FELIZ NAVIDAD Hecho de vida: Preparándonos para la Navidad! En una reunión de fin de semana algunas personas conversan sobre diversas cosas hasta que alguna de ellas dice lo siguiente: NICOLÁS: Amigos, faltan quince días para celebrar la Navidad! Qué van a hacer ustedes? CECILIA: Con mi esposo y mis hijos estaremos viajando a Lima. Regresaremos los primeros días del mes de enero. PEDRO: Por mi parte estoy organizando con algunos amigos una excursión a la playa, a Colán. Allí pasaremos esos días de fiesta que me han concedido en el trabajo. HILDA: Huy! Yo estoy con muchos apuros. Ya hice la lista de los regalos y me falta tiempo para comprarlos. Ojalá me alcance el dinero! CELSO: En cambio yo, por tradición familiar, en casa, solemos preparar esta fiesta con la Corona de Adviento a lo largo de estas semanas. Además con mis hijos voy a armar el Nacimiento y los días inmediatos a la fiesta procuraré confesarme. Me hace mucha ilusión recibir la Eucaristía ese
día, me hago la idea de que Jesús nace en mí y yo en él. Y, finalmente, como la alegría es tan grande, tengo el propósito de compartir con alguna familia muy pobre. NICOLÁS: Oye, Celso, me gusta lo que vas a hacer. Gracias por tu testimonio. Preguntas para el diálogo: 1) Te parece que este hecho de vida refleja lo que viven muchas personas en torno a la celebración de la Navidad? 2) Con cuál de los cuatro casos te identificas? 3) Además de lo que ya se ha señalado, con respecto a una auténtica celebración cristiana de la Navidad, qué otras cosas podemos hacer? Dios nos ilumina con su Palabra:
Gal 4,4: Cuando llegó la plenitud de los tiempos Dios envío a su Hijo nacido de mujer. Jn 3, 16: Tanto amó Dios al mundo que envió a su hijo para que todo el que cree en él no perezca sino que tenga vida eterna. Jn 1, 14: El Verbo (Hijo) se hizo hombre y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria. 1 Jn 1, 1-4: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra de vida, pues la Vida se manifestó, y nosotros lo hemos visto y damos testimonio y os anunciamos le Vida eterna, que estaba junto al Padre y que se nos manifestó lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo. La Navidad, significado etimológico La palabra Navidad es un término que procede de otra palabra, es decir, de la palabra Natividad. Su significado etimológico es nacimiento. Natividad quiere expresar, por tanto, el nacimiento de una persona. Esta palabra Navidad en sentido cristiano guarda relación con el nacimiento de Jesucristo cuya fecha se suele celebrar el
día 25 de diciembre. Nueve meses después de su encarnación (25 de marzo) celebramos el nacimiento en el tiempo del Hijo de Dios que se hizo carne (cf. Jn 1, 14). El motivo de la alegría en la fiesta de Navidad es, pues, Jesucristo, y esto quiere decir que, fundamentalmente, la Navidad es una fiesta religiosa, es una fiesta cristiana. El auténtico significado de la Navidad Se pueden señalar por lo menos dos significados de la celebración natalicia. Por una parte, en el Nacimiento de Jesucristo nos conmueve el hecho de que el mismo Dios se haya hecho como uno de nosotros con todo lo que eso significa. El mismo hecho de nacer y tener el aspecto de un niño inerme es una lección de profunda humildad. Esto lo confirmará Jesucristo a lo largo de su predicación; en efecto, Él decía: El que se humilla será enaltecido, y el que se enaltece será humillado (Mt 23,12). Su abajamiento (cf. Flp 2,6-7) es un signo de su amor por nosotros, al mismo tiempo que da valor a nuestra condición de hombre puesto que el mismo Hijo de Dios se ha hecho como uno de nosotros. El otro significado quiere subrayar con el nacimiento que Cristo su aspecto salvífico, es decir, en Navidad celebramos el inicio de nuestra salvación que tendrá su culminación en el misterio de su muerte y resurrección. Subrayando, pues, su valor salvífico se acentúa el carácter redentor de la venida del Hijo de Dios en medio de nosotros.
Por estos dos significados se confirma, pues, el valor religioso de la fiesta de Navidad y es tarea de todos poder recuperarla. La Navidad y el anuncio de Jesucristo El tiempo de Navidad es una ocasión maravillosa para profundizar nuestra relación con Cristo así como una oportunidad para anunciarlo. Podríamos comenzar por tomarnos más en serio la oración. De esta forma se incentiva el don de la fe. Por otro lado, esta fiesta es también una valiosa oportunidad para lanzar descaradamente a todos (los taxistas, colegas de trabajo, amigos, personas solas o enfermas) el primer anuncio de Jesucristo. Acompasa todo este tiempo de espera hasta la celebración misma de la Navidad la bonita costumbre de la Corona de Adviento. Dado el ambiente de preparación natalicia, los hijos y nuestros familiares pueden consentir en realizar este momento de oración en familia. Ojalá pueda realizarse cuando todos estén reunidos. Así mismo, puesto que junto a nuestra celebración religiosa de la Navidad existe otro tipo de Navidad y es la típicamente comercial, no dejemos de reflexionar en la necesidad de no hacer gastos innecesarios; más bien se puede formar el compromiso de ahorrar lo que no se gasta para compartirlo con los pobres. En estos días a lo mejor podemos ir pensando en quien o a qué familia puedo ayudar.
Por último, no está demás advertir en la necesidad de no botar la comida que se haya hecho. Habrá que calcular los alimentos para ese día y que esto no sea ocasión de despilfarro. En cuanto a aquello que se arroja a la basura, decía el Papa Francisco: la comida que se bota es un pecado contra los pobres. Es una advertencia que debemos tomar en serio. La Navidad y la fiesta de fin de año Siete días más tarde de la fiesta de Navidad concluye el año civil. El día 31 de diciembre se encuentra en el tiempo llamado de Navidad. Ese día celebramos ya las vísperas de la fiesta de la Virgen María, en efecto, se celebra su maternidad divina, María es madre de Dios. El fin de año nos servirá, entre otras cosas, para darle gracias al Señor por todos sus dones que hemos recibido de su mano. Seguro que han sido muchos! Así mismo no podemos olvidar nuestra súplica de perdón por nuestras infidelidades, pues no hemos cumplido su palabra, y, por supuesto, renovaremos el deseo de comenzar un nuevo año con la esperanza de crecer en su amor, de difundirlo entre aquellos que están a nuestro lado, como también entre aquellos que se encuentran alejados de la Iglesia. En este día las recomendaciones hechas anteriormente valen también para esta fecha. Sólo habría que agregar que, con mayor razón que en Navidad, las fiestas de fin de año deben ser para los buenos cristianos una ocasión para cambiar algunas de las costumbres que atentan contra el propio hombre y contra el ambiente. He ahí pues la necesidad de no fomentar un uso
indebido de bebidas alcohólicas ni la contaminación del ambiente con la quema de los famosos muñecos que además de envenenar la atmósfera, terminan por ensuciar nuestro pueblo. Finalmente, no se puede olvidar que el 1 de enero es fiesta de precepto y tenemos que participar de la Eucaristía. Se empieza así el año civil que está lleno de esperanza puesto que el Señor nos acompaña y nos bendice: El Señor Dios te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz. (Dt 6, 24-26)