poema de josé kozer ALELUYA Sólo veré el Mar Mediterráneo una vez más, en la mano izquierda una copa tallada de vino ámbar, todavía más ámbar en su recorrido; y a la salida (efervescente) hará variar a fondo el color del Mar Mediterráneo. Volveré a escuchar por última vez cantar a guadalupe alguna melodía medieval: en la mano derecha una escudilla de pino basto con un poco de arroz hervido unos trozos de pescado azul unas lascas de zanahoria: su canción cobrará el color anaranjado de mi muerte, el blanco tieso del sudario, sentiré su alegría. Un día escribiré un último poema y me lo diré a mí mismo en la voz más baja de todas las voces que se puedan concebir: sus letras aún calientes al aire; sus sílabas a la ternura de un sol poniente de otoño que áun me calienta las vísceras el cuerpo semidesnudo en su cruz final, desollada intemperie: poema reflejo de todos los poemas que para esa fecha habré escrito, compuesto por la figura diminuta de mis padres entregándose por vez primera a una borrachera de eyaculaciones. Mi salto será el del manatí (enfermo) delgadísimo; filamento, hilo de luz, temblor del hilo eléctrico de un bombillo a punto de estallar: se anticipa el fuego, se anticipa el agua, se teme a fondo la tierra, no se aviene nadie a la verdad que es el aire: última ocasión del aire mirar por una ventana, con la copa vacía, el cuenco rebañado hasta la última astilla nutritiva de la madera: está todo quieto y en todo el orbe el júbilo por cada muerto entra en su punto de especulación. 27
POSTAL DE LOS SETENTA poema de josé luis morales Para José Agustín, en las palabras cómplices. Si, sed como la piedra, como el canto rodado: puros y resistentes, terribles, obstinados. J.A.G. Apareciste al fondo de la tarde. No tenías origen. Eras una muchacha de ojos claros. Convirtamos las piedras en pan, no es tan difícil dijiste. Basta un poco de amor. Yo también era hijo del sueño, Dije: Dejemos sin oficio a los honderos Y abrazados al viento marchamos hacia el Sur. Al principio no fuimos más que los dos Más tarde se nos fueron uniendo tímidamente algunos. Convirtamos cantábamos las piedras en pan. Se nos uníam con fe. No es tan difícil. Dejemos sin oficio cada noche llegaban más a los honderos. Todos andábamos descalzos. Y seguían llegando. Basta un poco de amor. Éramos muchos. Algunos nos miraban avanzar con envidia. Otros tuvieron miedo. Entonces vino el tiempo de las bocas sin lluvia, las noches de alambrada, los inviernos azules, sin nada que ponerse. Los primeros quedaron al borde del camino. Ya no cantaban. Luego se marchaban a oscuras, de espaldas, en silencio. Y nos fuimos quedando pocos, como al principio. Después de algunos días caminábamos mudos. 28
Convirtamos las piedras en amor nos dijiste, basta un poco de pan. No es tan difícil. Y en tu voz, parecían posibles las palabras. Pero cerró la noche. El último en marcha no esperó claridades. Ya sólo somos dos. Y el Sur sigue tan lejos. 29
Dos sonetos a Eva pablo glez. de langarika En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día, ya no siento el corazón. Antonio Machado antes que el sol me otorgue una salida quiero habitar la sombra que transito/ ser sombra de tu sombra en este rito de sombra ansiadamente anochecida/ antes que yo/ la sombra de mi herida/ (cegado resplandor que necesito)/ y el verso de la sombra en que te cito/ que es parte de la sombra de mi vida/ en quiebra mi ilusión y mi ternura/ y en lance más aciago la esperanza que cae desde la luz y determina la sed del corazón/ y la amargura que crece en su virtud pero no alcanza el tacto multiforme de la espina/ la espiga de tu voz nunca se agota/ ni pierde su esplendor/ ni se termina su sílaba cendal/ ciñe/ destina las aves de su ayer/ aceza/ flota ligera como el aire/ mas remota / el roce de tu piel la determina con pliegue de otra luz/ letra asembrina/ encaje para el fuego que se acota/ su esencia singular fluye/ rodea la música que avanza/ cada nota que acoge el corazón/ briznas airea de la más alta tarde/ asciende/ crea el ámbito del oro y su derrota/ la holgura del sentir y su marea/ su lluvia es un arder que se interrumpe/ 30
fernando ortiz ESTA MISMA MAÑANA Ante el balcón, en mi butaca, aunque el cielo es azul, y al fondo suena Bach, estoy un poco harto. Pasé hace mucho el medio del camino. Puse mi anhelo en la poesía. Acaso mide el tiempo lo que vale si el camino interior es el que importa? poema de A la vida y al arte las rige el mismo canon, un cangilón de noria. Saca del viejo pozo el agua nueva y hace posible el mundo, la música de Bach, la azul mañana / clara. 31