LAS PRIMERAS IGLESIAS TIJUANA. Lorenzo Joy



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LAS PRIMERAS IGLESIAS DE TIJUANA Lorenzo Joy 2004 2

PRESENTACION El caminar de la Iglesia en la península de Baja California ha sido objeto de no poca investigación. Afortunadamente los historiadores han podido rastrear y encontrar material suficiente para elaborar un panorama bastante completo. Puede decirse que los misioneros, al menos por lo que toca a la Compañía de Jesús, tenían el sentido de la historia. Eran conscientes de que servían al evangelio para la posteridad. Tuvieron la diligencia para dejar huellas y vestigios, materia prima para reconstruir esta historia. Se trata de una hazaña escrita con sudor, a lomo de caballo o de mula, atravesando parajes infinitos de soledad y desierto, para ir al encuentro con los indígenas. Fue para ser sinceros historia más de encuentros que de desencuentros. El indígena no siempre era una plastilina que se dejara moldear al estilo o al modelo que se requería. Era natural por otra parte. Paradójicamente parecería que el tramo antiguo ha sido relativamente más fácil de historiar. El tramo moderno es poco conocido. Esto no atenúa la presencia del dato cristiano en la península. El padre Lorenzo Joy es un sacerdote irlandés del clero diocesano, que tiene ya tiempo de ejercer su ministerio en varias parroquias de la Diócesis. Se admira en él las cualidades que ha de tener un investigador: escuchar, preguntar, registrar, observar, anotar, atar cabos, respetar, con paciencia y con prudencia. Armado con esas armas, el padre Joy se ha echado a cuestas la tarea de recabar datos sobre las primeras iglesias de Tijuana. Los agentes de evangelización, ávidos por conocer mejor el terreno que pisan, sabrán hallar en estas lecturas una razón más para amar la institución que 3

representan y trabajar por la implantación del Reino. Se darán cuenta que en cierto modo están cosechando lo que otros sembraron. Trabajos como el presente podrán ser recursos muy útiles de la pastoral. Tienen carácter testimonial. Abren brecha en un terreno que permite a la Iglesia diocesana reencontrarse con su pasado. De este modo se hace verdad aquello de que la historia es maestra de la vida. Mons. Eduardo Ackerman, Párroco 4

PRESENTACION DE PRIMERAS IGLESIAS DE TIJUANA 20 de enero de 2004 20 de Enero de 2004 5

LAS PRIMERAS IGLESIAS CATOLICAS DE TIJUANA PROLOGO La historia nos ayuda a tener una visión más global del desenlace de acontecimientos y de las personas que han contribuido al crecimiento de la ciudad y de la Iglesia de Tijuana. De diferentes fuentes he sacado información y datos acerca de algunas de las personas que representaron a la Iglesia Católica en la península de Baja California, desde los años del inicio de la actividad misionera en 1697, hasta los años de la nueva evangelización, impulsada por Mons. Felipe Torres Hurtado y los Misioneros del Espíritu Santo en 1939. No tenía acceso a los archivos de la Diócesis de Tijuana en donde deben estar documentos y datos pertinentes al crecimiento de la Iglesia local. Después de la multiplicación de los panes, Jesús mandó a sus discípulos, diciéndoles: Recojan los trozos que han sobrado, que nada se eche a perder. (Jn 6,12.) Salí con mi canasta para recoger datos y trozos de la historia de la Iglesia local para que no se echen a perder. Ofrezco lo que recogí como ofrenda a la Iglesia de Tijuana celebrando sus 40 años como Diócesis. Entre los sacerdotes que trabajaron en la península años atrás, encontré a un paisano irlandés, el Padre Patricio Lennon, sacerdote de la Diócesis de Monterey y Los Angeles (EE.UU.) Vino a Ensenada en 1895, pasando allá casi un año. Dejó en el Registro de Bautismos del Purísimo Corazón de María un informe de los bautismos que celebró, unos en inglés y otros en español. 6

En agosto del 2000 tuve el gozo de tener en mis manos los Registros de Bautismos de algunas Misiones de Baja California. Leyendo detalles de bautismos celebrados por franciscanos en San Fernando de Vilicatá en 1769 y de Matrimonios celebrados por dominicos en Santo Domingo en 1775, podía imaginar el celo apostólico de los primeros misioneros y el asombro de los indígenas al oír de un Salvador que se entregó por nosotros en una cruz. Estas experiencias provocaron en mí un concepto más amplio de la presencia de la iglesia en esta península antes del nombramiento de Mons. Felipe Torres Hurtado MSpS, como Administrador del Vicariato de la Baja California en diciembre de 1939. La Iglesia Católica ha estado presente en Tijuana desde su mismo origen. Esta presencia fue interrumpida solamente por la imposición de los artículos restrictivos de la Constitución de 1917, que dio a las autoridades estatales autorización de dictar cuantos y cuales sacerdotes podían ejercer su ministerio en el Estado y sus regiones. La Memoria Administrativa, año 1924, del general Abelardo L. Rodríguez, incluye su informe al Presidente de la República, el general Álvaro Obregón, sobre la situación religiosa en el Distrito Norte de la Baja California: El llamado conflicto religioso: en esta parte de la República no existe fanatismo de ninguna especie, el arraigo de los intereses clericales es nulo... La suspensión de los cultos en los templos de Mexicali, Tijuana y Ensenada, se realizó sin trastornos de ninguna clase.. Estamos caminando en las huellas de otros que llegaron a la península hace muchos años atrás, dejando para Monseñor Torres Hurtado y los que llegaron más tarde un campo ya cultivado con la semilla de la palabra y una Iglesia nacida y orientada hacia el futuro. La frase de Juan Pablo II, Duc in altum expresa el ánimo y amor por la Iglesia 7

mostrada por varias generaciones de misioneros que han trabajado en este territorio. Nos toca conservar la memoria de estos sembradores y con ellos amar la Iglesia, unidos con Rafael, nuestro Obispo y el Papa Juan Pablo II. Estoy muy agradecido a todos que me animaron y ayudaron en diversas maneras para llevar a cabo este libro. Gracias a José Gabriel Rivera Delgado, Coordinador del Archivo Histórico de Tijuana, por permitirme reproducir fotos de las iglesias Ntra. Sra. de Guadalupe, Sagrado Corazón y Nuestra Madre Sma. de la Merced. Gracias a Doña Angelita Flores, Vd. de Romero por permitirme reproducir fotos de la Congregación Mariana. Gracias a la Srta. June Daspit, Coordinadora del Archivo de la Diócesis de San Diego por su ayuda en localizar correspondencia entre Mons. Torres Hurtado, Mons. Alfredo Galindo y Rvdo. Charles Buddy, Obispo de San Diego. El dibujo de la Iglesia de Guadalupe, que aparece en la portada del libro, fue tomado de la publicación Feria Internacional de la Historia, editada por Raúl Rodríguez de CETYS y la facultad de SDSU. Lorenzo Joy Esta edición en forma PDF me ofrece la oportunidad para hacer correcciones y algunos cambios oportunos. 12 de septiembre de 2012 Fiesta de San Ailbe Lorenzo Joy 8

CAPITULO 1 PANORAMA HISTÓRICO En octubre de 1697, los jesuitas llegaron a Loreto y empezaron con la evangelización de la península de Baja California. Su labor dio fruto en la conversión de pueblos y la fundación de las más antiguas Misiones de California. El sistema de misiones de las Californias, a partir de la fundación original de Loreto (madre y cabeza de las iglesias de ambas californias), creció eslabón tras eslabón, gracias al celo evangélico de los jesuitas, hasta incluir a la península entera. Forman hoy parte de la Diócesis de Tijuana las Misiones de Santa Gertrudis (1752) y San Francisco Borja (1762) fundadas por los jesuitas; alcanzaron en llegar, por el norte, hasta Santa María (1767) que hoy es parte de la Parroquia de El Rosario de la Diócesis de Tijuana. En 1768 los jesuitas fueron expulsados de México por órdenes de Carlos III de España. La forzada salida de los jesuitas dejó por algún tiempo en abandono a sus misiones con el consiguiente colapso de su precario economía y la dispersión de no pocos de los ya muy reducidos indios recién cristianizados. (La frontera misional dominica en Baja California, Meigs) En abril del mismo año, los franciscanos, encabezados por Junípero Serra, sustituyeron a los jesuitas como responsables de la evangelización de la península. Junípero Serra fundó la Misión de San Fernando de Vilicatá en Baja California y la Misión de San Diego de Alcalá en California Norte en 1769. Por motivos políticos de España, 9

el territorio de California Norte recibió más atención de parte de los frailes y, finalmente, la tarea misionera para la Baja California fue dada a los dominicos, que llegaron a Loreto para iniciar su trabajo en 1773. El trabajo de los dominicos, con la responsabilidad de toda la península, es evidente también en misiones y pueblos que hoy forman parte de la Diócesis de Tijuana: El Rosario (1774), Santo Domingo (1775), San Vicente Ferrer (1780), Santo Tomás (1791), San Pedro Mártir (1795), Santa Catalina (1797), San Miguel (1787), El Descanso (1814), y Guadalupe del Norte (1834). La labor evangelizadora y humana de los dominicos en Baja California fue difícil y dura. Encontraron unas misiones deshechas, que restauraron; y, además, extendieron su labor a la parte norte de la Península. Este esfuerzo fue mucho más lento que los anteriores. La guerra de Independencia, la mentalidad anticlerical del tiempo y la situación interna de la Orden de Predicadores, llevó a la extinción de muchas obras en el curso del siglo XIX. De las cuatro Provincias dominicas que hubo en México, hacia finales del siglo XIX sólo quedaba un dominico. En Baja California cada vez había menos misioneros. En los años de 1855 había en las Misiones dominicas de Baja California sólo dos sacerdotes, Fray Tomás Mancilla en Santo Tomás y otro en Santo Domingo. (Meigs) Gracias a la visión de los misioneros para el establecimiento de los sitios misionales, que fueron los primeros focos de aculturación, se integraron las ciudades que hoy en día son centros de desarrollo cultural y económico en lo que hasta hace poco fue la zona más olvidada del país. (Plan de Pastoral de Tijuana 1989-1994, #059) 10

Después de la secularización de las Misiones en 1834 la Iglesia entró en una etapa crítica. Un factor que contribuyó a esta situación fue la escasez de misioneros. El Tratado de Guadalupe-Hidalgo del 2 de febrero de 1848 entre México y los Estados Unidos de América Norte, reconoció la separación de las Californias. México perdió una parte grande de su territorio, incluyendo todo California Norte. OBISPO DE LAS CALIFORNIAS De 1840 hasta 1939 la Iglesia de Baja California fue atendida por Obispos, Vicarios y sacerdotes prestados, todos contribuyendo algo para mantener viva la lámpara de la fe. De Documentos de la Iglesia presento unos nombramientos y personajes del período: En 1840 el Papa Gregorio XVI erigió el Obispado de las Californias, que estaría a cargo de Fray Francisco García Diego y Moreno. El escogió la Misión de Santa Bárbara, California Norte, para su sede y ahí murió el primer y único obispo de las Californias en abril de 1846. Había nombrado a Fray José María de Jesús González Rubio, su Vicario General. Entre 1846-1850 González Rubio administró la Diócesis de las Californias en su capacidad de Vicario General. OBISPO DE MONTEREY Y BAJA CALIFORNIA En 1850, José Sadoc Alemany es nombrado sucesor de García Diego. Su área de responsabilidad abarcaba ambas Californias, pero con título nuevo y sede nueva: Alemany es Obispo de Monterey, USA, la última Misión de Junípero Serra. Aunque Baja California estuvo separada de 11

California políticamente por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848, la responsabilidad eclesiástica de California inferior (Baja) se quedó con el nuevo Obispo Sadoc Alemany. El también designó a González Rubio su Vicario General, entregándole la responsabilidad de la península de Baja California. El Gobierno de México juzgó que la Baja California no debía pertenecer a la Diócesis de Monterey de Alta California y, en 1849, pidió a la Santa Sede un obispo con carácter de Vicario Apostólico para Baja California. En 1853 el Arzobispo de México avisó a González Rubio, Vicario General de la Diócesis de Monterey, que Roma había aceptado la sugerencia del Gobierno de México, nombrando a él, mexicano de nacimiento, Vicario Apostólico de Baja California. El Franciscano declinó el nombramiento en dos ocasiones y el territorio de Baja California fue puesto bajo la administración de la Arquidiócesis de México. VICARIO DE BAJA CALIFORNIA En 1854 Pío IX designó al Sr. Cura de Hermosillo, don Francisco Escalante y Moreno, Vicario de Baja California. Estableció su sede en La Paz. Fue nombrado Obispo en 1855 y luchó heroicamente, ante la falta de sacerdotes, la pobreza y el territorio tan extenso. Las leyes de la Reforma de 1859 fueron promulgadas durante su estancia en Baja California, haciendo más pesada su cruz e impidiendo su trabajo pastoral. Murió en 1872 y está sepultado en la Catedral de La Paz, B. C. S.. 12

Luego Fray Ramón María de San José Moreno y Castañeda O. Carm. fue nombrado Vicario en 1873. También, como su predecesor, fue ordenado Obispo y llegó a La Paz en 1874. El Obispo sufrió la persecución a manos de las autoridades civiles. Dos veces fue encarcelado; tres veces sufrió atentados contra su vida y, finalmente, en 1876 fue expulsado de su territorio. Se refugió en San Francisco, California, USA, en donde fue recibido por José Sadoc Alemany, entonces Arzobispo de San Francisco. En diciembre de 1876 Alemany organizó una recepción para el prelado mexicano desterrado, con una notable participación del clero y fieles de la ciudad. El Sr. Moreno y Castañeda captó la atención de todos con su presentación de las dificultades experimentadas por la Iglesia en México y en Baja California, todo bien ilustrada por su experiencia personal. Tomó la palabra Sadoc Alemany y habló con elocuencia de los sufrimientos de los católicos en México, y del Obispo Moreno, presente, como buen ejemplo del Pastor que estaba dispuesto dar su vida por sus ovejas. Habló también de las contrariedades que él mismo encontró cuando quiso presentarse en Baja California en 1852 para ministrar a los católicos de esa área que formó parte de su Diócesis de Monterey, California Norte. Las autoridades de Baja California le dijeron que, por no ser mexicano, lo encarcelarían de presentarse en esa parte de su Diócesis para ejercer su ministerio de Obispo. El tomó la decisión de viajar a México para presentar su queja y conseguir la aceptación de su jurisdicción de parte de las autoridades civiles, algo que no consiguió. 13

El ex Vicario de Baja California, Fray Ramón María de San José Moreno y Castañeda O. Carm. fue nombrado Obispo de Chiapas en 1879. MISIONEROS EN EL NORTE DE LA PENINSULA Es interesante notar que mientras Roma continúa nombrando Vicarios y Administradores para la Baja California, la realidad es que la presencia de ellos fue notada más en La Paz y los pueblos del sur de la península. Se quedó menos visitado en el inmenso área del norte los distintos grupos de indígenas que no se habían beneficiado de la secularización de las Misiones y que ya no tenían una presencia de Iglesia. Aunque el norte de la península recibió menos atención, no fue totalmente abandonado. Los misioneros itinerantes hicieron visitas infrecuentes para estar en las rancherías y pueblos del norte de la península. En 1856 Alemany de San Francisco envió al P. Enrique Juan Antonio Alric a Santa Tomás. El mencionado padre dejó sus memorias, escritos de mucho valor sobre la península. Otro de los que visitaba al norte de Baja California en aquel tiempo fue el P. Antonio Ubach, sacerdote de la Diócesis de Monterey, California norte y, desde 1866 hasta 1907, párroco de San Diego. Él era el único sacer-dote que estaba trabajando a tiempo completo en la área de la frontera en los años 1890 1900. Los Archivos de la Diócesis de San Diego y de la Parroquia del Purísimo Corazón de María en Ensenada indican que el P. Ubach hizo visitas pastorales 14

regularmente a poblaciones del norte de la península de Baja California en estos años. Otro gran Misionero de aquel tiempo es el dominico, William Dempflin, nacido en Alemania en 1838. Emigró a Guatemala en 1856, en donde trabajó por 10 años en las minas de oro y plata. Se presentó a la comunidad dominica de la ciudad de Guatemala en 1866; fue aceptado como novicio y luego empezó a estudiar filosofía y teología antes de ser ordenado sacerdote. En 1872 el gobierno de Guatemala suprimió a los religiosos y se posesionó de su propiedad. Dempflin tuvo que salir del convento y se dedicó al trabajo para sostenerse. Finalmente, con 7 compañeros dominicos, inició una peregrinación de 15

Guatemala hacia el convento dominico en Benecia, Alta California. Allá terminó su preparación y fue ordenado sacerdote dominico en 1875. Como otro Pablo, entendió que su vocación era la de servir y evangelizar a los grupos indígenas de California, Arizona y México. Conocido como el Padre Blanco por su costumbre de presentarse con su hábito dominico, pasaba la mayor parte de cada año como misionero itinerante, ministrando a los grupos más marginados con la organización de un alemán, el corazón de un hombre noble y la perseverancia de un dominico, hasta su muerte. Entre los años 1880 y 1890 el P. Dempflin, hizo varias visitas al territorio de Baja California, para pastorear a los pueblos dejados sin presencia de sacerdote como resultado de la supresión de las Misiones y la falta de clero. Con un compañero dominico, el P. James Reginald Newell, hizo un itinerario por los pueblos de Baja California para acceder al deseo del Sr. Obispo Francisco Mora, obispo de Monterey y Los Angeles. En Julio de 1887 salieron del Convento de los Dominicos en Benecia, California Norte, para iniciar su peregrinación pastoral, que terminó en Marzo de 1888. Pasaron por Tijuana en una carreta jalada por dos mulas. Visitaron las Misiones de San Telmo, Santo Tomás, San Ramón, San Vicente, San Rafael, Santo Domingo y El Rosario, soportando fatiga, hambre, calor y frío. Convocaron a la gente y celebraron la Misa, con bautismos, confirmaciones y matrimonios en cada comunidad. Con tristeza notaron la condición de las misiones y los grupos indígenas abandonados por más de 50 años. 16

Encontraron Registros de Bautismo, Matrimonio y Difuntos en las Misiones abandonados o en posesión de habitantes de los pueblos visitados. Conscientes de la desaparición de cálices, arte, oro y plata, ornamentos y muebles de las Misiones, tomaron la decisión de recoger estos documentos de gran importancia histórica. Para conservarlos y asegurar el respeto que merecían, los llevaron al convento de los dominicos en Benecia, California. Se encuentra en el Apéndice I la lista de los Registros de las Misiones de Baja California, conservados hoy en el Archivo del convento de San Alberto, en Oakland, California. En 1890 fueron formalmente clausuradas las misiones dominicas de Baja California. Entre los misioneros en el norte de la Península están mencionados también los sacerdotes, Luciano Osuna, que pasó tiempo en Ensenada entre los años 1888 y 1891. Envió un informe de la vida religiosa del área del norte a Obispo de Sonora en junio de 1888 en que dice: En Tijuana hay un Oratorio que yo he construido a mi propio costo; es de adobe, techo de madera, altar de madera, dimensiones veinte y cuatro pies de largo por catorce de ancho... Aquí habrá como 10 católicos. Este lugar está en la línea divisoria. Carta del padre Luciano Osuna a J. Ángel Barceló, secretario del obispado de Sonora. Tijuana,. C., 7 de junio de 1888. En archivo de la Catedral de la Asunción (sin catalogación), Hermosillo, Sonora.. También Celso García estuvo en Ensenada en los años 1890 1893. Otro sacerdote que vino de fuera es el P. Guillermo Luis Dye, secretario de la sagrada mitra de Monterey y Los Angeles en tiempo del Obispo Mora. Como Vicario interino de la Parroquia de San Diego 17

visitó a Ensenada y Real de Castillo en 1895, dejando en el Registro del Purísimo Corazón de María de Ensenada un informe de los 133 bautismos celebrados en el transcurso de su visita pastoral durante el mes de abril. Otro es el P. Patricio Lennon, irlandés y también sacerdote de la Diócesis de Monterey y Los Angeles. Vino a Ensenada en agosto de 1895 y se quedó hasta mayo de 1896. Dejó en el Registro de Bautismos del Purísimo Corazón de María informe de 159 bautismos celebrados, unos en inglés y otros en español. El P. Doménico Scarpetta es uno de los 15 misioneros italianos que vinieron a La Paz en 1895 como enviados de parte de la Congregación de la Propagación de la Fe. Llegó a Ensenada en 1897 y se quedó por varios años. Su parroquia era el territorio de las Diócesis de Tijuana y Mexicali de hoy. Es él que inició y terminó la construcción de la Iglesia del Purísimo Corazón de María en Ensenada. En 1909 llega a Tijuana el P. Ricardo de Jesús Chavarría; trabajaba para edificar una iglesia en la esquina de la Calle 2da. y Niños Héroes. Se hace mención del ministerio del P. Jesús Robles y del P. Jesús Echeverría en Tijuana en 1918, probablemente prestados por la Arquidiócesis de Guadalajara. En 1922 vinieron del sur de la península los misioneros italianos, PP. Rossi y Castaldi a Mexicali; José Cota a Ensenada y Severo Alloero a Tijuana. En el sur de la península, la aplicación de las exigencias de la Constitución de 1917 a ministros extranjeros, les 18

obligó a moverse al norte, en donde el gobernador del Distrito, Coronel Esteban Cantú, no aplicó con rigor el Artículo 130 y otros pertinentes a la situación de la iglesia. En 1925 el P. Modesto Sánchez Mayón, de la Arquidiócesis de Guadalajara, recibió la ordenación sacerdotal y comienza sus 63 años de ministerio abnegado en favor de los católicos dispersos por toda la península. Murió lleno de años y buenas obras en 1987. Vino el P. José Rosendo Núñez de Guadalajara a Tijuana en Noviembre de 1929 y se quedó hasta 1934. En 1930 le tocó bendecir la Iglesia de Guadalupe en Tijuana que había aumentada y renovada. Vino de Guadalajara el P. J. Jesús Torres como Párroco de Tijuana, Ensenada y Mexicali, con su residencia en Tijuana. El Registro de Bautismos indica que él empezó su ministerio en Tijuana el 1º. de abril 1938. Regularmente hacía visitas a otros pueblos para celebrar matrimonios, bautizar, confesar, celebrar la Misa y Primeras Comuniones. Visitaba las comunidades de: Mexicali, Ensenada, San Telmo, San Simón, Col. Guerrero, Misión Santo Domingo, El Rosario, El Mármol, Valladero, San Vicente Tecate y Tijuana. El P. Torres fue a Ensenada en 1940 para recibir a Monseñor Torres, el recién nombrado Administrador de la Iglesia de Baja California, cuando llegó al norte de su territorio. 19

SUCESIÓN DE VICARIOS Y ADMINISTRADORES EN LA PAZ El primer libro del Plan Pastoral de la Diócesis de Tijuana (1989-1994) da la historia de la sucesión de Misioneros, Vicarios, Administradores y Prefectos del territorio de Baja California desde la llegada de los jesuitas a Loreto (1697) hasta el nombramiento de Monseñor Felipe Torres Hurtado, MSpS con los Misioneros del Espíritu Santo y su llegada a La Paz (1939). LA LLEGADA DE MONS. TORRES HURTADO MSpS Y LOS MISIONEROS DEL ESPIRITU SANTO En Diciembre de 1939, Roma confió a los Misioneros del Espíritu Santo la misión de toda la península de Baja California. Mons. Felipe Torres Hurtado MSpS fue nombrado Administrador del Vicariato. Con los Misioneros del Espíritu Santo entramos en tiempo moderno, tiempo de testigos vivientes que conservan la memoria de la renovación de la iglesia del norte, especialmente manifestada en las nuevas iglesias que fueron construidas en Tijuana, Mexicali y Ensenada en los años 1940-1949. Al llegar a Ensenada en 1940; Mons. Torres y los Misioneros del Espíritu Santo se dirigieron a la Iglesia del Purísima Corazón de María. El Registro de Bautismos más reciente que encontraron, tenía bautismos celebrados entre 7 de marzo 1921 y octubre de 1924. Marcaron su presencia con esta anotación en el Libro de Bautismos # 7, firmada por Mons. Torres: Habiendo tomado posesión los Misioneros del Espíritu Santo de esta cuasi-parroquia de Ensenada, 20

no se encontró en el archivo otro libro de bautismos más reciente y se ocupó este provisionalmente con la autorización del Administrador Apostólico del Vicariato. Felipe Torres MSpS Adm. Aplico Por motivos pastorales Mons. Torres tomó la decisión de cambiar la sede de su Vicariato de La Paz a Ensenada. En 1944 cambió la sede a Tijuana, para situarla en donde vivía más gente. Es obvio que la Iglesia del norte fue grandemente beneficiada por la espiritualidad, la visión y el trabajo de Torres Hurtado y sus hermanos Misioneros del Espíritu Santo. Otros habían labrado la tierra y sembrado la semilla. A los Misioneros del Espíritu Santo les tocó continuar con la labor evangélico iniciada por los Jesuitas y seguida por Franciscanos, Dominicos, Italianos, el Obispo de las ambas Californias, Obispo y sacerdotes de la Diócesis de Monterey, California, y obispos y sacerdotes de distintas partes de México. 21

CAPITULO 2 PRIMERA IGLESIA CATÓLICA DE TIJUANA En la población de Tijuana fue levantada la primera capilla católica en 1888 por el Luciano Osuna, sacerdote de la Diócesis de Sonora prestado al Vicariato de Baja California por su Obispo, Pedro Loza de Pardavé (Carta de Luciano Osuna a J. Ángel Barceló, Obispado de Sonora de 7 de junio de 1888, Archivo de la Catedral de la Asunción Hermosillo, Sonora). Se encontraba cerca de la línea divisora entre México y los Estados Unidos de América, en donde estaban situadas la aduana y las pocas casas del pueblo recién nacido como resultado del Tratado de Guadalupe - Hidalgo de 1846. Caminando hoy por la Calle 1ª y la Avenida Francisco I. Madero, se ve al lado derecho el Museo de Cera, junto a la sub-estación de la Comisión Federal de Electricidad. En esta esquina levantó el P. Osuna una capilla humilde de adobe que sirvió para las visitas infrecuentes de padres de San Diego o de Ensenada. En los años 1890-1900 el P. Antonio Ubach trabajaba en el 22

De los Archivos de la Diócesis de San Diego y de la Parroquia del Purísimo Corazón de María de Ensenada salen datos de las visitas del P. Antonio Ubach a esta área. Venía de San Diego en un barco de vapor que llegaba al puerto de Ensenada dos o tres veces por semana. 31 de mayo de 1894: El P. Ubach bautizó a 12 niños y a 9 niñas en Ensenada. 1 de julio de 1896: El P. Ubach hizo visita pastoral a Ensenada. Octubre de 1896: El P. Ubach visitó a San Quintín para bautizar. Parece que el P. Ubach consideró los católicos del norte de la península como parte de su grey, aunque estrictamente su parroquia de San Diego no pasó por la línea divisora entre México y los Estados Unidos. Se encuentra una notación interesante en el Registro de Bautismos del Purísimo Corazón de Ensenada, escrito en 1895 por el P. Guillermo Dye de la Diócesis de Monterey: En la Ensenada de Todos los Santos, a los 10 días de abril de 1895, por orden que recibí del señor don Antonio Ubach, cura de San Diego, Alta California, yo el infrascrito, secretario de la sagrada mitra de Monterey y Los Angeles, y vicario interino de la parroquia de San Diego, bauticé... (sigue los nombres y datos de los bautizados y la firma de Padre Dye). La capilla de Tijuana duró hasta 1904, cuando fue llevada por el arroyo, engrosado por las lluvias torrenciales de aquel año. Quedó solamente la memoria de ella. 23

IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE EN TIJUANA Pasados unos años se formó un grupo de fieles y tomaron el propósito de levantar otra iglesia en un sitio más retirado del arroyo, para evitar el peligro de otra inundación. Su entusiasmo fue nutrido por la generosidad del Sr. Alejandro Savín, quien donó un terreno ubicado en la esquina de Calle 2da. y Niños Héroes. El comité se dedicó a sacar fondos por medio de kermeses y rifas, e inició la construcción de una nueva iglesia de material más durable. Desde entonces, la misma esquina ha sido punto de congregación para generaciones de católicos y centro de múltiples celebraciones. La fecha aproximada de esta construcción, según se afirma, es el año de 1909, siendo el sacerdote encargado del culto, el P. Ricardo de Jesús Chavarría. Como pueden ver en la fotografía, la construcción no es de una iglesia tradicional. Eso dio origen a la versión que la capilla fue originalmente comprada en el área de San Diego y trasladada a Tijuana, para servir a los católicos. Se inauguró el nuevo edificio el 12 de Diciembre de 1909, por lo que se dedicó la iglesia a Nuestra Señora de Guadalupe. Era la única iglesia católica en Tijuana. 24

IGLESIA DE NTRA. SRA. DE GUADALUPE (Foto de 1929) En 1918, Tijuana contaba con 600 habitantes, a los cuales atendían los PP. Jesús Robles y Jesús Echeverría, probablemente de Guadalajara. El único bautismo de aquel tiempo apuntado en el Registro de Bautismos II de la Iglesia de Guadalupe es de un niño bautizado el 19 de Junio de 1919, por el P. Jesús Echeverría. Tiempo después de 1917, los católicos pasaron por varias pruebas. En la administración pública circuló copiosa correspondencia entre los gobiernos municipales, distritales y federal, empeñados en hacer cumplir la nueva ley constitucional (1917) que provocó el abandono de los templos y de la feligresía por los sacerdotes. (Historia de Tijuana, UNAM) La persecución de la Iglesia en México en estos años, fue comparada por el Papa Pío XI, a la persecución de la Iglesia en los primeros siglos. 25

En 1918 vinieron del sur de la península unos misioneros italianos: PP. Rossi y Castaldi que llegaron a Mexicali; José Cota a Ensenada y Severo Alloero a Tijuana. En Baja California Sur, la aplicación de las exigencias de la Constitución de 1917 a ministros extranjeros les obligó a salir del territorio y buscar refugio en el norte, en donde el gobernador del distrito, Coronel Esteban Cantú, no aplicó con rigor el Artículo 130, y otros pertinentes a la situación de la Iglesia. (Cf. Apéndice 2 y 3). El P. Severo Alloero vino a Tijuana, probablemente en 1919. El primer libro de Registros de Bautismos que se conserva en el Archivo de la Catedral, tiene el título de Libro II. No se sabe qué pasó con el Registro de Bautismos celebrados antes del 31 de agosto de 1922. Con la excepción del bautismo de 1919 ya mencionado, todos los bautismos de agosto de 1922 hasta enero de 1926 fueron celebrados por el sacerdote italiano Severo Alloero. 26

El P. Severo Alloero empezó a trabajar en la Iglesia de Guadalupe en Tijuana. Motivó a los fieles y empezaron con el proyecto de ampliar el templo porque la ciudad estaba creciendo. Con el propósito de tratar el asunto más ampliamente, citó a los integrantes de la Vela Perpetua y distinguidas damas a reunirse en la casa de la Sra. Marciana de Marín, el 1º de julio de 1925. En el transcurso de la reunión, formaron el comité que se encargara de los trabajos de la ampliación de la Iglesia de Guadalupe. El número de fieles estaba creciendo y todos estaban de acuerdo que el pueblo necesitaba un templo más amplio en la misma esquina de Calle 2da. y Niños Héroes. Se comisionó al Sr. Cura para que arreglara el permiso y todo lo relativo, según las exigencias de la Constitución de 1917. El comité llevó el nombre de Asociación pro Ampliación de la Iglesia, con la Sra. Catalina R. de Fabela sirviendo como Presidenta y la Sra. Rosa de Beraud como Secretaria. En la junta de la Vela Perpetua del día 30 de julio de 1925, el P. Alloero dijo que las autoridades habían aprobado los trabajos para la ampliación del templo y que la Mesa Directiva debía firmar el Registro de Fábrica de la Iglesia. Les habló de cómo el Rey Salomón quiso honrar al Señor con un templo digno de su nombre y de cómo deben trabajar ellas por el engrandecimiento de la Casa del Señor de Tijuana. Apenas comenzando el trabajo tuvo que suspenderse en 1926, porque la situación política obligó al P. Alloero refugiarse en San Ysidro, al otro lado de la línea divisora. La Iglesia de Guadalupe quedó cerrada por 3 años, lo mismo con los templos católicos de todo México. 27

En la Iglesia de Monte Carmelo de San Ysidro, California Norte, el P. Alloero celebraba el culto católico sin molestia de parte de autoridades. Allá recibía con gozo a sus fieles, que cada Domingo hicieron la peregrinación de Tijuana a su iglesia, para la celebración de la Misa. Allá se quedó el Padre, siendo el primer párroco de Monte Carmelo de San Ysidro, de 1927 hasta 1932. La Sra. Catalina de Fabela se dedicó a conservar la fe católica en Tijuana en estos años de la persecución religiosa en México. Cada semana invitaba a gente a reunirse en el Parque Teniente Guerrero para caminar a San Ysidro para la Misa dominical. Llegando a la línea divisora, el oficial americano de migración pidió de la Sra. de Fabela el número de personas que le acompañaba, y así, con una palabra de ella, todos pasaban. En los mismos años en que el sacerdote no podía ejercer su ministerio públicamente, el Padre Alloero visitaba la casa de Rosita Cota por la Calle 7 para bautizar, confesar y celebrar matrimonios. En los tres volúmenes de La Cristiada por el historiador Jean Meyer podemos entender algo del conflicto que surgió entre el gobierno y la Iglesia en los años 1926 1929, tiempo marcado para siempre por el martirio de sacerdotes y laicos: 25 de ellos fueron canonizados hace poco por el Papa Juan Pablo II, en Mayo del 2000. El 21 de junio de 1929, el gobierno y la Iglesia llegaron a un acuerdo que calmó la situación de conflicto. De nuevo resonaron las campanas de las iglesias católicas en México para anunciar la apertura de los templos para el culto por la primera vez en casi tres años. Terminando el tiempo de conflicto, vino de la Arquidiócesis de Guadalajara el P. José Rosendo Núñez a la Iglesia de Guadalupe 28

en Tijuana en Noviembre de 1929 y se quedó hasta 1934. Nacido en Guadalajara en 1904, tenía el entusiasmo del sacerdote recién ordenado. Dicen que era hombre grande de estatura y muy trabajador. Con él se inició de nuevo la celebración de la Misa y sacramentos y, otra vez, se dirigieron los fieles a la ampliación de la Iglesia de Guadalupe, contando con la cooperación de todos los católicos, entusiasmados por la presencia del nuevo párroco. Para allegarse fondos, se hicieron colectas, festivales y Kermeses, teniendo la cooperación de muchos, en trabajos, donativos y rifas. Se establecieron en la Iglesia las siguientes Sociedades: Damas Católicas, La Vela Perpetua, Asociación Guadalupana y El Catecismo. Con la participación decidida de la Sra. Catalina de Fabela, Jovita Rendón y otras damas entusiastas, se hizo la ampliación del templo y se acondicionó la bóveda, se mejoró la fachada y se construyeron banquetas. Las señoras Trinidad de Goldbaum y Veneranda de García obsequiaron al nuevo templo el hermoso cuadro de la Virgen de Guadalupe. El P. Núñez bendijo la imagen el 12 de octubre de 1930, siendo Madrinas todas las señoras que formaban las Asociaciones. Aprovechando la calma en tiempo de hostilidades de parte de las autoridades, el P. Núñez se preparó para la dedicación del nuevo templo, apoyado por el entusiasmo de los fieles. Llegando la Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, todo estaba listo. En la presencia de muchos fieles, el P. José Rosendo Núñez celebró con solemnidad la Misa de la Dedicación del templo el 12 de diciembre de 1930. 29

IGLESIA DE GUADALUPE EN TIEMPOS DEL P. JOSE NUÑEZ En 1932 se publicó la nueva Ley Reglamentaria de Cultos, que limitaba el ministerio de los sacerdotes católicos. El Gobernador no concedió al P. Núñez autorización para ejercer su ministerio en Tijuana. A causa de sus protestas frecuentes y vehementes fue negado entrado en México en 1935. En los años 1933-1935 siguió sirviendo a los católicos de Tijuana en la Iglesia de Monte Carmelo en San Ysidro. En el Registro de Bautismos de la Iglesia de Guadalupe de Tijuana el P. Núñez escribió: Los bautismos administrados en 1932 hasta febrero de 1933 constan en el Libro #5, tanto de los niños nacidos en Tijuana y bautizados en esta ciudad o bautizados en la vecina parroquia de San Ysidro, por no permitir las autoridades civiles los cultos, desde el 15 de enero de 1932. En este libro, sólo están los bautismos administrados por mí de marzo 1933 a marzo de 1934. 30

En 1935 el P. Núñez estuvo como Párroco en la Iglesia Monte Carmelo en San Ysidro. Luego fue a San Diego y después, en octubre de 1939, fue nombrado Párroco de Guadalupe en San Bernardino y luego honrado con el título de Monseñor. Se quedó en la Parroquia de Guadalupe hasta el día de su muerte en 1968. Tijuana se quedó sin sacerdote residente por tres años, hasta la llegada del Padre J. Jesús Torres, sacerdote de Guadalajara. Sirvió como Párroco de Tijuana, Ensenada y Mexicali, con residencia en Tijuana. El Registro de Bautismos indica que él empezó su ministerio en Tijuana, el 1º. de Abril de 1938. Regularmente hacía visitas a otros pueblos para celebrar matrimonios, bautizar, confesar, celebrar la Misa y Primeras Comuniones. Están notadas visitas pastorales a las comunidades de: Mexicali, Ensenada,,San Telmo, San Simón, Col. Guerrero, Misión Santo Domingo, El Rosario, El Mármol, Valladero, San Vicente, Tecate y Tijuana. El Padre Torres era el Párroco de Tijuana en 1940 cuando Mons. Felipe Torres Hurtado MSpS llegó a Ensenada desde La Paz. MONS. TORRES Y LOS MISIONEROS DEL ESPIRITU SANTO El 25 de septiembre de 1939, con la autorización del Papa Pió XII, la Congregación por la Propagación de la Fe encomendó la administración de la Iglesia de Baja California a Mons. Felipe Torres Hurtado MSpS y a la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo. Mons. Torres llegó a La Paz en el barco Arturo con dos compañeros Misioneros del Espíritu Santo, el día 12 de diciembre de 1939. Fue 31

recibido por su predecesor, Mons. Narciso Aviña, a quien presentó los documentos que acreditaban su nombramiento como Administrador del Vicariato de Baja California. Después de haber dado a Monseñor la bienvenida y bendición, Narciso Aviña se despidió y regresó a la Arquidiócesis de Guadalajara en el mismo barco Arturo. Mons. Torres hizo pronto una visita para conocer la situación de su Vicariato. En 1940 vino hacia el Norte, acompañado por el P. Modesto Sánchez y estableció su sede en Ensenada para estar más cerca de los pueblos de Tijuana, Mexicali, Tecate y Rosarito. Cuando recibió en la ciudad de Roma el nombramiento de Vicario Apostólico de la Baja California en 1939, el Papa Pío XII le encomendó establecer un Seminario para asegurar el futuro de una Iglesia dinámica en la región. Mons. Torres Hurtado aceptó el proyecto y se dedicó a esta tarea con un entusiasmo noble, santo y perseverante. No tenía lugar, ni maestros, ni candidatos cuando decidió establecer la cuna de vocaciones sacerdotales en Ensenada en 1940. Mons. Torres Hurtado visitaba las Diócesis más bien establecidas pidiendo sacerdotes y seminaristas para su nuevo Seminario en Ensenada; además, pedía sacerdotes y ayuda económica para el Vicariato. Del Seminario de Veracruz respondieron tres teólogos; Máximo García Martínez, Jesús Valverde y Antonio Domínguez. Se presentaron en Ensenada en 1940 y fueron parte del equipo formador del naciente Seminario. El P. Máximo que continúa aún trabajando incansablemente en Tijuana en este año 2003, hizo memoria de lo acontecido en su libro 50 Años de Historia del Seminario Diocesano de Tijuana 1940-1990 y en sus libros de 32

historia. El Seminario, gran ilusión de Mons. Torres Hurtado, fue fundado en Ensenada el 8 de diciembre de 1940. En 1944 Mons. Torres recibió de Roma permiso para trasladar la sede del Vicariato a Tijuana. Se estableció en la Calle 10ª. y Ocampo, a un lado de donde estaban construyendo la Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. En la misma área se estableció el Seminario. Con la llegada de Monseñor Felipe Torres Hurtado y los Misioneros del Espíritu Santo a Tijuana, la Iglesia comienza una etapa nueva, respondiendo mejor a las comunidades y colonias ya establecidas. El Padre J. Jesús Torres continuó en la Iglesia de Guadalupe, compartiendo el trabajo con los Misioneros del Espíritu Santo. Regresó a Guadalajara cuando Mons. Felipe Torres pidió de él la Parroquia de Tijuana para entregarla al P. Domingo Martínez MSpS en 1942. Al siguiente año (1943), fue nombrado párroco el P. Luis Manuel Guzmán MSpS. Él inició el proyecto para construir la nueva Iglesia de Guadalupe de Tijuana. Compró al Sr. Güero López los metros cuadrados en donde ahora están asentados el altar mayor, las oficinas y la casa cural. El metro cuadrado costó la elevada cantidad de 25 dólares (muchísimo para su tiempo). Después, fue nombrado como Párroco el P. Tarcisio Romo MSpS. Se quedó hasta la llegada de Monseñor Alfredo Galindo Mendoza MSpS como nuevo Vicario Apostólico en 1949. Con los Párrocos Misioneros del Espíritu Santo de la Parroquia de Guadalupe, colaboraron como vicarios varios padres del clero secular, entre ellos el P. Máximo García, el P. José Doroteo Marín, el P. 33

Sydney Raemers (de Gran Bretaña), el P. Antonio Domínguez, el Antonio Muñoz y el P. Agustín Escudero. La Parroquia de Guadalupe dio origen a otros templos y capillas. La primera Iglesia nacida de la parroquia de Guadalupe fue la Capilla del Perpetuo Socorro en la Colonia Libertad. No se sabe la fecha exacta de su construcción pero hay indicios que fue levantada antes de la llegada de Mons. Torres Hurtado a su Vicariato en 1939. Desde 1942 empezaron a surgir los siguientes templos, nacidos todos de la Parroquia de Guadalupe: Nuestra Señora del Sagrado Corazón, Calle 10ª. y Ocampo; Sagrado Corazón de Jesús en la Colonia Independencia; Nuestra Madre Santísima de la Merced de la Colonia Morelos; Nuestra Señora del Refugio en la Colonia Hidalgo; La Inmaculada Concepción, Calle 2da; y Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, Colonia 20 de Noviembre. Todos estos templos se convirtieron en centros de educación y catequesis, de vida eclesial, de celebración de Bautismo y de Eucaristía, de alimentación espiritual y asistencia para los pobres. Los fieles, dejados por un tiempo sin la presencia tan visible y vital de la Iglesia Católica, cooperaron generosamente con ventas, rifas y otras actividades, para obtener fondos para la construcción de nuevos templos y ayuda de las Religiosas. En sus peregrinaciones buscando ayuda para su Vicariato, Mons. Torres encontró entre las Religiosas una respuesta muy generosa. Pronto se localizaron en Tijuana y Ensenada varias comunidades religiosas: Carmelitas Misioneras de Santa Teresa; Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús de México; Hermanas Mercedarias del 34

Santísimo Sacramento; Hijas del Espíritu Santo; Misioneras Franciscanas de Nuestra Señora de La Paz y Siervas del Sagrado Corazón y los Pobres. La presencia de las Religiosas despertó el sentimiento religioso que parecía adormecido y se da principio a la construcción de iglesias, capillas, centros de asistencia social y muchas otras actividades nutridas por la presencia de ellas. Con razón Mons. Torres estaba agradecido con ellas y con los sacerdotes que se quedaron para seguir en el apostolado ya confiado a él y a los Misioneros del Espíritu Santo. DESPEDIDA DE MONS. FELIPE TORRES HURTADO. En los Libros de Bautismos de la Iglesia de Guadalupe en Tijuana y del Purísimo Corazón de María en Ensenada, se puede observar la frecuencia con que Mons. Torres Hurtado bautizaba a grupos de niños. Esa actitud servicial y humilde lo acompañaba en sus visitas pastorales a las distintas áreas de la Península. Con el apoyo de sus sacerdotes y fieles, Torres Hurtado logró ver una renovación en la Iglesia y florecimiento en el apostolado de los laicos. Sin duda era Iglesia pobre en recursos, pero miraba hacia el futuro con gran confianza, animada por la fe de generaciones de fieles y de los Mártires Mexicanos de los años 1926-1929. Con el Seminario bien establecido y el crecimiento notable de la Iglesia desde su llegada en 1939, era de esperarse que Roma iba a dar reconocimiento a su labor ministerial con el nombramiento de Obispo. 35

Pero el designio de la Santa Sede no coincidió con la ilusión de varias personas en Tijuana y probablemente con la expectación misma de Mons. Torres Hurtado. Llegó la noticia de que Roma había nombrado al P. Alfredo Galindo y Mendoza MSpS como nuevo Vicario Apostólico de Baja California y de que sería ordenado Obispo. En Enero de 1949, antes de la llegada de su sucesor, salió Mons. Felipe Torres Hurtado MSpS de Tijuana, despedido por un grupo de sacerdotes y fieles. Se puede entender algo del golpe que sufrió. En su prueba encontró un corazón humano y compasivo en la persona del Dr. Don Luis Guízar Barragán, Obispo de Saltillo, Coah., quien lo recibió en su Diócesis, confiándole los honrosos puestos de Vicario General y Vice-Rector del Seminario Mayor. De la ciudad de Saltillo, Coah., le escribió a un obispo que le había mostrado apoyo: No sabría decirle Monseñor, lo que tuve que sufrir al salir de Tijuana. El Señor quiso hacerme un precioso regalo de humillación y de cruz, con motivo de mi Jubileo Sacerdotal; pero conociendo mi pequeñez, quiso darme la compensación de que los sacerdotes me traten con respeto y simpatía, como lo han hecho los que he visto. (Archivo Diócesis San Diego). Pidió una oración del amigo obispo para que pueda unirse con los sufrimientos de Cristo y así participar en su gloria. En tiempos del obispo Juan Jesús Posadas, el Monseñor fue invitado a visitar de nuevo a Tijuana y aceptó. Visitaba al Seminario en su aniversario y por unos años sirvió como párroco en Playas de Tijuana. Estuvo presente con Mons. Galindo y Mons. Juan Jesús Posadas para la ordenación del Padre Marcial Vázquez en 36

Tijuana el 8 de diciembre de 1980. Murió el 13 de marzo de 1988, en Saltillo, Coah. Que se encuentre a la derecha del Señor! NOMBRAMIENTO DE MONS. ALFREDO GALINDO Y MENDOZA MSpS El 9 de diciembre de 1948, por decisión de la Santa Sede, el Vicariato de Baja California fue entregado a Monseñor Alfredo Galindo y Mendoza, MSpS., dándole el título de Vicario Apostólico de la Baja California. Fue consagrado Obispo el 22 de enero de 1949 en México por el Dr. José Garibi Rivera, Arzobispo de Guadalajara. Sin detenerse, se dirigió a Baja California para tomar posesión de su Vicariato, saliendo de México en la mañana de 28 de enero en un vuelo que llegó a Tijuana 12 horas después. Con entusiasmo y confianza empezó Mons. Galindo su trabajo. Tenía conocimiento de la vida parroquial y del sacerdocio secular, siendo miembro del clero diocesano de Guadalajara desde su ordenación sacerdotal en 1921. Pasó tiempo en la Arquidiócesis de Los Angeles durante la persecución religiosa en México y allá llegó a conocer a los Misioneros del Espíritu Santo. Para llevar una vida más perfecta, quería entrar en la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo. Fue recibido y, en 1938, fue profesado como Misionero del Espíritu Santo. Después, sirvió por un tiempo en la Iglesia de los Misioneros en El Campo, Texas. Con Mons. Galindo vinieron en 1949 otros nuevos Misioneros del Espíritu Santo, entre ellos el P. Luis Gutiérrez. Mons. Galindo lo nombró Párroco de Guadalupe de Tijuana. Aunque la ciudad ya tenían 37

otros templos católicos, la Parroquia de Guadalupe siguió siendo la Iglesia principal de Tijuana. Había llegado el tiempo para edificar un templo más grande en el estilo tradicional. El P. Gutiérrez MSpS tenía el don de organizarse bien y de localizar fondos para sus múltiples proyectos. Pronto tomó en la mano la construcción de la nueva Iglesia de Guadalupe, que conocemos hoy como la Catedral. La primera piedra fue puesta y bendecida el 12 de Diciembre de 1949 por Mons. Alfredo Galindo. Por la puerta del lado de la Calle 2da. se encuentra la primera piedra que dice, en latín: IN HONOR B. MARIAE V. DE GUADALUPE EPO. ALFREDO GALINDO MSpS MICHAELE ALEMAN. PRAES. TIJUANA 12 XII 1949 La construcción de la Iglesia de Guadalupe comenzó en 1950. El Ingeniero Conrado McFarland Corona dirigió las obras sin cobrar. El dinamismo del P. Luis Gutiérrez animó a fieles y bienhechores y avanzó rápido la edificación de la Iglesia. Antes de terminar con el proyecto, el P. Gutiérrez fue nombrado Delegado Provincial de la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo y tenía que salir de Tijuana. Pasó a su sucesor, el P. Salvador Sánchez MSpS, nuevo Párroco de Guadalupe, la tarea de seguir adelante con la construcción que iba muy avanzada. El llevó a cabo la construcción, dejando a sus sucesor, el P. Alberto Moreno Alcaraz finalizar la obra del buen arreglo del templo de Guadalupe, para que fuera digno lugar para dar gloria a Dios, para la asamblea de los fieles y para testimoniar a la fe 38

de los católicos, saliendo renovados después de una etapa de duras pruebas. Ya terminada la construcción, vino el Excmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara, Don José Cardenal Garibi Rivera, para consagrar el templo el 27 de Junio de 1956. DIÓCESIS DE TIJUANA Por disposición de la Santa Sede, se estableció la Diócesis de Tijuana el 24 de enero de 1964, con Mons. Alfredo Galindo como Primer Obispo. La Iglesia de Guadalupe fue designada Catedral de Tijuana. La erección de la Diócesis de Tijuana resultó en cambios en la Iglesia local. En 1964 el P. Miguel Valdés fue designado Administrador de la Catedral y así pasó la administración de la Iglesia de Guadalupe al clero diocesano por primera vez en 22 años, desde el nombramiento del P. Domingo Martínez, MSpS. como Párroco en mayo de 1942. Los Misioneros del Espíritu Santo, en reconocimiento a su contribución significativa al desarrollo de la Diócesis, recibieron ad perpetuam la parroquia del Espíritu Santo en Tijuana. La Catedral de Guadalupe tiene aspecto de un templo construido hace muchos años en la esquina de Calle 2ª. y Niños Héroes. En este año de 2003 viven todavía bastantes personas que conocieron la antigua Iglesia construida por el P. José Rosendo Núñez y dedicada el 12 de diciembre de 1931. No se sabe si viva alguien que tenga conocimiento del templo de Guadalupe levantado en la misma esquina y dedicado el 12 de diciembre de 1909. El Museo de Cera ocupa hoy el lugar en donde construyeron de adobe la primera capilla Católica de Tijuana. Los años avanzan y muchos testigos ya descansan en paz. Se 39