CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO El Señor Jesucristo tanto nos amó que nos regala un consuelo permanente y una gran esperanza Hermanos y amigos. Con frecuencia leemos en los salmos que Dios bendice al justo y perseguido, pobre y oprimido. Dios permanece fiel y su bendición está muy por encima de los bienes materiales. El libro de los Macabeos hoy nos lo recuerda, es la vida eterna, la resurrección. En Cristo Jesús resucitado se hace luz la bendición suprema del Padre. Celebremos la Eucaristía. Somos un pueblo que camina, y juntos caminando podremos alcanzar otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad. Somos un pueblo que camina que marcha por el mundo buscando otra ciudad. Somos errantes peregrinos en busca de un destino, destino de unidad. Siempre seremos caminantes,
pues solo caminando podremos alcanzar, otra ciudad que no se acaba sin penas ni tristezas ciudad de eternidad. Acogemos la misericordia de Dios. El Señor es mi pastor, nada me falta. El repara mis fuerzas y me guía por el sendero justo. Me unge la cabeza con perfume. Su bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida. Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad. Liturgia de la Palabra Del 2º libro de los Macabeos 7, 1 2 y 9 14. En aquellos días arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios de buey para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley. Uno de ellos habló en nombre de los demás: Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres. El segundo hermano cuando estaba por dar su último suspiro, dijo: Tú, malvado, nos arrancas la vida presente. Pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna. Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo enseguida, y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente: De Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio. Espero recobrarlas del mismo Dios. El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos. Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y cuando estaba próximo a su fin, dijo: Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. En cambio, tú no resucitarás para la vida. Palabra de Dios.
Salmo 16 Señor, escúchame, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, en mis labios no hay engaño. Aunque sondees mi corazón visitándolo de noche, aunque me pruebes al fuego no encontrarás malicia en mí. Mi boca no ha faltado. Según tus mandamientos yo me he mantenido en la senda establecida. Mis pies estuvieron firmes en tus caminos y no vacilaron mis pasos. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío. Inclina el oído y escucha mis palabras. Guárdame como a las niñas de tus ojos, escóndeme a la sombra de tus alas. Levántate, Señor, yo vengo a tu presencia al despertar me saciaré de tu semblante.
2ª Carta de san Pablo a Tesalonicenses 2, 16 3, 5. Que nuestro Señor Jesucristo y Dios nuestro Padre, que os amó y os favoreció con un consuelo perdurable y una esperanza magnífica, os dé ánimos y os fortalezca para toda clase de palabras y obras buenas. Entre tanto, hermanos, rezad por nosotros, para que la Palabra del Señor se difunda y reciba honor, como sucedió en vuestro caso; y para que nos veamos libres de gente malvada y sin asiento, ya que no todos tienen fe. El Señor, que es fiel, os fortalecerá y protegerá del Maligno. Por el Señor tenemos confianza en vosotros: lo que os mandamos lo hacéis y lo seguiréis haciendo. El Señor dirija vuestras conciencias para que améis a Dios y seáis pacientes como Cristo Jesús. Palabra de Dios. Aleluya, aleluya. Cantad al Señor. Aleluya, aleluya. Cantad al Señor. Evangelio de san Lucas 20, 27 38. Se acercaron entonces unos saduceos, los que niegan la resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos ordenó que si un hombre casado muere sin hijos, su hermano se case con la viuda, para dar descendencia al hermano difunto. Pues bien, eran siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar hijos. Lo mismo el segundo y el tercero se casaron con ella; igual los siete, que murieron sin dejar hijos. Después murió la mujer. Cuando resuciten, de quién será esposa la mujer? Porque los siete fueron maridos suyos. Jesús les respondió: Los que viven en este mundo toman marido o mujer. Pero los que sean dignos de la vida futura y de la resurrección de la muerte no tomarán marido ni mujer; porque ya no pueden morir y son como ángeles; y, habiendo resucitado, son hijos de Dios. Y que los muertos resucitan lo indica también Moisés, en lo de la zarza, cuando llama al Señor Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven. Gloria a ti, oh Cristo. Palabra del Señor.
Puntos para meditar. Nuestra sociedad es muy singular, chocante y paradójica. Los cambios se precipitan y se dan cita de la noche a la mañana. El término cultural abarca formas de pensar o de actuar, iniciadas ayer. Sorprendente. Gestos, costumbres, a los que no se les ve sentido y no dicen nada, son guardados en el arcón de los tesoros. En este Año de la Fe se nos ha inculcado mirar hacia el evangelio, a Cristo Jesús, núcleo de nuestra fe. De Él surgen los valores humanos y cristianos, fundamento de una vida digna y sana convivencia social. El amor y la gratuidad, el perdón y la reconciliación, brotan de todas las páginas del Evangelio. Jesús pone a Dios como Padre que nos envuelve a todos en bondad y misericordia. Sin duda alguna son necesarios el respeto y la fortaleza. Los hermanos Macabeos lo tenían claro, como más tarde los hermanos mártires que en estos días estamos recordando. Dios, supremo valor, fue el centro de sus vidas. Por confesar su Nombre se entregaron hasta la muerte. Los Saduceos, no lo tienen claro. Son miembros de las familias acomodadas; el grupo social más influyente en la vida política y conservador en lo religioso. Para ellos la bendición de Dios no es la resurrección; es prolongar su descendencia aquí en la tierra. No entienden a Jesús. Dios es de vivos, no de muertos. Andaban muy equivocados. El Espíritu es quien da vida, y no la carne. Significa esto olvido e indiferencia ante la vida? No. Tenemos bien presente el mensaje del libro de la Sabiduría del domingo anterior: Dios amigo de la vida, la creación entera, el hombre-, lleva el soplo incorruptible de Dios. Es un signo contundente que a través de los siglos, de alguna forma, todas las culturas
siempre han mirado al más allá. Muchos interrogantes, y dudas también. Pero siempre ahí está el interrogante significativo que no se le puede arrancar al hombre reflexivo. Volvamos al evangelio, a Jesús, que nos amó y nos da consuelo perdurable y una esperanza magnífica, ánimos y fortaleza. Oración de los fieles: 1.- Señor, tú eres el Dios de la vida, concede a tu Iglesia proclamar la vida del amor para con los sedientos de vida. Oremos. 2.- Señor, tú eres el Dios de la vida, concédenos los dones de la paz y la reconciliación. Oremos. 3.- Señor, tú eres el Dios de la vida, concédenos mirar con ojos de compasión a todos los que sufren. Oremos. 4.- Señor, tú eres el Dios de la vida, concede a los atribulados, tristes y afligidos impulsos de esperanza. Oremos. 5.- Señor, tú eres el Dios de la vida, concede a los enfermos la esperanza de la plenitud de la vida. Oremos. 6.- Señor, tú eres el Dios de la vida, concédenos amar lo que tú has creado: la belleza y la bondad; la justicia y la verdad. Oremos. Liturgia eucarística Gloria a ti, Señor, gloria. porque nos amas. Gloria a ti, Señor, gloria. porque nos amas. Parroquia del Perpetuo Socorro Misioneros Redentoristas Avda. Goya, 7 5006 Zaragoza