NOVENA DE NAVIDAD DÍA SÉPTIMO Villancico En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS Dios de infinita bondad y caridad que nos has amado tanto, que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen María, naciera en un pesebre para nuestra salvación. Te damos gracias por tan inmenso beneficio. En retorno te ofrecemos, Señor, nuestra esperanza y deseo sincero de vivir solidariamente nuestras relaciones en la familia y la comunidad. Señor, queremos crecer juntos como hermanos; por eso te pedimos que nos ayudes a mantenernos unidos en el amor en todos los momentos de nuestra vida. Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y de alegría, sea para nosotros un estímulo que nos muestre la importancia de trabajar en la tarea de la nueva evangelización que nosotros y el mundo entero necesita. Amén. Escuchemos la Palabra de Dios Navidad es la paz compartida Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios (Ef. 4, 1-6): Hermanos, los exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que vivan de una manera digna de la vocación con que han sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. Lector: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos, Señor. Meditemos la palabra La reconciliación que trae la Navidad, supone la colaboración, es decir, la correspondencia, de los que tienen que ser reconciliados (cfr. 2Co. 5, 20), tanto en lo que se refiere a Dios como dentro de la comunidad. Y se concreta en el esfuerzo «por mantener la unidad del espíritu con el vínculo de la paz» (Ef. 4,3). Por este camino, humilde y familiar (el contexto habla de «humildad, longanimidad, mansedumbre, paciencia unos con otros») se introduce el himno a la unidad eclesial (cfr. Ef. 4,4-6), espejo humano de la unidad íntima de Dios, que se completa luego con el tema de la diversificación orgánica del único cuerpo que es la Iglesia (cfr. Ef. 4,7-16), en donde aparecen las dimensiones sorprendentes del alcance de la paz en la estructura misma de la comunidad cristiana. San Pablo pone de manifiesto (en Ga 5, 22) el hecho de que la misma paz interior del cristiano no es un bien intimista, sino un paso para la comunión fraternal íntegra y verdadera. Esto significa que el cristiano no sólo es alguien que disfruta del don divino de la paz, sino que ha de ser además el promotor u «operador» de la misma, según la línea trazada, por el Apóstol Santiago: «La sabiduría de arriba, es, en primer lugar, pura, además pacífica, indulgente, conciliadora, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, sin hipocresía. El fruto de la justicia se siembra en la paz para los que obran la paz» (Stg 3,17-18). Iluminemos con el Magisterio de la Iglesia «Ojalá que los hombres, los grupos sociales, las naciones todas se den fraternalmente las manos, ayudando los fuertes a los débiles, poniendo en esto toda su competencia, su entusiasmo y su amor desinteresado! El animado por la verdadera caridad es más ingenioso que todo otro en descubrir las causas de la miseria, en encontrar los medios para combatirla, en vencerla resueltamente. Siendo colaborador de la paz, él recorrerá su camino, encendiendo la antorcha de la alegría e infundiendo luz y gracia en los corazones de todos los hombres por toda la superficie de la tierra, ayudándoles a descubrir, una vez pasadas todas las fronteras, y sin cesar, rostros de hermanos y rostros de amigos. El desarrollo es el nuevo nombre de la paz» (PABLO VI, PP, 75).
GOZOZ AL NIÑO JESÚS Dulce Jesús mío mi niño adorado. Ven a nuestras almas! Ven no tardes tanto! 1 Oh sapiencia suma del Dios soberano que a nivel de un niño te hayas rebajado. Oh Divino Infante ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios. 2 Niño del pesebre nuestro Dios y Hermano, tú sabes y entiendes del dolor humano; que cuando suframos dolores y angustias siempre recordemos que nos has salvado. 3 Oh lumbre de oriente sol de eternos rayos que entre las tinieblas tú esplendor veamos, Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. 4 Rey de las naciones Emmanuel preclaro de Israel anhelo pastor del rebaño. Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca ya el cordero manso. 5 Ábrase los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo. Ven hermoso niño ven Dios humanado luce hermosa estrella, brota flor del campo. 6 Tú te hiciste Niño en una familia llena de ternura y calor humano. Vivan los hogares aquí congregados el gran compromiso del amor cristiano. 7 Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz de desterrado. Vida de mi vida, mi sueño adorado, mi constante amigo mi divino hermano. 8 Ven ante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos y aún más que mis frases te dice mi llanto. 9 Haz de nuestra patria una gran familia; siembra en nuestro suelo tú amor y tú paz. Danos fe en la vida, danos esperanza y un sincero amor que nos una más. Ven Salvador nuestro por quien suspiramos ven a nuestras almas, ven no tardes tanto ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN Oh! María, Madre nuestra, que por tus virtudes y especialmente por tu humildad fuiste escogida como Madre de Jesús, te pedimos que prepares nuestros corazones para que tu Hijo pueda nacer entre nosotros. Que en esta Navidad, uniendo nuestro esfuerzo al de los demás podamos ser instrumentos de paz y reconciliación promoviendo la justicia y la solidaridad,
especialmente, entre aquellos que más lo necesitan. Te invitamos María para que acompañes nuestro caminar en este proceso de nueva evangelización con que la Iglesia busca la construcción de una sociedad más fraterna, justa y solidaria. Amén. Lector: Madre de Dios y Madre nuestra. Todos: Ruega por nosotros. Todos: Dios te salve María llena eres de gracia... ORACIÓN A SAN JOSÉ Oh! José, hombre justo, esposo fiel de María y padre adoptivo de Jesús, a ti, a quien Dios colocó como custodio del hogar de Nazareth, te pedimos que vengas a nuestros hogares para enseñarnos a vivir solidariamente. Queremos celebrar la Navidad compartiendo la esperanza de una Colombia en la que podamos vivir como hermanos, brindándonos apoyo especialmente en los momentos de mayor dificultad. San José, guía nuestros pasos por los caminos del mundo para anunciar a Cristo con nuestra propia vida, orientando nuestra peregrinación terrena hacia la Casa del Padre. Amén. Lector: San José, padre justo y esposo fiel. Todos: Ruega por nosotros. Todos: Padre nuestro que estás en los cielos ORACIÓN AL NIÑO JESÚS Jesús, Navidad es la celebración de tu encarnación en medio de nosotros; es la presencia gozosa de tu amor en nuestra familia y en nuestra comunidad. Navidad es la certeza de que el Dios del cielo y de la tierra es nuestro Padre, porque Tú, Divino Niño, eres nuestro hermano. Ayúdanos a comprender que, a través tuyo, Dios nos invita a vivir la fraternidad practicando el respeto, la justicia y la solidaridad. Haz que podamos vencer todo
aquello que nos impide vivir como hermanos. Danos la sencillez de los niños para asumir nuestro compromiso en la construcción de tu Iglesia promoviendo y asumiendo los valores que ella nos propone para que, de este modo, como comunidad, podamos celebrar con alegría tu nacimiento. Amén. Todos: Padre nuestro que estás en los cielos Todos: Dios te salve María llena eres de gracia Lector: Divino Niño Jesús Todos: Bendícenos con amor. Todos: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen. Villancico