JEREMÍAS. PROGRAMA No Capítulo 1:4-19

Transcripción

1 PROGRAMA No JEREMÍAS Capítulo 1:4-19 En el día de hoy, amigo oyente, regresamos a nuestro libro de Jeremías, y en el programa anterior presentamos a este profeta a quien llamamos el profeta llorón. Diríamos que hubo dos cosas que caracterizaron al profeta Jeremías. La soledad (él era un hombre muy solo), y también, el llorar. Esas son las cosas que caracterizaban a este profeta: las lágrimas y la soledad. Esas son las marcas o señales de su ministerio. Mencionamos en nuestro programa anterior, que él comenzó su ministerio durante el reinado de Josías, en el décimo tercer año. Este hombre Josías llegó a ocupar el trono cuando sólo tenía 8 años de edad, lo que indica que ahora él tenía unos 21 años. Aparentemente, Jeremías tenía unos 20 años, así es que, aquí tenemos a dos jóvenes que podrían haber sido amigos. Durante ese tiempo de Josías, tuvo lugar un avivamiento y el padre de Jeremías probablemente tuvo mucho que ver con eso, ya que él fue quien encontró el libro de la ley de Moisés; y es necesario tener la Palabra de Dios para poder tener un avivamiento. No es el hombre, sino el libro. Nunca ha tenido lugar un avivamiento en la Iglesia donde la Palabra de Dios no haya sido responsable por eso. Tenemos que decir que Dios usa a los hombres, eso es cierto, pero no es el hombre sino la Palabra de Dios la que provoca el avivamiento. TTB 4842 Página 1 de Programa No. 0876

2 Encontramos en este primer capítulo de Jeremías, versículo 4, el llamado de este hombre al ministerio profético, y creemos que eso es algo de importancia. En nuestro programa anterior, no presentamos un bosquejo de este libro. Dejamos eso completamente de lado. Y no sabemos si deberíamos hacer esto para beneficio de aquellos que no tienen nuestras notas y bosquejos, porque el bosquejo es algo importante. Pero permítanos mencionar aquí al comienzo lo siguiente: tenemos el llamado del profeta durante el reinado de Josías, aquí en el capítulo 1, y vamos a ver eso inmediatamente. Del capítulo 2 al capítulo 20, tenemos las profecías a Judá y Jerusalén, antes del reino de Sedequías, lo que indica que en gran cantidad los mensajes de Jeremías y su ministerio fueron presentados, en realidad, antes que el libro de la ley de Moisés fuese hallado por Hilcías. Ahora, en el versículo 4, de este capítulo 1 de Jeremías, leemos: 4 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: (Jer. 1:4) No podemos enfatizar demasiado esto. Aquí tenemos la Palabra del Señor. Si usted no está preparado a seguirla, amigo oyente, entonces, es mejor que usted deje este libro. Porque no tendrá ningún mensaje para usted. Y así, en este capítulo 1, versículo 4, leemos: 4 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: (Jer. 1:4) Esa es la Palabra de Dios. No es nuestro propósito el decirle a usted cómo Dios hizo eso. Pero Él le dio un mensaje a Jeremías y esa es la Palabra del Señor. Y en el versículo 5, continúa: 5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di TTB 4842 Página 2 de Programa No. 0876

3 por profeta a las naciones. (Jer. 1:5) Fue algo muy bueno el que la madre de Jeremías no hubiera sido una de esas personas que creía en el aborto. Porque él nunca hubiera nacido, entonces. Ahora, alguien pregunta: Cuándo es un niño, un niño? Debemos decir, que en el momento en que es concebido. Usted puede leer allá en el salmo 139. David dice allí: Bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Es decir, que él fue formado en el vientre de su madre, y que, según los ginecólogos, tiene lugar un desarrollo tremendo al mismo comienzo del niño; y queremos decir lo siguiente: quizá aquí no hagamos muchos amigos, ni estemos influenciando a muchas personas. Amigo oyente, el aborto es un asesinato, a no ser que se haga para salvar una vida, la vida de la madre. Es sencillamente eso: un asesinato. No lo podemos mirar de ninguna otra forma, porque, según la Palabra de Dios, Dios nos dice en este mismo libro de Jeremías que estamos estudiando: antes que te formase en el vientre te conocí. Y luego Dios llamó a este hombre. Lo importante en esto es, por qué le dijo Dios esto a este hombre? Amigo oyente, él va a presentar un mensaje que va a ser rechazado. Va a causar que él vaya a parar a la cárcel; él va a tener que tomar una posición por Dios y será un mensaje que quebrantará su propio corazón, porque él amaba a su pueblo, y él odiaba lo que tenía que decirles, en cuanto a lo que les iba a suceder. Pero Dios quería un hombre con un mensaje como este, un hombre tierno. Ahora, para dar su mensaje a la corte que tenía el rey Acab y Jezabel, por ejemplo, Dios envió a un profeta duro, tosco quizá, llamado Elías. Pero ahora Dios quiere que Su pueblo sepa antes de que sean enviados a la cautividad, de que Él los ama. Él quiere salvarles y quiere librarles, y eligió a esta clase de hombre. Por qué, entonces, él le dice esto a este hombre? Él TTB 4842 Página 3 de Programa No. 0876

4 quiere animarle. Él dice: Yo quiero que sepas Jeremías que lo importante es que Yo soy quien te ha llamado, Yo soy quien te ha ordenado y quien te ha santificado. Esa palabra santificación, que se menciona aquí, simplemente indica lo siguiente: (y hemos visto esa palabra anteriormente) significa: separado para el uso de Dios. Esos utensilios (los cuales ya hemos mencionado anteriormente también) que se utilizaban en el tabernáculo y en el templo, esos objetos, utensilios maltratados por el tiempo y el mucho uso fueron utilizados en el servicio de Dios y eran llamados vasos santos. Eran cosas santificadas. Amigo oyente, esas eran cosas golpeadas y muy usadas. Parecerían ser cosas que uno debería cambiar por nuevas. Y, por qué eran llamadas santas? Porque estaban siendo usadas para Dios. Cualquier cosa, amigo oyente, que sea para el uso de Dios, es santificado cuando se separa para eso. Y Dios dice: Antes de haber nacido, Jeremías, Yo te aparté, para Mí uso. Y le dice: Así es que no te preocupes en cuanto al efecto que tendrá tu mensaje. No te preocupes en cuanto a eso. Simplemente presenta Mi mensaje. Y hablando francamente, amigo oyente, yo me siento muy cómodo hoy en este lugar, porque sé que estoy diciendo las cosas directamente, tal cual son, y así es como me gusta hacerlo. Y, amigo oyente, esa es mi responsabilidad. Y quiero decir esto sin herir a nadie, por supuesto. Yo no soy responsable ante usted, amigo oyente; yo soy responsable ante Dios y tengo que presentar mi informe ante Él. Y ya que tengo que informarle a Él, lo siento mucho si no puedo complacerle a usted, amigo oyente. Me gustaría hacerlo. Pero sé que hay muchas personas que no están muy contentas con esta clase de ministerio. Ahora, en el servicio del Señor, cuando uno actúa como pastor, siempre encuentra diferentes grupos. Algunos dicen: Ah, cuánto le ama la gente. Y así es, y uno le da las gracias a Dios TTB 4842 Página 4 de Programa No. 0876

5 por eso. Pero siempre hay un pequeño grupo de aquellos que están disconformes. Estas personas son pendencieras, malas y siempre están causando problemas. Y algunos de ellos no son muy honrados. Y amigo oyente, si usted está predicando la Palabra de Dios, usted es responsable de su vida ante Dios y usted ha sido separado para ese ministerio. Eso es lo que sucedía con Jeremías. Dios dice: Te di por profeta a las naciones. Eso le da a él autoridad; y eso tiene que servirle de ánimo, de estímulo. Amigo oyente, eso le va a ayudar a él a través de muchos días tenebrosos. Y, luego, Jeremías responde a Dios. Ahora, recordemos que él tenía unos 20 años de edad, pero lo que dice en este versículo 6 no aparenta eso. Leamos el versículo 6: 6 Y yo dije: Ah! ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. (Jer. 1:6) En realidad, él no era un niño en la forma en que usted y yo pensamos de un niño. Esta es la misma palabra que se usó allá en Zacarías, capítulo 2, versículo 4, donde el ángel dice a Zacarías: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Esa palabra joven es la misma palabra que ha sido traducida aquí en Jeremías como niño, y Jeremías, en esa época, era un hombre joven, y se opina que tenía unos 20 años de edad en esa ocasión. En realidad, aquí quiere decir: Yo soy joven, una persona sin experiencia. No soy capaz de hacer esto. No estoy preparado para hacerlo. Esto es lo que Jeremías quiere decir. Y ya hemos destacado esto con anterioridad. Ahora, se ha dado cuenta usted de que el hombre que Dios usa, es el hombre que no piensa que puede hacer las cosas? Si usted piensa que puede hacerlo hoy, entonces, amigo oyente, no TTB 4842 Página 5 de Programa No. 0876

6 creemos que Dios llegue a usarlo a usted. En cierta ocasión, un joven pastor que estaba muy celoso de otro hombre en la ciudad donde él trabajaba, se acercó a un predicador de más edad, de más experiencia y le dijo: Yo soy mejor predicador que este otro hombre. Yo soy mejor Pastor que lo que él es. Yo puedo hablar mucho mejor de lo que puede hablar él. Y continuó hablando y hablando y, cuando terminó, dijo: Por qué Dios está, entonces, usando a ese hombre y no me está usando a mí? Mi ministerio no me está dando ningún resultado. Bueno, le dijo el predicador más anciano, con paciencia le dijo: Le voy a decir por qué. Usted piensa que usted lo puede hacer y sabemos que el otro hombre no cree, en realidad, que él lo puede hacer. Y Dios usa siempre eso. Dios usa a las cosas débiles de este mundo. Y, amigo oyente, Jeremías dice aquí: Yo soy nada más que un joven. No estoy preparado para hacer estas cosas, no estoy equipado para hacerlo, no soy capaz de hacerlo. Notemos ahora, lo que Dios le dice a él, aquí en el versículo 7, de este primer capítulo del libro de Jeremías: 7 Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. (Jer. 1:7) Qué le parece eso, amigo oyente? No es eso maravilloso? Queremos decir lo siguiente, y lo decimos no como crítica capciosa sino que es una declaración de los hechos. Nosotros escuchamos a los liberales (y hay más púlpitos liberales que fundamentales hoy), pero los fundamentalistas son los que están ganando a la gente. Son las Iglesias que creen en la Biblia, las que están avanzando en el presente. El liberal no hace eso. Y si usted nos preguntara hoy, amigo oyente: qué es lo que anda mal con esas Iglesias primordialmente? En realidad, no es el liberalismo. Esta persona que está hablando allí no cree lo que está diciendo; él sólo está presentando sus teorías, sus ideas; él tiene grupos donde se puede discutir y argumentar las TTB 4842 Página 6 de Programa No. 0876

7 cosas, donde él dice lo que piensa. Y Dios dice: Tú dirás lo que yo te mande, y lo dirás con esa autoridad. Y, amigo oyente, cuando usted está presentando la Palabra de Dios, es algo muy cómodo. Es algo maravilloso. Esto me gusta mucho, me agrada mucho Jeremías, me hubiera gustado mucho poder consolarle, y, por cierto que él me ha consolado a mí hoy, usted puede estar seguro de eso, amigo oyente. Y aquí dice: No temas hablar delante de ellos. Uno de los beneficios de hablar por radio es que la gente no nos puede golpear. Cierto hombre que escuchaba nuestros programas y que pertenecía a una secta anteriormente, ahora es un creyente maravilloso. Pero antes que él llegara a ser creyente, creía que tenía que hacer toda clase de cosas para llegar a ser salvo. Él decía que escuchaba nuestro programa mientras se dirigía a su trabajo, y que al escuchar lo que decíamos se enojaba tanto que si hubiéramos estado al lado de él, pues, nos hubiera golpeado. Es por eso que decimos que es bueno estar en radio porque, cuando hay personas que tienen estos deseos, pues, no pueden hacernos nada personalmente. Lo interesante es que esta persona escuchaba y escuchaba, y un día él acudió a Cristo, él se volvió al Señor y le dijo: Yo soy un pecador, sálvame. Y él aceptó a Cristo como su salvador. Amigo oyente, ese es el gozo de predicar la Palabra de Dios. Dios dice: vé y di todo lo que te mande, mi palabra no regresará vacía. Podemos asegurarle, amigo oyente, que Su Palabra la Palabra de Dios logrará algo, y quizá mucho más de lo que podemos imaginarnos. Y eso es lo que se necesita en los púlpitos hoy: hombres que hablen con la autoridad que Dios ha escrito. Eso es todo lo que él nos pide que hagamos, es una labor muy sencilla en cierto modo, pero, de otra forma, no es tan sencilla. Así es que él le dice aquí a Jeremías en el versículo 8, de este capítulo 1: 8 No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. (Jer. 1:8) TTB 4842 Página 7 de Programa No. 0876

8 Y Él está diciendo: Yo estoy de tu lado. Y Martín Lutero dijo: Uno con Dios es siempre una mayoría. Nosotros quizá pertenecemos a un grupo de minoría; sin embargo, amigo oyente, estamos en la mayoría. Y ahora, en el versículo 9, dice: 9 Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. (Jer. 1:9) Esto es muy importante. Dios ha inspirado las palabras de las Escrituras; no los pensamientos o las ideas. El diablo no fue inspirado para decir una mentira. Pero las palabras que dicen que el diablo dijo una mentira, esas palabras fueron inspiradas; las palabras de las Escrituras son inspiradas, no son así los pensamientos y las ideas. Creemos que muy a menudo hoy, nosotros nos apartamos en un punto como este. Y esa es la razón por la cual nosotros no podemos recomendar ciertas así llamadas traducciones. Son buenas interpretaciones, pero son traducciones malas porque son las palabras las que son inspiradas, y necesitamos regresar a ellas hoy. Es como esa muchacha que estaba tomando lecciones de música y quería llegar a ser una cantante. Por fin, llegó la oportunidad cuando ella tuvo que presentar un concierto. Bueno, tuvo ese concierto y, luego, regresó a su camarín y sus amigos llegaron a visitarla y ella quería saber lo que había sucedido. Y entonces, ella pregunto: qué dijo mi profesor? Y un amigo que conocía al profesor, y que la conocía también a ella (quería ser muy diplomático en la forma en que le decía las cosas) dijo: Él dijo que habías cantado celestialmente. Y ella dijo: Ah, dijo él eso? Sí, le dijo su amigo, eso fue lo que dijo. Y ella dijo: dijo eso con esas palabras? Bueno, eso no fue exactamente lo que él dijo, o mejor dicho, las palabras que él uso, pero eso es lo que quiso decir. Y ella dijo: Yo quiero saber exactamente las palabras que TTB 4842 Página 8 de Programa No. 0876

9 él usó. Qué fue lo que dijo? Dijo él que yo canté celestialmente? Bueno, dijo el amigo él quiso decir eso, pero lo que en realidad dijo fue que tu voz sonaba como un ruido extraterrestre. Amigo oyente, son las palabras de las Escrituras las que son inspiradas. Dios dice: he aquí he puesto mis palabras en tu boca. Y luego, en el versículo 10, dice: 10 Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar. (Jer. 1:10) Se ha detenido usted alguna vez a pensar, amigo oyente, en todos los proyectos gubernamentales que tenían estos reyes de aquel día? Por ejemplo, los reyes Joacim y Joaquín y Sedequías, éstos, todos, tenían ciertos proyectos gubernamentales. Ellos querían mejorar la ciudad de Jerusalén. Ellos querían tratar con la ecología, iban a hacer desaparecer esas villas-miserias; tenían programas para ayudar a los pobres, y tenían toda esa clase de cosas. Y a Jeremías ni siquiera se le prestaba atención en aquellos días. A él, lo ignoraban completamente. Pero ahora, amigo oyente, han pasado casi años; digamos que pasaron años. Podría cualquiera de ustedes mencionar esos proyectos gubernamentales hoy? Me podría decir usted de alguna de las cosas que Sedequías hizo que realmente valiera la pena? Podría usted mencionar cualquier cosa que Joacim y Joaquín hicieron? Amigo oyente, ellos ni siquiera son mencionados. No hicieron nada bueno; y, sin embargo, en aquel día, estaban haciendo lo que todo el mundo pensaba eran las cosas por hacerse, las cosas populares. Sin embargo, este hombre Jeremías era ignorado. Pero, de quién estamos leyendo en el día de hoy? Estamos leyendo, amigo oyente, de Jeremías; estas son las palabras de Dios, amigo oyente. Estas son las cosas que van a sobrevivir; estas cosas van a sobrevivir TTB 4842 Página 9 de Programa No. 0876

10 hoy. Usted y yo estamos sobreviviendo en un mundo donde ya no se escucha a Dios. No se le escucha a Él en nuestras capitales. No se le escucha a Él en las universidades o en los colegios y escuelas hoy. No se está escuchando a Dios en los grupos militares. No se está escuchando a Dios en los grupos científicos. Pero Dios está hablando hoy, amigo oyente, y Su Palabra sobrevivirá. Amigo oyente, tenemos aquí un gran Libro, no le parece? Dios le está diciendo: mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos. Y pobre Jeremías, quiere retirarse antes de tomar ese trabajo. Y en el versículo 11, leemos: 11 La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. (Jer. 1:11) Estas son las cosas que le llamaron a su tarea profética, y ahora Dios le da dos ejemplos tremendos. Primero, lo que vemos aquí en el versículo 11 donde dice: una vara de almendro. El almendro era conocido como despertador o el observador. Era lo primero que florecía en la primavera. Este era en realidad el primer árbol que salía de la larga noche del invierno para florecer en la primavera. Y Jeremías tenía que ser como un reloj despertador, el que debía despertar a la gente. Él los iba a despertar. Pero a la gente no le gustaba ser despertada, por supuesto. Nadie que esté dormido quiere despertarse. Y un reloj despertador es una de las cosas menos populares en este mundo. A mí, por ejemplo, no me gusta escucharlo por la mañana. Y hay personas que hasta los arrojan contra la pared. El reloj despertador no es algo muy popular. Y aquí se le dice a este hombre que eso es lo que él va a hacer. Él va a ser considerado un despertador. Y entonces, leemos aquí en el versículo 12: 12 Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra. (Jer. 1:12) TTB 4842 Página 10 de Programa No. 0876

11 Dios está diciendo: Yo te daré palabras que los harán despertar. Él los va a sacudir, amigo oyente, y por cierto que lo hizo; y en el versículo 13, leemos: 13 Vino a mí la palabra de Jehová por segunda vez, diciendo: Qué ves tú? Y dije: Veo una olla que hierve; y su faz está hacia el norte. (Jer. 1:13) Bien, qué es esa olla que hierve? Bueno, Egipto y Siria ya no eran un peligro para el reino sureño de Judá, pero alrededor de esa media luna fértil, en el norte, había una olla que hierve; el poder de Babilonia que se estaba levantando, que eventualmente llegó a destruir la nación. Y este hombre Jeremías tiene que advertirle constantemente a esta gente, de lo que iba a suceder con la nación. Luego, dice en los versículos 14 y 15, de este capítulo 1: 14 Me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra. 15 Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y contra todas las ciudades de Judá. (Jer. 1: 14-15) Amigo oyente, un siglo antes Dios había librado a Jerusalén. Y ahora, los profetas falsos están yendo de un lugar a otro diciendo que Dios va a hacer esto nuevamente. En esta época los profetas del pasado, ya habían desaparecido. Oseas, Joel, Amós, Miqueas y Nahum, todos ellos eran contemporáneos con Isaías, y han desaparecido de la escena. Pensamos que Sofonías y Habacuc todavía estaban viviendo; y Ezequiel y Abdías, ellos eran contemporáneos, pero no van a profetizar hasta que este pueblo llegue a la cautividad en Babilonia, en los ríos de Babilonia, en los canales de ese lugar. Y Daniel, es quien profetizará más adelante; así es que, ese hombre aquí está completamente sólo, y tiene que pronunciar estos juicios que caerán sobre esta nación. TTB 4842 Página 11 de Programa No. 0876

12 Ahora, cuál será la reacción a todo esto? Leamos el versículo 19: 19 Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte. (Jer. 1:19) Sigue adelante Jeremías. Ellos te van a resistir. Ellos no querrán escuchar tu mensaje, pero tú tienes que presentar el mensaje. Y, amigo oyente, ese es nuestro trabajo hoy. Este capítulo que tenemos ante nosotros es algo tremendo, no le parece? Y vamos a detenernos aquí por hoy. Será hasta nuestro próximo programa, es nuestra oración que el Señor derrame sobre usted Sus incontables bendiciones! TTB 4842 Página 12 de Programa No. 0876