DON MOISÉS DE HUERTA Y AYUSO FRANCISCO JAVIER SANCHEZ CANTON

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Emilio Rico Parra
hace 6 años
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1 NECROLOGÍA DON MOISÉS DE HUERTA Y AYUSO POR FRANCISCO JAVIER SANCHEZ CANTON

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5 Y J^ UVE el honor de contestar al discurso de recepción de Moisés de Huerta, al ingresar en esta Casa el 8 de junio de 1942, que versa sobre el tema Fuerza expresiva y carácter en la escultura española. Le había conocido poco antes al coincidir en un Tribunal de Oposiciones, en el que también era juez el Sr. Pérez Comendador. Moisés de Huerta, como se nombraba él mismo, castellano injerto en vasco, se trasladó muy niño aún, con sus padres a Bilbao, en cuya Escuela de Artes y Oficios comenzó el aprendizaje artístico y se reveló ya como una promesa esperanzadora a los doce años de edad. Vino a Madrid en 1906 y tuvo su primer éxito con un busto del pintor Gustavo de Maeztu. Luego entró en el estudio de Agustín Querol, y puede decirse que casi coincidieron la entrada y la salida, porque muy pronto se manifestó el antagonismo temperamental entre el maestro, de tendencias esencialmente decorativas, y el discípulo, que, como escultor, buscaba la forma clásica como aspiración firme y constante. Durante algún tiempo hizo labor de imaginero, especializándose en la interpretación de figuras religiosas, manifestando desde la primera juventud los trazos de su personalidad vigorosa. Pronto marchó a París y, finalmente, volvió a España. Fue nombrado jefe del grupo de tallistas que trabajaban en la catedral de Vitoria. Durante muchos años residió en Bilbao, y aunque no sentía inquietudes literarias, atento honda y activamente a su arte personal, tuvo ocasión de vivir en un intenso ambiente intelectual, al relacionarse con personalidades que después tendrían gran relieve en la vida española: destaca, preferentemente, su amistad con el escultor Mogrovejo y con los escritores Sánchez Mazas y Mourlane Michelena. Su vida artística fue triunfal y fecunda. En 1909 obtuvo por oposi- 7

6 ción plaza de pensionado en la Escuela de Bellas Artes de Roma. Durante el disfrute de su pensión, al llegar el año 1911, fue propuesto para un primer premio internacional y, como no le fuera concedido, se motivó una campaña de protesta en la cual tomaron parte numerosos escritores y artistas españoles. Concurrió en 1912 a la Exposición Nacional, alcanzando entonces la primera medalla; obteniéndola también en aquel Certamen, en memorable promoción de nuestros anales, los Sres. López Otero, Capuz, Labrada y Yarnoz. Vuelve después a Francia y se instala en París. Por haber frecuentado allí la amistad con miembros pudientes de la colonia cubana, le encargaron un monumento funerario para la familia Rivera. Con tal motivo marcha a Cuba, permaneciendo allá varios años. Entre las obras de este período debe citarse el admirable busto del Presidente Machado, esculpido con el empuje y la prestancia de la mejor ejecución y bajo la orientación del clasicismo. Otra vez en España obtiene en 1925 cátedra en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado. Alterna su labor pedagógica con intensa producción, siempre fiel a sus principios estéticos, rehuyendo lo anedóctico y distante de la orientación entre simbolista y decorativa imperante entonces. El tema de su discurso, al ingresar como miembro numerario en nuestra Corporación, le definió completametne. Porque Moisés de Huerta mostraba siempre su castellanía y la fuerte expresión de las formas aprendidas y asimiladas en Italia, testimoniándolo así, entre otras producciones suyas, la titulada "Desnudo de mujer", que regaló al ingresar en la Academia, a la que cabría aplicar el principio estético del Greco: "Lo peor de una forma es que sea enana"; que me parece declara la más sincera confesión del que fue nuestro insigne compañero. 8

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