Nuestra Señora del Cielo

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Nuestra Señora del Cielo María, modelo de sencillez y humildad «Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos» (Lc 1, 46-55). «Quien es humilde no se extraña de su miseria; ésta le lleva a una mayor confianza, a mantenerse firme en la constancia» (Catecismo de la Iglesia Católica n 2733). La humildad es una actitud interior, es una virtud que nace de los corazones grandes y sencillos, de las personas que se saben en manos de Dios y que saben que Dios es su Creador. La humildad nos hace amar a Dios sobre todas las cosas y sobre nosotros mismos. Quien es humilde no ve si tiene pocas o muchas cualidades; simplemente las pone al servicio de Dios con plena confianza en providencia. María es nuestro gran modelo de humildad, porque teniendo motivos para engreírse y sentirse superior a las demás mujeres (en efecto, estaba adornada de dones y gracias singulares), vivió siempre y en todo momento con una simplicidad que nos llenan de asombro. Su humildad fue tan profunda que no tuvo en esta tierra otro deseo más fuerte y más continuo que el de esconderse a sí misma y a todos, para ser conocida únicamente por Dios (Luis María Grignon de Montfort). Basta contemplarla en algunos de los momentos que conocemos de su vida para darnos cuenta de ello. El ángel la llama Llena de gracia... y Ella se turba, se sonroja. Él le asegura: has hallado gracia delante de Dios ; es decir, le has encantado a Dios... Y Ella inclina su cabeza más ruborizada aún. El ángel continúa anunciando: Tu Hijo será grande; será llamado Hijo del Altísimo... Reinará sobre el trono de David, y su reino no tendrá fin..., pero Ella no responde: He aquí la Reina de Israel, tampoco despidió al ángel: Gabriel, puedes retirarte, que ya comunicaré mi decisión a Dios ; no. María responde: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38). Y a partir de ese momento se dedicó precisamente a ser la esclava del Señor. Era reina, y se puso a servir. De hecho, lo primero que hizo fue irse de prisa a servir y ayudar a su prima Isabel que estaba encinta. María no viajó como una reina. No tenía carroza y ni estuvo rodeada de pajes que la atendieran. La mayor parte del camino lo hizo a pie. Además, iba con prisa. Prisa por servir. No iba de excursión, ni aprovechó para hacer turismo... 1

Tras el duro viaje, llegó María a casa de Isabel, y ante las palabras de su prima: De dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a verme? (Lc 1, 43), devolvió a Dios con su magníficat los honores y glorias salidos de la boca de Isabel y se puso a servir. Sí, la Madre de Dios, se puso a barrer, a lavar, a remendar, a traer agua del pozo, a cocinar Quitaba a su prima de las manos los platos sucios para lavarlos, tallaba la ropa sucia en el lavadero, junto al río; zurcía las prendas rotas En María descubrimos que el prójimo es más importante que uno mismo. Ella dedicó su tiempo y sus energías a servir a Isabel, a pesar de ser la Madre del Mesías. Qué sencilla y humilde, nuestra Madre, la Virgen! Su dignidad y grandeza las manifestó en un amor hecho servicio sencillo y alegre. Eucaristía y María Santísima El padre capuchino llamado Miguel de Cosenza, en el Siglo XVII, llamó a María con el título Nuestra Señora del Santísimo Sacramento. Y dos siglos más tarde, San Julián Eymard, fundador de los Sacramentinos y Apóstol de la Eucaristía y de María, dejaba a sus hijos el título y la devoción a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento. Qué relación hay entonces entre eucaristía y María Santísima? María fue el primer Sagrario en el que Cristo puso Su morada, recibiendo de Su Madre la primera adoración como Hijo de Dios que asume la naturaleza humana para redimir al hombre. Imaginémonos cómo trató a Jesús en Su seno, qué diálogos de amor con ese Dios al que alimentaba y al mismo tiempo del que Ella misma se alimentaba día y noche. Imaginémonos la delicadeza para con ese Hijo, cuando iba y venía, trabajaba o cocinaba, o iba a la fuente. Pondría Su mano sobre el vientre y sentiría moverse a ese Hijo Suyo que era también, y sobre todo, Hijo de Dios. María durante esos nueve meses fue viviendo las virtudes teologales, vivía la fe. Creía profundamente que ese Hijo que crecía en sus entrañas era Dios Encarnado. Y ella le dio ese trozo de carne y su latido humano. Vivía la esperanza; esa esperanza en el Mesías prometido ya estaba por cumplirse y Ella era la portadora de esa esperanza hecha ya realidad. Vivía el amor; un amor hecho entrega a su Hijo. María entregaba su cuerpo a su Hijo y derramaba e infundía Su Sangre a su Hijo. Si no hay sangre derramada, el amor es incompleto. Sólo con sangre y sacrificio el amor se autentifica, se aquilata. Cristo en la Eucaristía es Su Cuerpo que se entrega y es su Sangre que se derrama para alimento y salvación de todos los hombres. Pero, quién dio a Jesús ese cuerpo humano y esa sangre humana? María! 2

Por tanto, el mismo cuerpo que recibimos en la Comunión es la misma carne que le dio María para que Jesús se encarnara y se hiciese hombre. Gustemos, valoremos, disfrutemos en la Comunión no sólo el Cuerpo de Cristo sino ese cuerpo que María le dio. Por tanto, tiene todo el encanto, el sabor, la pureza del cuerpo de María. Pero bajo las apariencias del pan y vino. Es la fe, nuestra fe, que ve más allá de ese pan! María llevó toda Su vida una vida eucaristizada, es decir, vivía en continua acción de gracias a Dios por haber sido elegida para ser la Madre de Dios, vivía intercediendo por nosotros, los hijos de Eva, que vivíamos en el exilio, esperando la venida del Mesías y la liberación verdadera. Y como dijo el Papa Benedicto en su encíclica sobre la Eucaristía, María es mujer eucaristizada porque vivió la actitudes de toda Eucaristía: es mujer de fe, es mujer sacrificada y su presencia reconforta. No es la Eucaristía misterio de fe, sacrificio y presencia? Vivía en continuo sufrimiento, Getsemaní y Calvario. También Ella, como Jesús, fue triturada, como el grano de trigo y como la uva pisoteada, de donde brotará ese pan que se hará Cuerpo de Jesús que nos alimentará y ese mosto que será bebida de salvación. La Eucaristía que vivía María era misteriosa, espiritual, pero real. Su vida fue marcada por la entrega a Su Hijo y a los hombres. Por qué en algunos de las apariciones, María pide la comunión? Porque Eucaristía y María están estrechamente unidas. Por lo tanto, Cristo en la Eucaristía es sacrificio, alimento, presencia, y María en la Eucaristía experimenta: El sacrificio de su Hijo una vez más, pues cada misa es vivir el Calvario, y María estuvo al pie del Calvario. En la Eucaristía María nos vuelve a dar a su Hijo para alimentarnos. En la Eucaristía, junto al Corazón de Su Hijo, palpita el corazón de la Madre. Por tanto en cada misa experimentamos la presencia de Cristo y de María. No es ciertamente la presencia de María en la Eucaristía una presencia como la de Cristo, real, sustancial. Es más bien una presencia espiritual que sentimos en el alma. Es María quien nos ofrece el Cuerpo de Su Hijo, pues en cada misa nace, muere y resucita su Hijo por la salvación de los hombres y la glorificación de Su Padre. 3

Imitación de María (Fragmentos de escritos de Tomás Hemerken, más conocido como Tomás de Kempis, Imitación de María ) Por un incomprensible descuido, al ordenar los escritos de Tomás de Kempis, no se reparó en la conveniencia de reunir en un volumen los referidos al tema mariano, estos son fragmentos de la novedad llamada Imitación de María. LIBRO TERCERO: AMAR A MARÍA CAPITULO 1: A Jesús con María Es justo y lógico que, después del recuerdo de la Santa Cruz, se tenga también un especial recuerdo de los dolores de la Santísima siempre Virgen María, Madre de Dios, la cual estuvo fielmente al lado de su querido Hijo Jesús, que pendía de la cruz y moría por la salvación de todo el mundo. Espectáculo desgarrador, el de la Madre y el del Hijo crucificado: el de la Madre que llora y el del Hijo que sufre por ella; de la Madre anonadada de dolor y del Hijo que le habla; de la Madre que está de pie de la cruz y del Hijo que pende de la cruz, de la Madre que suspira y del Hijo que expira. Abismo de inmenso dolor, que no debe olvidarse nunca, sino que debe conservarse fuertemente grabado en el corazón de los fieles. Pilato hizo escribir sobre la tablilla fijada en la cruz: Jesús Nazareno, rey de los judíos (Jn 19, 19). Escríbelo tú también con letras de oro en tu corazón, contra los escarnios de los hombres y el terror de los demonios, y Jesucristo, Rey del cielo, te librará de toda persecución de los malvados. Si así lo hicieres, también a tu lado con sus oraciones María, la madre de Jesús, para que no te desesperes en las angustias y en los últimos instantes de tu vida. Ninguna madre experimentó tanta alegría ni tanto consuelo en el nacimiento del propio hijo, como los que experimentó esta Santísima Madre, que mereció concebir y dar a luz al Hijo de Dios. De igual modo, ninguna madre sufrió y soportó tanto abatimiento y tan desgarrante dolor por la muerte del propio hijo, como esta amantísima Madre en la pasión de su querido Hijo, al participar en sus dolores. Se mantuvo firme al lado de su cruz, y transida por la espada del dolor, lloró con inmensa amargura. Si ustedes, hermanos aman a nuestra Señora, y si desean su ayuda en todas las tribulaciones, deténganse con ella junto a la cruz de Jesús, tomando parte de todo corazón en los padecimientos de ambos, para que ella, a la hora de su muerte, ruegue solícitamente a fin de que se les perdonen sus pecados y sus faltas. Efectivamente, el que ruega, recuerda y medita con devoción y frecuencia la pasión del Señor y las lágrimas de su dolorosísima Madre, bien puede esperar en la misericordia de Dios y en la bondad de la Madre y del Hijo, que ellos estén presentes en sus necesidades y los conforten al momento de morir. Que dichosa aquella alma que amó en vida a Jesús y a María, y meditó diariamente la dolorosa presencia de ella al lado de la cruz de Jesús! Feliz el religioso que desprecia todos los placeres mundanos y ha elegido a nuestra Señora como Madre consoladora, guardiana y protectora de toda su vida. Si el enemigo maligno los tienta y les impide invocar a Dios y a María, no se preocupen y no dejen de alabarlos y de rezar; pero con más fervor invoquen a María, saluden a María, piensen en María, nombren a María, honren a María, inclínense ante María, recomiéndense a María. 4

Permanezcan en casa con María; guarden silencio con María, disfruten con María, sufran con María, trabajen con María; velen con María, oren con María, caminen con María, estén sentados con María; busquen a Jesús con María, estrechen entre sus brazos a Jesús con María. Vivan en Nazaret con Jesús y María, vayan a Jerusalén con María, estén junto a la cruz de Jesús con María, lloren con María; sepulten a Jesús con María, resuciten con Jesús y con María, suban al cielo con Jesús y con María, anhelen vivir con Jesús y con María. Si meditan bien estos temas, hermanos, y si deciden ponerlos en práctica, el diablo huirá a la vista de ustedes, y progresarán en la vida espiritual. María, en su clemencia, rogará gustosamente por ustedes; y Jesús la escuchará de muy buena gana, por el respeto que tiene por la Madre. Es muy poca cosa lo que llevamos a cabo. Pero si nos acercamos al Padre por medio de María y de su Hijo Jesús, obtendremos misericordia y gracia en la tierra, y también gloria sin fin con ellos en el cielo. Amén. LIBRO TERCERO CAPÍTULO IV: Recuerdo y devoción a María María es amiga de la pobreza, el camino de la humildad, el modelo de la paciencia y de la perfección en todo. Desde el nacimiento de Jesús llevó una vida muy pobre, y hasta la muerte de él en cruz fue siempre paciente. Es dulce seguirla, es justo honrarla con humilde y devoto homenaje; se debe pensar cada día en lo que se le puede ofrecer dignamente en señal de gratitud y de amor. Seguramente querrás gozar en el cielo con María, pero tienes que soportar de buena gana con María también la pobreza y el desprecio en la tierra. Reflexiona acerca de sus humildes costumbres y su virginal reserva con las amigas; refrena tus ligerezas y huye del bullicio. No ofendas a Jesús y a María con discursos frívolos y con acciones indignas, porque no es asunto de poca monta ofender a amigos tan queridos. Ellos están a tu lado, en todo lo que hicieres; y, en la medida del empeño con que te esfuerzas en enmendarte, acudirán a tu encuentro con auxilio. Su prudencia es superior a tu malicia y su benignidad te conducirá a la penitencia. Su espíritu Podemos afirmar que la Encarnación del Verbo es el primer Pentecostés porque hay una especial revelación y presencia del Espíritu Santo. En efecto, el ángel Gabriel dice a María: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios (Lc.1,35-36). Igualmente, el ángel dice a José: No temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrá por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados (Mt.1, 20b-22). El Espíritu Santo viene sobre María, la cubre con su sombra para ser Madre-Virgen. El calor del Espíritu Santo hará germinar el misterio del Verbo de Dios que se hace hombre. El Espíritu Santo suscita la respuesta consciente y libre de María que hace: donación de todo su ser al plan de Dios: He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc.1,38). 5

La Visitación (Lc.2, 41-57). Así que María saludó a Isabel, ésta se llenó del Espíritu Santo, y clamó con fuerte voz: Bendita tú entre las mujeres! y su niño saltó de gozo en sus entrañas. Y María proclama el Magníficat, envuelta en este clima de Espíritu Santo. El Nacimiento de Jesús. El nacimiento de Jesús es el cumplimiento de la Anunciación: Jesús nace virginalmente de María, Virgen y Madre. La luz del Espíritu Santo inunda el Portal de Belén, envuelve a los pastores y guía a los Magos hasta el lugar donde está Jesús. En las bodas de Caná, María, movida por los dones del Espíritu Santo, especialmente de Sabiduría, de Piedad y de Consejo, se dirige suplicante a su Hijo: No tienen vino y luego a los servidores: Haced lo que Él os diga. Y Jesús realiza su primer milagro (Cf. Jo. 2, 1-12) En la pasión, muerte y resurrección de Cristo, María estaba junto a la cruz de Jesús (Jo. 19, 25) Es la expresión de una fortaleza que sólo el Espíritu Santo puede dar. El mismo Espíritu culmina así la obra que inició en la Encarnación del Verbo cubriendo y protegiendo a la Virgen. María que animada por el Espíritu Santo es testigo del testamento de Cristo en la cruz: las siete palabras. Finalmente, María recibe las primicias del Espíritu Santo en la resurrección y glorificación de su Hijo. En pentecostés, los Apóstoles, podemos decir que presididos por la Virgen-Madre, perseveraban unánimes en la oración, esperando al Espíritu Santo que Cristo les había prometido (Cf. He.1, 14). La venida del Espíritu Santo marca el nacimiento de la actividad misionera de la Iglesia. Así como María está presente en el nacimiento de Jesús como Madre por obra del Espíritu Santo, así María está presente en el nacimiento de la actividad de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, como Madre por obra del Espíritu Santo. Le pedimos a la Virgen que nos enseñe a ser fieles a la presencia y acción del Espíritu Santo que nos mueve a seguir a Cristo en la Iglesia para gloria del Padre. Palabras de Su Santidad Benedicto XVI: No hay por tanto Iglesia sin Pentecostés. Y querría añadir: no hay Pentecostés sin la Virgen María. Así fue al inicio, en el Cenáculo, donde los discípulos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos -como nos refiere el libro de los Hechos de los Apóstoles (1,14). Y así es siempre, en todo tiempo y lugar. He sido testigo también de ello en Fátima. Lo que vivió, de hecho, aquella inmensa multitud, en la explanada del Santuario, donde todos éramos un solo corazón y una sola alma, no es un renovado Pentecostés? En medio de nosotros estaba María, la Madre de Jesús. Es ésta la experiencia típica de los grandes Santuarios marianos - Lourdes, Guadalupe, Pompeya, Loreto- o también de los más pequeños: allá donde los cristianos se reúnen en oración con María, el Señor da su Espíritu. Queridos amigos, en esta fiesta de Pentecostés, también nosotros queremos estar espiritualmente unidos a la Madre de Cristo y de la Iglesia invocando con fe una renovada efusión del divino Paráclito. La invocamos para toda la Iglesia, en particular, en este Año Sacerdotal, para todos los ministros del Evangelio, para que el mensaje de salvación sea anunciado a todas las gentes. 6

Fátima Como saben somos un grupo de oración misionero mariano. Y muchos se preguntarán, Qué significa que sea un grupo mariano?, y es simple, es sencillo. Somos un grupo de María, de la Virgen, e intentamos hacer lo que ella nos pide.. El día de hoy, particularmente en este momento, queremos ofrecérselo a Ella. Por qué a Ella y no a Él? Porque Ella nos conduce hacia Él, y me parece que el mejor camino para llegar a Jesús, es a través de su mano. El día de hoy queremos contarles una historia, que es la historia de Fátima. Y por ahí muchos se preguntarán porque particularmente la de Fátima. Y la respuesta a nuestro porque, es una invitación. Una simple invitación a la oración, una invitación al rezo del rosario. Y puede que se pregunten el por qué Por el tiempo de mayo de 1917, en el viejo continente, más particularmente Portugal, Fátima; Lucía dos Santos, de diez años, y sus primos, Jacinta y Francisco Marto, de seis y nueve años respectivamente, relatan que sintieron como el reflejo de luz que se aproximaba y vieron a una Señora vestida de blanco surgir de una pequeña encina. En ese tiempo, comenzó una serie de apariciones marianas a estos tres humildes pastorcitos que revolucionó al pueblo, y a lo largo del tiempo al mundo entero. En ésta serie de visitas que les hacia Nuestra Madre del cielo a los pequeños, en una oportunidad les dio unas promesas además de los conocidos secretos. Apariciones de Nuestra Madre en Fátima: Desde el 13 de mayo de 1917 la Sma. Virgen María se apareció en seis ocasiones en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. En un hermoso libro titulado "Memorias de Lucía" (cuya lectura recomendamos) la que vio a la Virgen cuenta todos los detalles de esas apariciones. El 13 de mayo se produjo el siguiente diálogo: - De dónde es su merced? - Mi patria es el cielo. Y qué desea de nosotros? - Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero. Y nosotros también iremos al cielo? - Lucía y Jacinta sí. Y Francisco? Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo: - El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios. Y la Sma. Virgen continuó diciéndoles: Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor? Sí, Señora, queremos y aceptamos. Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo: Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá. 7

Segunda aparición: 13 de Junio de 1917. La Sma. Virgen le dice a los tres niños: "Es necesario que recen el rosario y aprendan a leer". Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: "Que se convierta y el año entrante recuperará la salud". Lucía le suplica: "Señora: quiere llevarnos a los tres al cielo?". Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. El desea propagar por el Inmaculado Corazón de Maríamundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Y voy a quedarme solita en este mundo? No hijita! Sufres mucho? Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi corazón inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios. Tercera aparición: 13 de julio de 1917. Ya hay 4,000 personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: "Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores ". La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo: Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará. Y añadió Nuestra Señora: Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: "Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia". Cuarta aparición: Agosto 1917. Cuarta aparición. Esta no fue posible el 13 de agosto, porque ese día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños intentando hacerlos decir que ellos no habían visto a la Virgen. Aunque el alcalde no logró su propósito, la aparición sucedió unos días después. La Sma. Virgen les dijo en la 4ª. Aparición: "Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas". (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: "Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores). Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario. Quinto aparición: 13 de Septiembre 1917. Ya hay unas 12,000 personas. Nuestra Señora les recomienda a los videntes que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí curarán, pero que otros no, porque Dios no se confía de ellos, y porque para la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la buena salud. E invita a todos a presenciar un gran milagro el próximo 13 de octubre. 8

Sexta y última aparición. 13 de octubre de 1917. En este día hay 70.000 personas. La aparición dice a los tres niños: "Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario". Lucía les dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: "Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados". Y tomando un aire de tristeza la Sma. Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones: QUE NO OFENDAN MÁS A DIOS QUE YA ESTÁ MUY OFENDIDO (Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, esta fue la que más le impresionó). La Sma. Virgen antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70,000 espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto. Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas. "Perdón, Señor, perdón", fue un acto de contrición dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural. Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones. Y nosotros queremos recordar y obedecer los mensajes de la Sma. Virgen en Fátima: "Rezar el Rosario. Hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya está muy ofendido". 9

Consagración al Inmaculado Corazón de María Oh María, Madre de Dios, os pido con humildad de corazón, que veas nuestro interior y nuestra angustia hoy. Tus hijos, tus pequeñitos claman despacito, como verdaderos niños, que a través de Cristo, Tu Hijo Divino, a través del Buen Dios, Nuestro Padre Creador, y a través del Supremo artífice de verdad, el Espíritu Santo, quienes como verdadero consuelo, en todo momento, nos han regalado como Supremo obsequio vuestro Corazón Inmaculado, consagremos, por vuestra Divina intercesión, a Tu Preciosísimo Corazón Inmaculado, nuestro trabajo, nuestro hogar, nuestro corazón, nuestra querida y necesitada Argentina, que está hoy especialmente insidiada, y todo lo que el Buen Dios nos regaló, como manifestación de Su Amor, con ello todo lo dispuesto y creado por Dios, símbolo de total perfección. Te pedimos tus hijitos, nos regales el don de la Fe, una esperanza sin par, verdadera humildad y la perfecta caridad, inspirada en el seno mismo de la Santísima Trinidad, para ser liberados definitivamente de la iniquidad, mediante el triunfo definitivo de tu Inmaculado Corazón, fuente de toda redención. Te pedimos además que nos enseñes a amar, y a vivir en la verdad, para alcanzar la Patria Celestial. Amén. Consagración a la Virgen del Carmen Virgen del Carmen, oh Madre mía, me consagro a Ti, y confío en tus manos mi existencia entera. Acepta mi pasado con todo lo que ha sido. Acepta mi presente con todo lo que es. Acepta mi futuro con todo lo que será. Con esta total consagración te confío cuanto tengo y cuanto soy, todo lo que he recibido de tu Hijo Sacratísimo y de tu Esposo Santísimo. Te confío mi inteligencia, mi voluntad y mi corazón. Pongo en tus manos mi libertad, mis ansias y mis temores, mis esperanzas y mis deseos, mis tristezas y mis alegrías. Cuida de mi vida y todas mis acciones para que sea más fiel al Señor Trino y Uno, y con tu ayuda alcance la salvación. Te confío, Oh gran Señora, mi cuerpo y mis sentidos, para que sean puros siempre y me ayuden en el ejercicio de las virtudes. Te confío mi alma, para Tú la preserves de las tentaciones del mundo, de la carne, y de Satanás. Hazme participar de una santidad similar a la tuya; vuélveme conforme a Jesucristo, ideal de mi vida. Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi devoción para que me ayudes a no envejecer en la Fe. Te confío mi capacidad y ganas de amar como has amado Tú, y como Jesús quiere que se ame. Te confío mis incertidumbres y mis angustias, para que en tu Corazón encuentre seguridad, sostén y luz en cada instante de mi vida. 10

Con esta consagración me empeño en seguir tu vida de humildad, mansedumbre, y pureza. Acepto las renuncias y los sacrificios que esta elección conlleva y te prometo con la gracia de Dios y con tu ayuda ser fiel al empeño tomado. Oh, Madre de todos los hombres, Soberana de mi vida y de mi conducta, dispón de mí y de todo lo que pertenece para que camine siempre en el Evangelio bajo tu guía, oh Estrella del Mar. Oh Reina del Cielo y de la Tierra, Madre Santísima del Redentor, soy todo (a) tuyo (a), oh Virgen del Carmen, y a Ti quiero unirme ahora y siempre para adorar a Jesucristo, junto a los Ángeles y a los Santos, ahora y por los siglos de los siglos. Amén. Nuestra Señora del Carmen Ruega por nosotros! 11 Oh María te doy mi corazón, a cambio te pido Tu Inmaculado Corazón! Oh Jesús te doy mi corazón, a cambio te pido Tu Sagrado Corazón! Grupo de Oración Misionero Nuestra Señora del Cielo