FIESTA DE SAN JUAN DE ÁVILA EN SAN JOSÉ, CON MOTIVO DEL 450 ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN POR SANTA TERESA DE JESÚS (10.V.2012)

Transcripción

1 1 FIESTA DE SAN JUAN DE ÁVILA EN SAN JOSÉ, CON MOTIVO DEL 450 ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN POR SANTA TERESA DE JESÚS (10.V.2012) Que también en nuestros días crezca la Iglesia en santidad por el celo ejemplar de tus ministros: es la petición que hemos hecho en la oración colecta. La santidad fue la gracia de la que estuvieron dotados Juan de Ávila y Teresa de Jesús. Esa misma gracia imploramos al Señor por medio de nuestros santos para todos los sacerdotes. Queridos hermanos sacerdotes: Este año nos reunimos en San José por dos motivos, primero, para celebrar a nuestro patrono san Juan de Ávila, y en segundo lugar, para celebrar los 450 años de la inauguración de esta casa y, con ella, la reforma del Carmelo. Esta efeméride es una ocasión providencial para actualizar tan importantes gracias, ofreciéndolas como buena noticia en un tiempo en que la Iglesia entera, siguiendo a Su Santidad Benedicto XVI, promueve la Nueva Evangelización. La Madre Teresa, en el siglo XVI, hizo una proclama valiente, ardorosa, con el testimonio de su vida y sus escritos, con su obra de fundación del Carmelo de S. José y otros 17 conventos, que bien pudo llamarse nueva evangelización. Hoy tenemos la oportunidad de afrontar una nueva evangelización en los comienzos del siglo XXI, en ambientes hoscos para la fe y para la vida cristiana, semejantes a los que vivió Santa Teresa. El objetivo esencial de la fundación de San José fue la reforma del Carmelo. Gracias a la fundación de este pequeño convento, tuvo lugar en el Carmelo la Reforma que se dio en las Órdenes religiosas y en toda la Iglesia durante el siglo XVI por imperativo del Concilio de Trento. Es de gran interés conocer cómo vivían las Hermanas en los comienzos de la fundación, pero sobre todo, importa señalar cuáles fueron las motivaciones que indujeron a Santa Teresa a adoptar este estilo de vida. Aquí estaba la sustancia de la Reforma de la Orden del Carmen. Aconteció gracias a la inspiración divina de la Madre Teresa de Jesús y respondía a la necesidad de reforma que la Iglesia demandaba en todas sus instituciones. Por inspiración del Espíritu y por mandato jerárquico, tal reforma se expresaba oficialmente en la celebración del Concilio, entre los años 1545 y 1562, tiempo en que se gestó la fundación de San José. La vida del clero fue reformada, así como las órdenes religiosas. El Espíritu las empujaba hacia una vida de oración, de mayor austeridad y pobreza; de mayor aislamiento, una vida más fraterna y de mayor gozo; en definitiva, a una más honda espiritualidad. Las comunidades primitivas de los monjes aparecían como ideal en la mente de los reformadores. Sin embargo, las fundaciones llevadas a cabo por Santa Teresa tienen una motivación y un espíritu particular. Profundizando en la primitiva Orden del Carmen, la Santa centra la vida de sus hijas en la Sagrada Escritura, en el obsequio a Jesucristo, la guarda de los consejos evangélicos, en la vida fraterna, la sencillez y la alegría, en la abstinencia y el

2 2 ayuno, en el silencio y la guarda de los sentidos. Aman a Dios, fomentan una vida escondida en Dios con Cristo, de la que fluye el amor al prójimo para la salvación del mundo y la edificación de la Iglesia. Santa Teresa permanece viva en las madres hasta el día de hoy. Este es el gran motivo de acción de gracias en el aniversario de la fundación y la invitación a una renovación eclesial del momento presente, que se nos propone como Nueva Evangelización. El centenario se convierte para los abulenses, para nosotros sacerdotes, en un tiempo de gracia que nos invita a afrontar gozosos el presente y el futuro con coraje, con ilusión y decisión. Usando sus palabras: Tener una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar (C 21,2). SANTA TERESA Y LOS SACERDOTES DE SU TIEMPO Cuál fue su actitud respecto a los sacerdotes? Siendo una mujer tan sensible a las realidades y problemas del momento, no pasó desapercibida para ella la situación de los sacerdotes, que la llevó a un estado de gran preocupación. En su vida personal, y de conciencia, como monja y reformadora del Carmelo, tuvo necesidad de tratar con sacerdotes de toda clase. Los trató como ministros de la gracia, consejeros, directores espirituales o superiores suyos. Conoció obispos y teólogos, religiosos y canónigos, unos más sencillos y otros más brillantes, unos más conocidos y otros de los que no sabemos el nombre... Su disposición ante ellos puede resumirse en tres actitudes: profunda fe en el sacramento del Orden, obediencia ciega a sus indicaciones, y deseo ardiente de su santificación. Algunos de vida ejemplar y otros de vida penosa. El primer sacerdote que aparece en su biografía es el cura de Becedas. Fue su primera conquista espiritual. También ayudó a recobrar la buena conducta a otro sacerdote envuelto en grave situación moral. La mayor parte de los sacerdotes eran ordenados sin apenas preparación. Teresa destaca el escaso entusiasmo de los sacerdotes en la predicación: los predicadores van ordenando sus sermones para no descontentar. Buena intención tendrán, y la obra lo será; mas así se enmiendan pocos (V 16,7). Este era el magisterio de la Madre Teresa hacia sus hijas de san José: el fin para el que se fundó San José consiste en orar por los sacerdotes y los responsables de la Iglesia: Tornando a lo principal para lo que el Señor nos juntó en esta casa Para que entendáis, hermanas mías, que lo que hemos de pedir a Dios es que a los capitanes de este castillo o ciudad, los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y teólogos porque han de ser los que esfuercen la gente flaca y pongan ánimo a los pequeños. (C 3,1-4). También Teresa trató felizmente a muchos sacerdotes espléndidos, santos, entre los más ejemplares del siglo XVI. De muchos de ellos conocemos sus nombres y apellidos por las veces que los cita en sus escritos. A Gaspar Daza, sacerdote ejemplar, de bondad y buena vida, espejo de todo el lugar, a quien se debía en buena parte el movimiento de renovación espiritual de la ciudad de Ávila; él fue un buen consejero de la Santa. Y a

3 3 Francisco Salcedo, caballero santo, cuyo camino espiritual Teresa siguió de cerca. Al inquisidor Francisco Soto y Salazar, que examina sus experiencias místicas y a la vez consulta a la Santa si le convendría tomar un obispado. Destacada fue su relación con Juan de Ávila, capellán del convento de San José, muy siervo de Dios y desasido de todas las cosas del mundo y de mucha oración. Y con otros capellanes de los conventos que ella fundó. Y con los canónigos de Ávila. Singular fue su relación con San Juan de Ávila, como veremos después. No entramos en la relación de Teresa con los dominicos, jesuitas, franciscanos que le aconsejaron y fueron sus confesores. Tampoco entramos en su relación con los carmelitas, con sus superiores, ni con Fray Juan de la Cruz. Definitiva para la fundación de San José fue su relación con Fray Pedro Alcántara. Tuvo relación con muchos obispos, varios nuncios y tres Papas. Especial fue su relación con el Obispo de Ávila, Don Álvaro de Mendoza. 2. Cómo desea la Santa que sean los sacerdotes? En primer lugar, buenos sacerdotes, virtuosos, ejemplares, mejores que los demás, porque tiene que celebrar la Misa. También han de ser letrados, estudiosos, con experiencia para dirigir las almas según el Espíritu. Para Teresa los sacerdotes son responsables de la Palabra de Dios, de las almas confiadas a su cuidado, sobre todo de la Eucaristía. Son líderes del pueblo de Dios: buenos quedarían los soldados sin capitanes! Porque de no ser esto así (es decir, de nos ser santos), ni merecen nombre de capitanes, ni permita el Señor salgan de sus celdas, que más daño harán que provecho (C 3,3). 3. Qué hizo la santa por los sacerdotes? No hace críticas sobre ellos ni se lamenta de su triste situación. Por el contrario, hizo lo que estaba a su alcance. Ante todo, llevó a cabo la fundación de frailes, reformando la Orden del Carmen. Con ello le dio a la Iglesia al sacerdote santo Juan de la Cruz, modelo de sacerdotes, que habría sido fruto suficiente para hacer la reforma. Edificó esta casa con este fin: «Había de ser muy continua nuestra oración por estos que nos dan luz. Qué seríamos? Si algunos ha habido ruines, más resplandecerán los buenos. Plega al Señor los tenga de su mano y los ayude para que nos ayuden». (V 13,21). La vida de la Madre Teresa y sus hijas tiene una intención apostólica: orar por los sacerdotes, por su elevada misión en la Iglesia, para que sean perfectos: no hago sino encomendarlos a Dios; porque veo yo que haría más provecho una persona del todo perfecta, con hervor verdadero de amor de Dios, que muchas con tibieza (R 3,7). 4. Cuál fue la relación de la Santa con San Juan de Ávila? Este día de nuestro patrono san Juan de Ávila, y en esta casa de santa Teresa, es imprescindible hacer memoria de la relación escrita que mantuvieron ambos.

4 4 Teresa, por consejo de Francisco de Soto, escribió una larga relación de su vida que envió al Maestro Ávila por conducto de su confesor, a quien le decía: «Yo deseo harto se dé orden de que lo vea, pues con este intento lo comencé a escribir, porque como a él le parezca voy por buen camino, quedaré muy consolada, que ya no me queda más que hacer lo que es en mí». Llegó a Montilla el libro de la vida de santa Teresa, cuando el Maestro Juan de Ávila rondaba los linderos de la eternidad; pero todavía el Señor le concedió la gloria de ser el árbitro del espíritu de la Santa, discutido en aquel tiempo. El forjador de apóstoles y maestro de santos examinó detenidamente el libro y dio su parecer a la santa en una carta, joya de la literatura mística y confirmación del buen espíritu de Teresa de Jesús. 5. Qué dice san Juan de Ávila a santa Teresa de Jesús? El Santo esperaba que su propia alma se aprovechara con los escritos de la Santa: «A la Muy Reverenda Madre mía y mi Señora Teresa de Jesús. Cuando acepté leer el libro que se me envió, no fue tanto por pensar que yo fuera suficiente para juzgar las cosas de él como por pensar que podría yo, con el favor de nuestro Señor, aprovecharme algo con la doctrina de él;». Le advierte que no es libro para todos los lectores: El libro no está para salir a manos de muchos, porque ha menester las palabras de él en algunas partes; en otras, declararlas; y otras cosas que al espíritu de vuestra merced pueden ser provechosas, y no lo serían a quien las siguiese; porque las cosas particulares por donde Dios lleva a algunos, no son para otros. Lo tocante a la oración le parece bueno al Maestro Ávila: La doctrina de la oración está buena por la mayor parte y muy bien puede vuestra merced fiarse de ella y seguirla; en los raptos hallo las señas que tienen los que son verdaderos. Referente a las visiones y revelaciones debe distinguir lo esencial: También conviene no adorar visión de estas, sino a Jesucristo en el cielo o en el Sacramento; y si es cosa de santos, alzar el corazón al santo del cielo y no a lo que se me representa en la imaginación: baste que me sirva aquello de imagen para llevarme a lo representado de ella. Estando el Maestro muy débil, la oración de la Santa le ayudó a contestarle: Yo no puedo creer que he escrito esto en mis fuerzas pues no las tengo; pero la oración de vuestra merced lo ha hecho. Pídole, por amor a Jesucristo nuestro Señor, se encargue de suplicar por mí, que Él sabe que lo pido con mucha necesidad, y creo basta esto para que vuestra merced haga lo que le suplico. Jesús sea glorificado de todos y en todos. Amén. Siervo de vuestra merced por Cristo Juan de Ávila».

5 5 Con esta carta quedó Teresa muy consolada y agradecida; era tanto lo que le estimaba, que cuando, estando en Toledo, tuvo la noticia de su muerte, lloró; y como las monjas, extrañadas, le preguntasen por qué lloraba la muerte de un varón tan santo que iría al cielo, les contestó: «Eso bien lo sé yo, pero lloro porque pierde la Iglesia de Dios una gran columna, y muchas almas un gran amparo que tenían en él, que la mía, aun con estar tan lejos, le tenía por esta causa obligación». El encuentro a distancia de los dos santos, es un símbolo de altísima espiritualidad. Se ayudaron mutuamente. El espíritu del Maestro, contemplativo y activo, encontró mucho en común en los escritos de la Santa, también contemplativa y activa. «Juan de Ávila dio el nihil obstat a la mística teresiana, al misticismo más alto y más puro de la cristiandad» (Juan Esquerda). En Montilla tuvo su centro San Juan de Ávila, en Ávila lo tuvo santa Teresa de Jesús, cuyo espíritu permanece en esta casa, en sus escritos y en el espíritu de sus hijas que hoy nos acogen a nosotros. Queridos hermanos: que aprendamos a ser sacerdotes según el modelo de nuestro Santo patrón Juan de Ávila. Que aprendamos también del ideal sacerdotal por el que oró y entregó su vida nuestra muy querida Teresa de Jesús.