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Transcripción

1 544 T 20/01/17 DE LOS PIES A LA CABEZA Texto: Stg. 1:19-27 Puntos Principales: I) Oído Atento Y Boca Callada Escuchar más que hablar Refrenar la ira Recibir la palabra INTRODUCCIÓN II) Ojos Observadores Y Pies Prestos Oidor olvidadizo Hacedor atento III) Santas Manos Amigas Manos coordinadas Manos piadosas Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Si hacemos un poco de memoria, en los dos primeros estudios Jacobo sale al paso de las circunstancias adversas de los destinatarios de esta carta (por cierto, la primera de todo el NT). Por eso él aborda el tema de las diversas pruebas por las que estaban pasando los creyentes perseguidos de esa época. Y como vimos la semana pasada, luego introduce el tema de las tentaciones, porque el vocablo en griego para referirse a las pruebas es el mismo que para la tentación: peirasmos. Por tanto, ahora desde esta plataforma de soportar las pruebas y tentaciones que surgen en la vida, Jacobo empieza a desarrollar el tema que va a ocupar el resto de su epístola: la verdadera espiritualidad. Porque la verdadera espiritualidad, hermanos, no depende de las circunstancias, sino que se desarrolla a pesar de ellas. Hoy vamos a considerar tres aspectos de esa espiritualidad, los cuales se desprenden naturalmente del pasaje que nos ocupa. Y lo vamos a hacer según las partes del cuerpo correspondientes en cada caso. Primero consideraremos el oído atento y la boca callada (v ). Luego hablaremos de ojos observadores y pies prestos (v ); y finalmente de santas manos amigas (v ).

2 2 I) OÍDO ATENTO Y BOCA CALLADA A. Escuchar Más Que Hablar Así que, al empezar con el primer tema leemos en el v. 19, Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse. Se suele decir que el hombre debe escuchar el doble de lo que habla, como mínimo, porque para eso Dios le ha dado dos orejas y una sola boca. Pero solemos hablar más que escuchar. Por qué será? No será por nuestra falta de humildad y ansias de protagonismo? Mirad. El que escucha atentamente a otra persona está reconociendo que le importa lo que él o ella está diciendo. Pero cuando el uno le interrumpe al otro, está mostrando una actitud de, lo que yo tengo que decir es más importante que lo que tú estás diciendo. De allí la falta de humildad y las ansias de protagonismo. Por tanto, cuán importante es adoptar una actitud humilde y aprender a escuchar. Y la verdad es que el escuchar es un arte un arte aprendido que requiere mucha empatía, mucha práctica, mucha concentración, y muchos años Hay personas que son buenos oyentes que saben escuchar a otra persona, y hacerle sentir escuchada. Hay otros como yo que soy un desastre en este arte pero me gusta pensar que estoy progresando eso espero al menos. Y si algo he aprendido al respecto es que hay que poner interés en lo que los demás dicen mirar a tu interlocutor a los ojos y prestarle toda tu atención. Si estás mirando el móvil mientras te hablan, no estás prestando tu atención. Si estás pendiente de otras personas a tu alrededor, no estás escuchando. Si estás pensando en las musarañas o lo que tienes que hacer más tarde, tu interlocutor va a notar que no estás interesado en lo que te está diciendo. Y si le estás interrumpiendo a cada momento, evidentemente no se va a sentir escuchado. todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar. Hermanos, hasta en el mundo secular se enseña este principio forma parte de los cursos de inteligencia emocional y trainings para los comerciales. Pero Jacobo está escribiendo a los creyentes, a los que ha dicho en el versículo anterior, Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. Ya tratamos este hermoso versículo la semana pasada, pero fíjate que luego dice en el v. 19, Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar. Es decir, como consecuencia de ese nuevo nacimiento y de ser las primicias de las criaturas creadas por Dios, hemos de evidenciar una espiritualidad práctica en nuestra vida diaria. Y lo primero que él destaca es: oído atento y boca callada. Ahora, si el mundo enseña lo mismo, en qué nos diferenciamos del mundo? Pues, para empezar, lo primero a lo que tenemos que prestar oído es a la Palabra de Dios.

3 3 Dt. 28:1 dice, Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Allí está Dios pide que escuchemos atentamente Su voz, y prestemos toda nuestra atención a lo que Él demanda de nosotros. No es cuestión de conocer bien y seguir lo que dice Daniel Goleman o cualquier otro experto en psicología, psiquiatría o neurología. Es cuestión de conocer bien la Palabra de Dios, y poner en práctica lo que escuchamos de ella. Por tanto, cuando Jacobo nos dice que todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, nos está pidiendo que seamos buenos oidores primeramente de la Palabra de Dios, y en segundo lugar de aquellos que nos rodean. B. Refrenar La ira Ahora bien, él sigue diciendo, Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Es decir, si bien el creyente debe refrenar su boca para hablar en general, todavía más debe refrenarla para manifestar ira o enojo. Por qué? Porque generalmente cuando abrimos nuestra boca para manifestar ira o enojo, no estamos agradando a Dios, y la justicia que pretendemos imponer no es la Suya, sino la nuestra. Le agradó a Dios cuando Moisés se enfadó con el pueblo y golpeó la peña por segunda vez, cuando el Señor le había pedido de hablar a la peña? No le gustó en absoluto, y por eso él no pudo entrar en la Tierra Prometida. Le agradó a Dios cuando Saúl se enfadó con su yerno David e intentó clavarle contra la pared con una lanza? No le gustó a Dios, porque Saúl tipifica la carne y la ira es una manifestación de la carne. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías (Ga. 5:19-20) Dios pone la ira al mismo nivel que el adulterio y la herejía, porque es carne. Dios se agradó cuando Jonás se enfadó después de tener éxito en su predicación, y al arrepentirse toda la ciudad de Nínive, Dios no trajo el juicio? Y Dios se agradó cuando Jonás se enfadó después por la calabacera que se secó y le dejó sin sombra? Más bien Dios le hizo reflexionar, preguntándole, Haces bien en enojarte tanto? (Jon. 4:4) Fíjate que Jonás no estaba enfadado con los ninivitas, ni con la calabacera sino con Dios mismo. Fue Dios quien decidió no traer el juicio sobre Nínive, y fue Dios quien preparó aquel gusano que hirió la calabacera para que ya no le proveyera sombra. De hecho, en última instancia es Dios siempre el que hace o permite hacer todo lo que acontece en nuestra vida. De manera que, cuando nos enfadamos, aunque el objeto de nuestro enfado sea una persona o una circunstancia, en última instancia nos estamos enfadando con Dios, como Jonás.

4 4 Y eso obviamente no es muy sabio. Mirad. Dios tiene sus propias maneras de obrar Su justicia. Y cuando nosotros nos enojamos y empezamos a hablar airados, estamos diciendo a Dios, Mira Señor, tú no sabes cómo me siento, ni cómo resolver esta situación. Así que tendré que enfadarme yo y solucionarlo por mis medios. Pero nuestros medios no obran la justicia que Dios pretende obrar nuestros medios obran nuestra propia justicia. Nuestros medios están manchados con el pecado, y por eso debemos refrenar la ira. Cuando surge ese sentimiento de ira en nuestro interior, en vez de obrar nuestra propia justicia con palabras hirientes, es mejor entregar en las manos de Dios la afrenta, la injusticia o lo que sea que nos haya enfadado. Es decir, de la misma manera que buscamos a Dios cuando tenemos una necesidad, busquemos a Dios también cuando nos sentimos enfadados. Hagamos una oración delante del Señor, explicándole cómo nos sentimos, y dejemos el asunto en Sus manos dejemos que Dios obre Su justicia. Os acordáis de la rebelión de Coré relatada en el capítulo 16 de Números? Hubo un momento en que Moisés se enfadó mucho (v. 15). Pero en vez de obrar airado y hablar ásperamente a Coré, se puso delante del Señor, expuso los motivos de su enojo, y dejó que Dios obrara. Esta es la ocasión en la que Dios abrió la tierra y tragó vivos a Coré y los que estaban conspirando con él. Hermanos, si dejamos que Dios obre su propia justicia, tarde o temprano Él hará que la injusticia, la afrenta o lo que sea que nos enfade sea tragado por la tierra. Por tanto, hermanos, refrenemos la ira no hablemos precipitadamente cuando nos enfademos. Se suele decir que hay que contar hasta diez (o hasta mil). Yo digo que lo cuentes al Señor, y lo dejes en Sus manos. Porque si Dios lo ha permitido, algún propósito tendrá para ti (quizás enseñarte paciencia) y en su providencia Él hará Su justicia en Su momento. C. Recibir La Palabra Bien. Seguimos con el tema de oído atento y boca callada. Y en el v. 21 Jacobo dice, Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Hay que entender que aquí, al hablar de la palabra implantada, Jacobo está refiriéndose a lo que dijo en el v. 18: Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. Es decir, la palabra implantada es el Evangelio esa palabra de verdad que nos ha hecho nacer de nuevo para llegar a ser hijos de Dios. Y de la misma manera que una persona debe arrepentirse de sus pecados para poder abrazar el Evangelio y recibir la salvación, ésa ha de ser la tónica general de la vida del creyente rechazo del pecado, y abrazo de la verdad. Porque esa palabra de verdad, el Evangelio, es una semilla una palabra implantada que ha de extender sus raíces por todos los rincones de nuestro corazón, para que la amplia salvación de Dios se manifieste en nuestra vida.

5 5 Pero si permitimos que la ira, la inmundicia o cualquier otra clase de malicia se afinque en algún rincón de nuestro corazón, entonces la palabra es infructuosa, y no hay verdadera espiritualidad. Por eso dice, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, porque hace falta esa actitud de tolerancia cero al pecado en nuestra vida. Si realmente queremos que el Evangelio sea fructífero en nuestras vidas, y que la salvación de Dios sea completa, no sólo hemos de abrir nuestros oídos a la palabra de verdad, sino que sobretodo tenemos que preparar el corazón. Y cuál es la virtud que menciona Jacobo para esta preparación del corazón? Dice, recibid con mansedumbre la palabra implantada. Sabéis qué es la mansedumbre? Pues, es simplemente docilidad de carácter la virtud de reconocer aquellas cosas que hacemos mal, y dejar que Dios nos ayude a desecharlas. Mirad. El presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln, que era a la vez un gran estratega, en una ocasión durante la guerra de secesión dio órdenes que tendían a complacer a un político amigo suyo. Las órdenes eran de transferir ciertos regimientos de un lugar a otro en el frente de guerra. Cuando el secretario de estado Edwin Stanton recibió la orden, rehusó cumplirla, comentando que el presidente que estaba loco. Cuando refirieron este comentario al noble presidente, Lincoln dijo, Si Stanton ha dicho que estoy loco, debo estarlo. Porque él es un hombre tan leal y tan entendido en temas de guerra que siempre tiene razón. Después, al hablar cara a cara Lincoln y Stanton, el presidente admitió su error y dio las órdenes opuestas a lo que antes había pretendido para complacer a otros. Esa actitud de Lincoln es mansedumbre, hermanos, y estamos llamados a recibir la palabra de verdad con esa docilidad de carácter, admitiendo nuestros errores, y dejando que Dios nos transforme a Su imagen y semejanza. Jesús nos insta a la mansedumbre en el Sermón del Monte: Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. (Mt. 5:5) Y Jesús dijo luego a sus discípulos, Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mt. 11:29) Jesús es el ejemplo por excelencia de la mansedumbre, porque en mansa obediencia al Padre él dio su vida por ti y por mí. Por tanto, no cultivaremos nosotros esa virtud? Así pues, boca callada, oídos atentos, y corazón manso a eso nos llama Jacobo en estos tres versículos. II) OJOS OBSERVADORES Y PIES PRESTOS A. Oidor Olvidadizo Bien, si hasta aquí Jacobo nos dio sabios consejos acerca del oído y la boca, ahora nos habla de los ojos y los pies. Leemos en los versículos siguientes, Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, éste es semejante

6 6 al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Jacobo utiliza la figura del espejo, y habla de alguien que mira en el espejo, ve su rostro sucio, y luego se va sin hacer caso de lo que ha visto éste es el oidor olvidadizo. Claro, imagínate que miras en un espejo, y ves que tienes la cara llena de manchas de suciedad, pero te vas y no haces nada al respecto. Hmmm. Qué manchas son éstas que veo? Bueno, a lo mejor es el espejo el que está manchado no yo. Y se va sin preocuparse más. Allí está uno de los engaños de los que habla Jacobo: y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque el espejo del que está hablando Jacobo es la ley de Dios esa ley que está perfectamente descrita en la Biblia, que es la Palabra de Dios. Y es esa ley la que nos muestra nuestras manchas y fealdades. Por eso el apóstol Pablo escribiría más tarde a los romanos, diciendo, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. (Ro. 3:20b) Claro, al ver nuestra propia vida reflejada contra el espejo de la ley divina, de repente vemos muchas manchas y fealdades egoísmo, vanagloria, avaricia, lujuria, malicia Pero si luego empezamos a pensar que en realidad esas cosas no son tan malas, porque todo el mundo lo hace, porque la Biblia es arcaica, porque yo no me siento mal, etc. Entonces estamos culpando al espejo de nuestras manchas y fealdades, y nos vamos tan tranquilos, olvidándonos de lo que el espejo nos ha mostrado. Sin embargo, qué dice por ejemplo David en el Salmo 19? La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. (Sal. 19:7) El problema no está en el espejo, hermanos el problema está en nosotros, que no queremos reconocer nuestro pecado, para así ser transformados a imagen y semejanza de nuestro Señor Cristo Jesús, como dice el apóstol Pablo, hablando también del espejo de la gloria del Señor. (2 Co. 3:18) Para eso está el espejo para que nos demos cuenta de las áreas en las que estamos fallando, y así poner remedio. Otro engaño es mirar en el espejo para ver el reflejo de los demás. Ah, esta palabra le viene muy bien a fulanito y menganito. Espero que tomen buena nota. Hermanos, no nos preocupemos por las caras manchadas de los demás. Como diría Jesús, Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? (Mt. 7:3) El espejo nos confronta a cada uno de nosotros, y como el profeta Natán a David, nos dice, Tú eres ese hombre! (2 Sam. 12:7) Y cuando el rey David fue confrontado con sus pecados de adulterio, asesinato y corrupción, no empezó a culpar a Betsabé, ni Urías, ni nadie más. Simplemente reconoció, Pequé contra Jehová. (2 Sam. 12:13) Hermanos, reconozcamos nuestra culpa ante el espejo, y no nos engañemos a nosotros mismos. Porque para empezar a cambiar, primero tiene que haber arrepentimiento. Que nuestros ojos sean lo suficientemente observadores, no susceptibles a engaños, para no ser oidores olvidadizos, sino hacedores atentos.

7 7 B. Hacedor Atento Porque Jacobo sigue diciendo, Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Allí están los pies los pies prestos del hacedor de la obra, del que no se queda como oidor olvidadizo, sino que se pone en marcha para hacer la obra. Me encantó el sketch de los niños el domingo pasado sobre la empresa Cuerpo, S.A., y no sé si os disteis cuenta que el jefe era el Sr. Pie. Y es que, si los pies no se ponen en marcha, todo el cuerpo se queda parado. Así que, los ojos observadores tienen que coordinarse con los pies pies prestos para hacer lo que los ojos atentos observan. Fíjate que Jacobo también destaca la perfección del espejo la perfecta ley y añade otro calificativo la perfecta ley, la de la libertad. Porque el que no conoce a Cristo tiene los pies en el fango del pecado, y de allí no puede salir. Es como cuando uno está atrapado en arenas movedizas, y por más que lo intente, no puede salir. De hecho, cuanto más se mueve, más se hunde en la arena. Así es con el que está atrapado en el pecado por más que se esfuerce, no consigue sacar sus pies del fango, sino hacer desastres cada vez mayores. Pero el que está en Cristo, nueva criatura es, porque el Espíritu Santo mora en él, y de repente puede andar libremente en novedad de vida. Es la experiencia que describe por ejemplo David en el Salmo 40: Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. (Sal. 40:2) Ahora nuestros pies ya no están en el fango están asentados sobre la peña, sobre la roca que es Cristo. Así que tenemos ahora plena facultad para andar conforme a la ley de la libertad, y la voluntad de Dios puede manifestarse plenamente en nuestra vida. Y si lo hacemos, cuál será nuestra recompensa? Jacobo dice, éste será bienaventurado en lo que hace. Hermanos, la felicidad no está en el pecado allí sólo hay muerte, pesar y lágrimas. La felicidad está en ser hacedores atentos de la voluntad de Dios. Porque Dios nos ha diseñado con un propósito, y si cumplimos ese propósito, entonces somos felices por muy diversas que sean las pruebas de la vida. Así pues, tengamos ojos observadores, y pies prestos para poner en práctica lo que Dios demanda de nosotros. III) SANTAS MANOS AMIGAS A. Manos Coordinadas Bien, hasta aquí hemos hablado del oído, la boca, los ojos y los pies. Ahora Jacobo nos habla de las manos (indirectamente): Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.

8 8 En otras versiones se vierte, la religión del tal no sirve para nada. El vocablo griego aquí vertido como religioso o religión (de la misma raíz) es la única vez que aparece en toda la Biblia. Y no se refiere a la fe cristiana, ni a una disposición interior de devoción en el corazón. Más bien se refiere a las prácticas exteriores prácticas religiosas, prácticas piadosas, como las de los fariseos y saduceos prácticas que por lo general se llevan a cabo con las manos. Y fíjate que de nuevo destaca lo fácil que es engañarnos a nosotros mismos: Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. El engaño consiste en no darnos cuenta de la contradicción entre lo que decimos con nuestras palabras, y lo que hacemos con nuestras manos. Y es que tiene que haber una coordinación perfecta en nuestro cuerpo sin esa coordinación y coherencia, nuestra supuesta piedad es vana no sirve para nada. No podemos pretender ser religiosos con nuestras manos, levantándolas en alto o juntándolas en postura piadosa, y a la vez maldecir con nuestra boca. Jacobo está volviendo al tema de la boca callada o lengua refrenada del v. 19, pero esta vez, en vez de vincular la boca con el oído, está vinculando la lengua con las manos. Creo que no somos conscientes de la importancia de lo que decimos. Fíjate que en el capítulo 3 Jacobo va a volver a sacar el tema de la lengua. Porque no podemos pretender edificar la iglesia con nuestras manos, si la estamos destruyendo con nuestra boca. No podemos pretender alabar a Dios con manos alzadas, si estamos maldiciendo a nuestro hermano con nuestra lengua. Tiene que haber una coherencia absoluta de lo contrario, todo lo que hacemos con nuestras manos no sirve para nada. B. Manos Piadosas Ahora bien, Jacobo destaca que, si la lengua está coordinada con las manos, entonces La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones En otras versiones se vierte, Socorrer a los huérfanos y viudas Cómo se nota el conocimiento del AT en Jacobo! Cuántas veces se mencionan a las viudas y huérfanos en la Ley. Por ejemplo, A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. (Ex. 22:22) Y el profeta Oseas dice de parte de Dios, Porque misericordia quiero, y no sacrificio (Os. 6:6a) Por tanto, las prácticas piadosas no consisten en usar las manos para ofrecer muchos holocaustos, ni para hacer muchas cosas religiosas. Las verdaderas prácticas piadosas consisten en atender las necesidades de aquellos que lo están pasando mal. Que Dios nos ayude a ser Sus manos para socorrer a las personas necesitadas a nuestro alrededor. No hay que ir muy lejos a lo mejor un compañero de trabajo, un conocido que te pide ayuda, alguien en la calle que necesita un bocadillo

9 9 CONCLUSIÓN Estamos colaborando con la misión de Nueva Vida en la Calle Robadors, que atiende a indigentes y personas muy necesitadas a lo mejor se necesitarían tus manos para ayudar en la obra Seamos sensibles a la dirección del Espíritu Santo, y si en algo se nos pueda tachar de religiosos, que sea en ayudar a los demás con nuestras manos es decir, de tener manos amigas. Y la otra tarea de esas manos santas es cultivar la santidad. Por eso, Jacobo concluye el capítulo con la frase, y guardarse sin mancha del mundo. Los judíos eran muy conscientes de lo inmundo, y por eso sólo comían ciertas comidas, etc. Pero todo eso era para enseñarles a vivir de una forma limpia y recta delante de Dios. Porque la verdadera contaminación no es la de mancharte las manos con la piel de una serpiente, sino de dejar que la serpiente antigua te incite a pecar. Ahora bien, fíjate que Jacobo no les invita a subir a un monasterio para guardarse limpios de la contaminación del mundo, porque no se trata de salir del mundo se trata de no permitir que el mundo entre en nuestra vida. Y es por eso que necesitamos manos santas manos consagradas a sólo hacer la voluntad de Dios, sin mancharse con la inmundicia de este mundo. Por tanto, en estos dos últimos versículos del primer capítulo Jacobo nos insta a tener santas manos amigas atendiendo a las necesidades a nuestro alrededor, sin mancharse con la inmundicia del mundo. Concluyo ya esta tarde, destacando que he titulado el mensaje, De Los Pies A La Cabeza. Porque hemos hablado de oído, boca, corazón, ojos, pies, manos, lengua en definitiva, de todo el cuerpo. Y es que la verdadera espiritualidad es ésa la que abarca todo el cuerpo, de los pies a la cabeza.