Muchas veces, cuando leemos un libro, pensamos; esta historia sería una gran película. Cuando encontré el primer ejemplar español de Ways to live forever (Esto no es Justo) lo tuve clarísimo. Al principio no entendía por qué. No paraba de dar vueltas a qué resultaba tan atractivo en la historia de dos niños con leucemia que se iban a morir. Un drama con un terrible final... y sin embargo su recuerdo me seguía a todas partes, sus capítulos divertidos, la voz de Sam hablando sobre su enfermedad y la muerte de una manera tan naif que entusiasmaba, la manera tan distinta que tenían sus padres de reaccionar... todo el libro tenía algo especial. Volví a leerlo, pero esta vez con papel y lápiz al lado. Y así, sin casi darme cuenta comencé a adaptarlo a guión. Todo me resultaba muy extraño, por la sencillez, por la simplicidad. Tan sólo me costó cinco días escribir el guión, cuando normalmente suelo tardar varias semanas. Me dio por pensar que algo tan sencillo no podía funcionar, y decidí enviárselo a gente de confianza para oír sus opiniones. La sorpresa llegó cuando casi todos respondían de la misma manera: - Es lo mejor que has escrito nunca-, - He llorado desde la mitad hasta el final -, - Me he reído y he llorado muchísimo, quiero ver la película ya... etc... Se confirmaba que tenía algo especial entre manos... Poco después de que comenzará el vendaval que supone levantar una película, con los productores en marcha, con algún actor ya a bordo, me senté una tarde en Londres y volví a leerme la historia... esta vez el guión en lugar del libro. Frase tras frase entendí que lo que hacía especial la maravillosa historia que Sally Nichols había creado, era que a pesar de tratar de dos niños con leucemia que se iban a morir, lo hacía desde un punto de vista tan inocente y tan entrañable, que de pronto necesitabas que te contaran esa historia, aunque supieras que al final tendrías que llorar. Sam se convierte en un confidente necesario. Quieres saber más y más de él... de su vida, de sus sueños... hasta el último minuto cuenta. Todos los personajes tienen algo de nosotros mismos en esta historia, y es curioso como preguntas tan profundas puestas en boca de niños de doce años pueden volverse divertidas, entrañables y necesarias. Vamos a hacer una película maravillosa, con momentos de comedia, con momentos de magia, con momentos de un drama muy cercano, con escenarios maravillosos alrededor de Newcastle y La Coruña, con una fotografía digna de las mejores películas de Hollywood... pero sobretodo vamos a hacer una película muy cercana a todo el mundo. Cada persona en cualquier lugar del mundo sentirá que parte de nuestra historia es su historia. Porque vamos a hablar de amores adolescentes, de matrimonios que pasan por momentos difíciles, de sueños que se cumplen, de la vida y de la muerte... y lo vamos a hacer de tal manera que cuando alguien salga de ver Ways to Live Forever, lo primero que querrá hacer será entrar y verla de nuevo. Después de aquella tarde tengo la seguridad de que nuestra película tendrá una sonrisa por cada lágrima.
Sam tiene once años y le encantan los datos. También le encanta recopilar historias y sucesos fantásticos. Quiere saber sobre ovnis y películas de miedo, aeronaves y fantasmas. También quiere saber qué se siente al tomarse el primer trago de cerveza, al dar la primera calada a un cigarrillo a escondidas al besar por primera vez a una chica. Sam quiere saber como se sienten los adolescentes, porque él no llegará a serlo. Tiene leucemia, y aunque los adultos respondan con ambigüedad y eviten hablar de algunos temas, Sam quiere conocer todos los datos y detalles sobre la muerte. Está dispuesto a averiguar las respuestas a las preguntas que nadie quiere contestar. Y por eso decide escribir un libro. Un libro que es un diario sobre él, pero también una «investigación científica», con observaciones, listas de datos probados, de cosas que quiere hacer algún día (como batir un récord del mundo, volar en un dirigible o ver películas de terror para adultos) y reflexiones sobre sus preguntas. De la mano de sus padres, de su hermana Ella, y de su amigo Felix, con el que vivirá momentos entrañables, Sam compartirá con nosotros su particular, conmovedora y por momentos divertida visión del mundo y de sus propias circunstancias, revelándose como la voz de un ser excepcional transformado por la inmensidad de lo que le espera.