El dolor las unió [13]

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Inmaculada Contreras Lara
hace 7 años
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1 El dolor las unió Carol, piel y pelo morenos, nariz ancha como una patata, ojos castaños, boca grande, risa escandalosa, delgada, muy delgada, solía llevar zapatos de tacones gruesos y casi siempre pantalones. Su carácter no es que fuera fuerte, es que era casi violento. Carol venía de una familia muy humilde, muchas veces habían tocado la pobreza, su padre trabajaba de albañil en trabajos temporales. Su madre se dedicaba a su hogar y a su familia, como cualquier ama de casa. Carol era la quinta de seis hermanos, bueno, en realidad eran siete pero el mayor murió de una sobredosis; apareció muerto en la calle una mañana del mes de enero de Aquel día marcó la vida de cada uno de los miembros de aquella familia. La madre en concreto perdió uno poco la cabeza y a veces decía que veía a su hijo andando por la casa o parado frente a ella, mirándola, cosa que hacía que tuviera fuertes crisis de ansiedad que la llevaron a tomar una medicación que la tenía la mayor parte del tiempo medio drogada, vamos, «grogui», como vulgarmente se dice. A Berta de alguna manera esta muerte también la marcó, estaba empezando a salir con Carol y habían ido a la playa. [13]

2 BEGOÑA SASTRE Fue a la vuelta de aquel día tan bueno juntas cuando Carol recibió la trágica llamada que le comunicó la muerte de su hermano. Carol en cierta forma se sentía culpable de aquella muerte, porque ella siempre trataba de tener vigilado a su hermano; ella sabía que algún día la droga le jugaría una mala pasada y trataba de evitarlo controlando cada movimiento que él hacía, pero aquel día se fue a la playa pensando que por unas horas, aunque no estuviera con él, no pasaría nada. Cuál fue su sorpresa cuando descubrió que mientras ella había estado disfrutando de un día de playa, él había muerto. Berta llevó a Carol a casa de sus padres, donde estaba toda la familia reunida. Entró para ver a sus padres y hermanos, ya que a su hermano no podría verlo pues estaba con el forense. Cuando Carol, después de un rato, salió de la casa, su desesperación y sus lágrimas eran tan desconsoladas, tan desesperadas, que Berta, que apenas conocía a aquella familia, rompió a llorar como si se tratara de la muerte de su propio hermano. Es muy posible que aquel día, aquel suceso, también marcara la dirección de aquella relación, pues Carol, tras la muerte de su hermano, quedó tan hundida que dejó su trabajo de relaciones públicas en discotecas y se fue a vivir con Berta, quien la estuvo apoyando en todo momento y ayudándola a salir del pozo de dolor en el que se había sumergido. * * * Berta era seis años mayor que Carol, y cinco centímetros más alta, su pelo corto y pelirrojo, sus ojos brillantes color miel. [14]

3 El coraje de mirar atrás Era una chica tierna y divertida, muy, muy sensible, aunque a veces daba la sensación de ser algo brusca; bueno, en realidad a veces era algo brusca. Una amiga suya decía que Berta era como los bombones Ferrero, brusco por fuera y dulces y tiernos por dentro. Su familia era de mucho dinero, su padre era director general de un banco y su madre se dedicaba a organizar la casa y al servicio doméstico: cocinero, limpiadoras, etc. Tenía dos hermanos mayores y una hermana más pequeña. El más mayor era capitán de la Marina Mercante y el otro, teniente coronel del Ejército del Aire. Su hermana trabajaba en la embajada española en los Estados Unidos. Todos ellos estaban felizmente casados y con hijos, lo que hacía de Berta una feliz tía (de sus sobrinos), y por ser la única soltera y sin una carrera terminada, la rebelde de la familia. Lo que se suele llamar de alguna manera «la oveja negra». Berta había empezado a estudiar Periodismo, pero su afán de independencia la hizo acabar por dejar la carrera y comenzar a trabajar en la recepción de un lujoso hotel en Sevilla. En cuanto cobró su primer sueldo se alquiló un diminuto apartamento y voló del nido familiar, algo que la hizo verdaderamente feliz, aunque no tanto a sus padres, que no entendían el motivo de marcharse de un hogar donde lo tenía todo, cambiándolo por un apartamento enano donde tendría que lavar y cocinar, y además la obligaba a trabajar quisiera o no para poder pagarlo. Pero en aquella casa siempre había habido una cosa muy clara e inalterable: el respeto a las decisiones de cualquiera de sus miembros era prioridad sobre todas las cosas, y si ella había tomado esa decisión, sus padres la respetaban, aunque si aquella decisión tenía alguna consecuencia [15]

4 BEGOÑA SASTRE desagradable para Berta, también tendría que acarrear con ella; al fin y al cabo era su decisión y su vida. * * * Desde el primer momento estaba claro que aquella relación nunca podría acabar bien, venían de mundos muy diferentes, sus maneras de pensar y ver la vida eran muy distintas, en realidad el amor las unió solo por un tiempo. El amor o fue la curiosidad? Su unión fue para ambas algo nuevo en sus vidas. Una experiencia deseada por las dos pero que nunca había llegado a realizarse. Carol siempre había estado con hombres, jamás había estado con una mujer, aunque siempre había algo que le atraía hacia ellas, hacia las mujeres. Berta, en cambio, siempre se había enamorado de mujeres, aunque todos habían sido amores platónicos pues en realidad no estuvo con ninguna. Sus mundos, sus deseos, convergieron una noche de verano en que sus labios se unieron en una discoteca de ambiente; pero el destino ya sabía de antemano que aquello no tenía ningún futuro, únicamente mucho dolor y así fue. Dos años de felicidad y cuatro de peleas, disgustos, engaños y mentiras [16]

5 Lágrimas del final. Alegrías del principio Volvía a su Madrid natal y lo hacía llorando como una Magdalena, pero esta vez lo hacía para quedarse. No más oportunidades a un amor que solo sentía ella. No más oportunidades a un amor que no era amor, sino puro egoísmo y miedo a la soledad por la otra parte. Habían pasado seis años de convivencia en pareja, seis años de los cuales tal vez los dos primeros fueron los mejores; el resto, un auténtico desastre en el que una amaba intensamente y hacía lo que fuera, y cuando digo lo que fuera, quiero decir lo que fuera por hacer feliz a la otra, que solo se aprovechaba egoístamente de tanto amor. Berta había aprendido a base de dolor que la pareja que tuviera, por encima de todo, debía amarla y respetarla, y que si no era así, no podía haber otro motivo para estar con alguien, sería la persona equivocada, había decidido que ya no podía dar más. Carol la había exprimido hasta el punto de que ya no tenía ni carne pegada a los huesos, la había exprimido hasta el alma. Conducía camino de Madrid, la carretera se le hacía inmensa, solo quería llegar a casa, con su familia, y sentir un poco de calor. Las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas, [17]

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