Ester (1) Gracia entre bastidores. Pastor Erich Engler

Transcripción

1 Ester (1) Gracia entre bastidores Pastor Erich Engler En una de nuestras enseñanzas anteriores hemos estado tratando el tema de la oración, y nos habíamos referido, entre otras cosas, al tipo de oración para solicitarle algo al Señor. Él nos dice en su Palabra que todo lo que le pidiéramos orando creyendo que lo recibiremos, nos será dado (Marcos 11:24). Esta es una buena promesa verdad?! Dentro de ese tema, habíamos dicho que, cuando vamos delante del Señor con nuestra solicitud, contamos con su favor, tanto para pedir como para que nos sea concedido lo que pedimos. Esta revelación nos abre una perspectiva completamente nueva. A la luz de varios pasajes, algunos de ellos del antiguo testamento, habíamos visto que nosotros, los creyentes del nuevo pacto, contamos con un favor especial para solicitarle al Padre lo que necesitamos en el nombre de Jesús. Gracia radical significa también: oración radical. Eso quiere decir que, desde ahora en adelante, todas nuestras oraciones han de ser contestadas porque contamos con su favor. La serie sobre la oración, la cual está a disposición en nuestra página para ser descargada gratuitamente, es el fundamento y base para esta serie que comenzamos hoy, la cual he querido titular: Gracia entre bastidores. Aquí vamos a considerar lo que sucede realmente delante del trono de Dios cuando vamos a él con nuestra solicitud. No se te ocurra pensar que los ángeles se ponen a la defensiva y dicen: oh no!, otra vez el mismo que viene a pedir algo? De ninguna manera los ángeles van a decir eso, ni el Señor se va a inquietar por tu demanda, por el contrario!, Él va a prestar oído a tu petición. Hay un pasaje muy hermoso en el libro de Hebreos, que muestra lo que sucede delante del trono de Dios cuando presentamos nuestra solicitud. Vamos a considerar este pasaje del nuevo testamento, por medio de una historia real que sucedió en el antiguo testamento, la cual nos ilustra, de manera tipológica, la escena de lo que sucede delante del trono de la gracia. Primero, como dije, vamos a leer el pasaje de Hebreos cap. 4 vers. 16: Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. El trono de la gracia es el trono de Dios. La Palabra nos dice que tú y yo, tenemos el privilegio de acercarnos a su trono en plena confianza. Aquellos que no tienen conocimiento de esta verdad, y piensan que son indignos, tienen temor y se mantienen a distancia. Sin embargo, la Palabra nos insta a acercarnos a él en plena confianza, aún cuando las cosas no salieron tan bien como uno hubiese deseado que fueran, o como tendrían que haber sido. Aún en los momentos cuando nos ataca un sentimiento de indignidad, podemos ir a él en plena confianza y seguridad que vamos a hallar gracia para lo que necesitamos. Ese trono de la gracia, del cual nos habla el nuevo testamento, es la presencia de Dios o lugar santísimo, como se lo denomina en el antiguo testamento. Ahora, vamos a ver, por medio de una historia real que tuvo lugar durante el tiempo del antiguo testamento, lo que sucedió con alguien que fue una y otra vez delante del trono del rey con una solicitud especial. Como dije antes, esta 1

2 historia que vamos a considerar sucedió realmente y no es una parábola solamente. Las parábolas que refirió Jesús en el nuevo testamento, eran historias que servían para ilustrar una verdad, pero aquí se trata de una historia real y es la maravillosa historia de la reina Ester. La Palabra nos relata que Ester llegó a ser la reina al lado del rey Asuero. Por aquel tiempo el estatus de la reina era diferente al que tiene hoy en día. En aquel tiempo y lugar, los reyes tenían varias mujeres, pero la reina era su preferida. pesar de que la reina gozaba de muchos privilegios especiales, no podía presentarse delante del trono del rey con alguna solicitud sin haber sido invitada oficialmente por él. Si ella hacía esto, estaba expuesta a ser rechazada e incluso a que la mataran. Para que esto no llegara a suceder, ella contaba solo con que él le extendiera el cetro como muestra de su aprobación y favor. No podemos comparar aquello con las casas reales que conocemos hoy en día aquí en Europa por ejemplo, pero en aquel momento era así. Hoy en día, la reina cuenta con un estatus muy especial al lado de su marido, pero en aquel tiempo, aún a pesar de que la reina Ester era la mujer favorita del rey, ella se exponía a un riesgo muy grande si no cumplía con las normas de la casa real. Si observamos los detalles entre bastidores, encontraremos que esta historia representa lo que sucede cada vez que nosotros nos presentamos delante del trono de Dios, y tendremos revelación de maravillosas verdades espirituales. Te invito, pues, a que te veas en el lugar de la reina Ester, espiritualmente hablando, y verás como la historia cobra un significado diferente. Imagínate que tú, al igual que lo hizo Ester, te presentas delante del trono de Dios con tu solicitud, esperando hallar favor de parte del rey! Te prometo que en los próximos treinta minutos haremos un viaje por demás de interesante. Te invito a ir conmigo al libro de Ester cap. 2 desde el vers. 15 donde se relata el momento en que ella va a ser elegida reina: Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. De ahora en adelante, y a lo largo de toda esta historia, vamos a encontrar una y otra vez la expresión: Ester ganaba el favor de A causa de su sumisión, ella ganó el favor de Hegai el eunuco que estaba a cargo de las mujeres. La sumisión a la autoridad concede favor. Esta sumisión significaba que Ester siguió los consejos de Hegai y se vistió tal y cual como él se lo propuso. Hegai conocía el gusto del rey y por eso podía aconsejar apropiadamente a Ester como para que ella luciera espléndida cuando se tuviera que presentar delante de él. Hegai aconsejaba a Ester con agrado, puesto que ella, con su actitud humilde y sumisa, había ganado su simpatía. Hegai representa aquí, tipológicamente hablando, al Espíritu santo quien nos aconseja y guía permanentemente. Nuestra actitud al respecto, debería ser de humildad y sumisión, ya que Él desea lo mejor para nosotros y el Padre tiene buenos planes para nuestras vidas. Dicho sea de paso, deseo mencionar que en nuestra página de internet tenemos una serie sobre este tema, la cual se titula: Vida guiada por el Espíritu. Allí, se puede aprender en forma práctica, la manera en que el Espíritu nos guía en cada situación o circunstancia para que podamos gozar plenamente de la vida que Dios planeó para nosotros. Ester prestó atención a las indicaciones de Hegai y esto le otorgó favor delante de sus ojos. Bajo el antiguo pacto, el Espíritu santo no estaba derramado sobre cada creyente como lo fue en el tiempo de Pentecostés. Él guiaba por medio de las personas, en especial de reyes y sacerdotes de aquel tiempo. Él guiaba de manera particular, y en este caso lo hacía por medio de Hegai. Es por eso que este hombre representa tipológicamente al Espíritu santo de una manera maravillosa. Cuando observamos las diferentes tipologías en las historias reales del antiguo testamento, podemos ver entre los bastidores lo que estas representan en lo espiritual para nosotros hoy. Si miramos este pasaje en el original hebreo, encontraremos que en el vers. 15, en la frase cuando se refiere a que Ester no procuró nada más aparte de lo que le aconsejaba Hegai, encontramos que aparecen las letras: Alef-Tav, la primera y la última del alfabeto hebreo. Para aquellos que todavía no tuvieron la oportunidad de seguir nuestra enseñanza sobre el tema, voy a tratar de resumir brevemente el significado de ello. Estas dos letras juntas representan la firma de Jesús en la Palabra. Estas dos letras juntas no tienen traducción posible pues no conforman una palabra en sí mismas, pero cada vez que aparecen nos muestran que Jesús está presente en los diferentes 2

3 episodios de la historia. Él mismo dijo que es el primero y el último. En el nuevo testamento se traduce como: Alfa y Omega, la primera y última letra de dicho abecedario. En otras palabras, podríamos leer la frase de la siguiente manera: Ninguna cosa procuró Ester más que tener a Jesús. Es muy posible que Ester ni siquiera estuviera consciente de esto, pero con su actitud humilde y sumisa, ella, aún sin saberlo, estaba dando lugar al Señor. Deberíamos tener la misma actitud de corazón que ella. La sumisión le otorgó favor y gracia delante de los ojos de los demás. Quién es el único que nos puede otorgar gracia? Solo Jesús. Sigamos leyendo en el vers. 17: Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti. Es interesante notar que en el original hebreo, después de la palabra rey al comienzo de este versículo, aparecen otra vez las iniciales de Jesús: Alef-Tav. Podríamos leer entonces: Y el rey Jesucristo, amó a Ester y ella halló gracia y benevolencia delante de Él. Esta escena en que el rey tiene a su amada esposa Ester, la cual hace reina, se refleja perfectamente en Apocalipsis cap. 1 vers. 5 y 6: Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra (aquí se refiere a nosotros los creyentes). Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a Él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Él no nos hizo solo reyes sino también sacerdotes. La persona de Ester, en esta historia, representa simbólicamente a los creyentes del nuevo pacto. Por eso dije al comienzo que nos podemos poner en el lugar de Ester ya que ella refleja nuestra posición. O sea que, en esta historia, vemos a Jesús y al Padre celestial representado en el rey. Cuando miramos a Ester presentándose una y otra vez delante del trono del rey con su petición, nos vemos reflejados nosotros mismos. Cuando observamos la actitud con la que le responde el rey, encontramos la manera en que el Padre reacciona a nuestras demandas. Esta historia se torna más maravillosa todavía cuando prestamos atención a lo que sucede detrás de la escena. Vamos a ir ahora al cap. 4 y allí vamos a leer el vers. 8: Le dio también la copia del decreto que había sido dado en Susa para que fuesen destruidos, a fin de que la mostrase a Ester y se lo declarase, y le encargara que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder delante de él por su pueblo. La situación aquí es la siguiente: los judíos o pueblo de Dios, están siendo amenazados por un complot y se encuentran al borde del exterminio total, la reina Ester impide que esto suceda y se convierte así en la salvadora de todos. Por esa razón es que el libro de Ester nos habla tipológicamente de la obra de redención, ya que nosotros estábamos destinados a ser aniquilados completamente pero Jesús nos vino a salvar. Esta historia nos habla de una conspiración que es hecha a espaldas del rey. Ester, como reina, tiene acceso a la presencia del rey. Mardoqueo, su tío, quien juega también un papel decisivo en los sucesos, al enterarse de dicha conspiración le dice a Ester que se presente ante el rey para pedir gracia por el pueblo judío. Este versículo es también un cuadro de nosotros, los creyentes, cuando vamos delante del trono de la gracia con nuestras inquietudes. Seguimos leyendo desde el vers. 9: Vino Hatac y contó a Ester las palabras de Mardoqueo. (10) Entonces Ester dijo a Hatac que le dijese a Mardoqueo: (11) Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días. Esta orden del rey era válida para todo el mundo, y Ester, a pesar de ser la reina, no estaba exceptuada de ella. El rey tenía el cetro en su mano y si él se lo extendía a la persona a la que tenía delante, esta era agraciada por él. El cetro extendido tiene un simbolismo espiritual también y representa principalmente el señorío de Cristo. La situación de la reina Ester aquí es que ella no había sido llamada por los últimos 30 días, así que, presentarse delante del rey sin su permiso podía costarle la vida. Ella no ha visto al rey desde hace unos cuantos días y no sabe 3

4 cómo anda, ni lo que pueda estar haciendo en ese momento. Entrar sin su permiso significa un riesgo muy grande para ella. Por una parte, como ella tiene conocimiento del complot contra el pueblo de Israel sabe que su intervención puede llegar a salvarles la vida a todos; sin embargo, ella sabe también que está arriesgando su propia vida al intentarlo. Aquí encontramos muchas tipologías del nuevo pacto y de la obra de la cruz. Siempre debemos tener en cuenta que si bien las personas que están representando algo de manera tipológica son imperfectas, lo que es representado es perfecto. Por ejemplo: la reina Ester entrando a la presencia del rey para hallar gracia es un cuadro tipológico de cuando nosotros vamos al Padre con una solicitud. La gran diferencia es, que nosotros no tenemos que temer pues SIEMPRE vamos a alcanzar gracia para el oportuno socorro. Los ejemplos tipológicos no tienen porqué ser perfectos, pero lo que es representado sí es perfecto. Bajo el nuevo pacto, tenemos siempre acceso directo al trono de la gracia, pero no era así bajo la ley. En ese tiempo, si alguien que no era sacerdote osaba entrar en el lugar santísimo, podía llegar a morir en el acto. Observando la historia de Ester desde la perspectiva del antiguo pacto, podemos comprender su temor al intentar entrar a la presencia del rey sin haber sido llamada, pero al mismo tiempo, encontramos en ella una tipología del nuevo pacto y de la gracia que nos otorga Jesucristo por su obra hecha en la cruz a nuestro favor. Para Ester, la muestra de que había hallado gracia en los ojos del rey era que él le extendiera su cetro. El cetro de gracia está en las manos de Jesús y Él lo extiende continuamente a nuestro favor. Vamos a continuar nuestra lectura ahora en el vers. 16 para ver lo que hizo Ester: Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. Interesante filosofía de vida verdad?, esa era la manera de no preocuparse. Si salía bien, mereció la pena haberlo intentado, si no, por lo menos había tratado. Hoy en día, aquellos creyentes que están continuamente llenos de temor no están fundamentados en Cristo. Cuando comprendemos que lo mejor está por delante no tenemos nada que temer. El apóstol Pablo dijo que la muerte era para él ganancia. Lo que quería decir con eso era que la eternidad en la presencia del Señor era mucho mejor que su vida en la tierra. Si él se iba con el Señor, seguramente que no quería que los creyentes oraran para que volviera a vivir. Al pronunciar esas palabras, la reina Ester estaba poniendo toda su confianza en las manos de Jesús o Alef-Tav. Para nosotros, que tenemos la dicha de vivir en una tierra donde reina la paz, es difícil de comprender el verdadero significado de esas palabras. Pero, para aquellos que vivían allí en tiempos donde reinaba la guerra y la muerte, esta acción de coraje sin igual podía costarle literalmente la vida. Felizmente ella no pereció, como lo leemos en el relato más adelante. Ahora, antes de proseguir con la historia, deseo dedicar un breve tiempo para aclarar algo que es de suma importancia, lo cual es el ayuno. Aquí vemos que Ester ayuna por 3 días consecutivos y le pide al pueblo que haga lo mismo. Habíamos leído al comienzo en Hebreos cap. 4 vers. 16: Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Aquí no se requiere que ayunemos antes de acercarnos al trono de la gracia. El ayuno es una práctica que encontramos, sobre todo, en el antiguo testamento y más precisamente bajo la ley. Lo que hizo Ester aquí era correcto, pues la ley demandaba prácticamente que así se hiciera. Nosotros, hoy en día, quienes gozamos de un pacto mucho mejor que el viejo, podemos acercarnos al trono de Dios para recibir gracia, sin necesidad alguna de ayunar previamente. La enseñanza de la teología del ayuno no corresponde al evangelio de la gracia. Ante todo debo aclarar, que cuando hablo del ayuno no me estoy refiriendo al tipo de ayuno terapéutico, el cual se practica para purificar el cuerpo o para adelgazar y que produce buenos resultados. Yo estoy hablando del ayuno que se practica como para recibir algo de Dios. Ese tipo de ayuno se practicaba bajo el antiguo pacto. Eso se hacía antes de que Jesús viniera a la tierra. La reina Ester, tenía de alguna manera a Jesús, pero solo como Alef-Tav en la tipología pero no era consciente de ello. Pero, en este tiempo del antiguo pacto, Jesús con su obra redentora en la cruz, todavía no se había 4

5 manifestado. Ester no conocía lo que significa estar en Cristo, ella solo podía ver la sombra de la tipología del nuevo pacto que se habría de manifestar más adelante. Es muy importante que comprendamos esto para tener claridad en el tema. Qué es lo que dijo Jesús sobre el ayuno? En Marcos cap. 2 desde el vers. 18 leemos: Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan? Recordemos que tanto los discípulos de Juan como los de los fariseos estaban bajo la ley. Por qué no ayunaban los discípulos de Jesús? Porque Él no les había enseñado que lo hicieran. (19) Jesús les dijo: Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar. (20) Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán. Muchos interpretan este versículo como que no había necesidad de ayunar porque Jesús estaba con ellos, pero que luego de haberse ido al cielo había que proseguir con dicha práctica. Esto no es lo que este versículo dice en realidad. Para comprender correctamente estas palabras de Jesús hay que leer el contexto de los versículos siguientes. (21) Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. (22) Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar. Aquí, al usar expresiones tales como: remiendo, paño viejo, odre nuevo, etc., se hace referencia a la gracia y a la ley. La expresión: vino nuevo significa: la gracia que nos vino a traer Jesucristo. No se puede poner vino nuevo en odre viejo quiere decir que no se puede poner la gracia en las cosas viejas de la ley. El ejemplo del remiendo de paño nuevo en el vestido viejo tiene el mismo significado. Los dos ejemplos se refieren a que la costumbre del ayuno como práctica del antiguo pacto, no tiene aplicación en relación al nuevo pacto. Los discípulos de Jesús representan el nuevo pacto, los de Juan y de los fariseos el antiguo pacto. Ahora pues qué significan las palabras de Jesús cuando dice que vendrán días cuando el esposo les será quitado, y que en aquellos días ayunarán? Jesús, mientras estaba sobre la tierra, andaba entre los judíos que seguían la ley. Sus discípulos, sin embargo le seguían bajo el aspecto de la gracia y por eso no practicaban el ayuno. Cuando Jesús ascendió al cielo, después de la resurrección, muchos de los que le habían seguido y recibido sus enseñanzas y beneficios, volvieron a las prácticas de la ley como antes. Las palabras que dijo Jesús en el vers. 20 se refieren a aquellos judíos que volverían a practicar la ley después de su ascensión al cielo. En el nuevo testamento leemos muy poco, o casi nada, sobre el ayuno. De lo poco que se menciona encontramos algo en relación a Pablo por ejemplo, quien a causa de sus largos viajes en el mar no tenía para comer y por lo tanto estaba forzado a ayunar. Hay muy pocos pasajes en el nuevo testamento donde se menciona al ayuno como por ejemplo en Hechos cap. 13. Yo no estoy diciendo que el ayuno no tenga lugar nunca, pero lo que sí digo es que no debemos pensar que el ayuno es el medio para alcanzar las bendicones de Dios. Jesús, con su muerte en la cruz, nos abrió el camino al Padre y podemos entrar libremente a su trono de gracia cuando lo deseemos o necesitemos. Ester, debía prepararse en ayuno si deseaba entrar a la presencia del rey, hoy en día nuestra preparación para ir delante del trono de la gracia es la confianza y valentía de llevar nuestras peticiones sabiendo que vamos a alcanzar gracia. En los versículos que acabamos de leer Jesús habla de fiesta y celebración, y no de ayuno. Los que le reconocieron como el enviado de Dios no necesitaban del ayuno para acercarse al Padre, pero aquellos que no comprendieron que Él era el Mesías esperado volverían a sus prácticas religiosas, entre ellas el ayuno, tan pronto como Él ascendiera al cielo. Hay un ayuno natural que es provechoso para el cuerpo, especialmente si se desea adelgazar o purificar el organismo, pero la Palabra no habla de la necesidad de un ayuno espiritual como práctica del nuevo pacto para recibir algo de parte de Dios, por el contrario, nos dice que vayamos con plena confianza delante de su presencia. 5

6 Todo lo que necesitamos como creyentes es ser conscientes que contamos con el favor del Padre para recibir lo que le pedimos. Teniendo esa seguridad, la oración de petición se convierte en algo seguro y no es más algo parecido al sorteo de la lotería que no se sabe si nos va a tocar e premio o no. Vamos a volver a nuestro pasaje del libro de Ester para observar lo que sucedió después que ella se ha preparado para presentarse delante del rey. En el cap. 5, en los versos 1 al 3, leemos: Aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y entró en el patio interior de la casa del rey, enfrente del aposento del rey; y estaba el rey sentado en su trono en el aposento real, enfrente de la puerta del aposento. (2) Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces vino Ester y tocó la punta del cetro. Aquí encontramos un cuadro del nuevo pacto. En el capítulo anterior, cuando todos ayunaron, veíamos un cuadro del antiguo pacto, pero en los versículos que acabamos de leer está representado el nuevo pacto. El rey le otorgó gracia extendiéndole el cetro de oro en su mano como señal. En Jesucristo tenemos ese cetro extendido hacia nosotros constantemente. En el relato del capítulo 4 Ester no sabe qué va a suceder si se presenta delante del rey sin ser llamada y por eso ayuna; pero aquí es el mismo rey quien la recibe extendiéndole el cetro de gracia. Aquellos creyentes que no son conscientes de que cuentan con el favor divino, tratan de ser aceptados por sus propias obras: ayuno, purificación, santificación, etc., lo cual no es nada más ni nada menos que justicia propia. Al comienzo del capítulo 5 vemos el cuadro del nuevo pacto, ya que es el rey mismo quien le extiende el cetro indicándole que halló gracia en sus ojos. Nosotros podemos ir delante del Padre tal como somos, Él nos recibe con gusto y nos otorga gracia. Bajo el nuevo pacto el acceso a su trono es libre y siempre está abierto para sus hijos. Si deseamos alcanzar el favor de Dios por medio del ayuno, o cualquier otra práctica del antiguo pacto, somos nosotros los que estamos haciendo algo; sin embargo, bajo el nuevo pacto, es Él quien YA HIZO TODO. Bajo el antiguo pacto, somos nosotros los que tratamos de encontrar la llave que abra la puerta de las bendiciones; bajo el nuevo pacto, es Él quien YA ABRIÓ LA PUERTA para que entremos libremente y tengamos acceso a todas sus bendiciones. Él nos extiende el cetro de su gracia constantemente. En el vers. 8 leemos lo que Ester le dice al rey: Si he hallado gracia ante los ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petición y conceder mi demanda, que venga el rey con Amán a otro banquete que les prepararé; y mañana haré conforme a lo que el rey ha mandado. Por el hecho de que el rey le había extendido su cetro, Ester contaba ahora permanentemente con su gracia y su favor, lo cual no era algo sobreentendido para aquella época. Si leemos este versículo en el original hebreo encontraremos nuevamente las letras Alef-Tav, incluso un par de veces, las cuales, como ya habíamos dicho, representan a Jesucristo en el antiguo testamento. Dichas letras aparecen en relación a las palabras: petición y demanda. Eso me recuerda las palabras de Jesús quien dijo: Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, os será dado. Por qué razón aparecen las letras Alef-Tav justamente en relación a las palabras: demanda y petición? Porque es un cuadro escondido entre bastidores que nos muestra lo que sucede cuando vamos delante del trono del Padre en el nombre de Jesús. Él nos otorga lo que le solicitamos, no porque seamos muy listos o por cualquier otro mérito propio, sino solamente porque vamos a Él en el nombre de Jesús. En el pasaje de Juan cap. 14 vers. 13 y 14 Jesús mismo nos dice: Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (14) Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. No vamos al Padre en nuestro propio nombre, o en el nombre de cualquier otra persona importante, sino en el nombre de Jesús. Ester deseaba saber si había hallado gracia delante de los ojos del rey para poder expresar su demanda. Siempre que nosotros vayamos delante del trono del Padre en el nombre de Jesús, vamos a encontrar gracia y favor. Para culminar, vamos a leer nuevamente el versículo 8 del cap. 5 del libro de Ester: Si he hallado gracia ante los ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petición (Alef-Tav) y conceder mi demanda (Alef-Tav), que venga el rey con Amán a otro banquete que les prepararé; y mañana haré conforme a lo que el rey ha mandado. 6

7 La respuesta va a ser afirmativa puesto que ella, sin saberlo por supuesto, se presentó delante del rey haciendo uso del nombre de Jesús. Yo siempre digo que podemos hallar a Jesús prácticamente en cada una de las páginas de la Biblia. Creo que con el hecho de encontrar tan claramente la mención de Jesús precisamente en esta parte de esta historia, la Biblia nos está diciendo que pidamos en grande y con valentía. Cuanto más grande es nuestra demanda más grande se manifiesta el poder de Dios. La Palabra nos dice que no tenemos porque no pedimos, pidamos entonces para poder recibir! Pidamos en grande por nuestras familias, iglesias, naciones, y Él nos lo habrá de conceder! Habrá algo demasiado grande para Dios? Tal vez a nosotros nos parezca demasiado grande o imposible, pero para Él no hay nada imposible! Amén! Desea comunicarse con nosotros, compartirnos un breve testimonio o una inquietud?: ministerio@iglesia del internet.com Dirección Postal: Eduardo Taron Postfach Bad Friedrichshall Alemania o Internetkirche.com Dpto. Español Postfach Rapperswil Suiza 7