Políptico 32 piezas. Una pequeña muerte en cien partes -introducción a la exposición horror vacui de Armando de la Garza- Por Jesús Mario Lozano

Políptico 32 piezas

Políptico 32 piezas Una pequeña muerte en cien partes -introducción a la exposición horror vacui de Armando de la Garza- Por Jesús Mario Lozano Ahora el ojo es, sin ninguna duda, el símbolo del sol deslumbrante; y el que imaginé en la cumbre de mi cráneo se incendiaba ya que está condenado a la contemplación del sol en el apogeo de su esplendor. George Bataille Es famoso el relato del día en que su psicoanalista le mostró a Bataille una serie de fotografías que mostraban a un hombre chino atado a un poste mientras sufría la muerte en cien partes. Sus brazos habían sido cortados y sus piernas amputadas debajo de sus rodillas. El pecho arrancado exponía la caja toráxica y los órganos vitales. Sin embargo, para Bataille, lo más insoportable era ver la sonrisa de la víctima cegado por el sol. El filósofo lo asociaba con aquel colapso nervioso que sufrió en el zoológico de Londres en 1927 después de haber sido cegado por la fuerza del sol mientras descubría ese ojo encima de su cráneo, ese ojo pineal similar a un volcán en erupción que lo exponía cruelmente al infinito. Lo que el analista buscaba al presentarle esas crueles fotografías era provocar la pequeña muerte en cien partes de su propio paciente, es decir, la disolución de su yo, en busca de un nuevo modo de conciencia tanto apolínea como dionisíaca. Pareciera que la exposición horror vacui de Armando de la Garza, explorara algo similar. En cierto modo, toma el lugar del psicoanalista que provoca, en este caso, a su espectador, para

enfrentarlo a una multitud de fragmentos cargados de ironía, juego, delicadeza y crueldad en busca de una distinta percepción o un nuevo modo de conciencia. Pero con la peculiaridad de que los fragmentos ofrecidos son partes de su propio cuerpo desmembrado y expuesto en un paradójico autorretrato de sí mismo. A través de la multiplicidad de pinturas y materialidades que se reúnen en la exposición, el artista nos hace partícipes de su disolución autobiográfica en que el cuerpo (real y simbólico) sufre su propia pequeña muerte en partes, una desmembramiento en que el símbolo religioso, el cuerpo moribundo y los restos animales colapsan con los irónicos fetiches personales y los accesorios de alta moda en un juego en donde lo cómico se divierte con la muerte. Una disolución autobiográfica que aunque pareciera fundamental en la singularidad de esta exposición, en realidad viene gestándose a través de distintas obras anteriores del artista en las que constantes elementos autobiográficos han logrado conformar una contundente narrativa personal. La exposición es una apuesta por darnos una imagen de lo inimaginable de esa pequeña muerte donde las contradicciones, los paralelismos y las paradojas visuales abundan. Aunque como lo señalaría John Paul Rico refiriéndose a Bataille y su fantasía del ojo pineal similar a un volcán en erupción, nos dejan claro que incluso tales imágenes fascinantemente atractivas y repulsivas conservan la lógica de la representación, y como tal, nos cubren y nos protegen de la exposición al Afuera, a nada, lo que quiere decir, a la nada (ex nihilo) o el horror vacui al que el artista abraza tan abismalmente en su obra.

01 Horror Vacui (políptico), Óleo sobre madera, 40 x 40 cm, 2015 $ 850.000