1.2 Las glaciaciones y el paisaje glacial * HOY EN DÍA EL NEVADO DE TOLUCA no hace tanto honor a su nombre como en el pasado remoto e incluso reciente. Tal vez esté pasando por uno de los momentos de menos nieve de los últimos 20,000 años. Por sus 4,680 m de altitud, ocupa el cuarto lugar entre las cumbres más altas de México, sólo por debajo del Citlaltépetl, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Sin embargo, la diferencia de altitud hace que, mientras en éstos subsisten pequeños glaciares, en las cimas del Nevado las temperaturas no son suficientemente frías para que la nieve acumulada año con año permanezca sobre el terreno y se convierta en un glaciar, es decir, en una masa de hielo permanente, con metros o decenas de metros de espesor y en lento movimiento. No obstante, en sus laderas hay claras evidencias geomorfológicas de la presencia de glaciares en el pasado. Cuando una masa de hielo se desliza sobre el terreno, erosiona las rocas, transporta los detritos rocosos ladera abajo y los apila finalmente en los sitios en que el hielo se funde, o sea, donde la temperatura supera los 0 C. Las pilas de sedimentos acumulados de esta manera en la parte inferior de un glaciar se denominan morrenas. Cabe preguntarse por qué en otros tiempos hubo extensos glaciares en las montañas del centro de México? La razón evidente es que, a lo largo del periodo Cuaternario (los últimos dos millones de años), el clima del planeta ha oscilado entre fases frías (llamadas glaciales) y otras relativamente calientes, similares a la actual (o interglaciales). Cuando el clima se enfría, afecta por igual a toda una gran región, pero en las cimas de las altas montañas este cambio puede ser dramático si la precipitación, antes líquida, se vuelve dominantemente sólida (nieve) y las bajas temperaturas permiten la preservación de la nieve y su gradual transformación en un glaciar. En cambio, cuando el clima se Izquierda: Vista del valle Arroyo Grande tomada desde la boca del cráter, a 4200 m / nm hacia el oriente. Hace aproximadamente 11 mil años un glaciar originado en el cráter descendió por este valle. La cresta que se extiende entre las dos flechas es una morrena formada por detritos de roca arrastrados por el glaciar y acumulados en su margen izquierda. La línea punteada en el lado opuesto del valle indica la morrena correspondiente al borde derecho del glaciar. La altura de las morrenas sobre el fondo del valle indica el espesor del hielo, cercano a los 80 metros en el extremo derecho de la imagen. El glaciar se movía desde la derecha hacia el centro de la imagen, terminando a 3900 m / nm en el área hoy cubierta por bosque (Lorenzo Vázquez). * Lorenzo Vázquez Selem es doctor en geografía física y es investigador adscrito al Instituto de Geografía de la UNAM, desde el año 2000, donde desarrolla las líneas de investigación: geomorfología glacial y volcánica y evolución del paisaje durante el Cuaternario en el centro de México. 9
Glaciar rocoso inactivo en la ladera norte, a 4120 m / nm. La mayor abundancia de nieve durante la Pequeña Edad de Hielo produjo este tipo de formas. La mezcla de roca con nieve forma una lengua de bloques rocosos que fluye lentamente, en el caso de la fotografía de izquierda a derecha. Al fundirse el hielo de los intersticios, la parte central se hunde (ver depresión en la porción central derecha) y el glaciar rocoso se detiene y queda inactivo. La ausencia de zacatonal en parte de la superficie indica que se trata de una forma muy reciente, aún en proceso de colonización por la vegetación (Lorenzo Vázquez). calienta, las hielos se funden, y de ellos no quedan sino rastros geomorfológicos. Diversos estudios de las montañas de México han demostrado la existencia de varias fases de glaciación en los últimos 200,000 años (Vázquez Selem y Heine, 2004; White et al., 1990). En el Nevado de Toluca, la intensa actividad volcánica del Cuaternario (ver Historia Eruptiva, en este volumen) ha borrado buena parte de las evidencias de glaciación, aunque quedan huellas de fenómenos glaciales al menos de los últimos 20,000 años (Heine, 1988). En la ladera norte las morrenas muestran, en varios valles, que las lenguas de hielo descendieron en algún momento hasta 3,350 y 3,500 m / nm, altitud similar a la del actual pueblo de Raíces. En ese entonces, el paraje conocido como Parque de los Venados, a la entrada del Parque Nacional, se encontraba cubierto por una masa de hielo de 40 a 60 m de espesor. Por analogía con otras montañas de México, y con base en la edad de los depósitos volcánicos del propio Nevado que cubrieron esos paisajes glaciales, inferimos una edad de entre 20,000 y 14,000 años para esta fase. Poco después de la última gran erupción del Nevado ocurrida hace 12-11 mil años, el clima todavía era suficientemente frío para que el cráter se llenara de hielo y éste desbordara hacia el exterior, alcanzando los 3,900 m / nm por dos puntos: la apertura orientada hacia el oriente (por donde entra la carretera al cráter), y el sector más bajo del borde norte del mismo cráter. El espesor del hielo en el interior debió superar los 150 m, con lo cual El Ombligo estaba totalmente cubierto. Esta fase ocurrió entre 12,000 y 10,000 años antes del presente, mientras las partes bajas del Valle de Toluca aún estaban habitadas por mamuts y, tal vez, por algunos grupos humanos. 10 10 LAS AGUAS CELESTIALES
Un par de milenios después, hace unos 8,000 años, se registró una nueva expansión de los glaciares, si bien de alcance más limitado y corta duración. De manera similar a la fase previa, dos pequeñas lenguas de hielo desbordaban desde el cráter hacia el norte y el este, pero se fundían un poco más abajo del borde, a una altura de 4,100 a 4,200 m / nm. Probablemente hace unos 7,000 años el fondo del cráter quedó libre de hielo. En las depresiones resultantes de la última erupción volcánica y de la erosión glacial a la postre se formaron los lagos que hoy conocemos. Desde entonces no ha habido glaciares verdaderos en el Nevado de Toluca, aunque sí formaciones conocidas como glaciares rocosos, propios de un ambiente periglacial (casi glacial) y que se crean a partir de derrumbes en los picachos y áreas escarpadas de la montaña. Luego de caer y rodar por las laderas, los detritos de roca se detienen en la base y se mezclan con nieve fresca, conformándose con el tiempo una masa que fluye lentamente en dirección ladera abajo, lubricada por la presencia de hielo y nieve en los espacios que hay entre los bloques de las rocas. Las laderas del Nevado de Toluca en general por encima de los 4,100 m / nm están cubiertas por glaciares rocosos, todos inactivos, ya que el hielo interior se ha fundido. Algunos posiblemente datan de hace 8,000 años, pero los de aspecto más reciente, sin cubierta de vegetación, parecen haberse formado durante la Pequeña Edad de Hielo, una fase relativamente fría que afectó al planeta entre los siglos XV y XIX. Las geoformas glaciales del Nevado de Toluca son un testimonio de los drásticos cambios climáticos ocurridos en los últimos milenios en el centro del país. Junto con las geoformas resultantes de la actividad volcánica, han creado un paisaje espectacular, más espectacular aún si lo entendemos como un palimpsesto natural y logramos descifrar algunos de sus trazos. Derecha: Reconstrucción de los glaciares para las últimas dos fases de glaciación: hace 11 mil años (arriba) y hace 8 mil años (centro). En la actualidad (abajo) no existen glaciares aunque sí un manto de nieve discontinuo durante el invierno. La fotografía aérea muestra el flanco nororiental (Michael Calderwood) (apunte de Lorenzo Vázquez). 11
Fotografía aérea del Nevado de Toluca, tomada desde el este. Se aprecia el cráter del volcán elongado dirección este-oeste y el domo central El Ombligo (Armando Herrera/IGECEM). de estos domos generó flujos piroclásticos de bloques y cenizas, los cuales se emplazaron por las barrancas principales de los alrededores del volcán, a ras de suelo, a velocidades de 100 m / s y a alta temperatura (Schmincke, 2004). Los depósitos dejados por estos flujos son de color gris-azul, con una gran cantidad de fragmentos volcánicos de distintos tamaños (bloques, grava y arena), por lo que en la actualidad se observan varias canteras alrededor del volcán, donde se explota este material. En el interior del cráter aún se pueden observar remanentes de los domos destruidos por estas erupciones. Debido a que estos flujos piroclásticos carbonizaron toda materia orgánica que estaba a su paso, se encontraron fragmentos de carbón, los cuales ayudaron a determinar la edad de estos sucesos: del más antiguo al más reciente: de hace 37 mil, 32 mil, 28 mil, 26,500, <13 mil años (Bloomûeld y Valastro, 1974, 1977; Cantagrel et al., 1981; Heine, 1988; Macías et al., 1997; García- Palomo et al., 2002). Estos depósitos de flujos piroclásticos están distribuidos alrededor del volcán, hasta distancias de 25 km desde el cráter. Debido a que durante estas erupciones se destruyeron partes importantes del aparato volcánico, es muy probable que la altura del Nevado haya sido mayor, tal vez similar a la altura del Iztaccíhuatl (5, 286 m / nm ). Erupciones plinianas Abajo: Historia eruptiva y glacial del volcán Nevado de Toluca en años antes del presente (con datos de J. L. Arce y Lorenzo Vázquez. Dibujo Gamaliel FM. A. del E.) En el Nevado de Toluca también ha ocurrido con cierta frecuencia la erupción de tipo pliniano (por Plinio el Viejo, descripción de la erupción del Vesubio, en Italia el año 79 d. C.). Este tipo de explosiones volcánicas se caracteriza por el desarrollo de una columna vertical de cenizas y pómez, mezcladas con gases, expulsadas a alta velocidad (~600 m / s ) y alta temperatura. Las columnas de erupción pliniana alcanzan alturas estratosféricas (20-42 km); una vez que cesa su ascenso, se inicia una lluvia de pómez y ceniza. Además, estos materiales son transportados por los vientos dominantes, por lo que llegan a cubrir áreas muy extensas (miles de km 2 ). El Nevado de Toluca ha registrado al menos cuatro erupciones plinianas, del más antiguo al más reciente: de hace ~39 mil, 21,700, 12,100 y 10,500 (Bloomûeld y Valastro, 1974, 1977; Macías et al., 1997; García-Palomo et al., 2002; Arce et al., 2003, 2005; Capra et al., 2006). El último de estos sucesos, conocido en la literatura como Pómez Toluca Superior, depositó aproximadamente un metro de espesor de pómez en 6 LAS AGUAS CELESTIALES
Las crestas rocosas de la arista noroeste son remanentes del antiguo domo (Michael Calderwood). 7