Cuánta tristeza en una hoja del otoño (Vicente Aleixandre, poema La ventana, en La destrucción o el amor) En un pueblecito, casi abandonado y de no más de 25 habitantes, de Castilla, de cuyo nombre sí quiero acordarme, se me ha muerto como del rayo el niño que encarnó la Utopía o la Lucha Sin Fin, con quien tanto quería. Conocí a Jesús cuando tenía ocho años y al instante pude comprobar que era la bondad personificada, una bondad con la Persona y con la Naturaleza. Una vez hechas las tareas escolares, se dedicaba a buscar aves, sobre todo cernícalos, que habían caído de sus nidos, entre la zona de pinares cercana al pueblo, para llevarlos al corral de sus abuelos y mantenerlos curados. Cuando conseguía la total recuperación y la salud de alguna de estas aves, me llamaba para que fuera testigo de lo que quizás más me ha impresionado durante mi vida: Mira, Jósant, cómo vuela, hacia Lo Alto Y nos quedábamos embobados durante minutos hasta que la rapaz, tan disminuida en la distancia, desaparecía del alcance de nuestras miradas. Perdonadme, amigos, pero las lágrimas se me han puesto como cortinas delante de mis ojos: no veo la pantalla ni el teclado y no puedo escribiros ni una sola palabra más. Sólo escucho a su viuda, Yoly, quien me ha trasmitido las últimas palabras de este niño-grande antes de que ayer expirara a causa, palabras textuales, de uno de los cánceres más agresivos que se conocen (de hecho, la batalla sólo ha durado tres meses y medio): Me muero, Yoly, pero no quiero que llores. Te repito: no llores. Creo que desde Lo Alto, desde más arriba de adonde se dirigían los cernícalos que dejaba en libertad cuando era niño, os seguiré ayudando tanto a ti como a Martita. Educa a nuestra hijita para que nunca me llore e indícale con la mano que siempre me busque en Lo Más Alto.
2 (Los cinco únicos niños que había en este pueblecito de la provincia de Segovia. Jesús es el de la camiseta azul)
3 (Jesús atrapado, en una foto a dos planos, por su hermanita Ana) Jesús tenía una voz de ángel, por lo que a sus veintitantos años fue el cantante de un conjunto de la comarca de Cuéllar y por lo que yo le ofrecía los solos de algunas canciones que nos animamos a interpretar en público, sobre todo en los festivales que montábamos para las Nochebuenas. Una de esas canciones fue la de José Luis Perales, Que canten los niños; y otra fue la de una traducción del catalán y adaptación que hice de Digueume perquè (Decidme por qué?), de Guillermina Motta. Os transcribo la letra tal como la cantó Jesús, aquel niño que sé que nunca perdió su inocencia: ahora que la leo y que la canto cuando conduzco, cuando viajo, compruebo que es una premonición de lo injusta y brutal que ha sido la Muerte y la Vida con él: Decidme por qué si es sonrisa el vivir a mí me caen las lágrimas? Decidme por qué con tanto dolor
4 aún tengo esperanza? (Estribillo:) Decidme por qué rodeado de mal siento cosas tan altas? (bis) Si soy no más que un trozo de tierra, por qué siento un afán de eternidad? Si soy no más que nube que pasa, por qué tengo pasión por otras aguas? Decidme por qué yo siento piedad de aquel que no estima? Decidme por qué yo siento el amor y creo en la vida? Os he dicho antes que no os voy a escribir palabras, aunque me animo a ofreceros datos. (Mensaje de texto que recibí el 7/06/12, a las 10 19 horas, del móvil del propio Jesús comunicándome, como algo sin importancia y con la candidez de un niño, que le habían diagnosticado el cáncer)
5 (Mensaje que envié por WhatSapp a muchos de mis amigos en la tarde de su fallecimiento. Jesús subió a Lo Más Alto, allí donde le esperaban todas las aves que impulsó hacia la Libertad, el 24/09/12, a las 12 horas) Hace tiempo que estoy obsesionado con la frase final de la película Hermanos (Brothers). Un actor cansado, acabado, Tobey Maguire (doblado por Ángel de Gracia) le dice a la actriz Natalie Portman que le pregunta qué es lo que ha pasado: No sé quién dijo que sólo los muertos han visto el final de la guerra. Yo he visto el final de la guerra. La pregunta es: Puedo vivir otra vez? Y qué me decís de este soneto de José Hierro titulado Vida, escrito en 1992? No es para preocuparse con la que está cayendo, con lo que le ha tocado a mi amigo Jesús y a tantos otros que luchan contra toda esperanza? Vida Después de todo, todo ha sido nada, a pesar de que un día lo fue todo.
6 Después de nada, o después de todo, supe que todo no es más que nada. Grito: todo!, y el eco dice: nada! Grito: nada!, y el eco dice: todo! Ahora sé que la nada lo era todo, y todo era ceniza de la nada. No queda nada de lo que fue nada. (Era ilusión lo que creía todo y que, en definitiva, era la nada). Qué más da que la nada fuera nada, si más nada será después de todo, después de tanto todo para nada. Pese al pesimismo del poeta Pepe Hierro, me quedo con la obstinación por la niñez de mi amigo Jesús, con su esperanza absoluta por Las Alturas ; y sus últimas palabras salidas de su boca me mantienen en la Utopía por la Vida. Y resuenan a volteo de campanas de gloria en mi mente cuando recuerdo la mítica frase de Eduardo Galeano: Entonces para qué sirve la Utopía? Sirve para avanzar! Si alguna vez pasáis por Fuentes de Cuéllar, ese pueblecito, de no más de 25 habitantes y casi abandonado, que se encuentra en el límite de la provincia de Segovia con la de Valladolid, veréis un cementerio pequeño, sencillísimo, de una exquisita humildad, sin nichos, con alguna sepultura aún de tierra Si podéis, haced un alto en vuestro camino y entrad a ver la sepultura de Jesús, la persona, valiente y sensible, que siempre fue niño Allí veréis que la tierra es compartida con la de los restos de sus abuelos Claudia y Antonino, que he fotografiado. Estas flores, que cuelgan de las numerosas coronas que sus amigos le dedicaron, ya estarán mustias Pero
7 no importa: el tiempo hará que la lápida quede fría, desierta, limpia por efecto de los vientos de la Alta Castilla. Yoly me dice que a su hija Martita, de cuatro años, no la piensa llevar a este sepulcro hasta que tenga unos años más. Lógico: es muy niña para comprender la injusta que a veces se comporta la vida con las PERSONAS, así, con mayúsculas. Pero entonces le mostrará esta foto, llena de flores, como signo de que a su padre le querían todos los vecinos de la comarca, y mirará hacia Las Alturas, y se sentirá orgullosa Se acabó para siempre el miedo al miedo. Tu espantosa inocencia es mi coraje. Mi abrazo a tu intemperie es ya mi honor. (Félix Grande) Jósant Ferrándiz Hernández A las 21 horas del 25 de septiembre de 2012