19:7 3

4 Elías se fortaleció en el desierto por la torta y el agua, pero nos fortaleció mucho más el Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Dios viviente, que sabe todo lo que nos agobia en los desiertos de nuestras vidas... desiertos de tentación, miedo, tristeza, y muerte. Elías recibió la fuerza para viajar a la montaña de Dios, y la Eucaristía hace lo mismo por nosotros. Cristo, presente en la Eucaristía, nos da fortaleza para enfrentar nuestras tentaciones, coraje para enfrentar nuestros miedos, consuelo cuando enfrentamos el dolor y vida cuando enfrentamos la muerte todo mientras subimos a la montaña de la vida y nos preparamos para encontrarnos con Dios cara a cara al final de nuestras vidas. La Eucaristía es un anticipo del banquete celestial en el que saboreamos y vemos la bondad del Señor. Solo piensa! La mayor historia de amor de todos los tiempos está contenida en una pequeña hostia blanca. 8 Mis hermanos y hermanas, somos parte de esa historia! Es por esta razón que San Pablo nos invita a 8 Archbishop Fulton J. Sheen 4

5 imitar, mas, a Dios como hijos queridos. Vivan amando como Cristo, que nos amó. Vivir en amor significa vivir con Cristo, y vivir con Cristo significa que nada es demasiado, que nada es imposible para su gracia, que, como nos dice San Pablo, siempre es suficiente. Cuando decimos, Basta ya, Señor, 9 Jesús dice: Soy suficiente para ti. Al haberlo encontrado en la Eucaristía, nuestras perspectivas cambian, y al recibirlo, nuestra oración también cambia cuando oramos: Eres suficiente, oh Señor. 9 5