BOLETIN OFICIAL DEL OBISPADO DE SIGÜENZA-GUADALAJARA

Transcripción

1 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 1 BOLETIN OFICIAL DEL OBISPADO DE SIGÜENZA-GUADALAJARA FUNDADO EN 1859 AÑO NÚMERO ENERO-FEBRERO-MARZO 2016

2 2 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO DE SIGÜENZA-GUADALAJARA Publicación creada en 1859 por el Obispo de Sigüenza D. Francisco de Paula Benavides y Navarrete Año Núm ENERO-FEBRERO-MARZO 2016 Director: Jesús de las Heras Muela Gráf. Carpintero, S. L. - Sigüenza. D. L. GU Escudo episcopal de Mons. Atilano Rodríguez Martínezz, Obispo de Sigüenza-Guadalajara desde el 2 de abril de 2011

3 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 3

4 4 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA LAS OBRAS DE MISERICORDIA EN EL CAMINO DEL AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA Las obras de misericordia son un hermoso catálogo de acciones, o mejor, de sentimientos y actitudes, que hacen efectivo y concreto el precepto del amor fraterno, distintivo de los cristianos. La Iglesia nos propone practicar y vivir estas obras de misericordia en todo tiempo y en toda ocasión. Son catorce: siete espirituales y otras siete espirituales: Las siete obras de misericordia espirituales: 1.- Enseñar al que no sabe. 2.- Dar buen consejo al que lo necesita. 3.- Corregir al que yerra. 4.- Perdonar las injurias. 5.- Consolar al triste. 6.- Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. 7.- Rogar a Dios por los vivos y difuntos. Las siete obras de misericordia corporales: 1.- Visitar y cuidar a los enfermos. 2.- Dar de comer al hambriento. 3.- Dar de beber al sediento. 4.- Dar posada al peregrino. 5.- Vestir al desnudo. 6.- Redimir al cautivo. 7.- Enterrar a los muertos. (La imagen de la página anterior corresponde a unos de los materiales pastorales preparados para el Año Jubilar de la Misericordia por nuestra Delegación Diocesana de Catequesis)

5 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 5 Obispo diocesano 1.- CARTAS Y HOMILÍAS LA EPIFANÍA DEL SEÑOR Domingo, 3 de enero de 2016 El día 6 de enero, los cristianos celebrábamos la fiesta de la Epifanía del Señor o de su manifestación a todos los pueblos de la tierra. En el relato evangélico de los magos que buscan al Niño Dios, guiados por la luz de la estrella, se cumplen las enseñanzas de los profetas, cuando nos recuerdan que también los pueblos paganos habrán de rendir homenaje al Mesías. Así queda patente que Jesús vino y viene al mundo, como enviado del Padre, para ofrecer la salvación a todos los hombres y a todos los pueblos. Movidos por esta incomparable noticia, millones de hombres y mujeres de todos los países de la tierra, después de experimentar en sus vidas el amor infinito de Dios y su salvación, no cesan de ofrecerla a otros hermanos, saliendo de sí mismos y abandonando su familia y la tierra que les vio nacer. Nuestra Iglesia, que ha sido muy misionera a lo largo de su historia, aún hoy está contribuyendo a la difusión de la fe cristiana en distintos continentes con un grupo de espléndidos misioneros. Damos gracias al Señor por el testimonio evangelizador de estos hermanos y le pedimos que les conceda fortaleza de espíritu para permanecer con alegría y esperanza en el cumplimiento de la misión. Hoy, sin embargo, cuando nos planteamos la actividad misionera de la Iglesia, descubrimos que ya no sólo es preciso salir a otros países para anunciar la salvación de Dios y dar testimonio de Jesucristo. Son muchas las personas que en nuestra propia tierra no han oído hablar de Dios o que, si en otro tiempo experimentaros su bondad y misericordia, en la actualidad viven alejados de Él y de su Iglesia.

6 6 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA La contemplación de esta realidad debería interpelarnos a todos los creyentes y tendría que impulsarnos a renovar nuestra vida espiritual, la adhesión a Jesucristo y la conciencia misionera. Sin una renovación de la fe en Jesucristo, superando las rutinas en la vivencia de la misma, no será posible un nuevo ardor misionero ni un nuevo estilo evangelizador en todas las actividades eclesiales. Consecuentemente, la Iglesia no podrá hacerse presente en muchos lugares y ambientes necesitados de Jesucristo. Si realmente estamos convencidos de que Jesús vino al mundo para ofrecer paz, amor y salvación a todos los hombres, no deberíamos tener miedo a salir al encuentro de quienes buscan en la oscuridad la felicidad y la salvación. Es más, tendríamos que estar felices porque Dios nos ha confiado un gran tesoro, que no podemos guardar para nosotros mismos, sino que hemos de ofrecer a los demás. Cada día hemos de salir a dar testimonio del amor de Dios a tantos hermanos que lo necesitan y esperan, aunque aparentemente no sean conscientes de ello. En este Año de la Misericordia, convocado por el papa Francisco, la experiencia personal de la misericordia, recibida de nuestro Dios, ha de impulsarnos a anunciarla a todos los hombres y a concretarla en la práctica de las obras de misericordia, espirituales y corporales. De este modo, podremos ser signo eficaz del amor del Padre. En última instancia, como nos recuerda el Santo Padre, el Jubileo de la Misericordia debería servir para hacer más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes en la Iglesia y en el mundo. Con mi sincero afecto, feliz día del Señor. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

7 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO DESPEDIDA DE LAS HIJAS DE LA CARIDAD HOMILÍA (Concatedral de Guadalajara, 8 de enero de 2016) Durante las celebraciones del tiempo litúrgico de Navidad, los cristianos somos invitados a contemplar el misterio del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y su manifestación a todos los pueblos de la tierra. Con profunda alegría, damos gracias al Padre celestial porque, en el Niño nacido en Belén, nos revela su amor infinito y nos ofrece su salvación. Cuando nos paramos a meditar en este misterio, descubrimos que el amor de Dios no sólo nos supera, sino que nos precede. El amor es, ante todo, iniciativa de Dios, que nos amó y nos sigue amando primero, al enviarnos a su Hijo Primogénito y regalarnos el Espíritu Santo. Pero, Dios no sólo nos amó primero una sola vez en la vida. Cada día, en cada instante, Él se adelanta para mostrarnos su amor y ofrecernos su salvación a pesar de nuestros pecados e ingratitudes. Ahora bien, este amor para que no se quede en teoría o en palabras bonitas, hemos de concretarlo y hacerlo efectivo en el amor y en la entrega de nuestra vida a los hermanos. Así se lo pide Jesús a los apóstoles cuando, compadecido de las multitudes que le seguían para escuchar sus palabras de vida y para conseguir la curación de sus dolencias, les invita a darles de comer. Nosotros hemos comprendido lo que es el amor, no sólo en que Dios haya querido compartir nuestra condición humana en todo, menos en el pecado, para ofrecernos su salvación, sino en que dio su vida por nosotros. A partir de la experiencia de este amor de Dios y de la acogida del mismo en nuestro corazón, cada uno de nosotros hemos sido convocados por el Señor para vivir como discípulos misioneros, desprendiéndonos no sólo de los bienes, sino de la vida por nuestros hermanos. San Juan nos recordará que si uno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas, cómo va a estar en él el amor de Dios?. Los cristianos, a partir de la contemplación y de la experiencia de este amor primero de Dios hacia nosotros, podemos vivir del amor y

8 8 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA responderle con amor. Es más, cuando experimentamos en nuestro corazón el amor de Dios, sentimos el impulso y la fuerza para salir al mundo y proclamar la Buena Noticia de la salvación de Dios, entregando la propia vida en el servicio a nuestros semejantes. De un modo especial, esta respuesta esponsal a la manifestación del amor de Dios en nuestra vida, se hace especialmente real y concreta en los miembros de la Vida Consagrada. En virtud de vuestra consagración a Jesucristo, sois para la Iglesia y para la sociedad testigos gozosos del amor de Dios, así como anticipo y profecía de la vida futura. En esta tarde, aunque a todos nos duele el corazón por la próxima salida de las Hijas de la Caridad de la diócesis, hemos querido celebrar esta Eucaristía para darle gracias al Padre, por medio de Jesucristo, porque nos ha permitido disfrutar de su testimonio de entrega, servicio y amor a los más pobres de la sociedad, durantes los últimos doscientos años. Miles de niños, jóvenes y adultos, necesitados de amor, consuelo y protección, han podido descubrir y experimentar la ternura de Dios gracias al testimonio de amor y a la disponibilidad de tantas hermanas que han sabido gastar cada día la vida en el servicio a los más necesitados, imitando de este modo la entrega incondicional a Dios y a los hermanos de vuestros santos fundadores, San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. En este año, especialmente dedicado a la contemplación del don de la vida consagrada para la Iglesia y para la sociedad y a la meditación sobre la misericordia divina para revestirnos de ella, al hacer memoria del pasado, nosotros tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios por habernos regalado el don de la fe y por invitarnos a ser sus amigos. Ahora bien, este recuerdo agradecido al pasado tiene que proyectarnos a vivir el presente y a proyectar el futuro con esperanza y con ilusión renovada. Cada uno, desde nuestra vocación y misión, somos enviados por el Señor para vivir con gozo el presente, descubriendo la voluntad de Dios, en cada lugar y en cada actividad para llevarla a cumplimiento. La disminución del número de vocaciones, las dificultades para la transmisión de la fe y, en ocasiones, la incomprensión de algunos hermanos ante nuestra forma de pensar y de actuar, no pueden

9 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 9 desanimarnos ni cerrarnos sobre nosotros mismos. La contemplación de esta realidad tiene que impulsarnos a poner, más que nunca, nuestra confianza en la Providencia divina para descubrir que el Espíritu continúa realizando su obra en nuestro corazón, en el corazón de los hermanos y en el mundo. Así podremos seguir sembrando con esperanza, aunque no veamos el fruto de la siembra, y podremos seguir amando con corazón generoso a nuestros semejantes, aunque no encontremos respuesta por su parte. El Señor es fiel y cumple su promesa de estar con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos. La crisis cultural, religiosa y social está ante nosotros como un reto pastoral y como un tiempo de gracia para ser solidarios con los sufrimientos y esperanzas, con las alegrías y las penas de nuestros semejantes. Los tiempos recios, que nos toca vivir, son una oportunidad que el Señor pone en nuestro camino, para dar testimonio de la alegría del Evangelio, para crecer en el amor a la Iglesia y para dar pasos decididos en la identificación con Jesucristo, a quien hemos entregado nuestras vidas por la consagración bautismal y por la profesión religiosa. Invoquemos la especial protección de la Santísima Virgen, la mujer que consagró toda su vida a Dios y a los hermanos, la que sigue cuidando de nosotros con amor de Madre. Pidamos también, en esta tarde, la intercesión de San Vicente de Paúl y de Santa Luisa de Marillac, testigos del amor de Dios en el amor a los más pobres. Que su testimonio de santidad nos ayude a renovar el ardor misionero y evangelizador.

10 10 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA 1.3.-VENCE LA INDIFERENCIA Y CONQUISTA LA PAZ Domingo, 10 de enero de 2016 La celebración del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo nos permite contemplar el amor infinito de Dios a cada ser humano y nos recuerda su presencia salvadora en medio de nosotros. Por medio de María, el Príncipe de la paz entra en el mundo para poner su tienda entre nosotros y para ayudarnos a descubrir con la claridad de su luz el camino que todos deberíamos recorrer para construir relaciones de paz y de convivencia fraterna entre los hombres. Ahora bien, para que la paz llegue a todas las personas y a todos los pueblos de la tierra, es preciso que antes se haga presente en nuestro corazón. Con corazones divididos y rotos será muy difícil construir una auténtica paz social. Por otra parte, hemos de asumir que para avanzar en la construcción de un pueblo pacificado, no basta la ausencia de la violencia como consecuencia de la imposición de la fuerza por parte de unos grupos sobre otros. Para promover la paz, es preciso un respeto escrupuloso por la dignidad de cada ser humano y por la búsqueda del bien común. Cuando contemplamos la realidad de nuestro mundo, descubrimos con profundo dolor que se han multiplicado los conflictos, las acciones violentas, las divisiones y los enfrentamientos armados entre los hijos de un mismo Padre. Como consecuencia de estos comportamientos, especialmente violentos, muchos hermanos tienen que abandonar sus hogares, sus puestos de trabajo y su país para salvar la vida o para encontrar un futuro mejor para ellos y sus familias en otros lugares de la tierra. En muchas ocasiones, este futuro no llega porque la muerte sorprende en el camino a quienes huyen de la violencia buscando la paz. En otros casos, debido al miedo y a la falta de respeto a sus derechos fundamentales, la acogida y el acompañamiento que se presta a los emigrantes y refugiados en los países de destino no es la mejor ni la que ellos esperarían. Además, aunque la experiencia nos dice que la violencia genera violencia, muchos países o grupos criminales están aprovechando el momento presente para buscar rendimientos económicos con la venta indiscriminada de armas.

11 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 11 Qué podemos hacer nosotros para fomentar la paz en la convivencia diaria y para colaborar en la construcción de la misma en el mundo?. Ante todo, como bien sabemos, la paz es un don de Dios. Por lo tanto, hemos de pedirle al Señor que ilumine su rostro sobre nosotros para que descubramos sus caminos, que son siempre caminos de paz. Los buenos deseos y la buena voluntad de cada uno no son suficientes para alcanzar la paz entre los seres humanos. Pero, tampoco podemos quedarnos en una oración sin ningún otro compromiso. Como nos recuerda el Santo Padre, en el mensaje con ocasión de la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, la construcción de ésta requiere la colaboración de todos y, sobre todo, exige vencer la indiferencia generalizada ante las personas que son maltratadas, despreciadas o sufren discriminación social. Para ello es necesario que avancemos en el impulso de la justicia social, en la práctica de la solidaridad y en la vivencia de la caridad en las relaciones con nuestros semejantes, especialmente con los pobres. Pidamos a nuestro Dios, por intercesión de la Santísima Virgen, la Reina de la paz, que nos conceda la gracia de actuar cada día con sentimientos de concordia y de paz en las relaciones con nuestros semejantes. El Señor, que promete la felicidad a quienes trabajan por la paz, no permita que nos lavemos las manos o miremos para otro lado ante los problemas y sufrimientos de nuestros semejantes. Con mi sincero afecto, feliz Jornada de la Paz. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

12 12 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA LA TRINIDAD, FUENTE DE LA MISERICORDIA Domingo, 17 de enero de 2016 El Dios cristiano se presenta en la Sagrada Escritura como eterno intercambio de amor, de vida y de unidad entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este amor eterno se ha manifestado en la historia de la humanidad como amor misericordioso, como amor que perdona los pecados de los hombres, acoge a quien lo busca con sincero corazón y sostiene al que experimenta debilidad o cansancio en el camino de la vida. Los cristianos podemos vivir y experimentar este amor misericordioso de Dios en cada instante de la vida, porque Él mismo quiere derramarlo en nuestros corazones por medio de la acción constante del Espíritu Santo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuantos sean los que a ella se acerquen (MV 25). Teniendo en cuenta esta manifestación de Dios en la historia sagrada y asumiendo la invitación del papa Francisco a celebrar el Jubileo de la Misericordia, hemos de tener presente que esta palabra es la que mejor revela el misterio de la Santísima Trinidad y el acto último y supremo, mediante el cual Dios viene a nuestro encuentro (MV 2). La misericordia se convierte, de este modo, en la palabra clave para indicarnos, no sólo el actuar de Dios en la historia, sino su misma esencia. El amor misericordioso, que siempre tiene su origen en Dios, quiere bañar el corazón de cada ser humano, así como sus relaciones laborales, familiares y sociales. Pero, para que esto sea posible, es preciso que cada uno deje nacer ese amor en su corazón y que no lo rechace buscando otros amores que nunca podrán saciar su sed de infinito. La experiencia del pueblo de Israel, fabricando ídolos de bronce y de madera, incapaces de salvar y de mostrar misericordia, se repite en nuestros días. El hombre de hoy, relegando al Dios verdadero a un segundo plano en la vida, busca otros dioses, como pueden ser el poder, el dinero y el sexo, que nunca podrán salvarlo. Es más, olvidando los beneficios recibidos de Dios a lo largo de la existencia, algunos hermanos

13 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 13 intentan autoproclamarse señores de la creación, con poder para decidir sobre la vida de los demás y sobre el rumbo del mundo. Este tipo de comportamientos, que no responden a la verdad del ser humano y que pueden llevarnos a todos a vivir engañados en algún momento de la vida, nos recuerdan la necesidad que todos tenemos de pedir los dones del Espíritu Santo para que transformen nuestro corazón y las relaciones sociales. Sólo a la luz de Dios, podremos descubrir la grandeza de la filiación divina y estaremos en condiciones de colaborar con el Señor en la construcción de su Reino en el mundo. Creados a imagen y semejanza de Dios, los seres humanos, sin la experiencia de su amor misericordioso, nos sentiremos siempre huérfanos y buscaremos con ansiedad la novedad de otros dioses, aunque éstos sean incapaces de ofrecernos paz, amor y salvación. Para superar esta desorientación, para no caer en la idolatría y para ser signo del actuar del Padre en el mundo, necesitamos fijar la mirada en su misericordia. Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del actuar del Padre (MV 3). Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

14 14 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA DESTINADOS A PROCLAMAR LAS GRANDEZAS DEL SEÑOR Domingo, 24 de enero de 2016 El día 25 de enero concluye el octavario de oración por la unidad de los cristianos. Si cada día del año hemos de elevar nuestra oración al Padre celestial por la unidad de todos sus hijos, durante la celebración del octavario nos unimos en la oración a los hermanos de otras Iglesias o comunidades cristianas para pedir a Dios que esta unidad entre todos se haga efectiva, eficaz y duradera. Con el lema Destinados a proclamar las grandezas del Señor, elegido para la celebración de la semana de la unidad de este año, se nos invita a todos los creyentes de las distintas Iglesias cristianas a profundizar en la misma fe, a vivir la caridad y a dar público testimonio de las maravillas que el Señor realiza en nuestras vidas. Movido por estos sentimientos, el papa Francisco, desde los primeros momentos de su pontificado, no sólo ha realizado gestos significativos para impulsar el diálogo con los líderes de otras religiones como medio necesario para el logro de una convivencia pacífica entre todos los pueblos de la tierra, sino que ha manifestado también su preocupación por la urgencia de la unidad entre todos los cristianos como camino a recorrer para favorecer la evangelización. Sin duda, la credibilidad del anuncio evangélico sería mucho mayor y más eficaz, si los cristianos superásemos las divisiones existentes entre nosotros. Como nos recuerda el Concilio Vaticano II, con la consecución de la unidad, la Iglesia podría realizar la plenitud de la catolicidad que le es propia, en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el Bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión (Decreto sobre le ecumenismo, n. 4). La búsqueda de caminos de unidad por parte de los cristianos es más urgente en estos momentos, si pensamos en los millones de personas que aún no han descubierto a Jesucristo y tienen derecho a conocerlo como plenitud de sentido para sus vidas. En este sentido, la búsqueda sincera de la unidad entre los cristianos no puede ser nunca

15 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 15 un cumplimiento forzado, sino un camino ineludible para el impulso de la evangelización. Además, no deberíamos olvidar nunca que los signos y manifestaciones de división entre los hijos de un mismo Padre, especialmente en aquellos países que, en estos momentos, ya están divididos y enfrentados por la violencia, en vez de favorecer la consecución de la convivencia pacífica, agregan más motivos de conflicto y de división. Si creemos de verdad en la actuación del Espíritu Santo en la Iglesia y en el corazón de cada persona, deberíamos estar mucho más atentos al testimonio de los demás para aprender unos de otros. La respuesta generosa a la acción del Espíritu nos ayudará a todos a progresar en la búsqueda del bien más grande para todos y nos permitirá avanzar con decisión hacia la consecución de la verdad. En estos tiempos, en los que tantos cristianos sufren en sus carnes los efectos de la violencia y de la persecución a causa de su fe, elevemos nuestra oración al Padre celestial por la plena unidad de todos los cristianos y pidamos también por la paz en el mundo, por quienes sufren los zarpazos del terrorismo y por la conversión de quienes, arrastrados por el odio y el fanatismo religioso, practican la violencia contra sus hermanos. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

16 16 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA JESUCRISTO, EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA Domingo, 31 de enero de 2016 El papa Francisco comienza la bula de convocatoria del Jubileo con las palabras latinas Misericordiae vultus (el rostro de la misericordia). Jesucristo es ese rostro al que debemos mirar constantemente los cristianos para descubrir el corazón misericordioso del Padre. Con este título, el Santo Padre, en continuidad con sus predecesores, nos invita a vivir el tiempo jubilar, contemplando el rostro de Cristo, puesto que quien le ve a Él, ve también al Padre (Cfr. Jn 14, 9). Ahora bien, cuando escuchamos a los estudiosos de la Sagrada Escritura, podemos afirmar que la contemplación del rostro de Cristo equivale a la contemplación de toda su persona y de su obra. Esto quiere decir que Dios, por medio de la encarnación de Jesucristo, ha entrado en el mundo para compartir nuestra condición humana en todo menos en el pecado y para ofrecernos de este modo la salvación eterna. Si tenemos presente esta equiparación entre el rostro de Cristo y su persona, descubrimos que toda su vida puede leerse y contemplarse desde la clave de la misericordia. Tanto las palabras de Jesús, llenas de compasión hacía cada ser humano, como todos sus gestos y milagros son la manifestación fehaciente del amor entrañable que Él siente por los enfermos, los ignorantes y los que viven en pecado. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión (MV 8). Por lo tanto, al decir que durante el Año Jubilar es necesario contemplar el rostro de Cristo como manifestación de la misericordia del Padre, implícitamente estamos afirmando que esto es posible porque Él previamente se ha dejado ver y nos ha revelado su misericordia. En este sentido, el papa Francisco dirá que la misericordia es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado (MV 2). En nuestros días, muchos hombres y mujeres, por razones diversas, se han alejado de Dios y han olvidado su pertenencia a la Iglesia. La costumbre de una vida sin Dios les impide preguntarse por

17 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 17 su propia identidad como hijos suyos. Ante la contemplación de esta realidad, todos los cristianos deberíamos actuar con la profunda convicción de que, aunque el ser humano viva alejado de Dios, en lo más profundo de su corazón sienten la necesidad de descubrir su rostro y, por tanto, espera encontrarse con Él: Buscan a Dios secretamente, movidos por la nostalgia de su rostro (EG 14). La misión de la Iglesia y, por tanto, la responsabilidad de quienes nos confesamos seguidores de Jesucristo consiste en acompañar a estos hermanos en su proceso de búsqueda del rostro de Cristo, respetando los tiempos y la evolución religiosa de cada uno. En este sentido, no deberíamos olvidar nunca que lo que realmente nos hace cristianos y verdaderos seguidores de Jesucristo no es un conjunto de ideas o contenidos doctrinales, sino el encuentro con una Persona que tiene el poder de cambiar radicalmente nuestra existencia y de darle una nueva orientación. Si esto es así, cada día hemos de purificar la imagen de Dios para no quedarnos en la visión de algunos bautizados que sólo conciben a Dios como mano poderosa o fuerza impersonal. La búsqueda del verdadero rostro de Dios nos obliga a contemplar el rostro de Jesucristo, enviado al mundo, no para condenar al mundo, sino para que todos los hombres se salven por medio de Él. Con mi bendición, feliz día del Señor. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

18 18 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA FESTIVIDAD DE DON BOSCO 2016 HOMILÍA (Parroquia de María Auxiliadora de Guadalajara, 31 de enero de 2016) El próximo día 2 de febrero, festividad de la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén, procederemos a la clausura del Año de la Vida Consagrada en la Concatedral de Guadalajara. En el marco de esta celebración del Año de la Vida Consagrada, clausuramos hoy el bicentenario del nacimiento de San Juan Bosco, dando gracias al Padre celestial por su testimonio de santidad, por la ingente labor educativa desplegada por él y por los salesianos durante estos doscientos años Al contemplar la vida de Don Bosco, podemos decir que supo acoger y mostrar en cada instante de la vida el amor de Dios a todos, pero de un modo especial a los jóvenes. En su labor educativa, y con el objetivo de ganar a cada joven para Cristo, con la ayuda de la gracia divina, los amó con infinita paciencia y comprensión, sin llevar cuentas del mal. Recibiendo con un corazón generoso la invitación de Jesús a sembrar la buena noticia de su amor a todos los hombres, aprovechó todas las ocasiones que se le presentaron para mostrar la alegría del Evangelio especialmente a los jóvenes. El día 31 de enero de 1988, con motivo del centenario de su muerte, el papa San Juan Pablo II decía que Don Bosco había sido padre y maestro de la juventud. Él mismo, inundado del amor de Dios, llegará a decir refiriéndose a su especial relación con los jóvenes: Me basta que seáis jóvenes para que os quiera con toda mi alma. En esa frase se resume el sentir y la opción educadora fundamental del Santo de Turín. En el centro de la actividad pedagógica y educativa de Don Bosco con los jóvenes brilla con especial luminosidad su caridad pastoral. No sólo ofrece a los niños y jóvenes buenos consejos e innovadoras orientaciones pedagógicas para afrontar el futuro con una buena preparación, sino que les entrega su persona sin reservarse nada para sí. Está disponible para ellos de día y de noche. Esta caridad pastoral es la que alimenta y da vida a la formación integral de los jóvenes, es la que le mueve a hacer de ellos auténticos

19 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 19 creyentes. Impulsado por el amor a los jóvenes y por su formación, acompañará también a los educadores, ayudándoles a descubrir que no se puede educar bien y con provecho, si no se ama de corazón y se entrega la vida a los educandos. El educador, como él mismo indica, ha de saber unir en el cumplimiento de su misión el anuncio del Evangelio con la promoción humana. De este modo los jóvenes podrán caminar con alegría en la búsqueda del bien y encontrarán razones para afrontar el futuro desde el crecimiento interior. Con frecuencia, en nuestros días, escuchamos quejas sobre las dificultades de los tiempos actuales para la educación de los niños y jóvenes, así como la realización de la misión evangelizadora de la Iglesia. Ciertamente, los tiempos no son fáciles. Pero, no deberíamos olvidar que la Iglesia ha experimentado en todos los momentos de la historia dificultades para la evangelización, porque siempre hubo hombres que, siguiendo los criterios del mundo, rechazaron el amor de Dios. San Juan Bosco, en el desempeño de su vocación de pastor y educador, nos ayuda a entender, con su testimonio personal, que las dificultades y los problemas en el ejercicio de la actividad apostólica y en la educación de los más jóvenes deben ser siempre una ocasión para renovar la confianza en la gracia de Dios, que siembra en los corazones de los hombres la buena semilla mientras nosotros dormimos. Él tenía muy claro que era el Espíritu Santo quien debía realizar su obra en el corazón de los niños y jóvenes. Por eso, ora incesantemente por ellos, se acerca a cada uno, sigue su camino, venda sus heridas y les enseña a superar sus intereses egoístas. En ningún momento dejará de alimentar su vida de fe con el anuncio de la Palabra y la celebración de los sacramentos. Este testimonio del Santo de Turín nos ayuda también a nosotros, en los momentos de dificultad, a centrar nuestra misión en Cristo, a no cerrarnos sobre nosotros mismos ante las dificultades y a contemplar la realidad como un reto que el Señor nos ofrece para que seamos testigos gozos de la presencia de Jesucristo en nuestras vidas y en el mundo. Cada día hemos de abrir el corazón a Dios en la oración para descubrir la alegría del Evangelio y para ofrecerla en cada instante de la vida a tantas personas desconcertadas, desorientas y desanimadas ante el futuro. Esta entrega heroica y amorosa de Don Bosco a los jóvenes, fundamentada sólidamente en el amor a Cristo y a la Iglesia de su época,

20 20 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA produjo frutos impensables. Con el paso de los años, estos frutos se multiplicaron gracias a la actuación del Espíritu Santo y gracias a la respuesta generosa de los miembros de la Sociedad Salesiana, de las Hijas de María Auxiliadora y de la Familia Salesiana. En esta tarde, yo quiero agradecer una vez más la presencia vivificante y profética de los Padres Salesianos y de la Familia Salesiana en nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Gracias a su entrega generosa a Dios, cada día se hacen realidad los sueños de Don Bosco en nuestros días. Y, gracias a su caridad pastoral, se mantiene vivo el servicio educativo y la formación integral de niños y jóvenes en el colegio y en la parroquia. En este día de la festividad de San Juan Bosco, al mismo tiempo que damos gracias al Padre celestial por su testimonio de santidad y de amor a la Iglesia, le encomendamos a tantos jóvenes desorientados y desanimados por no hacer encontrado el verdadero sentido de sus vidas. Pedimos también a Dios por toda la familia salesiana y por el resurgir de nuevas vocaciones para que el carisma de Don Bosco permanezca vivo con el paso de los días. De este modo, será posible seguir respondiendo con la misericordia y compasión de Dios a las inquietudes y preguntas de tantos jóvenes y adultos en nuestros días.

21 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR HOMILÍA Concatedral de Guadalajara, 2 de febrero de 2016) Celebramos hoy la fiesta de la presentación de Jesús en el templo. Al cumplirse los cuarenta días de su nacimiento, José y María suben a Jerusalén para ofrecer a Jesús al Dios Altísimo, en cumplimiento con la ley de Moisés. En aquel momento, el anciano Simeón y la profetisa Ana, representantes del resto de Israel, reconocen en Jesús al Salvador de las naciones que viene al mundo para plantar su tienda entre nosotros, para ser luz de todas las naciones de la tierra y gloria del Pueblo de Israel. En esta fiesta celebramos también la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, instituida por San Juan Pablo II. Este año, con el lema La vida consagrada, profecía de la misericordia, se nos invita a todos los miembros del Pueblo de Dios a contemplar a los consagrados como verdadera y auténtica profecía del amor misericordioso de Dios para la humanidad. Con su palabra, con el testimonio de su entrega al Señor y con su fidelidad a las promesas divinas, los consagrados nos invitan a todos a centrar nuestra atención y nuestra existencia en Jesucristo, lo único necesario. En este día, en el que vamos a proceder a la clausura de este año especialmente dedicado a dar gracias a Dios por el don extraordinario de la Vida Consagrada para la Iglesia y para la sociedad, una vez más hemos de volver la mirada a Cristo, pues tanto la Vida Consagrada como la vida cristiana para ser don han de estar profundamente enraizadas en sus ejemplos y enseñanzas, dejándose guiar por la fuerza del Espíritu Santo. Por eso, esta clausura no puede ser un punto y aparte. Lo vivido y celebrado durante este año de gracia, aunque clausuremos el Año de la Vida Consagrada, tiene que ayudarnos a todos a mantener viva en nuestra mente y en nuestros corazones la entrega apasionada de los consagrados a la construcción del Reino de Dios, mediante la práctica de los consejos evangélicos y la donación de sus vidas a los más necesitados, concretando así en su quehacer diario las obras de misericordia espirituales y corporales.

22 22 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA Ante la contemplación de esta realidad, es justo y necesario que, en esta tarde, entonemos un cántico de alabanza al Padre celestial por la gran generosidad y entrega de cada uno de vosotros, queridos miembros de la Vida Consagrada, y por todos los hermanos y hermanas en la fe, que os han precedido en la donación de sus vidas a Dios y a los hombres, confiando únicamente en la fidelidad del Esposo. La contemplación de esta entrega no puede llevarnos, sin embargo, a la autocomplacencia ni a la rutina, sino a proyectar el futuro con esperanza. Como nos decía el Papa Francisco, en la carta de convocatoria del Año de la Vida Consagrada: Vosotros no sólo tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia por construir. Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu Santo os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas. Ahora bien, aunque los consagrados sois llamados, de un modo especial, para ser testigos de la primacía de Dios y de los valores evangélicos de la vida cristiana, sin anteponer nada al amor por Cristo y por los pobres, en los que Él se hace especialmente presente, los restantes miembros del Pueblo de Dios no deberíamos olvidar que, en virtud de la consagración bautismal por obra del Espíritu Santo, somos constituidos sacerdotes, profetas y reyes y, por tanto, estamos también invitados a mostrar con obras y palabras la santidad de nuestro Dios. A todos los bautizados se nos pide ser profetas y testigos de Jesucristo en la Iglesia y en el mundo. Para ello, hemos de cultivar cada día la amistad con el Señor, meditando su Palabra en las distintas circunstancias de la vida. La contemplación de la santidad de Dios y de su amor misericordioso en la oración nos impulsa a todos los miembros del Pueblo de Dios a ser portavoces y testigos de su salvación, desterrando de nuestras vidas el pecado y todas las formas de mal. Esto nos exige buscar en todo momento la voluntad de Dios, vivir sinceramente la comunión eclesial y manifestar el amor a la verdad. En estos tiempos de tanta confusión ideológica y de tanta ignorancia religiosa, todos los bautizados somos invitados por el Señor a contemplar la historia, a analizar los signos de los tiempos y a interpretar los distintos acontecimientos de cada día a la luz de la fe. No basta que conozcamos a Dios por medio de la meditación de su Palabra, es preciso que lo descubramos vivo en el sufrimiento y en el dolor de tantos hermanos, necesitados de consuelo, de amor y cercanía.

23 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 23 Centrando la mente y el corazón en Dios, los cristianos, como testigos de su amor misericordioso a todos los hombres, hemos de cuidar y acompañar las vidas de nuestros hermanos, especialmente de los más necesitados. Cada uno de ellos, nos pertenece y no podemos cerrarle las entrañas. Por otra parte, cuando nos cuesta tanto explicar la indiferencia religiosa del hombre de hoy, es preciso que no dejemos de profundizar en nuestra identidad creyente, que vivamos con gozo nuestra entrega al Señor y que ofrezcamos la alegría del encuentro con Cristo a todos los hombres. Juntamente con esta invitación al testimonio nítido de Jesucristo, tanto los consagrados como los restantes miembros de la Iglesia somos invitados, de un modo especial durante este año, a contemplar, experimentar y vivir el amor misericordioso del Padre celestial para ser misericordiosos y compasivos en la convivencia diaria, como Él lo es con nosotros. Esto nos exige tener muy presente que para ser testigos de la misericordia ante nuestros semejantes, para traslucir la ternura y la compasión de nuestro Dios, antes hemos de experimentarlas cada uno en lo más profundo del corazón. Sólo quien haya experimentado la misericordia de Dios, podrá anunciarla, proclamarla y ofrecerla a los demás. Cada uno de nosotros, durante este año, somos convocados a entrar en Cristo, la puerta verdadera de la misericordia del Padre y, desde la comunión con sus sentimientos y comportamientos, somos también invitados a ser puerta abierta para acoger a Dios nuestro Padre, rico en misericordia. En el diálogo con el Dios misericordioso, comprendemos mejor que la historia de la humanidad, nuestra propia historia y la de cada ser humano está marcada por el sello de la misericordia. Todos llevamos este tesoro de la misericordia en vasijas de barro. Por eso necesitamos recibirla constantemente para poder ofrecerla y repartirla a los demás. A veces pensamos que la misericordia sólo la necesitan los pobres y olvidamos que todos somos pobres y, por tanto, necesitamos enriquecernos mutuamente del amor misericordioso de Dios mediante la práctica de las obras de misericordia. El hombre de hoy, en ocasiones, parece que ha olvidado este amor misericordioso del Padre y, sin embargo, lo necesita para explicar el sentido de su vida y para mirar el futuro con esperanza.

24 24 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA Demos gracias a Dios por habernos llamado a ser sus hijos y por el regalo de los consagrados y consagradas para la Iglesia y el mundo. Que Santa María, la Madre de la Misericordia, nos ayude a contemplar como Ella lo hizo el misterio de Dios en la historia diaria, nos impulse a salir con prontitud al encuentro de cada ser humano y nos acompañe a todos con su poderosa intercesión. Que Ella nos muestre hoy a nosotros, como lo hizo con Simeón y con la profetisa Ana, a su Hijo Jesús como luz para nuestro camino y como plenitud de salvación para todos los seres humanos.

25 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO PLÁNTALE CARA AL HAMBRE Domingo, 7 de febrero de 2016 La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el año 1948, entre otras cosas, afirma: Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure a él, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios. En la actualidad, constatamos que este derecho de toda persona a estar protegida contra el hambre y a tener una alimentación adecuada no se cumple. Según los informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, más de 800 millones de personas padecen hambre crónica en el mundo. Hoy se producen alimentos para todos y, sin embargo, millones de hermanos no pueden comer cada día. Ciertamente, son muchas las causas de esta mala distribución de los alimentos. Entre otras, podríamos señalar el derroche, el consumo excesivo y la utilización de los alimentos para otros fines en los países más ricos del planeta. Pero, sobre todo, habría que destacar como una de las principales causas de la pobreza el actual sistema económico que produce exclusión social y en el que los poderosos se comen al débil. Como bien señala el papa Francisco, en estos momentos hemos llegado a la globalización de la indiferencia y hemos perdido la capacidad de escuchar el clamor de los marginados, dejándonos dominar por el dinero y pretendiendo justificar un estilo de vida que excluye a otros de los bienes de la creación. La persona, que tendría que ser el centro del desarrollo y de la economía, es considerada como un objeto más de consumo y de producción. Se la utiliza mientras son necesarios sus servicios y se le deja sin trabajo, sin horizonte y sin salida, cuando estos servicios ya no son precisos. Los miembros de Manos Unidas, asociación pública de fieles de la Iglesia, con sus campañas anuales nos invitan a no cerrar los ojos ante el gravísimo problema del hambre en el mundo y nos ofrecen la posibilidad de colaborar con generosidad en los distintos proyectos, estudiados

26 26 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA con mimo antes de su realización y supervisados una vez que han sido ejecutados para que el dinero del proyecto sea utilizado debidamente. Como nos recuerda el lema de este año, para avanzar en la seguridad alimentaria de las poblaciones más necesitadas y para garantizar los derechos a la alimentación de las personas más vulnerables y empobrecidas, hemos de seguir plantando cara al hambre. Para ello, no basta denunciar los efectos de la pobreza y conocer las causas de la misma. Como paso previo para la construcción de un mundo más justo y solidario, hemos de unir nuestras manos y ofrecer nuestra colaboración solidaria para acabar con el hambre. El domingo, 14 de febrero, celebramos en la Iglesia la Jornada Nacional de Manos Unidas. En este día, además de orar confiadamente al Señor por quienes sufren los efectos de la pobreza y por quienes tienen responsabilidades en la organización de la economía mundial, todos los cristianos, como nos pide el papa Francisco en este Año Jubilar de la Misericordia, deberíamos reflexionar sobre las obras de misericordia corporales y espirituales para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. Con mi bendición, feliz día del Señor. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

27 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO MIÉRCOLES DE CENIZA DEL AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA HOMILÍA (Catedral de Sigüenza, 10 de febrero de 2016) Con la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Si en todos los momentos de la vida somos invitados a salir al encuentro del Señor que viene a mostrarnos su amor y a ofrecernos su salvación, durante el tiempo cuaresmal esta invitación se hace más insistente porque estamos invitados a celebrar la Pascua del Señor. La Pascua del Señor es siempre la meta de la Cuaresma. Por lo tanto, durante el recorrido del camino hemos de examinar nuestra conciencia, descubrir nuestros pecados y, arrepentidos de ellos, acercarnos a recibir el perdón de Dios, mediante el Sacramento de la Penitencia. De este modo, purificados de nuestros pecados, podremos celebrar con alegría desbordante la victoria de Cristo resucitado sobre el pecado y la muerte. Las lecturas de los profetas y los textos evangélicos nos invitarán durante este tiempo a adentrarnos por los caminos de la conversión, pidiéndole al Señor que cambie no sólo nuestros criterios y forma de pensar, sino también los sentimientos y las acciones para que estos sean evangélicos. El Señor nos invitará por medio de los profetas a volver a Él de todo corazón con ayuno, con llantos, con lamentos. Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahvé vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en amor, y se allana ante la desgracia (Joel 2,12-13). Dejando atrás el pecado, la maldad, la injusticia y la mentira, volvamos al encuentro del Padre misericordioso para recibir durante este año Jubilar, no sólo la indulgencia del Jubileo sino el abrazo del Padre que sale a recibirnos con los brazos abiertos para darnos un abrazo y para hacer fiesta. De este modo estaremos en condiciones de colaborar a la construcción de la civilización del amor y del encuentro, y nunca la cultura del descarte y del desprecio del ser humano.

28 28 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA Para revisar nuestra vida y para avanzar en el camino de la conversión, no dejemos de escuchar y meditar la Palabra de Dios, que es Palabra de vida, de gracia, de esperanza, de amor, de misericordia. Como nos recuerda el profeta Jeremías, la palabra de Dios era mi delicia y la alegría de mi corazón, porque hemos sido consagrados a su nombre, Señor Dios todopoderoso (Jer. 15,16). Dejemos que la Palabra de Dios llegue a lo más profundo de nuestra alma y de nuestra vida, y consintamos que esta Palabra nos juzgue, nos convierta y transforme, nos edifique y construya, nos devuelva la esperanza y la ilusión a nuestras vidas de discípulos misioneros del Señor. Imitemos el ejemplo y el testimonio de la Santísima Virgen María que escuchaba la palabra de su Hijo Jesús, la guardaba en su corazón y la meditaba. Se dejaba edificar y guiar por esta Palabra. Si guardamos la Palabra de Dios y la meditamos cada día podremos permanecer en actitud de salida misionera para anunciar a Jesucristo en las periferias humanas. No nos quedemos encerrados en la Iglesia. Salgamos fuera con la fuerza del Espíritu a anunciar a Jesucristo en los nuevos areópagos, en las redes sociales (Benedicto XVI), en las plazas y calles de nuestro mundo, en el ámbito de la cultura, de la vida Para alimentar nuestro espíritu y para permanecer vigilantes, además de la meditación de la Palabra del Señor, no cesemos de practicar la oración, el ayuno y la limosna. Especialmente, en los momentos de oración, descubrimos que Dios camina con nosotros y que nuestra actitud ante su presencia ha de ser siempre de adoración, de acción de gracias por sus beneficios, de intercesión por toda la humanidad y de petición por nuestras necesidades y por la solución del los conflictos del mundo.

29 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO JORNADA DE ORACIÓN CONTRA LA TRATA Febrero 2016 El papa Francisco nos invita un año más a todos los cristianos a celebrar esta Jornada Mundial de Oración contra la trata de personas con ocasión de la festividad de Santa Josefina Bakhita, esclava sudanesa, víctima de abusos desde niña y declarada Santa por San Juan Pablo II, el año En la celebración de esta Jornada colaboran con el proyecto del Santo Padre la Unión Internaciones de Superiores y Superiores Generales y el Consejo Pontificio Justicia y Paz. Además, colaboran las organizaciones dependientes de Caritas Internacionalis y, en España, la Confederación de Caritas. El problema de la trata no se refiere sólo a las mujeres que son víctimas de explotación sexual, sino al tráfico de niños y de personas destinadas a trabajos forzados, a la mendicidad o al tráfico de órganos. Este conjunto de situaciones engendra lo que se ha dado en llamar la nueva esclavitud del siglo XXI. Como bien sabemos, este fenómeno no afecta sólo a algunas áreas del mundo, sino que tiene dimensiones globales. Empieza en los países de procedencia de las personas que son víctimas de la trata, prosigue en los países de tránsito y concluye en los países de destino de estos hermanos y hermanas, víctimas de esta lacra inhumana. Lo primero que tendríamos que hacer en este día es tomar conciencia del problema para difundirlo en la Iglesia y en la sociedad. Son más de dos millones y medio de personas en el mundo las que son víctimas de la trata y de la explotación. Para los traficantes y proxenetas es una de las actividades ilegales más lucrativas pues genera unos beneficios de más de millones de dólares al año. Esto lo convierte en el tercer negocio ilegal más lucrativo después del tráfico de drogas y de armas. Qué podemos hacer para combatir este escándalo? En la actualidad existen distintos grupos en el mundo dedicados a la reflexión

30 30 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA sobre el problema y a la acción. Hay muchos miembros de Congregaciones religiosas masculinas y femeninas dispersas por todo el mundo, dedicadas a prevenir el tráfico, a sensibilizar sobre el mismo y a denunciar las causas, acompañando y protegiendo a las víctimas. En este Año de la Misericordia, el Papa nos invita de un modo especial a descubrir la misericordia de Dios para con todos los seres humanos, especialmente para los más empobrecidos y desprotegidos socialmente. La contemplación de la misericordia de nuestro Dios con nosotros, nos impulsa a ser misericordiosos con los demás, a practicar las obras de misericordia, corporales y espirituales, con nuestros semejantes para no caer en la insensibilidad ante estos problemas que afectan a tantas personas y para descubrir que la atención a los más pobres está en el corazón del Evangelio. Oramos a Dios en esta tarde por las victimas de la trata, pedimos la conversión de quienes se dedican a traficar con las personas, en las que se da una especial presencia del Señor y le pedimos que nunca cerremos nuestros ojos ni nuestros oídos ante el clamor de los pobres y el sufrimiento de quienes sufren de cualquier modo. Nosotros, como hijos de Dios, sabemos que la evangelización, que es la misión de toda la Iglesia, implica no sólo el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación de Dios, sino la denuncia de estas situaciones de injusticia, de pobreza y de desprecio de la vida humana. Que Santa María, la Madre de la Iglesia y Madre de todos los hombres, nos ayude a descubrir que el amor a su Hijo lleva consigo el amor y la atención a quienes experimentan cualquier tipo de carencia física, sicológica o espiritual en su vida.

31 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO PEREGRINACIÓN ARCIPRESTAZGO DE GUADALAJARA A LA CONCATEDRAL (12 de febrero de 2016) Con la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas, iniciábamos el miércoles pasado el tiempo cuaresmal, tiempo de gracia y de salvación, tiempo de conversión de la mente y del corazón a nuestro Dios y a los hermanos, un tiempo para dejar que Jesucristo siembre en nuestros corazones la semilla del amor y de la solidaridad para que podamos dar frutos de buenas obras en cada instante de la vida. Este año el tiempo cuaresmal hemos de vivirlo en el marco del Jubileo extraordinario de la Misericordia, al que nos invita el papa Francisco. Él mismo nos recuerda en la Bula de convocatoria del Año Jubilar el objetivo al que hemos de orientar nuestra meditación y nuestros esfuerzos. Dice el Papa: La Cuaresma de este Año Jubilar ha de ser vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! (MV 17). En estas líneas, el Papa nos invita a situarnos con una actitud creyente ante la Palabra de Dios para descubrir en Cristo el rostro misericordioso del Padre celestial. Se trata, pues, de ir a lo nuclear de la vida cristiana, al conocimiento y descubrimiento del rostro de Dios, que sale constantemente a nuestro encuentro para mostrarnos su amor, para acompañarnos en el camino de la vida y para ofrecernos su salvación. Con este propósito los sacerdotes, consagrados y cristianos laicos de las parroquias de Guadalajara habéis querido peregrinar a la Concatedral, acompañados por los miembros de Manos Unidas. Unos y otros, desde la contemplación del rostro de Cristo, somos enviados al mundo para escuchar el clamor de los necesitados, para acercarnos a ellos y tocar así la carne de Cristo en los hermanos más pobres de la sociedad. Concretamente, este año la campaña de Manos Unidas nos invita a plantarle cara al hambre en el mundo, pidiéndole al Señor que siembre

32 32 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA en nuestros corazones y en el corazón de los hermanos su misericordia para que, en fidelidad a la voluntad del Padre, podamos dar testimonio de su compasión y misericordia a todos los hombres, pero de un modo especial a quienes no tienen el alimento necesario para el sustento diario. En estos momentos, en los que el papa Francisco nos está diciendo que hemos perdido la capacidad de sufrir con el sufre, de escuchar sus lamentos y de llorar con el que llora porque hemos caído en la globalización de la indiferencia, los cristianos necesitamos pararnos a contemplar los sentimientos y comportamientos de Jesús con sus semejantes. Si nos fijamos en su modo de actuar, descubriremos que Él nunca permanece indiferente ante el pobre, ante el que sufre o experimenta marginación. A Jesús, no sólo se le conmueven las entrañas al contemplar al pobre, al débil y al marginado, sino que busca soluciones y respuestas para sus problemas. El amor, la generosidad y la solidaridad son las virtudes que el Señor nos invita a practicar para plantarles cara a las muchas pobrezas de nuestros semejantes. Él, que experimentó el hambre y la sed en distintos momentos de su vida, nos visita hoy, se acerca a nosotros y se hace presente en cada hermano para que lo acojamos, estrechemos sus manos y le demos de comer. Cada vez que lo hicisteis o dejasteis de hacerlo con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Para no caer en la indiferencia ni en el seguidismo de los criterios del mundo, necesitamos abrir los ojos y los oídos para ver las miserias del mundo y para escuchar el lamento y el grito de auxilio de tantos hermanos privados de dignidad y carentes de alimento. Hemos de acercarlos a nosotros para que experimenten el calor de nuestra presencia y de nuestra cercanía, de nuestra amistad y de nuestra fraternidad. (MV 15). Pero no basta acercarnos al pobre para acompañarle y mostrarle el amor de Dios en determinados momentos. Cada día, en cada instante, los discípulos de Jesús hemos de mostrar el amor del Padre a cada ser humano, uniendo así la fe y las obras. Hoy no sirven las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni sirven tampoco los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón. Si el cristiano no practica una espiritualidad que llegue a cambiarle el corazón, al compromiso social le faltará su verdadera orientación.

33 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 33 Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas pastorales y la actividad caritativa fácilmente se vacían de sentido, las dificultades nos debilitan interiormente y, con el paso de los días, se apaga también el ardor misionero tan necesario para impulsar la nueva evangelización y para avanzar en el camino de una verdadera conversión pastoral. Además, para que nunca dejemos de actuar con la convicción de que hemos de servir a los demás, el Padre misericordioso sigue regalándonos a su Hijo en cada celebración eucarística. Al experimentar su presencia real en medio de nosotros y al contemplar que sigue entregando la vida cada día por nuestra salvación, aprendemos a responderle con amor, entregándole la vida a El y a los hermanos. El Señor, que nos ofrece un año más la posibilidad de vivir este tiempo cuaresmal como tiempo propicio para recuperar el verdadero sentido de la vida y para reconciliarnos con el Padre y los hermanos, nos ayude a caminar cada día hacía la alegría de la Pascua, viviendo el gozo de la comunión eclesial en la confesión de la misma fe.

34 34 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA DEJEMOS QUE LA PALABRA NOS JUZGUE Domingo, 14 de febrero de 2016 Los católicos iniciamos el tiempo cuaresmal con el rito de la imposición de la ceniza. Las celebraciones litúrgicas de este tiempo de gracia nos invitan a emprender un camino de auténtica conversión a Dios y a los hermanos. Se trata de acompañar a Jesús en su subida a Jerusalén para morir con Él al pecado, al egoísmo y a la indiferencia religiosa. De este modo, en la Pascua podremos resucitar con Él a una vida nueva fundamentada en el amor, en el servicio y en la búsqueda sincera de la voluntad del Padre. Para los creyentes, esta conversión del corazón lleva consigo la búsqueda de Dios, la peregrinación diaria con El y la acogida sincera de las enseñanzas de Jesucristo. En última instancia, la conversión consiste en la aceptación humilde de que no somos creadores de nosotros mismos, sino que dependemos totalmente de Dios y de su poder salvador. Nuestra vida está en Dios, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos. El papa Francisco, en la bula de convocatoria del Jubileo extraordinario de la Misericordia, ya nos invitaba a avanzar en esta dirección durante el tiempo cuaresmal. Decía el Santo Padre: La Cuaresma de este Año Jubilar ha de ser vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso de Dios Padre! (MV 17). En la mente del Papa está la llamada del evangelista San Marcos a progresar en el camino de la conversión desde la fe en el Evangelio (Cfr. Mc 1, 15). Cuando nos ponemos con sinceridad ante la Palabra de Dios, descubrimos su amor misericordioso y experimentamos la necesidad de dejarnos conducir por Él en cada instante de la vida. Para ello, como todos sabemos muy bien, será preciso que, antes de decirle nosotros muchas cosas a Dios en la oración, estemos dispuestos a escuchar su voz.

35 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 35 A partir de la escucha creyente de la Palabra de Dios, deberíamos examinar nuestra conciencia y nuestros comportamientos para comprobar si verdaderamente permitimos que esa Palabra juzgue nuestra vida. Ante quienes piensan equivocadamente que son ellos mismos los árbitros y los jueces últimos de la vida, de la verdad sobre el hombre y del futuro de la sociedad, la fe en Jesucristo nos invita a confiar en Jesucristo y a dejarnos conducir por sus palabras de vida y salvación. Esto nos obliga a hacer una lectura de nosotros mismos, de nuestros pensamientos y acciones, a partir de los criterios y de las orientaciones del Evangelio. Para progresar en la vida espiritual, para renovar el seguimiento de Jesucristo y para crecer en la identificación con Él, debemos escucharle y permitirle orientar nuestra mente y nuestro corazón para que no sean nuestros criterios ni los criterios del mundo los que rijan y orienten nuestros comportamientos. Cuando pretendemos compaginar los valores evangélicos con los criterios del mundo, con el paso de los días experimentamos la división interior y la contradicción entre lo que pensamos y hacemos. Ante la desesperanza, el desánimo y la sensación de soledad que pueden afectarnos a todos en algún momento de la vida, al pensar que estamos solos en la travesía, no perdamos la memoria de lo que Dios ha hecho y hace con nosotros y por nosotros. Para ello, salgamos al desierto, experimentemos el silencio y escuchemos a nuestro Dios que quiere hablarnos al corazón. Acojamos con alegría y fe su voz para que nuestro corazón no se endurezca. Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

36 36 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA DIOS PERDONA SIEMPRE Domingo, 21 de febrero de 2016 El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, sólo puede encontrar la felicidad y la plenitud de sentido, durante la peregrinación por este mundo, si escucha su voz, descubre su presencia y se dispone a seguir su voluntad. Por eso, cuando la persona pretende hallar la felicidad en el dinero, el placer o el poder, olvidándose de Dios y de los hermanos, con el paso de los días experimenta la tristeza, el desánimo y la pérdida de sentido. El olvido de la dimensión trascendente de la vida y la cerrazón en los propios intereses incapacitan al ser humano para abrir el corazón a Dios, para experimentar el gozo de su amor, para trabajar con entusiasmo por la consecución del bien común y para encontrar respuestas que ofrezcan plenitud de sentido a su peregrinación por este mundo. En nuestros días, muchos hermanos, por razones diversas, se han olvidado de Dios y han caído en la indiferencia religiosa. Como consecuencia del apego a las criaturas o a los cosas materiales, bastantes bautizados no encuentran tiempo para pararse, hacer silencio y escuchar con sosiego la voz de Dios. En ocasiones, debido a este alejamiento progresivo del Omnipotente, algunos ya no sienten la necesidad de buscar su rostro misericordioso ni de experimentar su presencia salvadora. Para estos hermanos, el camino de la conversión tendrá como punto de partida la decisión firme de salir de la indefinición en que se encuentran para ponerse nuevamente en el camino de la escucha y del seguimiento del Maestro, reanudando así una nueva relación de amor con Él. Quienes, por razones diversas, no experimentan ya la necesidad de Dios en sus vidas deberían pararse a pensar que Jesús conoce sus dolencias y los quiere hasta dar la vida por ellos. Ahora bien, si somos sinceros con nosotros mismos y nos preguntamos por nuestra relación con Dios y con los hermanos, descubriremos con dolor que en algún momento de la vida hemos caído

37 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 37 en el conformismo religioso, nos hemos dejado arrastrar por los engaños del tentador y hemos huido del amor de Dios para prestar adoración a los ídolos. Asumir con humildad y verdad nuestra condición de pecadores nos ayuda a ponernos ante el amor misericordioso de Dios para experimentar la alegría de su perdón Tanto quienes viven alejados de Dios como quienes nos hemos estancado en la rutina espiritual, necesitamos detener el paso para descubrir que Jesús espera siempre el momento en que podamos percibirlo como compañero de camino, aunque Él siempre está con nosotros y junto a nosotros. Si pasamos por circunstancias adversas en la vida, no olvidemos nunca que Jesús quiere hacerse solidario con nuestros sufrimientos y nunca nos dejará solos, aunque todos nos abandonen. En cualquier situación de la vida, hemos de tener presente que Dios perdona siempre y no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Desde la experiencia de este amor misericordioso de Dios, el papa Francisco nos invita a renovar ahora mismo el encuentro personal con Cristo, en cualquier lugar o situación en que nos encontremos o, al menos, a tomar la decisión de dejarnos encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. (Cfr. EG 3). Qué distinta sería nuestra vida cristiana, si aceptásemos de corazón que esta invitación del Señor es para cada uno de nosotros!. Con mi cordial saludo y bendición, feliz día del Señor. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

38 38 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA CONCRETEMOS LA MISERICORDIA Domingo, 28 de febrero de 2016 Muchas personas, cuando hablan de la misericordia de Dios, la perciben como una realidad abstracta y lejana. El papa Francisco nos recuerda, sin embargo, que la misericordia divina es una realidad muy concreta. Es como el amor de un padre o de una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por la suerte de sus hijos. Dios no sólo mira al ser humano y le acompaña durante su peregrinación por el mundo, sino que se conmueve interiormente por él (Cfr MV 6). Ante la actuación compasiva de Jesús con los publicanos y pecados, los evangelistas nos muestran la actitud hostil de los escribas y fariseos. Estos se consideraban buenos por el hecho de cumplir hasta la última tilde de la ley y no admitían que Dios invitase a otros a formar parte de su familia. El cumplimiento de unas normas había provocado la dureza de su corazón, llegando incluso a considerarse superiores a los demás. Ante esta actitud de superioridad, Jesucristo les recordará que no basta cumplir la ley para salvarse. La alabanza que sale de los labios debe coincidir con los sentimientos del corazón. En ocasiones, algunos cristianos, sin darnos cuenta, podemos actuar también de forma similar a los escribas y fariseos en las relaciones con nuestros semejantes. Todos corremos el riesgo de considerarnos mejores que los demás por el hecho de cumplir a la perfección nuestras prácticas religiosas. Para no dejarnos arrastrar por esta tentación, hemos de permanecer vigilantes y revisar si la relación con Dios nos ayuda a abrir el corazón a los demás y a cuidar especialmente de los pobres y marginados. Si nos paramos a examinar los comportamientos con nuestros semejantes, podremos descubrir que, en ocasiones, nos faltan entrañas de misericordia y de compasión con ellos. Por tanto, además de pedir perdón a Dios porque no nos duele el corazón al contemplar los pecados y las necesidades de nuestros semejantes, tendríamos que darle gracias porque, a pesar de nuestras incongruencias y pecados, nos sigue

39 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 39 amando y acepta nuestro humilde servicio en la acción evangelizadora de su Iglesia. Asimismo, deberíamos revisar también nuestro compromiso en la evangelización pues no es posible anunciar el Evangelio a los demás desde la frialdad o la indiferencia, sin conmovernos interiormente por el amor entrañable de Dios hacia todos sus hijos. Como primer paso para el anuncio explícito del Evangelio, los cristianos tendríamos que mostrar siempre entrañas de misericordia hacia nuestros semejantes. No basta dar cosas a los demás, sino que es preciso mostrarles un amor desinteresado. En todo momento hemos de pedir a Dios que nuestro trabajo pastoral y nuestra misión en su viña no nos aleje de su amor y del amor a los hermanos. Si somos buenos cumplidores de los mandatos divinos y fieles intérpretes de lo que siempre se ha hecho, pero nuestro corazón está lejos de Dios y de los hermanos, será preciso que examinemos nuestra espiritualidad a la luz de la Palabra de Dios. Con mi bendición, feliz día del Señor. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

40 40 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA DÍA DE HISPANOAMERICA Domingo, 6 de marzo de 2016 La Sagrada Escritura nos dice que Dios nos amó con un amor sin límites y sin esperar nada a cambio. En Cristo, Dios se humilló para compartir nuestra condición humana en todo menos en el pecado. A partir de su resurrección, Jesucristo nos acompaña en el camino de la vida, mediante la acción constante del Espíritu Santo, para compartir nuestros sufrimientos y para mostrarnos la compasión y la ternura del Padre. Todos los cristianos, por el soplo del Espíritu en el sacramento del bautismo, somos injertados en esta vida divina y entramos a formar parte de la familia de los hijos de Dios. Cuando los hombres descubrimos que estamos llamados a participar y a vivir de este gran amor, manifestado en las palabras y en las obras de Jesús, entonces caemos en la cuenta de que hay Alguien en quien podemos confiar y descansar siempre. Si nos dejamos amar por Dios y nos entregamos sin condiciones a Él, experimentamos que, a pesar de nuestros pecados e infidelidades, nace siempre en lo más profundo del corazón la urgencia de salir de nosotros mismos, venciendo los criterios del mundo, para amar a Dios y a los hermanos como Él nos ama. Los misioneros, conscientes de que este mensaje ha de llegar a todos los hombres y a todos los pueblos de la tierra, lo han dejado todo para acercarse a quienes no conocen a Cristo o viven alejados de Él. Mediante esta salida en misión, pueden hacerles partícipes del amor de Dios que cura, perdona y salva, dando plenitud de sentido a la existencia humana. Solamente el encuentro con Dios en la oración, en la escucha de su Palabra y en las celebraciones sacramentales puede cicatrizar las heridas del camino y dar una orientación nueva a la existencia humana. Con la mirada puesta en el testimonio vivo de tantos misioneros, el domingo, día 6 de marzo, celebramos en la Iglesia el día de Hispanoamérica. Esta jornada, instituida el año 1969, pretende impulsar la colaboración de los católicos españoles con las Iglesias más necesitadas del continente americano. En estos momentos, a pesar del descenso de vocaciones en nuestros seminarios y en los noviciados de

41 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 41 las congregaciones religiosas, aún son más de nueve mil los misioneros españoles que prestan su colaboración a las Iglesias hermanas de América latina en la evangelización. En este día, además de dar gracias a Dios por el testimonio de generosidad y entrega de estos misioneros, hemos de pedir para ellos fortaleza y fidelidad en la obra iniciada. Especialmente, hemos de tener un recuerdo agradecido para los hermanas y hermanas nacidos en nuestra diócesis. Ellos, impulsado por la fuerza del Espíritu, salen cada día de sí mismos para compartir sufrimientos y esperanzas, penas y alegrías, con sus hermanos en la fe y para ofrecerles el amor de Dios que sana, purifica el corazón y alienta en medio de las dificultades. Mientras recorren los caminos polvorientos de la misión, los misioneros, conscientes de que la credibilidad de la Iglesia pasa siempre por el testimonio del amor misericordioso y compasivo de Dios, no cesan de proclamar la Buena Noticia de su salvación y de ofrecer su perdón, invitando al mismo tiempo a restañar las heridas de la convivencia familiar y animando a impregnar de verdad y justicia las relaciones sociales. Con mi cordial saludo y bendición, feliz día del Señor. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

42 42 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA ENVIADOS A RECONCILIAR Domingo, 13 de marzo de 2016 El día 19 de marzo, festividad de San José, la Iglesia celebra un año más el día del Seminario. El lema elegido para la campaña de este año Enviados a reconciliar nos recuerda que la misión del Seminario consiste fundamentalmente en formar a los candidatos al presbiterado para que sean buenos instrumentos de reconciliación de los hombres con Dios y de los hombres entre sí. Los seminaristas, mediante la formación humana, espiritual, intelectual y pastoral que reciben en el Seminario, se preparan para ser enviados al servicio de todo el pueblo de Dios. Elegidos por Dios de entre los hombres y sin perder el contacto con ellos, una vez ordenados presbíteros, son enviados a las parroquias o a otras responsabilidades pastorales para ser testigos del amor de Dios a todos los hombres, para ofrecer en su nombre el perdón mediante la celebración de los sacramentos y para impulsar una convivencia pacífica y reconciliada entre todas las personas. En estos tiempos, en los que constatamos la búsqueda egoísta de los propios intereses por parte de muchos hermanos y el progresivo alejamiento de Dios, es preciso que todos escuchemos su llamada a la conversión y a dejarnos reconciliar con Él. El apóstol San Pablo, después de experimentar en el camino de Damasco la luz divina y su amor misericordioso, asumirá con gozo la responsabilidad de recordar a los miembros de sus comunidades la necesidad de dejarse reconciliar con Dios (II Cor 5, 19-20). El papa Francisco, consciente de que el hombre de hoy como el de otros tiempos, necesita encontrar a Dios o dejarse encontrar por Él para responder a la pregunta por el sentido de la vida, nos ha convocado a celebrar el Jubileo de la Misericordia. Durante este año Jubilar, la meditación de la Palabra de Dios nos ayudará a descubrir el amor misericordioso de Dios hacia nosotros y, revestidos de este amor, podremos dar testimonio del mismo en las relaciones con nuestros semejantes, mediante la práctica de las obras de misericordia espirituales y corporales.

43 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 43 Todos los cristianos, acogiendo la invitación a ser instrumentos de reconciliación y testigos de la divina misericordia, hemos de dar pasos para superar nuestro individualismo estéril y nuestra comodidad enfermiza. Sólo así podremos salir al encuentro de aquellos hermanos que viven en la mentira y en la oscuridad de sus criterios, para animarles a experimentar el amor incondicional del Padre. Los presbíteros, de acuerdo con nuestra identidad y misión, no podemos hacer oídos sordos al encargo del Señor de actuar como guías de la comunidad, servidores de la misma y ministros de reconciliación. El mismo Jesús nos recuerda con sus gestos y enseñanzas el camino a recorrer. Al contemplar el desconcierto, la desorientación y el cansancio de las multitudes que le siguen, deseosas de encontrar luz para el camino y curación para sus dolencias, les pedirá a los discípulos que no cierren las entrañas ante el sufrimiento de sus semejantes y oren al Padre celestial para que envíe nuevos trabajadores a su viña. De este modo será posible prolongar en el tiempo la misión del Maestro y Señor. Para cumplir con este encargo del Señor, en nuestra diócesis seguimos necesitando seminaristas y sacerdotes santos, dispuestos a salir cada día al encuentro de sus hermanos para anunciarles la buena noticia del amor de Dios y para ayudarles a curar las heridas del camino, especialmente mediante la celebración de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Si cada día pedimos al Padre celestial que suscite nuevas vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, en el día del Seminario invoquemos la especial protección de San José para que acompañe la vocación de nuestros seminaristas y para que ilumine la mente y el corazón de tantos jóvenes que, sin saberlo, buscan a Dios como plenitud de sentido y como esperanza segura para sus vidas. Con mi sincero afecto y bendición, feliz día de San José. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

44 44 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA LA SEMANA SANTA Domingo, 20 de marzo de 2016 La celebración del Domingo de Ramos nos introduce en la Semana Santa. Los cristianos llamamos santa a esta semana porque está santificada por los misterios santos de la redención de la humanidad: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Pero, además, también es santa porque en ella somos renovados y santificados interiormente por la gracia divina. Es importante, por tanto, que todos abramos la mente y el corazón a la acción de la gracia en nosotros y que respondamos generosamente a la misma. Durante estos días santos, los cristianos estamos invitados a revivir y actualizar sacramentalmente los misterios de la entrega amorosa de Jesucristo en la cruz y de su resurrección de entre los muertos. Mediante la acción constante del Espíritu Santo, podremos experimentar un año más en las celebraciones litúrgicas el amor misericordioso del Padre a la humanidad y la fidelidad de Jesucristo a su voluntad hasta la entrega incondicional de su vida por nosotros y por la salvación del mundo. Además de las celebraciones litúrgicas, en muchos pueblos y ciudades tienen lugar también los desfiles procesionales con los tradicionales pasos de la Semana Santa. Además de cuidar el silencio y el recogimiento para facilitar la oración de quienes participan en la procesión, hemos de tener también muy presente que las procesiones deben ser siempre la prolongación de lo que hemos celebrado en la Liturgia. En la Liturgia, como nos recuerda el Concilio Vaticano II, tienen su fuente los desfiles procesionales y hacia ella han de conducirnos. Por eso, los desfiles procesionales separados de la Liturgia pierden su vitalidad y quedan reducidos a mera costumbre o tradición. Podríamos decir que sin la fe, la Semana Santa no tiene sentido y sin las celebraciones litúrgicas pierde su fuente de vida. Este año, con ocasión de la celebración del Jubileo de la Misericordia, estamos invitados a profundizar en el amor misericordioso de Dios hacia todos los hombres. Él no duda en salir de sí mismo y

45 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 45 abajarse hasta nosotros para lavarnos los pies y para regalarnos su Cuerpo y su Sangre mediante la institución del sacramento de la Eucaristía. De este modo nos muestra el camino que hemos de seguir si de verdad queremos ser y actuar como buenos hijos del Padre celestial. La inserción en la vida de Jesucristo resucitado y la incorporación a la vida de la comunidad cristiana en virtud del bautismo nos obligan a contemplar con atención el camino recorrido por el Maestro para ser personas en plenitud y para llegar a la meta verdadera de nuestra existencia, que consiste en la participación de la victoria y el triunfo de Jesucristo sobre el poder del pecado y de la muerte. Al contemplar la cruz de Cristo y al postrarnos ante ella en actitud de adoración como árbol de vida y de redención, no olvidemos que su pasión y su muerte siguen siendo muy reales en nuestros días debido al olvido, el desprecio y la muerte a las que se ven sometidos tantos hermanos nuestros a causa de su fe o por otras razones. En los emigrantes, refugiados y perseguidos, que viven en condiciones inhumanas y son rechazados en la Europa opulenta y en otros países de la tierra, el mismo Jesús prolonga su muerte pues, como nos recuerda en el Evangelio, lo que hagamos o dejemos de hacer con cada uno de estos hermanos necesitados a Él mismo se lo hacemos. Oremos especialmente al Señor por ellos durante estos días santos y pidámosle también que nos enseñe a consolar a los que sufren y a llevar la cruz de aquellos hermanos que sucumben ante el peso de sus cruces, porque no encuentran cirineos en el camino. Con mi sincero afecto, feliz Semana Santa para todos. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

46 46 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA HOMILÍA PARA LA MISA CRISMAL 2016 (Catedral de Sigüenza, 22 de marzo de 2016) La celebración de la Misa Crismal es un momento muy especial para nosotros, los miembros del presbiterio diocesano. En esta celebración, además de pedir la acción del Espíritu Santo para que bendiga los óleos y consagre el Sagrado Crisma, que utilizaremos durante el año en la celebración de los Sacramentos, vamos a renovar también las promesas sacerdotales que hicimos el día de nuestra ordenación sacerdotal ante el Obispo y ante los restantes miembros del Pueblo de Dios. Agradecemos la presencia orante de los consagrados y de los cristianos laicos, que nos acompañan con su entrega generosa al anuncio del Evangelio, con su testimonio de fe y con su oración, para que el Señor lleve a buen término la obra de amor iniciada con cada uno. Como sabemos muy bien, nuestro ministerio tiene sentido, si lo vivimos como misterio de comunión y de servicio a todos los miembros del Pueblo de Dios. La renovación de las promesas sacerdotales tiene que hacernos volver la mente y el corazón al día de nuestra ordenación presbiteral. Aquel día fuimos introducidos o injertados en el único sacerdocio de Cristo para ser santificados en la verdad (Jn 17, 19). Y para que permanezcamos en la verdad y podamos servir a todos los hombres, Jesucristo ora constantemente con nosotros y por nosotros al Padre. El día de nuestra ordenación, el Espíritu Santo descendió sobre nosotros para comunicarnos sus dones, como lo hizo con la Santísima Virgen en el momento de la Encarnación. Por la unción con el Santo Crisma, la imposición de manos del Obispo y la oración de consagración hemos sido revestidos del mismo Cristo para actuar en su nombre, in persona Christi, como dispensadores de su misterio de salvación para todos los hombres. El Espíritu Santo, que descendió sobre nosotros en la ordenación, nos unge cada día para que comuniquemos esa unción de alegría, de paz, de fortaleza y de consuelo a todos los miembros del Pueblo de Dios, especialmente a los más pobres, débiles y necesitados. Esto nos obliga a no aislarnos del pueblo, del que hemos sido llamados, sino a permanecer en medio del pueblo, compartiendo con cada hermano

47 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 47 alegrías y tristezas, sufrimientos y esperanzas, sin dejarnos arrastrar por los criterios del mundo. Hoy, como todos sabemos muy bien, es más necesario que nunca que los presbíteros nos hagamos presentes donde haya diferencias, divisiones y tensiones, para vivir la mística del encuentro, para escuchar a todos y para buscar juntos el camino a seguir en la acción pastoral y en el servicio a los hermanos. La vivencia del amor, que es el ceñidor de la unidad consumada, así como la práctica de la misericordia y de la compasión tienen que estar siempre presentes en nuestro ministerio. La celebración del Jubileo extraordinario de la Misericordia, convocado por el papa Francisco, ha de ayudarnos a volver la mente y el corazón a Dios, la fuente de la misericordia. Sólo si abrimos el corazón al amor misericordioso de Dios, podremos acogerlo y practicarlo cada día en el quehacer pastoral y en la relación con los hermanos, siendo instrumentos de reconciliación y de misericordia en este mundo dividido y enfrentado. En todo momento, hemos de ser conscientes de que el Evangelio responde a las necesidades más profundas del corazón humano y, por tanto, todos los hombres están llamados a vivir la amistad con Jesús. Nuestra misión como evangelizadores consiste en ayudar a los hermanos a descubrir que Jesús quiere ser su amigo y su salvador. Para ello, como nos recuerda el papa Francisco, el verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él y trabaja con él. Percibe a Jesús vivo en medio de la tarea misionera. Si en el ejercicio del ministerio nos sorprendiese la tentación de pensar que las cosas no pueden cambiar o de que no merece la pena esforzarse, recordemos que Jesucristo ha triunfado del pecado y de la muerte y, por tanto, tiene poder de transformar el corazón, los sentimientos y los comportamientos de las personas. Cristo resucitado y glorioso debe ser la fuente de nuestra esperanza pues Él siempre va delante en la misión que nos confía y por la acción del Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad y actúa en cualquier circunstancia, también entre los aparentes fracasos. Para no caer en la costumbre, en la rutina pastoral o en el desánimo, necesitamos meditar con frecuencia el misterio de nuestra vocación y de nuestra misión. Hemos sido ordenados para ser pastores

48 48 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA de todos, entregando la vida por cada uno, como lo hizo Cristo, el Buen Pastor. La configuración con Cristo y con sus actitudes no es para dominar sino para servir, no para recibir sino para dar. Esta configuración con Cristo es el presupuesto de toda la renovación espiritual y pastoral. Por eso, no deberíamos olvidar nunca que Dios no mira los grandes números ni los éxitos exteriores, sino que remite sus victorias al humilde signo del grano de mostaza. Cada día es más evidente que los pastores hemos de estar dispuestos a morir a nosotros mismos y a los criterios del mundo para servir a quienes se confiesan seguidores de Jesucristo y muestran una fe viva, pero también para lavar los pies de quienes se han alejado de la Iglesia o nunca han experimentado que Dios les ama. Todos necesitan encontrarse con el Señor o dejarse encontrar por Él como luz verdadera en medio de las oscuridades de la vida y como plenitud de sentido para la existencia humana. Ante las dificultades para la evangelización, no podemos caer en el conformismo ni dejarnos guiar por los criterios del pasado. Las dificultades tienen que ayudarnos a poner siempre la confianza en el Señor que nos llamó y nos llama constantemente a permanecer en su intimidad. Santa Teresa de Jesús nos dirá que no podemos quedarnos en el camino, sino que hemos de pelear con la determinación de antes morir que dejar de llegar al fin del camino (Camino 20). Para recorrer este camino necesitamos la oración, el trato de amistad con Jesucristo. Por eso cada día hemos de pasar muchos ratos a solas con Él en la oración, en silencio. De la oración vendrá la fecundidad de nuestra vida y de nuestro ministerio. La Santa abulense nos recordará: Pues que estáis muchas veces solos, procurad tener compañía, y creedme mientras pudiereis no estéis sin tan buen amigo (Camino 26). Si estamos convencidos de que el Espíritu Santo es el guía, el animador y el protagonista principal de la evangelización, mantengamos también viva la convicción de que el mismo Espíritu nos une a todos los bautizados en un solo pueblo, y a los presbíteros, además, en virtud de la ordenación, nos une como fraternidad presbiteral para mostrar al mundo las maravillas de Dios desde un testimonio nítido de comunión fraterna en la convivencia diaria y en la acción pastoral. Los objetivos y las acciones propuestos en nuestro Plan Pastoral nacen de esta comunión con Dios y están orientados a concretarla y

49 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 49 a vivirla de forma corresponsable entre sacerdotes, religiosos y laicos. Hemos sido ordenados y enviados al mundo para ser expertos en comunión, practicándola especialmente en la actividad pastoral y en la programación de la misma. Cada día celebramos la Eucaristía para la santificación de los hermanos y también para nuestra santificación personal. Celebremos con paz, sin prisas, dejándole al Señor que nos transforme y nos convierta, mediante la acción del Espíritu Santo. De este modo estaremos dispuestos en todo momento a entregar la vida al servicio de los hermanos. No dejemos tampoco de mirar con ojos de fe y con la confianza de los hijos a nuestra Madre, a la Santísima Virgen. Ella nos llevará siempre a Cristo y nos ayudará a vivir el cariño, la ternura y la delicadeza con todos los hermanos que nos han sido confiados. Que la Madre de la Misericordia nos conceda revestirnos de los sentimientos de su Hijo para practicar, con entrega generosa, las obras de misericordia espirituales y corporales.

50 50 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA HOMILÍA PARA LA MISA DE LA CENA DEL SEÑOR EN EL JUEVES SANTO (Catedral de Sigüenza, 24 de marzo de 2016) La celebración litúrgica de la Cena del Señor nos introduce de lleno en los misterios del Triduo Pascual: la celebración de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Él, antes de morir en la cruz, como expresión del amor más grande a la humanidad, manifiesta el ardiente deseo de cenar con sus amigos. Quiere hacerles ver algo muy importante para ellos y para quienes crean en Él a lo largo de los siglos. En esta cena, además de proceder a la institución de la Eucaristía y del sacerdocio, Jesucristo les deja a sus discípulos el mandamiento nuevo, el mandamiento de la Nueva Alianza y, con el lavatorio de los pies, les hace ver que ese amor, para que no se quede en teoría, es necesario concretarlo y hacerlo realidad poniéndose a los pies de todos y ofreciendo la vida en servicio a los demás, especialmente a los más pobres y necesitados. Aquella cena de Pascua era mucho más que una cena aniversario de la salida de Egipto. Como el cordero pascual que iban a comer en la cena, Jesús se ofrecería en sacrificio al Padre por la salvación de los hombres. Con la entrega de su Cuerpo y Sangre en la cena pascual, el Señor está poniendo un broche de oro a lo que ha sido toda su vida y está anticipando a sus discípulos el sentido y la orientación de su muerte en la cruz por la salvación de todos los hombres: Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros. Este Cáliz es la nueva Alianza sellada con mi sangre. La solemnidad de estas palabras resumía toda la vida de Jesús y anticipaba su entrega sacrificial en la cruz y su resurrección. A lo largo de su vida, Jesús les había recordado en muchas ocasiones a los apóstoles y discípulos que el que quisiera ser el primero debía ser el servidor de todos y que el que se humillara sería ensalzado, pero ahora no sólo se lo recuerda sino que lo hace realidad con su propia humillación y entrega. Seguramente aquellos discípulos no entendieron entonces lo que Jesús les estaba diciendo. Tal vez tampoco llegaron a captar en toda

51 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 51 su profundidad la responsabilidad que asumían. Por ello Jesús les interpela: Comprendéis lo que he hecho con vosotros?. Cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva. E igualmente les decía: La señal por la que conocerán que sois discípulos míos es que os améis unos a otros como yo os he amado. Este misterio de amor, realizado por Jesús en la última Cena con sus discípulos, se repite hoy para nosotros. Mediante la acción del Espíritu Santo, en cada Eucaristía, Cristo sigue haciéndose presente sacramentalmente bajo las especies del pan y del vino para nuestra salvación y para la salvación del mundo. El mismo Cristo, que cenó con sus amigos en la última Cena, hoy quiere cenar con nosotros, nos invita a su mesa, nos interpela con su Palabra y nos regala su Cuerpo y Sangre como alimento de vida eterna para que podamos recorrer con esperanza y confianza el camino de cada día a pesar de las dificultades y de los problemas. Para no caer en la rutina de la celebración y para no ver nunca la participación en la Eucaristía como una imposición o como el cumplimiento de un mandato, es fundamental que cada vez que nos acerquemos a participar de este sacramento admirable renovemos nuestra fe en la presencia sacramental y real del Señor en medio de nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos. Además, la participación en el banquete eucarístico tiene que llevarnos a crecer en la unidad y a practicar la caridad de Cristo que nos dice: permaneced en mi amor que todos sean uno como tú, Padre, en mí y yo en ti. Que también ellos sean uno en nosotros para que el mundo crea que tu me has enviado. La comunión con Cristo debe transformarnos interiormente para vivir con Él y como Él. Alimentados por Él, hemos de aprender a servir a todos, como Él lo hizo y como nos encargó a sus discípulos: No he venido a ser servido sino a servir y a dar mi vida en rescate por todos. Por tanto, cada vez que recibimos el Cuerpo de Cristo o nos ponemos en oración ante el Santísimo Sacramento, tendríamos que preguntarnos si estamos dispuestos a dejarnos romper en el servicio a los hermanos. Nosotros, que comemos el pan partido, hemos de partirnos y repartirnos como El se reparte para que todos puedan alimentarse de su Cuerpo en la Eucaristía.

52 52 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA En este año de la Misericordia, la contemplación del amor misericordioso de Dios hacia nosotros nos recuerda que hemos sido llamados a amar sirviendo y a servir amando. Amar y servir son términos que han de permanecer íntimamente unidos en la vida de todo cristiano. El amor sin el servicio sería un amor vacío y, consiguientemente, falso. El servicio sin el amor sería una esclavitud y, por tanto, algo indigno del ser humano. Demos gracias a Dios en esta tarde, especialmente por el don de la Eucaristía, porque en Ella ha querido quedarse con nosotros como alimento para el camino y para la vida eterna. Pidámosle a Jesús sacramentado ahora y en la visita al monumento que nos ayude a comprender que quien come su Cuerpo y bebe su Sangre debe entregarse por amor al servicio desinteresado de todos los hombres, especialmente de los más necesitados. Si Dios ha sido y es misericordioso con nosotros, también nosotros debemos ser misericordiosos con nuestros hermanos.

53 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO HOMILÍA PARA LOS SANTOS OFICIOS DEL VIERNES SANTO (Catedral de Sigüenza, 25 de marzo de 2016) En la celebración de esta tarde, los cristianos hacemos memoria agradecida de la pasión de Jesús y de su muerte victoriosa. En cada uno de los momentos de la pasión, descubrimos el amor infinito de Dios a la humanidad. Sobre la cruz contemplamos al Redentor del mundo que, con su obediencia, libertad y amor, vence el pecado y la muerte. La Liturgia del Viernes Santo nos invita a poner la mirada en Cristo crucificado para contemplar su rostro triturado y desfigurado por nuestros pecados. Asimismo somos invitados a contemplar la entrega incondicional de Jesús, mediante la cual se realiza la redención del mundo: Mirad el árbol de la cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo. Con la muerte de Jesús, la cruz ha pasado de ser instrumento de suplicio ignominioso y escandaloso a ser cruz de salvación. Salve, cruz, esperanza nuestra, cantaremos esta tarde. El leño seco de la cruz se convierte en el árbol frondoso de vida y de gracia. Del costado abierto de Jesús brotan manantiales de gracia y de salvación. Muerto Cristo, nace la Iglesia. Del costado abierto de Cristo, nacen la Iglesia y los sacramentos. A partir de esta experiencia del valor redentor de la cruz, el apóstol Pablo nos dirá que es necesario predicar el sentido salvador de la misma para el hombre y para el mundo: La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios...Así mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios (I Cor.1, ). Llegados aquí, tendríamos que preguntarnos: Por qué la cruz de Cristo puede ser instrumento de salvación?. Si nos fijamos, a lo largo de su vida, Jesús no sólo anunció su muerte, sino que, llegado el momento de padecer, le dio también un sentido y una orientación concreta. Su muerte es salvadora, es decir, trae la salvación a todos

54 54 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA los hombres, en primer lugar porque nos muestra el amor incondicional y la fidelidad total de Jesucristo al Padre. Él afronta su vida y su muerte desde un total abandono en la voluntad del Padre y desde la confianza ilimitada en sus promesas. En segundo lugar, Jesús encara su pasión y su muerte en la cruz, desde la solidaridad y el amor incondicional a todos nosotros. Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn.13, 1). Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. En tercer lugar, la muerte de Jesús en la cruz tiene el poder de salvarnos, no tanto por el sufrimiento de la pasión, sino por la total libertad con la que el Señor afronta este momento culminante de su existencia entre nosotros: Nadie me quita la vida, soy yo quien la da. Si nos fijamos, en la narración del evangelista San Juan la libertad de Jesús recorre todo el relato hasta el momento en que antes de expirar dijo: Todo está cumplido. Él da su vida libremente para que nosotros podamos ser libres, para arrancarnos de la esclavitud del pecado. Contemplando a Cristo somos invitados a revisar nuestra idea de la libertad y del amor. Jesús vive su muerte en solidaridad con los nuevos crucificados y torturados de la historia. Jesús asume de tal modo el pecado y el dolor de los hombres que se solidariza con los que lloran, los que sufren, los pecadores. Siendo Él santo, se hace pecado y carga con los pecados y sufrimientos de todos los hombres (cf. Hb. 2,17; 4,15). Esta solidaridad se traduce en dar su vida por ellos, por su salvación. El Dios que se revela en la cruz de Jesús es el Dios que se solidariza con los débiles y oprimidos, con los sufrientes y crucificados de la tierra. Por eso, en Cristo encontramos no sólo alivio para el dolor y el sufrimiento, sino también fuerza y decisión, compromiso y empeño, para hacer desaparecer toda forma de opresión y para erradicar las causas del sufrimiento y de la opresión. Ahora bien, la cruz del Señor no se entiende sin su resurrección, la cruz no tiene sentido sin la resurrección: Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe; aún estamos en los pecados. Nuestra redención, por tanto, procede del vínculo entre la cruz de Cristo y su resurrección de entre los muertos. Junto a la cruz de Jesús, en el Calvario, estaba su Madre. Ella es la mujer fuerte. María contempla y calla. Ella es la celebrante silenciosa

55 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 55 del misterio que ella acoge y al que se entrega. Ella es la mujer orante. Su oración es amor, consentimiento, inmolación. Ahora se cumplen las palabras que Simeón dijera en el Templo: Este niño está puesto para caída y levantamiento de muchos y una espada atravesará tu corazón. En silencio meditativo, adoremos la cruz victoriosa de Cristo y oremos, por intercesión María, por los miembros del cuerpo de Cristo crucificados en nuestros días. Pidámosle que nos ayude a llevar nuestras cruces y a colaborar con los que no pueden llevar la suya.

56 56 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA HOMILÍA PARA LA VIGILIA PASCUAL (Catedral de Sigüenza, 26 de marzo de 2016) La celebración de la Vigilia Pascual, Madre de todas las vigilias (San Agustín), es la celebración más importante del Año Litúrgico, la culminación de la Semana Santa y el eje de toda la vida cristiana. En efecto, en esta noche santa celebramos la intervención salvadora de Dios en la historia, resucitando a su Hijo Jesús de entre los muertos a una vida nueva y definitiva, plena y total. Esta vida ya no acaba nunca. Por eso tiene pleno sentido la recomendación de la Palabra de Dios hace unos instantes: no lo busquéis entre los muertos. Él vive para siempre en el Padre con el Espíritu Santo; y también está presente en la Eucaristía y en los restantes sacramentos, en la comunidad cristina, en los pobres y en cada uno de nosotros. Llenos de alegría por esta incomparable noticia, hemos de cantar al Señor porque ha estado grande con nosotros. Si Cristo ha resucitado, también nosotros, como miembros de su Cuerpo, estamos llamados a resucitar de nuestros sepulcros: El que cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá, y yo lo resucitaré el último día. Hoy podemos gritar: Si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros?. Pero no basta que estemos alegres y felices por esta gran noticia, es preciso que la anunciemos al mundo entero y demos testimonio de ella ante los hombres. En un mundo, en el que palpamos la muerte, la tristeza y la falta de esperanza, los cristianos hemos de proclamar sin miedo que Cristo resucitado ha traído la vida, la esperanza, la paz, la alegría, el amor, la liberación a todos los hombres y mujeres. El camino de la salvación está abierto para todos. Recorrámoslo con la ayuda del Señor. Resucitado de entre los muertos, Cristo ya no nos abandona. Él está presente de una forma nueva en medio de nosotros. El hace camino con nosotros, nos acompaña, nos alienta, llena nuestro corazón de alegría y de esperanza, nos da la certeza de que un día todos los que hemos abierto el corazón a su amor seremos felices con El por toda la eternidad. Esto nos obliga a renovar constantemente nuestra fe en el Resucitado. Por eso, dentro de unos instantes encenderemos nuestras velas del cirio pascual, que representa a Cristo resucitado, y renova-

57 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO 57 remos las promesas que el día del bautismo nuestros padres y padrinos hicieron por nosotros. Con esta renovación de las promesas bautismales, estamos confesando que quien cree en Cristo y lo sigue, sale de las tinieblas a la luz admirable, deja una vida oscura y sin sentido para adentrarse en una vida nueva, llena de claridad y sentido. Contemplemos esta luz y dejémonos iluminar por ella. Pero esta luz no es para nosotros solos. El Señor nos la ha regalado para que nosotros la compartamos con los demás y seamos así luz del mundo que disipe las tinieblas del error y del pecado. Vosotros sois la luz del mundo. No olvidemos nunca estas palabras de Jesús. Mantengamos nuestras lámparas encendidas y así esperemos confiadamente la vuelta gloriosa del Señor al final de los tiempos. Al renovar las promesas bautismales, demos gracias a Dios por nuestro bautismo. Por medio de él fuimos injertados en Cristo muerto y resucitado para vivir y actuar como criaturas nuevas. Como nos recuerda San Pablo: Por el Bautismo fuimos incorporados a su muerte para que así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros emprendamos una vida nueva (Rm.6,4). Muertos con Cristo de forma mística y sacramental, participamos también de la gloria y del poder de su resurrección para caminar en una novedad de vida, la vida del Espíritu, que un día llegará a su plenitud en la resurrección de los muertos al final de los tiempos. Esta incorporación a Cristo ha de conducirnos a llevar una vida nueva y santa. Ha de animarnos a orientar nuestra vida hacia el cielo, donde está Cristo, sentado al lado de Dios, y a poner el corazón en las realidades celestiales y no en las de la tierra. Muertos al mundo, vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col.3,2-3). El Resucitado nos envía al mundo, a todos los pueblos y ciudades, para hacer de ellos tierras de liberación y de salvación. Para ello será preciso que pongamos los medios para eliminar el pecado del mundo y todas las manifestaciones de violencia, odio e injusticia. Hemos de sembrar en el corazón humano y en la historia la buena semilla de la vida, de la justicia, del amor y de la paz. Un día esta semilla germinará y dará fruto, y el mundo será más feliz, más libre, más justo, más fraterno...y será así anticipación del mundo nuevo y del Reino de Dios.

58 58 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA Demos gracias al Padre por la resurrección de Jesucristo, cima y culmen de la historia de la humanidad. Pasemos del pecado y de la muerte a la vida de Dios por medio del arrepentimiento y la conversión de nuestros pecados. Potenciemos nuestra pertenencia afectiva y efectiva a la Iglesia, en la que hemos entrado el día del bautismo, asumamos la cruz como camino para la vida y para la resurrección. No nos cansemos de sembrar y mostrar el amor misericordioso de Dios a todos los hombres, pues por medio de él llegará la paz, la justicia, el perdón y la libertad. Es verdad que Cristo resucitó en un momento determinado de la historia. Pero también es verdad que Él quiere resucitar en todas las personas y pueblos. Esta nueva resurrección de Cristo necesita nuestra colaboración. Cuando sembramos paz y amor, justicia y libertad, perdón y misericordia...allí donde hay violencia, desprecio, injusticias, opresiones...allí está resucitando Jesucristo.

59 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO HOMILÍA PARA LA MISA DEL DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN (Catedral de Sigüenza, 27 de marzo de 2016) Hoy resuena en la Iglesia, en el mundo y en nuestros corazones el anuncio gozoso de la Resurrección del Señor. Con los apóstoles, todos deberíamos gritar: Cristo ha resucitado verdaderamente y se ha aparecido a Pedro, a María Magdalena y a los demás discípulos. Participemos también nosotros del gozo y de la alegría de la resurrección del Señor. La resurrección de Cristo, en la que hemos sido injertados el día del bautismo, sigue cerca de nosotros para que nos dejemos iluminar por Él y nos llenemos de alegría, esperanza y amor. El triunfo de Jesús sobre el pecado y sobre la muerte nos afecta a todos, pues Él ha resucitado como el Primero de muchos hermanos para regalarnos la vida de Dios y para revelarnos que, como miembros de su Cuerpo, estamos llamados a participar de su misma vida, si damos el paso a la fe. Por la fe en la resurrección de Jesucristo, sabemos que el poder de la muerte y del pecado ha sido aniquilado. La muerte ya no tiene poder sobre Él, porque Cristo resucitado ya no muere más, pero la muerte tampoco tiene poder sobre nosotros pues, vista a la luz de Cristo, la muerte se transforma en el último acto de amor y de entrega del hombre a su Señor. Esto nos obliga, como nos dice el apóstol Pablo, a buscar las cosas de Dios no las de la tierra. Para entrar y participar de la fiesta de los hijos de Dios, es necesario que nos vistamos de traje de fiesta y este traje es la fe y la gracia. Sin la fe y la gracia nos quedamos al margen de la fiesta y lejos de la salvación. Sólo por la fe y la gracia, que recibimos en el Bautismo y compartimos en cada Eucaristía, encontramos la alegría de la salvación. La Iglesia nos recuerda insistentemente que estamos en tiempos de nueva evangelización, que hemos de salir a las plazas y calles de nuestros pueblos y ciudades, a todas las periferias humanas para anunciar la alegría del Evangelio, invitando a quienes no creen a descubrir el gozo de ser creyentes.

60 60 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA Del encuentro con Cristo resucitado y con su amor han de nacer hombres y mujeres que, transformados interiormente por la acción del Espíritu, estén dispuestos a ofrecer la alegría del evangelio para la transformación del mundo. El que participa de la verdadera alegría tiene la capacidad de contagiarla en su entorno. Da de lo suyo a quien no tiene; es capaz de perdonar; se apiada del que sufre y no teme acercarse al que lo necesita. En nuestros días descubrimos en el mundo los efectos desastrosos de la violencia y de las guerras, de las injusticias y del odio, como consecuencia del alejamiento de Dios y de sus enseñanzas. El deseo de dominio sobre los demás y la búsqueda insaciable de los intereses egoístas han suplantado al Dios verdadero en las convicciones de muchos hermanos. En esta realidad, los cristianos, como creyentes en el Resucitado, hemos de tender puentes para favorecer el entendimiento y la convivencia pacífica entre todos los hombres, desde el respeto escrupuloso a la dignidad y a los derechos de los demás. No podemos apoyar con nuestra indiferencia la cultura del descarte, de la exclusión o del desprecio ni podemos cerrar la puerta del corazón a los pobres, a los necesitados y a los refugiados. Con la ayuda del Señor, extendamos en nuestro mundo una mesa muy grande de norte a sur y de este a oeste en torno a la cual podamos sentarnos todos, sin excluir a nadie, como hermanos, para compartir los bienes que Dios ha creado para todos y ha dado a todos Al contemplar la realidad, el cansancio, el desánimo y la desesperanza pueden apoderarse de nosotros, llevándonos a pensar que nada se puede hacer. El Papa Francisco nos llama a huir del pesimismo, recordándonos que Jesucristo verdaderamente vive y que, habiendo triunfado sobre el pecado y sobre la muerte, está lleno de poder. Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Vivamos la alegría de la pascua, contemplando y celebrando la presencia del Resucitado en medio de nosotros. Pidamos por quienes siembran vida, fraternidad, paz y amor entre los hombres, que son los dones del Resucitado. Y pidamos también por quienes se dejan arrastrar por el egoísmo, la envidia y el odio para que el Señor transforme sus sentimientos y les muestre lo equivocado de sus caminos.

61 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO VIVAMOS LA EXPERIENCIA DE LA PASCUA Domingo, 27 de marzo de 2016 Las celebraciones del Triduo Pascual nos ofrecen la posibilidad de participar en el misterio de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. En la cruz de Cristo, que sigue siendo hoy ocasión de mofa y de desprecio por parte de muchos, los cristianos descubrimos el amor y la fidelidad de Jesucristo a la voluntad del Padre hasta las últimas consecuencias. El servicio y la entrega amorosa al Padre y a los hombres, con los que había vivido, permanecen inalterables hasta el último instante de su existencia. Por esta fidelidad, libertad y amor incondicional de Jesús, el Padre lo resucita de entre los muertos. El que no se había dejado vencer por el odio y la violencia de quienes lo condenan a muerte, sino que hizo frente a las mismas con el amor y el perdón no podía permanecer para siempre en la muerte. Al resucitarlo de entre los muertos, el Padre deja constancia de que Jesucristo era su Hijo muy amado, el predilecto. A partir de este acontecimiento, todo se ve con nueva luz. Los apóstoles, que habían experimentado la tristeza, la frustración, el desánimo y el miedo ante el futuro como consecuencia de la muerte del Maestro, con las apariciones y los encuentros después de la resurrección, recobran la esperanza, experimentan la alegría del encuentro y participan de su paz. Esto les permite entender todo lo que Jesús había hecho a lo largo de la vida y todo lo que les había enseñado. Una vez resucitado de entre los muertos, Cristo ya no muere más. Permanece para siempre con nosotros, invitándonos a participar de su vida de resucitado. En todas las ocasiones tendríamos que actuar como criaturas nuevas, muriendo a nosotros mismos, a nuestros pecados y a los criterios del mundo para vivir como hombres nuevos, revestidos de los sentimientos y criterios de Cristo. Si estuviésemos verdaderamente convencidos de esta gran verdad, cada instante de la vida sería una experiencia pascual. La espiritualidad cristiana debería ser también una espiritualidad de Pascua. Injertados en la vida nueva de Cristo en virtud del bautismo, estamos llamados a estar con Él, a permanecer en Él y a comportarnos

62 62 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA con plena conciencia de enviados. Como hizo con los apóstoles y con tantas personas a las que invitó a dejarlo todo para seguirle, el Señor, hoy, nos llama a cada bautizado para estar con Él y para enviarnos hasta los últimos confines de la tierra con el encargo de actuar siempre en su nombre. En las celebraciones sacramentales, especialmente en la Eucaristía, los cristianos actualizamos mediante la acción del Espíritu Santo el misterio de la muerte y resurrección del Señor hasta que el vuelva. Esta participación es real, aunque no sea plena y total, pues mientras estamos de camino hacia la casa del Padre, contemplamos la presencia del Señor en medio de nosotros con las limitaciones propias de la condición humana y bajo la oscuridad de la fe. Cuando el Señor nos llame a salir de este mundo, entonces podremos contemplarle cara a cara, tal cual es. Mientras llega ese momento, regalemos nuestra vida, nuestro amor y servicio a los demás, especialmente a los más necesitados. Aunque en ocasiones resulte costoso descubrir la presencia del Resucitado en ellos, no olvidemos nunca que son presencia viva del Resucitado y que seremos juzgados de nuestro amor o desprecio a sus necesidades: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis (Mat 25, 40). Feliz Pascua de la Resurrección del Señor para todos. + Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

63 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO DECRETOS EPISCOPALES DECRETO DE INSTAURACIÓN EN NUESTRA DIÓCESIS DEL ORDEN DE LAS VÍRGENES

64 64 DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA DECRETO DE DISPENSA PARA LAS FIESTAS DE SAN JOSÉ Y SANTIAGO APÓSTOL ATILANO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, OBISPO DE LA DIÓCESIS DE SIGÜENZA-GUADALAJARA, Hago saber a los fieles de la Diócesis: Que, a la vista de cuanto queda establecido por los diversos Reales Decretos sobre jornadas especiales de trabajo y el correspondiente de las Autoridades de Castilla-La Mancha, 199/2015 de 1 de septiembre de 2015, por el que se fija el calendario laboral para el 2016 en esta Comunidad; donde quedan como jornadas laborables los días 19 de marzo, festividad de San José, y 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, que la Iglesia Española mantiene como Fiestas de Precepto. Ponderadas las dificultades que de ello se derivan para nuestros fieles, si desean compatibilizar la jornada laboral con el cumplimiento de los deberes religiosos de los días festivos, DISPENSO, por el presente año de 2016, para las fiestas de San José, 19 de marzo, y Santiago Apóstol, 25 de julio, del precepto de participar en la Santa Misa así como de abstenerse de aquellos trabajos y actividades que determina el c No obstante, los párrocos y rectores de iglesias recomendarán encarecidamente a los fieles la participación en la Santa Misa y, para facilitarla, celebrarán las Misas a las horas más convenientes. Asimismo les exhortarán a cumplir con las exigencias del referido canon respecto al descanso, siempre dentro de lo posible y teniendo en cuenta la dispensa. Por otra parte, esta dispensa de las fiestas de San José y Santiago quedará sin efecto en aquellas parroquias o municipios en los que, por disposiciones legales de ámbito local, dichos días sean declarados festivos con carácter de días hábiles a efectos laborales, retribuidos y no recuperables. Dado en Guadalajara, a 1 de marzo de Atilano Rodríguez Martínez Obispo de Sigüenza-Guadalajara Por mandato de S. E. Rvdma. Juan José Calleja Plaza Canciller Secretario

65 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO DECRETO DE APROBACIÓN DEL BALANCE ECONÓMICO DE 2015 Y PRESUPUESTO PARA 2016

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