MISIÓN Y MINISTERIOS LAICALES

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1 DIONISIO BOROBIO MISIÓN Y MINISTERIOS LAICALES Mirando al futuro EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2001

2 Cubierta diseñada por Christian Hugo Ediciones Sígueme, S.A., 2001 C/ García Tejado, E Salamanca/España ISBN: Depósito legal: Impreso en España Fotocomposición Rico Adrados, S.L., Burgos Imprime: Gráficas Varona Polígono El Montalvo - Salamanca 2001

3 CONTENIDO Introducción... 9 Siglas y abreviaturas Ministerios y corresponsabilidad Vocación cristiana y ministerios Fundamentación sacramental de los servicios y ministerios La mujer y los servicios y ministerios en la Iglesia El ministerio del catequista-guía del catecumenado El ministerio del educador cristiano El ministerio del comunicador cristiano Ministerio de sanación El ministerio del promotor de la pastoral familiar Ministerios de reconciliación y pacificación El ministerio de la animación litúrgica y de la comunión Conclusión. El futuro de los ministerios laicales Índice general

5 INTRODUCCIÓN La Iglesia, por definición, ha sido destinada al servicio de la misión. Ha recibido de Cristo una misión que intenta llevar a cumplimiento a través de personas y medios, que a lo largo de la historia han venido a tomar figura en diversos ministerios e instituciones, en alguna medida sometidos a la evolución de los tiempos. Es verdad que esta evolución, en lo que afecta al tema «ministerios», es muy variada, dependiendo de lugares y situaciones. Pero nadie duda que, al menos en la Iglesia occidental, se está produciendo una «conmoción ministerial», debida sí a la crisis de vocaciones sacerdotales y religiosas, pero también a la crisis general de fe, a los interrogantes sobre el sistema de iniciación cristiana, al declive de los valores cristianos en la educación familiar, a la transformación de las comunidades parroquiales, y de un modo especial a la nueva conciencia de participación y colaboración de los laicos en las tareas pastorales de la Iglesia. Es precisamente esta promoción del laicado lo que constituye uno de los mayores signos de esperanza de la Iglesia. En medio de no pocos «signos de muerte», que provocan en algunos pastores el desconcierto, la resignación, la desmovilización y el desánimo, es preciso tener la capacidad de reconocer otros «signos de vida», que nos hablan de la presencia siempre viva del Resucitado que está con nosotros hasta el fin del mundo, y la acción del Espíritu que mueve los corazones de sus fieles hacia la renovación y la vida. Es necesario, pues, atreverse a «remar mar adentro» con valentía, compartiendo con los demás el esfuerzo de conducir la barca hacia buen puerto. Es necesario inscribir la misión y la acción en una dinámica positiva de cooperación y coordinación de las voluntades y esfuerzos de todos los fieles cristianos. Es necesario pasar de una pastoral de mantenimiento sin horizonte, a una comunidad que

6 10 Introducción conforma su propia vida desde el servicio común de todos, a la vez que se fundamenta en la inalienable responsabilidad de cada uno. Y esto supone, evidentemente, que somos capaces de superar un clericalismo histórico, una voluntad de poder que se aleja del servicio, unas desconfianzas que bloquean la participación y la corresponsabilidad. El reconocimiento de una ministerialidad general de todos los bautizados, en cuanto que a todos compete la misión, es el punto de partida de toda acción ministerial. Y, a partir de aquí, el reconocimiento de unos ministros o de una ministerialidad diversificada, en cuanto que no todos los miembros del pueblo de Dios son llamados, ni por vocación ni por misión, a ejercer esta ministerialidad de la misma manera ni por el mismo título, «ad extra» en el mundo y «ad intra» en la Iglesia. Esta verdad se ha venido a expresar de forma especial en la Iglesia actual por la diversidad de servicios y ministerios que en ella actúan, por la aparición de nuevos actores laicos que participan de modo responsable en la misión. Así, junto al obispo, el presbítero y el diácono (ministerios ordenados), se dan también los ministerios de religiosos no sacerdotes y religiosas, los ministerios laicales «instituidos» (acólito, lector, ministro extraordinario de la comunión, «agentes pastorales», laicos con «carta de misión» ), los ministerios laicales «reconocidos» (catequista, animador litúrgico, celebrador ), a los que hay que añadir la pluralidad de «servicios» que desempeñan numerosos miembros del pueblo de Dios en sus comunidades concretas. Esta Iglesia «toda ella ministerial» implica un redescubrimiento de la misma identidad presbiteral, que en una situación como la nuestra deberá poner más el acento en su función de «moderador» o «coordinador» del equipo de pastoral parroquial compuesto de diversos servicios y ministerios laicales (cf. can. 517,2). Igualmente supone que los laicos que participan y se comprometen en la misión pastoral de la Iglesia saben asumir su nueva identidad de «cooperadores» o «animadores», que no pretenden suplir ni sustituir al sacerdote, que no consideran los ministerios como algo «intercambiable», que no se mueven por voluntad de prestigio y poder, sino que tienen claro su «ser al servicio de», su compromiso para la colaboración, coordinación y complementariedad.

7 Introducción 11 Bien entendida la diversidad ministerial de la Iglesia, creemos que no debería haber dificultad en utilizar la expresión «ministerio laical», siempre que se evite tanto el llamar ministerio a cualquier «servicio» (panministerialismo) como que se intente encerrar en esta expresión lo que es exclusivo de la identidad presbiteral. El mismo uso que el Vaticano II y los documentos posteriores hacen del término, utilizado en sentido amplio a la vez que especificando a quién y a qué realidad eclesial se refieren, permite esta utilización del termino con normalidad. Desde esta clave debe interpretarse la utilización que de estos términos ofrecemos en la obra que ahora presentamos. En ella hemos intentado, por un lado, completar nuestras aportaciones anteriores al tema (libros anteriormente publicados), o actualizar estudios parciales sobre cuestiones ministeriales (artículos); y por otro lado, hacer una lectura de las nuevas situaciones y necesidades que se están planteando en la Iglesia, y que reclaman una atención especial en servicios o ministerios de los fieles laicos, de manera que pueda ayudarse a un mejor cumplimiento de la misión que Cristo nos ha encomendado. Confiamos en que esta aportación pueda orientar y animar a aquellos sacerdotes y laicos que, de una u otra forma, dedican su vida a la extensión del Reino, y a la renovación de la vida cristiana en las comunidades concretas y en la Iglesia entera.

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