LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR P. Gustavo Prato 09/10/2016 Marcos 4:1-20 V.C.:4:20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Buenos días hermanos. Gracias a Dios tuvimos dos Conferencias de Verano este año. Y Dios bendijo con su gracia abundante cada una de ellas. En la segunda conferencia dirigida a los familiares asistieron unas 97 personas. Dios trabajó por medio de los mensajes poderosos de los hermanos. Algunos ya habían predicado en la 1era conferencia. Otros debutaron: el Sr. Cecilio, la Sra. Hortencia, y la Sra. Xiomara. Sus mensajes estuvieron llenos de gracia y poder. También Dios nos bendijo con los testimonios de la Sra. María, Carolina, Omaira, Janet y el Sr. Gabriel. Vimos a Dios restaurando las familias de la Sra. María, Carolina y Janet, también la familia de la Sra. Omaira (quien invitó a toda su casa) y el Sr. Gabriel quien confesó sus pecados sinceramente ante su familia y luego tuvieron un hermoso tiempo de fraternidad. Jesús es nuestra firme y segura esperanza! Por la gracia de Dios varios hermanos se anotaron en el discipulado. Hemos tenido un mes de mucho trabajo y ánimo. Ahora comienza una nueva etapa en nuestro ministerio. Queremos seguir fructificando para el Señor. La palabra de hoy nos dará la dirección para seguir dando fruto a Dios. El Reino de Dios es muy misterioso y profundo. Para ayudarnos a entenderlo Jesús usó parábolas. Las parábolas son relatos de hechos cotidianos que nos ayudan a descubrir una verdad espiritual. Son historias terrenales con significados celestiales. De manera que el relato de hoy pareciera ser una simple clase de agricultura, pero tiene un profundo significado espiritual. De hecho esta parábola es la base para entender las demás parábolas de Jesús. También nos enseña cómo podemos llevar fruto en nuestra vida. Llevar fruto significa cambiar nuestro ser para ser más parecido a Jesús y ser bendición para otros. Llevar fruto no es opcional sino es la voluntad de Dios para nosotros. Jesús dijo a sus discípulos Jn 15:16b yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca. Aprendamos por medio de esta palabra como llevar fruto y cumplir así la voluntad de Dios. Parte I: El que tiene oídos para oír, oiga (1-13). Leamos el v.1: Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. Aquel día había un ambiente muy hermoso a la orilla del mar, las gaviotas volaban, los peces nadaban y el sonido de las olas era muy relajante. Las palabras 1
de Jesús eran frescas, vibrantes y penetrantes. Veamos el v3 Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Jesús comenzó a hablar en parábolas, pero antes, al iniciar dijo: Oíd. Jesús quería que ellos prestaran atención a sus Palabras. Jesús sabe que sus Palabras son muy importantes para nosotros pues nos dan la vida eterna y resuelven nuestros problemas de raíz. Quizás algunos estaban un poco desconcentrados por la cantidad de gente, otros estaban pensando en ser sanados, otros estaban siguiendo por curiosidad. Pero cuando Jesús les dijo Oíd comenzaron a prestar más atención. Jesús entonces contó la parábola: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga. (3-9) Jesús finalizó diciendo: El que tiene oídos para oír, oiga. Todos tienen oídos y su función es oír. Sin embargo, cuando Jesús dice El que tiene oídos para oír, oiga, significa que hay oídos que pueden oír y hay otros oídos que no pueden oír. Los oídos para oír son los oídos espirituales, oídos en nuestra mente y corazón, para escuchar la Palabra de Dios. Estos oídos no se quedan en la superficie sino que captan el significado espiritual. Para tener estos oídos es necesaria una actitud humilde y gran deseo en nuestro corazón de recibir la Palabra de Dios. Los que tienen oídos espirituales pueden experimentar la profunda verdad del Reino de Dios, ser nutridos y crecer espiritualmente. Pero a aquellos que no tienen oídos espirituales, la Palabra de Dios les parece muy aburrida, entonces comienzan a pensar en otras cosas, miran para todos lados y finalmente se quedan dormidos. Muchos de ellos tienen oídos de túnel: lo que entra por un lado sale por otro. O tiene oídos de colador: aceptan solamente las palabras que le convienen, pero no aceptan las palabras que no le convienen. Jesús comenzó la parábola diciendo Oíd y finalizó diciendo El que tiene oídos para oír, oiga. Jesús quería que le prestaran atención! Nosotros vamos a tener oídos para oír. Amén. Quizás muchos se dijeron: - Qué clase de enseñanza aburrida es esa? Nosotros ya sabemos de agricultura. Queremos escuchar algo más profundo. Pensé que hoy iba a sanar. O que nos iba a decir las diez claves para ser hombres exitosos. Jesús nos hace perder el tiempo - Pero luego los doce y otros cerca de ellos fueron diferentes y le preguntaron por el significado de la parábola (10). Ellos tuvieron corazones humildes y deseo de aprender de Jesús y le pidieron ayuda a Jesús. Jesús se agradó de esta actitud y les dijo A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios (v.11) Qué significa esto? Cuando estudiamos la palabra de Dios 2
humildemente podemos conocer quién es el Dios Santo. La santidad de Dios nos muestra nuestra ser pecaminoso. Cuando nos damos cuenta de que somos pecadores y confesamos nuestros pecados Jesús perdona nuestros pecados. Entonces Dios comienza a reinar en nuestros corazones. Esto fue lo que le sucedió a Pedro luego de la pesca milagrosa. Cuando recibimos el perdón de Jesús El Reino de Dios está dentro de nosotros y tenemos paz y gozo. Pero aquellos que endurecen su corazón, no pueden reconocer sus pecados, y por tanto tampoco pueden recibir la gracia de Jesús. A ellos los secretos del reino de Dios les quedan escondidos. Viendo, no ven. Oyendo, no oyen ni entienden. Ellos nunca llegan a experimentar el perdón de sus pecados (12). Esto es una fuerte advertencia para aquellos que endurecen sus corazones. Aunque Jesús se agradó de la actitud de sus discípulos, también les llamó la atención diciendo No sabéis esta parábola? Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? (13) Esta parábola es la base para entender las demás parábolas pues ella nos enseña la actitud correcta que debemos tener ante la Palabra de Dios. Parte II: Jesús explica la parábola (14-20). Veamos el v.14 El sembrador es el que siembra la palabra. El sembrador es Jesús y también son aquellos que han predicado el evangelio después de él. La semilla es la Palabra de Dios. El terreno en donde cae la semilla se refiere a la condición del corazón de aquellos que escuchan la palabra de Dios. Jesús mencionó cuatro tipos diferentes de tierra. 1. Corazón como los de junto al camino: Jesús había dicho que parte de la semilla cayó junto al camino. Allí el terreno es duro porque mucha gente la pisa. La semilla no puede entrar a la tierra y queda totalmente expuesta a los pajaritos que llegan y sin perder la oportunidad, se la comen rápidamente. Leamos el v. 15 Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. Los que tienen corazón como junto al camino son los que tienen corazón tan duro que la Palabra de Dios no consigue ningún lugar para entrar, ni siquiera una fisura. Alguna clase de orgullo, prejuicio o amargura ha hecho sus corazones tan duros como una piedra. Aunque escuchan la Palabra de Dios, nunca la aceptan. Y tampoco la llegan a entender verdaderamente. Cuál es la seria consecuencia de no recibir la Palabra de Dios? Satanás, quien es comparado con los pajaritos hambrientos, viene y se lleva la Palabra de sus corazones. Ellos se vuelven presa de Satanás, quien los llena de mentiras y malos pensamientos. Obviamente ningún tipo de fruto para Dios puede ser encontrado en ellos. Su corazón se entenebrece y se convierten en esclavos de la inmoralidad e idolatría (Ro 1:21-32). Ellos necesitan una excavadora que remueva esa tierra. Muchas veces Dios les manda entrenamientos para que su corazón se ablande y sea más humilde. Cuando estás pasando por entrenamiento 3
vamos a darle gracias a Dios por no dejar que nuestro corazón se quede duro como la tierra junto al camino. 2. Corazón como pedregales: En la parábola otra parte cayó en pedregales, donde no hay mucha tierra. En esa zona si había tierra, pero no mucha. Más que todo había piedras. Allí la semilla brotó, pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz se secó. El principal problema no fue el sol, pues la planta necesitaba el sol para vivir. El problema fue que no había suficiente tierra de donde obtener la humedad que necesitaba para soportar el calor. Qué explicó Jesús? Leamos v. 16 y 17 Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. Este caso es muy interesante. Este tipo de personas si reciben la Palabra. Y la reciben con gozo! Ellos escuchan la palabra y dicen: Amén! Gloria a Dios! Sí, sí, sí! Yo voy a seguir a Cristo! Aleluya! Ellos lloran y están muy emocionados. Eso no está mal. Debemos recibir la palabra con gozo. El problema es que les falta algo más. Falta que reciban la Palabra más profundamente. Ellos estudian la Biblia, vienen a la Iglesia, comparten, etc. pero no tienen una lucha profunda para cambiar su vida. Hay una o varias áreas de su vida que no quieren entregarle a Jesús y no quieren tomar un compromiso sincero. Esto los lleva a recibir la Palabra de Dios superficialmente. Entonces, cuando llegan las tribulaciones o la persecución por causa de la Palabra de parte amigos en la universidad, compañeros de trabajo, o en la familia, tropiezan. El sol es necesario para que la planta crezca. Las tribulaciones y las persecuciones también son necesarias para el crecimiento espiritual. Estas purifican nuestra fe y nos ayuda a que la Palabra de Dios penetre más en nosotros. Además, así como el sol sale todos los días. Todos los días tenemos dificultades como esas. El problema no son las tribulaciones. El problema es que no hay raíz. Jesús nos anima a que su Palabra eche raíz en nosotros al invitarnos: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. (Jn15:4a,7) También Jesús dijo Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Jn 8:31-32) Vamos a aplicar la Palabra de Dios a los asuntos claves de nuestra vida, que ella penetre profundamente en nosotros y experimentemos la libertad verdadera. Amén. 3. Corazón como entre espinos: otra parte cayó entre espinos. Se dice sencillamente que los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Leamos los v.18 y 19 Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace 4
infructuosa. Este tipo de corazón son las personas que reciben la palabra de Dios y esta comienza a brotar, echa raíz y crece. El problema es que los espinos crecen juntamente, y finalmente ahogan la planta que va creciendo impidiéndole dar fruto. Jesús mencionó tres tipo de espinos: el primero fue Los afanes de este siglo (las preocupaciones de esta vida NVI). Vivir por la fe en Jesús significa superar los problemas reales de la vida por la fe en Jesús. Siempre nos llegan preocupaciones. Siendo estudiantes nos preocupamos de que podamos pasar todas las materias y graduarnos. Después de graduarnos nos preocupamos por obtener un empleo adecuado. Después de conseguir un empleo nos preocupamos Con quién nos casaremos? Después de casarnos, nos preocupamos por cómo nos compraremos una casa. Luego nos preocupamos por cómo mantendremos, educaremos y levantaremos a los hijos. Luego llegarán las preocupaciones, Cómo ayudaré a mis hijos a que entren a la universidad y se puedan casarse adecuadamente y conseguir un buen trabajo? Luego nos preocuparemos, Cómo ayudaré a mis nietos? También nos preocupamos cuando no tenemos preocupaciones (porque parece que algo anda raro). Estos días también tenemos preocupación cómo conseguir las medicinas, la comida, mantener a la familia, la inseguridad. Podemos pasar toda nuestra vida preocupándonos y afanándonos de algo. A la luz de la Palabra los afanes y las preocupaciones vienen de la falta de fe (Mt 6:31-33). Cuando las preocupaciones nos atacan, es tiempo de luchar en nuestro corazón con Dios vivo y confiarle a él nuestras vidas y buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. La oración matutina (pan diario) es un buen momento para confiar en el Señor y descansar en él y cortar los espinos de los afanes. El segundo espino que menciona Jesús es el engaño de las riquezas. La riqueza en sí misma no es un problema. El dinero es necesario para nuestra vida en esta tierra. En la Biblia hubo algunos creyentes ricos. El problema viene cuando uno asume erróneamente que las riquezas son el camino a la felicidad y comienza a amar el dinero más que a Dios, pierden el deseo espiritual y se apartan de la iglesia y de Dios. Debemos guardarnos y cortar el espino del engaño de las riquezas, porque las riquezas no pueden darnos la vida eterna. El tercer espino es la codicia de otras cosas: aquí pueden incluirse la inmoralidad sexual, el alcohol, las drogas, las fiestas salvajes. También hay otras cosas que no son pecados pero por nuestra codicia pueden convertirse en espinos que nos ahogan como las relaciones interpersonales, entretenimiento, deportes, pasar tiempo en las redes sociales, etc. Jesús habló en detalle de los espinos. A través del arrepentimiento debemos cortarlos y no dejarlos crecer. Podríamos decir que los que fueron sembrados entre espinos avanzan un poco más que aquellos en los pedregales, y que estos también avanzaron un poco más que los de junto al camino, pero ninguno de los tres dio fruto. Veamos el último tipo de tierra 5
4. Corazón como la buena tierra: La buena tierra no es como las anteriores. La buena tierra es blanda, profunda, y sin espinos. Allí la semilla puede encontrar excelente ambiente para entrar, echar raíz y la planta crece, crece, crece y da ricos y abundantes frutos a treinta, sesenta y ciento por uno. Cuando el sembrador ve esta tierra dando frutos, se regocija mucho. Jesús tiene gran alegría viéndonos dar fruto! Leamos el v. 20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Cuál es el secreto para llevar mucho fruto? Es oír la Palabra y recibirla. Es decir, escuchar la Palabra y aceptarla. Es muy simple, no es complicado. Esto significa permitir que la palabra de Dios venga a nuestros corazones y sea ella la que gobierne nuestra vida. Significa prestar atención a lo que dice la Palabra de Dios, negarnos a nosotros mismos y quitar nuestro propio pensamiento. Significa practicar la obediencia a Dios a lo largo de nuestra vida. De esta manera seremos cada vez más parecidos a Jesús, tendremos el verdadero significado de nuestra vida y llevaremos el fruto del Espíritu Santo. Esto es posible solo cuando oímos y aceptamos la palabra de Dios. Doy gracias a Dios que tenemos muchos hermanos y hermanas que están trabajando continuamente la tierra de su corazón, preparándola para que la Palabra de Jesús entre y de muchos frutos. Dios los está bendiciendo con frutos espirituales. Creen que Jesús está alegre viendo su lucha espiritual? Si lo está. Amén. Hay otros dos puntos importantes podemos aprender de esta parábola. 1) La semilla no tiene problema. La Palabra de Dios tiene poder para transformar nuestra vida. Si no estamos dando fruto, el problema está en nuestro corazón. 2) Los discípulos serían los próximos líderes espirituales. Pero Jesús no comenzó enseñándoles como predicar la Palabra, Jesús comenzó enseñándoles cómo aceptar la Palabra. No podemos enseñar bien si no aceptamos la Palabra correctamente. Ahora podemos pensar Cómo está mi corazón ahora? A cuál tipo de tierra se parece más? Quizás tiene un poquito de todo. Pidamos a Dios que ablande nuestro corazón, arrepintámonos sinceramente y cortemos los espinos confiando en las promesas de Dios. Quieren preparar la tierra de su corazón? Vamos a hacerlo juntos con el nuevo programa de discipulado. Amén 6