SACROSANCTUM CONCILIUM

Transcripción

1 ANIVERSARIOS DE LA SACROSANCTUM CONCILIUM COLECCIÓN MANANTIAL LITÚRGICO 9

2 Índice Introducción Paulo VI, Motu proprio Sacram Liturgiam Inter œcumenici Tres abhinc annos Liturgicæ instaurationes Varietates legitimæ Liturgiam authenticam

3 INTRODUCCIÓN Hemos dado a este Cuaderno el título de La gradual renovación litúrgica para expresar, de un modo sucinto, cómo la reforma promovida por la Constitución Sacrosanctum Concilium, del Vaticano II, dada su complejidad y amplitud, se fue realizando a través de diversas etapas. Etapas que, en buena medida, tuvieron momentos muy significativos en la aplicación de las diversas Instrucciones que fueron concretando sobre todo en los primeros años postconciliares y sin tener que esperar la edición de los nuevos libros litúrgicos la entrada en vigor de las disposiciones conciliares. Junto a esta característica la de una gradual aplicación es bueno recordar otra característica significativa de la reforma: la prontitud con la que se quiso que se llevara a cabo. Se tuvo un interés particular en que la reforma no tuviera un largo compás de espera, para que no quedaran como adormecidas las expectativas que había suscitado la promulgación de la Constitución conciliar sobre la sagrada liturgia. No podía quedar en un compás de espera un documento que, si bien estaba orientado a la reforma y al fomento de la liturgia, lo estaba y tenía como objetivo acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a 5

4 Sacrosanctum Concilium todos los hombres al seno de la Iglesia (Sacrosanctum Concilium, n. 1). Por ello su aplicación no se hizo esperar. Casi puede decirse que fue inmediata. Al menos en todos aquellos aspectos que no precisaban de una particular dilación. Buena muestra de esta voluntad fue que, un mes largo después de promulgada la Sacrosanctum Concilium, recordemos que lo que fue el 4 de diciembre de 1963, el Papa Pablo VI, con fecha de 25 de enero de 1964, publicaba el motu proprio Sacram liturgiam por el que establecía que determinadas prescripciones de la Constitución sobre liturgia entraran ya en vigor: para que los fieles no se vieran privados por más tiempo de los frutos de gracia que de ellas (las normas de la Constitución) esperan. Entre estas disposiciones que debían empezar a llevarse a la práctica se encontraban la enseñanza de la liturgia en los Seminarios, en las casas de formación de los religiosos y en las Facultades Teológicas, la creación de las Comisiones que en las diócesis debían ocuparse de la aplicación de la reforma litúrgica, la prescripción de la homilía en la misa de los domingos y días festivos, así como diversas normas relativas a la recitación del Oficio divino. Por la significación de este motu proprio que en muchas ediciones de la Sacrosanctum Concilium se publicó casi como apéndice de la misma, lo publicamos también en este Cuaderno como documento previo al conjunto de las Instrucciones que luego fueron jalonando los pasos de la reforma litúrgica de nuestros días. La primera de las Instrucciones para aplicar la Constitución, con el título Inter Œcumenici, fue publicada conjuntamente por la Sagrada Congregación de Ritos y el Consilium con fecha de 26 de septiembre de 1964, antes de haberse cumplido el primer aniversario de la promulgación de la Constitución. Suponía la concreción de 6

5 Introducción muchas normas generales, sobre todo en relación a la formación litúrgica y a la autoridad de los obispos en materia litúrgica, así como la determinación de muchas modificaciones relativas a la liturgia eucarística, a la de los demás sacramentos, al Oficio divino y a la construcción de iglesias y altares. Significó también un paso adelante importante en lo referente a la traducción de los textos litúrgicos y al uso de la lengua vernácula en la liturgia. Su entrada en vigor, el 7 de marzo de 1965, supuso sin duda dar una nueva fisonomía al conjunto de las celebraciones litúrgicas. Al recordar esto, es preciso recordar igualmente que, para no caer en un practicismo anecdótico, en los primeros párrafos de la Instrucción se señalaba muy claramente que lo que se establece que ha de ponerse en práctica inmediatamente, no tiene otro fin que procurar que la liturgia responda cada vez mejor a la intención del Concilio de promover la participación activa de los fieles (n. 4). Y más adelante se decía: Es indispensable que todos estén persuadidos de que el objetivo de la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la sagrada liturgia no es solamente cambiar unos ritos y textos litúrgicos, sino más bien promover una educación de los fieles y una acción pastoral que tengan la sagrada liturgia como su cumbre y su fuente (n. 5). Si fue importante entonces recordar estos objetivos, no es menos importante volverlos a recordar ahora. Tres años más tarde, con un título que así lo evoca, Tres abhinc annos, la Congregación y el Consilium publicaban una segunda Instrucción, con fecha de 4 de mayo de Un texto relativamente breve en el que se constataba que se habían comenzado a recoger abundantes frutos, que confirmaban que la participación de los fieles en la sagrada liturgia, y en particular en el santo sacrificio de la Misa, había aumentado en todas partes, haciéndose más conscien- 7

6 Sacrosanctum Concilium te y activa. Con el fin de fomentar aún más esta participación se vuelve así a tener presente el objetivo básico de la reforma la Instrucción fija nuevas adaptaciones y modificaciones referentes a la celebración eucarística, a los ornamentos litúrgicos y a la ampliación del uso de la lengua vernácula. El 5 de septiembre de 1970, la Congregación para el Culto Divino publicó la tercera Instrucción. El título, Liturgicæ instaurationes, es indicativo del propósito de invitar a hacer una reflexión y un primer balance sobre lo que había supuesto la realización de la reforma litúrgica después de seis años de haberse iniciado y cuando ya se empezaba a disponer de los nuevos libros litúrgicos: especialmente del nuevo Ordo Missæ (6.IV.1969), de la Ordenación de las Lecturas de la Misa (25.V.1969), de diversos rituales y, desde hacía poco tiempo, de la nueva edición típica del Misal Romano (26.III.1970). La Instrucción insiste en el papel de la autoridad episcopal en materia litúrgica, pues a ella corresponde moderar, dirigir, estimular, corregir en algunos casos e iluminar siempre la realización de una sana renovación. A partir de ahí, se recuerdan diversos principios y orientaciones que determinan el alcance y los límites de la reforma. El documento, por otra parte, deja entrever entre líneas que, en diversos casos, se había ido demasiado lejos en las experimentaciones, en la simplificación de los ritos y en la iniciativa privada. La Instrucción no deja de ser un toque de atención para que vuelvan a su cauce las aguas de la renovación, a fin de que todos, con el ejemplo de los pastores, sigan con generosa fidelidad las normas y mandatos de la Iglesia y renunciando, con espíritu de fe, a inclinarse a lo particular y gustos personales. En una línea y con un contenido muy diversos de las Instrucciones que determinaron el ritmo y la gradualidad de 8

7 Introducción los primeros años de la reforma litúrgica del Vaticano II, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó dos Instrucciones más con vistas a la recta aplicación de la Sacrosanctum Concilium. Estas Instrucciones se ciñen a temas específicos y desarrollan algunos números concretos de la Constitución. En este contexto, la cuarta Instrucción, Varietates legitimæ, de 25 de enero de 1994, presenta ampliamente las normas y el itinerario a seguir para adaptar la liturgia de rito romano a la mentalidad y tradiciones de los pueblos. Es un texto que, al mismo tiempo que traza el proceso deseado de la inculturación litúrgica, nos lleva a recordar los aspectos básicos de la naturaleza de la misma liturgia. La quinta y última Instrucción, de 20 de marzo de 2001, bajo el título de Liturgiam authenticam, trata de manera exhaustiva y detallada acerca de cuanto se refiere a la traducción y edición de los libros litúrgicos en las lenguas vernáculas. Dado que es un tema con un objetivo muy particular, aquí no ofrecemos al igual que las restantes el texto entero de la Instrucción, sino el resumen que de la misma facilitó la Congregación al presentar públicamente el documento. Disponer, en un mismo Cuaderno, de los textos de este conjunto de Instrucciones puede sernos útil, no sólo para recordar los pasos graduales de la reforma sino también para revivir el espíritu con el que se ha ido llevando a cabo y con el que se debe trabajar al ir cultivando, día a día, el campo de la pastoral litúrgica. J. U. 9