Llámame pequeña y hazme sentir grande

Transcripción

1 Llámame pequeña y hazme sentir grande Por Adriana Aparicio Sarmiento 7 de septiembre de 2012 Acabo de comenzar el instituto. Lleno de gritos, silbidos, deportistas, animadoras Todo tipo de personajes, a los que no me gustaría describir. Por lo menos, hoy, he pasado totalmente desapercibida. Es lo bueno de llegar el primer día, demasiada gente nueva como para presentar a todos, así que simplemente intentas tener cierta reputación, solo si quieres, claro. Por lo demás, no le encuentro nada bueno. Y quién sí?, pues aquellos que tienen la llamada popularidad, a los que les conviene ir al instituto para demostrar lo geniales que son. No, no tienen suficiente con hacer sentirse mal a los nuevos, además se tienen que creer mucho más superiores. Y, lo más impresionante de todo esto, es que se sienten felices de serlo, y nunca se arrepienten de nada. Espero que mañana sea igual de invisible y ellos, igual de populares. Si nada se sale de lo habitual, que no creo. 10 de septiembre de 2012 Hoy no ha sido como esperaba. Por mala suerte, un profesor, que el pobre solo quiere caer bien, me ha presentado ante toda la clase, y ya solo por eso, le he lanzado una mirada furiosa. Tras el gesto, solo se le ocurre decir pequeña pero matona, verdad, Cris? Si antes me había dado algo de pena, ahora ya no se lo merecía. Ya, pensaba que lo malo había pasado. Pero, no, no le valía con molestar levemente, sino que tenía que meter la pata hasta el fondo. Después de la humillante presentación, me senté lo más lejos de él, donde, gracias a Dios, apenas había alumnos a mi alrededor. De poco me sirvió. Una única pregunta que hace, a la que yo no presto ni un ápice de atención. Una mirada. Dirigida a mí. El tiempo pasa y yo solo consigo balbucear palabras sin sentido. Toda la clase girada hacía mí. Expectantes. No puedo más. Por fin, el profesor, del que ya ni recuerdo el nombre, entiende que no sé la respuesta. Suspiro aliviada, pero esperando a las risas de los demás, que efectivamente, no tardan en llegar. Carcajadas, gritos...

2 Solo unos pocos no se reían, en concreto, cuatro. Me he esforzado por saber sus nombres. Álex, Carla, Paula y Alan. Me ha sorprendido bastante, por no decir mucho, su reacción. Me alegro de que haya gente que respete, un mínimo, a los demás. Tengo la esperanza de que existan personas, aunque solo sean cuatro, que puedan llegar a convertirse en mis amigos, por muy remoto que sea. Voy a dormir con una sonrisa pintada en la boca, cosa que hacía tiempo que no tenía, aunque fuera corta y muy pequeña, como yo. 11 de septiembre de 2012 Por primera vez, me siento feliz desde mi llegada aquí. Esos cuatro que no se rieron. Los que no me importaba que fueran mis amigos Me habían acompañado! El caso es que, en las primeras clases había pasado desapercibida, sin ningún problema. En el recreo, se me acercaron Carla y Paula con unas sonrisas enormes, posiblemente, muy diferentes a la mía de anoche. Me preguntaron si quería estar con ellas, y con Alan y Álex, porque les parecía que todos nos merecíamos una oportunidad para adaptarnos. No me resistí mucho, era una oportunidad que no podía desaprovechar. Yo no iba a pensar en su popularidad, sino, en su generosidad. Me pareció un gesto bonito por su parte. Lo pasé bien. No es que participara en la animada conversación que tenían, pero me hacían gracia sus comentarios, me devolvían algo de alegría, ya que desde el verano, no había habido ninguna alegría en mi vida. Al acabar las clases, Alan y yo teníamos el mismo camino, así que me acompañó a casa, muy caballerosamente, y se despidió con una sonrisa. Al volver a casa me encerré en mi habitación y no he salido aún. He saltado, reído, llorado, escuchado música, cantado Y he recordado buenos momentos de mi vida. No, no he tardado mucho tiempo en recordarlos todos, porque no son muchos, pero todos ellos, son verdaderamente felices. Este día se unirá a la caja de Recuerdos de Cris, bastante vacía, de momento. Bueno, ahora que estoy menos sola, me doy cuenta de la soledad que he tenido durante un largo tiempo. Me conviene relacionarme con la gente, acostumbrarme a ellos, pero no demasiado. No quiero encariñarme, porque luego me pueden clavar un puñal por la espalda. No permitiré que vuelva a ocurrir lo del anterior instituto. Esta vez, saldrá bien supongo, claro.

3 12 de septiembre de 2012 Hoy me he levantado con fiebre, y dado que a poca gente le importa --en otros casos habría dicho que a nadie, pero parece que sí que importo un poco-- decido quedarme en casa a escribir más aquí, porque aún no he contado por qué vine a este instituto, ni por qué me siento tan digamos desdichada. Bueno, empiezo. Por raro que parezca, todo empezó en un día concreto: el primer día de clase tras la graduación de Blanca, mi hermana. Ella siempre me había protegido de cualquier matón, o dicho de otra forma, popular. Pero en cuanto se fue ella, tenía siempre la misma rutina: llegaba a clase, me sentaba al final de la clase, esperaba que no hubiese excesivas risas y volvía a casa; siempre sola. Pero, en los últimos días, la cosa empeoró cuando esas risas se convirtieron en empujones, burlas en la calle, en todos los sitios en los que me veían. Yo no le había puesto un nombre, pero imagino que era bullyng, porque incluso llegaron a pegarme. Por eso, mi madre supo lo que ocurría y, en cuanto acabó el colegio, nos cambiamos de ciudad. Recordando esto, he recapacitado. Aquí estoy feliz, por lo que el destino igual ha querido darme un respiro. Tras un buen rato leyendo me ha enviado un mensaje Paula, preguntando que si estaba bien y si quería salir con ellos. Le contesté que bien y que no, aunque sinceramente ya no me dolía la cabeza y me apetecía, pero creo que realmente me invitan por cortesía. Al irme a la cama me he tropezado y se ha caído un álbum de fotos. No me acordaba de él. Lo he ojeado con curiosidad. Es el anuario. Me fijo en mis fotos, en los primeros cursos, con una sonrisa, aunque apartada del grupo; pero en el último curso, mi cara es de total amargura, tristeza, pena Sobre todo, sufrimiento. Hoy no me voy feliz a dormir, creo que la noche estará plagada de pesadillas. 13 de septiembre de 2012 En cuanto he entrado, han venido a mi encuentro Paula, Carla, Álex y Alan, con la preocupación dibujada en la cara. Me han hecho un montón de preguntas. Me gusta que se preocupen por mí, es decir, no quiero que estén preocupados, pero eso me demuestra que me tienen en cuenta.

4 La mañana transcurre sin incidentes, gracias a Dios. Al salir de clase, quedan los cuatro, y está vez acepto. A las 5 ya están todos, damos un largo paseo, y vamos al cine. La película que vemos se titula Hotel Rwanda. Me ha impactado mucho. Trata sobre un pueblo africano que está en guerra y que hay dos tribus. Una de las tribus casi extermina a la otra y una familia, en la que se juntan las dos tribus, intenta salir de allí a la vez que mantener el hotel que tienen. Ahora creo que voy poco a poco abriendo los ojos, dándome cuenta que realmente sí que soy afortunada por no tener que vivir una situación así. Los demás están pensativos, aunque siguen con su alegría natural. Nos despedimos, pues mañana aún hay clase. No quiero que llegue mañana. Por qué? Bueno, estoy cansada, ya lo explicaré. No tengo ganas de nada. 14 de septiembre de 2012 Vale, lo explico Hoy es 14/09/2012, es decir, mi decimoquinto cumpleaños. Por qué es un asco? Porque nadie me conoce, nadie me va a felicitar. Y mi madre está de viaje, mi hermana en el extranjero Llego al instituto tarde, pero me da igual. Será mi regalo. El único. O eso es lo que creía yo. Llega la clase de matemáticas. El profesor es odioso, el que me humilló por primera vez. Por fin he sabido su nombre, Roberto, y creo que lo voy a recordar siempre, porque ha dicho en cuanto he entrado: Felicidades Cristina! y así se ha enterado toda la clase, y todos me han felicitado. TODOS. Y yo he sonreído tanto que pensaba que no iba a volver a estar triste, lo pensaba pero sé que siempre hay momentos malos. Al salir de clase, me han acompañado los cuatro a casa, pidiendo perdón por no haberme felicitado antes. Me felicitan diciendo Feliz cumpleaños, pequeña! Pero por primera vez, no me ha molestado que me llamaran pequeña, es más, por la forma que lo han dicho me han hecho sentir grande. Me dicen que me van a recoger a las 8 y se van. Busco algo bonito que ponerme y, cuando llaman, salgo de casa. No sabía a dónde me llevaban. Me sorprendió que fuéramos a casa de Paula, que era enorme. Cuando entré, estaba todo el mundo. Y yo que creía que no estaría más feliz que a la mañana. Me lo he pasado genial. No he

5 necesitado ser popular para tener unos amigos tan fantásticos ni un cumpleaños casi perfecto. Digo casi, porque la perfección no existe. O, por lo menos, eso es lo que dicen. Bailo y sobre todo, me divierto como nunca. Cuando llego a casa, es bastante tarde pero no tengo sueño. Ha sido un gran regalo esa fiesta. Y, eso, me ha ayudado a tomar una decisión. No voy a volver a escribir este diario, por el momento. Lo empecé a escribir porque sabía que iba a ser un año duro, y solitario. Pero creo que durante este tiempo no voy a estar sola. Y, el día que lo esté, ya volveré a escribir. Por el momento, lo dejo a un lado y disfruto de la vida, que solo hay una. Bola de cristal