DEL CHE NO SE PODRÁ HABLAR NUNCA EN PASADO Bolívar Echeverría y Fidel Castro

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Transcripción:

DEL CHE NO SE PODRÁ HABLAR NUNCA EN PASADO Bolívar Echeverría y Fidel Castro Ernesto Che Guevara: Hasta la victoria, siempre Por Bolívar Echeverría (1968) * El presente texto fue escrito en alemán por Bolívar Echeverría como introducción a una biografía del Che Guevara, la primera publicada en Alemania, bajo el título Ernesto Che Guevara. Hasta la victoria siempre, Peter Maikowski Verlag, Berlin 1968. Traducido al castellano por Javier Sigüenza, fue publicado en Calibán. Revista de antropofagia cultural, año 0, # 1, México 2013, y más tarde en la web Bolívar * Podríamos mejor preguntarnos: quién liquidó su ser físico? porque la vida de los hombres como él tiene su más allá en el pueblo; no acaba mientras éste no lo ordene. (Che Guevara sobre Camilo Cienfuegos)...La próxima vez enviaré un llamamiento, un periódico y unas minas que estamos preparando ahora mismo. 9 de noviembre de 1957. Che. Los revolucionarios de América Latina y de todo el mundo no recibirán más mensajes como éste recordemos, uno de ellos fue la proclama de la Tricontinental: si dos, tres, muchos Vietnam florecieran en la superficie del globo... porque el hombre que lo escribió, el comandante Che Guevara, está muerto. Cayó herido en la lucha, en una de las tantas que emprendió. Después lo asesinaron, descuartizaron su cadáver, lo enterraron y luego lo desenterraron, para quemarlo y volverlo a enterrar. Finalmente lo desaparecieron. Rompieron el complejo equilibrio de los minerales que permanecían unidos en su cuerpo. Ese peculiar ejemplo, esa particular iniciativa ha cesado de existir, ese hombre con su nombre y su apellido podía responder a las exigencias concretas de los movimientos revolucionarios latinoamericanos y ellos lo convirtieron en el personaje histórico del Che Guevara. Ernesto Guevara está muerto y su muerte debilita la revolución.

Quién podría negar el golpe que significa para el movimiento revolucionario la muerte del comandante Guevara, el hecho de no poder contar más con su experiencia, su inspiración, con la fuerza de su prestigio, que infundían miedo en los reaccionarios. Ha sido un golpe muy duro... Ha sido un golpe muy duro contra la revolución. Lo es, pero únicamente en la medida en que los disparos del imperialismo contra el cuerpo del comandante Guevara pudieran destruir la vida histórica del Che. Creer que eso fue realmente posible, que lo han logrado, creer que con su existencia física han eliminado sus pensamientos, sus ideas, su moral, su ejemplo, es un error del enemigo imperialista. La muerte del comandante Guevara confronta una vez más la razón dialéctica con la razón burguesa, en la que sólo existe una única empresa humana, en la que sólo caben materiales naturales y pasivos. Sólo ese aparato apologético, explicativo puede considerar la muerte de un hombre como la destrucción total de la fuente puntual de energía, como la total detención de los mecanismos que conservan su impulso. Para el imperialismo y sus representantes locales, que se sirven de esa razón analítica sin siquiera saberlo, el episodio revolucionario que inició en Ñancahuazú sólo es comprensible como un complot organizado por el médico argentino Ernesto Guevara. Ellos se jactan de haber matado a ese agente comunista, se enorgullecen de haber acabado con la fuente de subversión. A diferencia de esa razón mecánica, para la razón dialéctica del proletariado revolucionario que concibe la actividad individual esencialmente en relación con la materialidad mediadora de las fuerzas productivas y con la dinámica autónoma que socializa cada acción humana la muerte de un individuo cobra sentido en virtud tanto de la función que ejerce como persona en el proyecto social con el que colabora, como de la relevancia que tiene el móvil de su muerte para las posibilidades materiales de realización de tal proyecto. Para los revolucionarios comunistas de América Latina, que reinventan la teoría marxista conscientemente y por necesidad práctica, la pérdida del comandante Che Guevara no cancela la influencia que su persona ejerce en el corazón del movimiento revolucionario, sino que la transforma, la materializa. En todo caso, las circunstancias de su muerte no invalidan la obra revolucionaria que él contribuyó a dirigir (la formación de un frente popular anticapitalista y antiimperialista, un frente de liberación continental), sino que la confirman. Para los comunistas revolucionarios de América Latina, la muerte del comandante es un golpe fortuito del enemigo imperialista, una ventaja casual al comienzo de la guerra ( casual porque no aprovecha ninguna debilidad especifica de la guerrilla). Para ellos, la actualidad histórica del Che persiste más allá de su presencia física: los mercenarios del imperialismo le apuntaron a la primera, pero sus disparos alcanzaron únicamente a la segunda. El Che sigue presente y los hace víctimas de su última y más grande ironía. Sobre cada muro de las ciudades y en cada cerca de los pueblos de América Latina, la gente pinta en letras rojas: El Che vive. Y quienes lo pintan no creen más que en la vida terrenal y material. A qué vida se refieren? Cómo puede el Che vivir después de su muerte? Del Che no se podrá hablar nunca en pasado, dijo Fidel. La actualidad histórica de su persona permanece en el movimiento revolucionario latinoamericano. La actividad del Che fue cesada en su desarrollo individual, pero sigue vigente en la colectividad proletaria, sigue siendo efectiva tanto en la obra revolucionaria como en el propio sujeto de la revolución: en la primera como eficiencia de todos los instrumentos revolucionarios teóricos y prácticos por igual, en cuya construcción tiene una función de primer orden; en la segunda, como elemento que cristaliza la confianza del pueblo

sobre en sus propias capacidades revolucionarias, como ejemplo, como muestra o modelo de la posibilidad de ser un revolucionario, como reto de la voluntad revolucionaria. Cuál es su actualidad en la obra revolucionaria? En los últimos años, muchos focos guerrilleros latinoamericanos fueron derrotadas; a otros no los han vencido y se hacen más poderosos, aunque también tuvieron que enfrentar grandes dificultades, y los triunfos que han conseguido en el terreno militar no son tan grandes como se esperaba. Sin embargo, los imperialistas no se han atrevido ni una sola vez a declarar vencido el movimiento guerrillero. Por el contrario, se habla sobre la guerrilla como una permanente amenaza que pende sobre el continente. Se espera que reaparezca en el momento y el lugar menos esperados. Las fuerzas de la represión se preparan. Con razón, pues la revolución latinoamericana pronto habrá aprendido las lecciones de su propio 1905. Los revolucionarios latinoamericanos han intentado guiar la guerrilla, pero los dolorosos fracasos les enseñaron que se trata de un instrumento cuyas posibilidades presuponen algo más que iniciativa y coraje. Leyeron en el Che que la guerra de guerrillas no es una receta, sino un método, y por ello se debe entender cómo desplegarla y realizarla. Redescubrieron a ese Che cuya validez crece y se profundiza. Antes sólo lo citaban; hoy, en cambio, lo piensan. Piensan a partir de él, de los principios de su acción, de los puntos de ruptura, de los pensamientos que le dieron origen. En éstos perdura la actualidad objetiva del Che, cuya validez muestran y desarrollan. La teoría de la guerrilla latinoamericana, que inició con el Che, parte de una constatación: En América Latina están dadas las condiciones objetivas para la revolución social. Inicialmente esa afirmación no fue resultado de una investigación científica. Por ello se limita a expresar una experiencia histórica: la de la revolución cubana que sin haberse propuesto desde el inicio realizar transformaciones socialistas, descubrió que no sólo era posible, sino también necesario para lograr los fines democráticos, nacionales e igualitarios que al inicio se habían planteado para responder a las reivindicaciones económicas, sociales y políticas de la clase en la que se había apoyado a lo largo de su lucha. La exclamación En América Latina es posible la revolución socialista! la hizo alguien que aprehendió este hecho en la praxis, no alguien que lo dedujo repentinamente. Sin embargo, en el contexto político de América Latina, ese descubrimiento fue el inicio de la revolución en la revolución. Esta lección, que el Che extrae de la revolución cubana, lleva implícita una crítica radical a la línea del partido, que pretendía luchar por la revolución y el socialismo. Demuestra que la acción revolucionaria ya traspasó los estrechos límites en los que estaba encerrada la teoría de la revolución. Toma en cuenta las fuerzas sociales y posibilidades políticas que el partido tendría que haber considerado si interpretara y expresara los intereses de clase que dice representar. La actualidad política del Che del personaje histórico que la revolución cubana hizo de Ernesto Guevara descansa en la validez de su radical reformulación de la estrategia revolucionaria latinoamericana, que siempre tuvo la tendencia socialista del movimiento popular continental. Se trata de una reformulación que cuestiona su postulado central y así reorienta la postura de facto de la política comunista tradicional: La idea de la revolución proletaria deberá retomarse en un etapa posterior de la historia de América Latina; las perspectivas inmediatas son las de una transformación antifeudal y antiimperialista; las fuerzas populares deben trabajar junto con la burguesía para consolidar

la vida democrática, defender los intereses económicos y políticos de la clase trabajadora y preparar las condiciones de una verdadera revolución socialista. La afirmación central de la teoría guerrillera cuestiona ciertos presupuestos teóricos de primer orden, presentados como desarrollos ortodoxos y creativos del socialismo científico. Al intentar definir el carácter socialista de la revolución latinoamericana, la política de la guerrilla debe presentar nuevas soluciones para un conjunto de cuestiones estratégicas fundamentales. Cuál es el terreno propicio para llevar a cabo una primera etapa de la revolución armada en América Latina? Cuál es el mayor enemigo de los intereses revolucionarios del proletariado latinoamericano? Cuál es el enemigo inmediato? Cuáles son los posibles aliados del movimiento revolucionario? Qué duración y qué características es probables que tenga la lucha revolucionaria en América Latina? Cómo se debe preparar el uso de la fuerza revolucionaria para el futuro? Estas cuestiones implican al mismo tiempo algunas características teóricas generales: Qué relación existe entre la explotación neocolonial de la economía nacional a través de la economía de las metrópolis y la explotación local de los trabajadores a través de la clase nacional gobernante? Cómo se puede determinar qué es una clase en el contexto neocolonial en América Latina? Cómo se distribuyen entre las clases latinoamericanas las funciones revolucionarias y contrarrevolucionarias, determinadas por la estructura económica neocolonial? Qué relación existe en la situación latinoamericana entre la lucha revolucionaria local y las luchas de liberación nacional? Qué relación existe entre la lucha revolucionaria local, la continental y la lucha revolucionaria internacional? Sólo una teoría del imperialismo como estructura que opera a nivel mundial, y no como una característica externa e inesencial de la forma de producción nacional capitalista, será capaz de responder, en un sentido científico y marxista, las preguntas que ha planteado la teoría de la guerrilla latinoamericana. Múltiples aspectos de la teoría han sido ya aclarados y el Che ha contribuido a ello no sólo con la efectividad de su pensamiento crítico, sino también con la formulación de algunos argumentos decisivos: En la América subdesarrollada, el campo debe ser el terreno primordial para la lucha armada. La clase trabajadora del campo es la fuerza más revolucionaria, por la situación social explosiva en la cual se encuentra. Porque en el campo se hace más fuerte e intensa la alianza entre los explotadores locales y los extranjeros. La clase trabajadora del campo construye el gran frente de liberación del futuro. Los burgueses nacionalistas no serán capaces de pelear contra el imperialismo porque permanecen indisolublemente unidos a él: Aquellos correrán la misma suerte que éste. Estas afirmaciones centrales del Che matizadas, ampliadas y sistematizadas han llegado a formar parte de la nueva teoría que están desarrollando los comunistas revolucionarios en América Latina, en colaboración, aunque todavía no tan estrecha como sería deseable, con sus camaradas de las ciudades. Cuando estas afirmaciones se integran en la propuesta crítica de la teoría guerrillera en contra de los postulados de la vieja estrategia comunista, se muestra que la tesis reformista que afirma que la historia de América Latina se encuentra entre la edad media y la época burguesa porque su subdesarrollo proviene del dualismo de su forma de producción, es decir, de su carácter feudal y burgués; que su clase trabajadora todavía no se ha conformado plenamente ; que los intereses de la burguesía nacional son antiimperialistas, y que la perspectiva revolucionaria planeada se completa con la revolución democrática burguesa es falsa e implica una subordinación del marxismo a la ideología liberal burguesa. América Latina no puede entrar en

una época burguesa, porque se encuentra en ella desde la colonia ibérica, y su subdesarrollo no proviene de su permanencia en un modo de producción precapitalista, ni tampoco de la falta de madurez de su capitalismo nativo, sino de la deformación estructural de su economía colonial y neocolonial, que es la causa de su orientación funcional hacia el exterior, subordinada y especializada, impuesta a través del desarrollo del capitalismo de la metrópoli y del sistema autodestructivo de la producción imperialista. Dada la función dependiente del modo de producción, que la burguesía nacional posee y controla a medias, los intereses de ésta coinciden en lo esencial y la revolución es esencial con los intereses de la burguesía extranjera monopolista. El proletariado latinoamericano no se puede describir como una copia incompleta del proletariado europeo del siglo pasado. Su función revolucionaria se concentrará en el campo (aunque en algunos casos se encontrará sobre todo en las ciudades), allí donde el desperdicio de la fuerza productiva humana hunde la posibilidad de desarrollo de la economía neocolonial; las repúblicas latinoamericanas oligárquicas y dependientes son el resultado mil veces perfeccionado de la frustración de la revolución democrática burguesa de hace ya cientos de años. La perspectiva del movimiento popular latinoamericano no puede ser otra que la revolución social. La nueva teoría del imperialismo parte de la experiencia crítica (es decir, no de la asignatura de las ciencias sociales, sino de las lecciones de una revolución antiimperialista), formulada históricamente por el Che Guevara. Se desarrolla impulsada por las necesidades teóricas de la revolución mundial coordinada, cuya posibilidad ya no parece ser cosa del próximo siglo. No siempre hay que esperar que todas las condiciones para la revolución estén dadas, el foco guerrillero las puede crear. Esta es la segunda lección que extrajo el comandante Che Guevara de la revolución cubana. En ella se encuentra la actualidad objetiva del Che para los nuevos comunistas de América Latina: el leitmotiv de su praxis política como vanguardia revolucionaria. Así lo entiende sobre todo Fidel, cuando afirma que el Che llevó la idea del marxismo-leninismo a su más fresca, razonable y revolucionaria expresión. Afirmar que las condiciones de posibilidad de la revolución pueden ser construidas a través del mismo levantamiento revolucionario implica la necesidad de una revolución en la revolución. Significa interpretar la máxima leninista introducir la conciencia socialista en la lucha de los trabajadores y acelerar el proceso de la lucha de clases de una forma totalmente distinta a la de los partidos comunistas tradicionales. Significa confrontar la línea tradicional del comunismo con una estrategia revolucionaria de perspectivas y tareas totalmente nuevas. Significa exigir al partido comunista propio y a cada uno de sus integrantes que se transformen radicalmente o que dejen el camino libre para conformar un nuevo partido y luchadores adecuados a las nuevas necesidades de la lucha política, totalmente distintas de las reconocidas hasta ahora. La política reformista, legalista y dependiente del pseudocomunismo latinoamericano basado en los supuestos de que el proletariado todavía no ha madurado y que ha de esperarse el turno de la burguesía nacional ha consistido principalmente en defender los derechos de los trabajadores por la vía parlamentaria y cuidar la conciencia socialista mediante la propaganda discursiva y la lucha sindical. La estrategia guerrillera rompe completamente con ello. Basándose en la experiencia de que existe una nueva forma del proletariado en América Latina, cuya madurez tiene que ser conquistada y no esperada, y de que la revolución social es posible y necesaria, esta estrategia dirige las fuerzas revolucionarias con una política del levantamiento armado que supera en amplitud y profundidad a la política

comunista tradicional y que asigna nuevas funciones a las tareas válidas que se había propuesto. A diferencia del método importado, consolidado y abstracto de una política de masas, sin ninguna posibilidad ni independencia de objetivos, la estrategia de la guerrilla actualiza la tradición de lucha bolchevique y ofrece en palabras concretas respuestas claras a las tareas planteadas por el leninismo, así como un método más adecuado para dirigir y desarrollar la conciencia socialista en la lucha del proletariado. El socialismo científico no es un fruto espontáneo o natural del proletariado. Es, por el contrario, el producto, mediado por su acción histórica, de la disolución práctica del orden burgués del mundo (Marx). Su actualidad crítica carcome el aparato cultural de la clase burguesa, y la intensificación que suscita proletariza la parte más consecuente de la casta intelectual, que tiene la tarea de mantener intacta la sociedad burguesa. El socialismo científico es resultado tanto de la proletarización de algunos intelectuales burgueses, como de la enorme labor que realizan para reorientar la forma de trabajo del aparato científico contra el fin ideológico para el que fue construido y en el que funciona casi automáticamente. Lo mismo ocurre con el socialismo político, cuyos portadores son los miembros más importantes del foco rebelde incial. La vida del comandante Guevara es un ejemplo sobresaliente. La rebeldía, el romanticismo (en un sentido estricto, no en el de una novela banal) y la aventura el pecado original, según la opinión de los pseudocomunistas que caracterizan su juventud fueron resultado de una proletarización ética. Fueron así mismo el resultado del fracaso general de un sistema de hábitos políticos y sociales los de esa clase gobernante y opresora que neutraliza su fracaso en una vida provinciana y mediocre en nuestros países neocoloniales y del intento del joven Guevara, distinguido miembro de la pequeña aristocracia, de volverse contra ese sistema y de buscar en sí mismo aquel hombre legendario de las pampas y de las cordilleras de América que vislumbró en sí y en los otros que eran como él. El comunista Che Guevara se forma practicando la rebelión en Perú, en Guatemala, en México. La revolución cubana es la culminación de ese proceso: ella lo nombró comandante revolucionario y construyó con él la persona del Che. El socialismo llega al proletariado desde afuera, en los elementos proletarizantes que la sociedad burguesa mantiene mayormente en secreto. Pero sólo el proletariado dispone de un instinto de clase capaz de hacer del socialismo una fuerza productiva: la conciencia revolucionaria. La primera y más importante labor que plantea la estrategia de la guerrilla es despertar una fuerza productiva, catalizar la cristalización de la conciencia revolucionaria. Se trata de convencer, de dirigirse al proletariado y llegar a ser escuchado, de formar a las masas en el socialismo. La guerrilla habla a su manera, y su palabra, a diferencia de la de todos los otros, es clara: habla sobre todo el lenguaje de la violencia, su discurso es la acción armada contra el enemigo. Para la guerrilla la propaganda discursiva es algo esencial, pero llega más tarde, cuando ya pueda caer en tierra fértil. Los comunistas revolucionarios han aprendido del materialismo histórico que el discurso sobre el escenario de la lucha de clases es algo más que intercambio de palabras, panfletos o insultos; que todas las instituciones sociales, entre ellas la lengua hablada, forman un sistema significativo, estructurado en un sólo sentido, el de la apología del sistema de relaciones de producción que representa y de la clase que creó esas relaciones y las mantiene intactas; y que si se realiza un acto totalmente negativo para el orden social vigente, basta con que sea reconocida la validez del sistema

institucional para que el intento fracase y se encasille en una apología general. Los comunistas revolucionarios saben que el sistema ideológico de las instituciones burguesas se sustenta en la represión violenta del proyecto social comunista, al que tienden las fuerzas productivas y que se concentra en los intereses de la clase trabajadora. Saben que la violencia reaccionaria se muestra de múltiples maneras y con distinta intensidad; ven que el argumento de la violencia es el único capaz de detener los efectos destructivos de las instituciones imperialistas burguesas sobre el proletariado en los países oprimidos. Concluyen que la violencia revolucionaria es el único contraargumento que al destruir la sociedad burguesa puede convencerla de su ineficacia histórica. La violencia revolucionaria del foco guerrillero es lo que produce las condiciones subjetivas de la revolución y la convierte en el pequeño motor que pone en movimiento el gran motor de las masas. La violencia revolucionaria convierte las acciones militares de la guerrilla en acciones políticas: primero, porque al provocar la intervención de las fuerzas represivas la guerrilla pone en evidencia que la violencia reaccionaria es el fundamento del orden neocolonial; segundo, porque al repudiar decididamente el espejo democrático, la legalidad y la aceptación nacional de la república neocolonial, la presencia física de la guerrilla le brinda al pueblo una alternativa política, social y nacional, en la que el pueblo puede proyectar su existencia especifica como negación del sistema; tercero, porque al provocarle derrotas a las fuerzas militares neocoloniales, la guerrilla muestra al pueblo que la alternativa es viable, que hay posibilidades para triunfar y para construir una sociedad justa. Con la ayuda del pueblo la guerrilla pone de manifiesto estas tres verdades, que transforman completamente su instinto revolucionario en una decisión consciente de luchar. Éste es el primer paso, el esencial. Con él aparece aquella fuerza productiva que el Che considera, por encima cualquier otra, la condición necesaria de la revolución, antes y después de la toma del poder: la conciencia revolucionaria del proletariado. La revolución social en América Latina es posible y necesaria. Están dadas las condiciones determinadas de la revolución que se pueden generar a través del levantamiento mismo. En el marco de la praxis y de la teoría del movimiento revolucionario latinoamericano, estas dos afirmaciones conforman un programa político completo. En él, en su realización, la actualidad del Che sigue vigente. Pero también como institución revolucionaria. En la obra revolucionaria de Cuba podrá reconocerse en todas partes al Che, se puede encontrar sobre todo en la forma de comunismo que construye el pueblo cubano. Para construir el comunismo, escribe el Che, se debe construir con la base material al mismo tiempo al hombre nuevo. En Cuba, de acuerdo con esa indicación, la condición actual del hombre nuevo es la del revolucionario internacional.

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL ACTO CENTRAL POR EL XX ANIVERSARIO DE LA CAÍDA EN COMBATE DEL COMANDANTE ERNESTO CHE GUEVARA, EFECTUADO EN LA CIUDAD DE PINAR DEL RÍO, EL 8 DE OCTUBRE DE 1987, AÑO 29 DE LA REVOLUCIÓN. (Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado) Compañeras y compañeros: Hace casi 20 años, el 18 de octubre de 1967, nos reunimos en la Plaza de la Revolución, ante una enorme multitud, para rendir homenaje al compañero Ernesto Che Guevara. Fueron aquellos días muy amargos, muy duros, en que se recibían las noticias de los acontecimientos allá por Vado del Yeso, en la Quebrada del Yuro, donde informaban las agencias cablegráficas que el Che había caído en combate. No tardamos mucho tiempo en percatamos de que aquellas noticias eran absolutamente fidedignas, por cuanto incluso aparecieron informaciones y fotos que hacían incuestionable la realidad del hecho. Durante varios días se recibieron noticias, hasta que ya, con todos aquellos elementos, aunque sin que se supieran muchos de los detalles que se conocen hoy, tuvo lugar aquella gran concentración de masas, aquel acto tan solemne en que le rendíamos postrer tributo al compañero caído. Han pasado desde entonces casi 20 años; hoy, 8 de octubre, lo que esta vez estamos conmemorando es el día, precisamente, en que cayó en combate. Según los informes fidedignos que hoy se poseen, en realidad, lo asesinaron al día siguiente, después que lo hicieron prisionero, por encontrarse desarmado y además herido; su arma había sido anulada en el combate. Por eso ha quedado ya como una tradición que sea el 8 de octubre el día en que se conmemore el aniversario de aquel dramático hecho. Pasó el primer año, pasaron los cinco primeros años, 10 años, 15 años, 20 años, y se hacía necesario en esta señalada ocasión efectuar un acto, o, mejor dicho, se hacía necesario recordar en toda su dimensión histórica, aquel hecho y, sobre todo, al principal protagonista de aquel hecho; así, de una manera natural, no muy pensada, no muy deliberada, de una manera espontánea, todos los sectores, todo el pueblo ha estado recordando durante los últimos meses aquella fecha. Y se podía conmemorar este XX Aniversario con cosas solemnes como las que hemos visto aquí hoy: el toque de silencio, el himno, el magnífico poema de Nicolás Guillén, que escuchamos hoy con el mismo acento, con la misma voz con que lo escuchamos hace 20 años. Se podría tratar de hacer aquí un discurso también muy solemne, muy grandilocuente, tal vez escrito, en estos tiempos en que, en realidad, el gran cúmulo de trabajo apenas deja un minuto libre no ya para escribir un discurso, sino, incluso, para meditar con más profundidad sobre todos aquellos acontecimientos y sobre las cosas que aquí podrían decirse. Por eso quiero más bien en este acto recordar al Che reflexionando con ustedes, porque he reflexionado, he reflexionado mucho en torno al Che.

En un reportaje, parte del cual salió ayer publicado en nuestro país, respondiendo a las preguntas de un periodista italiano que me tuvo casi 16 horas consecutivas frente a las cámaras de televisión, más que de televisión de cine, porque en su interés de buscar una calidad superior a la imagen de todo lo que hacía, no utilizó el videocasete, que a veces tiene un rollo que dura dos horas, sino la cámara de cine, cambiando la película cada 20 ó 25 minutos, y así fue bastante fatigosa aquella entrevista algo que teníamos que haber hecho en tres días fue necesario hacerlo en un día, porque no hubo más tiempo, tuvo lugar un domingo, comenzó antes del mediodía y terminó alrededor de las 5:00 de la mañana siguiente, más de 100 preguntas; entre los diversos y variados temas, el periodista tenía mucho interés en hablar del Che, y fue ya entre las 3:00 y las 4:00 de la mañana cuando realmente se abordó aquel tema, yo hice el correspondiente esfuerzo para ir satisfaciendo cada una de las preguntas, y, por cierto, de manera especial, hice un esfuerzo para sintetizar los recuerdos que tenía del Che. Le conté algo que me ocurría, que pienso que les ocurra también a muchos compañeros, relacionado con la perenne permanencia del Che. Hay que tener en cuenta las relaciones peculiares con el Che, el afecto, los vínculos fraternales de compañerismo, la lucha unida durante casi 12 años, desde el momento en que lo conocimos en México hasta el final, una etapa rica en acontecimientos históricos, algunos de los cuales han sido revelados por primera vez en estos días. Fue una historia llena de episodios heroicos, de hechos gloriosos desde que el Che se unió a nosotros para la expedición del "Granma"; el desembarco, los reveses, los días más difíciles, la reanudación de la lucha en las montañas, la reconstrucción de un ejército a partir, prácticamente, de la nada; los primeros combates y las últimas batallas. Todo aquel período impactante que siguió al triunfo, las primeras leyes revolucionarias, en que supimos ser absolutamente fieles a los compromisos que hicimos con el pueblo y llevamos a cabo un cambio realmente radical en la vida del país, aquellos episodios que se sucedían unos tras otros, como fueron: el inicio de la hostilidad imperialista, el bloqueo, las campañas de calumnias contra la Revolución apenas empezamos a hacer justicia a los criminales y a los esbirros que habían asesinado a miles de nuestros compatriotas, el bloqueo económico, la invasión de Girón, la proclamación del carácter socialista de la Revolución, la lucha contra los mercenarios, la Crisis de Octubre, los primeros pasos en la construcción del socialismo cuando no había nada, ni experiencias, ni cuadros, ni ingenieros, ni economistas, ni técnicos apenas; cuando nos quedamos, incluso, casi sin médicos, porque se habían marchado 3 000 de los 6 000 que había en el país; la primera y segunda Declaración de La Habana, el inicio del aislamiento impuesto a nuestra patria, la ruptura colectiva de relaciones diplomáticas, la ruptura de relaciones diplomáticas por parte de todos los gobiernos latinoamericanos y Cuba, a excepción de México; un período en el que en medio de todo aquel conjunto de acontecimientos, fue también necesario organizar la economía del país, período relativamente breve, pero fecundo, lleno de hechos y de acontecimientos inolvidables. Es preciso tener en cuenta aquella persistencia del Che en cumplir con un viejo anhelo, una vieja idea, la de regresar hacia América del Sur, hacia su patria, para hacer la revolución, a partir de toda la experiencia adquirida en nuestro país; la forma, incluso, clandestina en que tiene que organizarse su salida, el barrage de calumnias contra la Revolución; cuando se dijo que había conflictos, diferencias con el Che, que el Che había desaparecido; hasta se habló, incluso, de que el Che había sido asesinado por divisiones en el seno de la Revolución, mientras la Revolución, firme y

ecuánime, soportaba y soportaba la feroz embestida, porque por encima de la irritación y la amargura que podían producir aquellas campañas, lo importante era que el Che pudiera cumplir sus objetivos, lo importante era preservar su seguridad y la de los compatriotas que lo acompañaban en sus históricas misiones. Expliqué en la referida entrevista cuáles eran los orígenes de aquella idea, cómo él había planteado en el momento en que se unió a nosotros una sola condición: que una vez finalizada la Revolución, cuando él quisiera regresar a Suramérica, no surgiera ninguna conveniencia de Estado o razón de Estado que interfiriera en ese anhelo, que no se le prohibiera hacer eso. Se le respondió que sí, que podría hacerlo, que lo apoyaríamos; compromiso alguna que otra vez recordado por él, hasta que llegó el momento en que él creía que debía ya partir. No solo se cumplió la promesa de acceder a su partida, sino también se le ayudó en todo lo que fue posible a llevar a cabo ese empeño. Se trató, incluso, de dilatar un poco el momento; se le dieron otras tareas que habrían de enriquecer su experiencia guerrillera y se trataba de crear el mínimo de condiciones para que él no tuviera que pasar la etapa más difícil, de los primeros días en la organización de un movimiento guerrillero, algo que nosotros conocíamos perfectamente bien por nuestra propia experiencia. Valorábamos el talento, la experiencia y la figura del Che, un cuadro para grandes tareas estratégicas y que tal vez sería más apropiado que otros compañeros llevasen a cabo aquella primera tarea de organización, y que él se incorporara en un período más avanzado del proceso. Esto tiene que ver, incluso, con la práctica que seguimos durante la guerra de preservar a los cuadros a medida que se destacaban, para misiones cada vez más importantes, cada vez más estratégicas. No eran muchos los hombres con que contábamos, los cuadros experimentados, y a medida que se iban destacando no los enviábamos con una escuadra, a una emboscada, todos los días, sino que les asignábamos otras responsabilidades más importantes y acordes, realmente, con su capacidad y su experiencia. Así, recuerdo que en los días de la última ofensiva de Batista en la Sierra Maestra contra nuestras combativas pero reducidas fuerzas, a los cuadros más experimentados no los situamos en las primeras trincheras, sino que les encomendamos otras tareas de dirección estratégicas, preservándolos, precisamente, para nuestra fulminante contraofensiva. No tenía ya sentido situar al Che, a Camilo o a otros compañeros que habían participado en numerosos combates al frente de una escuadra, sino que los preservábamos para dirigir después columnas que iban a cumplir arriesgadas misiones de gran trascendencia y, entonces, sí los enviábamos al territorio enemigo, con toda la responsabilidad y con todos los riesgos, como cuando se inició la invasión de Las Villas por Camilo y el Che, una misión extraordinariamente difícil, que requería hombres de enorme experiencia y autoridad, como jefes de aquellas columnas, capaces de llegar a la meta. Siguiendo esa lógica, tal vez habría sido mejor, con vistas a los objetivos que se perseguían, que se hubiese cumplido ese mismo principio, y él se hubiese incorporado más adelante. No había, realmente, tanta necesidad de que él hiciera toda la tarea desde el principio. Pero él estaba impaciente, realmente, muy impaciente. Algunos compañeros argentinos habían muerto en los primeros esfuerzos realizados por él años antes, entre ellos, Ricardo Massetti, fundador de Prensa Latina; él recordaba mucho eso, y estaba, realmente, impaciente por realizar con su participación personal aquella tarea, y como siempre respetamos los compromisos, sus puntos de vista, pues

siempre existieron relaciones de absoluta confianza, de absoluta hermandad, independientemente de nuestras ideas sobre cuál sería el momento ideal para que él se incorporara, le dimos, en consecuencia, toda la ayuda y todas las facilidades para que iniciara aquella lucha. Después vinieron las noticias de los primeros combates y las comunicaciones quedaron totalmente interrumpidas; en una fase precoz de la organización de aquel movimiento guerrillero, el enemigo lo pudo detectar, y se inició una etapa que duró muchos meses, en que las noticias que se recibían eran casi exclusivamente las que venían por los cables internacionales, cables que había que interpretar, tarea en la que nuestra Revolución ha adquirido ya una gran experiencia para conocer cuándo una noticia puede ser fidedigna o es una noticia inventada, una noticia falsa. Recuerdo, por ejemplo, cuando llegó por cable público la noticia de la muerte del grupo de Joaquín, el compañero Vilo Acuña, su nombre real, y nosotros la analizamos, yo llegué de inmediato a la convicción de que era verídica, y esa veracidad emanaba de la forma en que según se explicaba había sido liquidado aquel grupo, cruzando un río. Por nuestra experiencia guerrillera, por todo lo que habíamos vivido, nosotros sabíamos cómo se podía liquidar a un pequeño grupo de guerrilleros, las pocas y excepcionales formas en que tal grupo podía ser liquidado, y cuando allí se explicaba que un campesino había hecho contacto con el ejército, que había informado en detalles noticias sobre ubicación e intenciones del grupo buscando un paso de río, cómo el ejército se había emboscado en la orilla opuesta del río en el paso indicado por el propio campesino a los guerrilleros y la forma en que dispararon sobre estos en medio del cruce, la explicación ofrecida no admitía dudas; porque suponiendo que los inventores de partes falsos, lo cual hicieron muchas veces, trataran de hacerlo una vez más, era imposible admitir en ellos, tan burdos por lo general en sus mentiras, suficiente inteligencia y suficiente experiencia para inventar las circunstancias exactas en que únicamente se podía liquidar a ese grupo. Llegamos por ello a la convicción de que aquella noticia era verídica. Largos años de experiencia revolucionaria nos habían enseñado a descifrar los cables, discernir entre la verdad y la mentira en cada uno de los acontecimientos, tomando en cuenta, desde luego, también otros elementos de juicio. Pero ese era el tipo de noticias que teníamos sobre la situación, hasta que vinieron las noticias de la muerte del Che. Nosotros teníamos esperanzas como hemos explicado de que aun cuando quedaban 20 hombres, aun cuando las circunstancias eran muy difíciles, todavía quedaban posibilidades al movimiento guerrillero. Ellos se encaminaban hacia una zona donde había sectores campesinos organizados, donde algunos cuadros bolivianos que se habían destacado tenían influencia, y hasta ese momento, casi al final, se mantenían las posibilidades de que el movimiento se consolidara y se desarrollara. Pero fueron, en fin, tan peculiares las circunstancias de nuestras relaciones con el Che, la historia casi irreal de la breve pero intensa epopeya vivida en nuestros primeros años de la Revolución, habituados a convertir lo imposible en posible, que yo le explicaba al periodista mencionado que uno experimentaba la permanente impresión de que el Che no había muerto, que el Che seguía viviendo. Por tratarse de una personalidad tan ejemplar, tan inolvidable, tan familiar, era difícil resignarse a la idea de la muerte física, y a veces soñaba todos soñamos con episodios relacionados con nuestra vida y nuestras luchas que veíamos al Che, que el Che regresaba, que el Che estaba vivo, cuántas veces!, le decía. Y le referí esos sentimientos, que uno raras veces cuenta,

lo que da también idea del impacto de la personalidad del Che, e idea también del grado tan alto en que el Che está vivo realmente, casi como si su presencia fuera física, con sus ideas, con sus hechos, con sus ejemplos, con todas las cosas que creó, esa vigencia de su figura y el respeto hacia él no solo en América Latina, sino en Europa y en todas partes del mundo. Como habíamos pronosticado aquel 18 de octubre, hace 20 años, se convirtió en un símbolo de todas las personas oprimidas, de todas las personas explotadas, de todos los patriotas, de todos los demócratas, de todos los revolucionarios; en un símbolo permanente e invencible. Por todos esos factores, por esa vigencia real que tiene hoy mismo, en el ánimo de todos nosotros, a pesar de que han transcurrido 20 años, cuando escuchamos el poema, cuando escuchamos el himno o cuando escuchamos el toque de silencio, cuando abrimos nuestra prensa y vemos las fotos del Che en cada una de las etapas, su imagen, tan conocida en todo el mundo porque hay que decir que el Che tenía no solo todas las virtudes, y todas las cualidades humanas y morales para ser un símbolo, sino que el Che tenía, además, la estampa del símbolo, la imagen del símbolo: su mirada, la franqueza y la fuerza de su mirada; su rostro, que refleja carácter, una determinación para la acción incontenible, a la vez que una gran inteligencia y una gran pureza, cuando vemos los poemas que se han escrito, los episodios que se cuentan y las historias que se repiten, palpamos esa realidad de la vigencia del Che, de la presencia del Che. No tiene nada de extraño si uno, no solo en la vida de cada día palpa su presencia, sino hasta en sueños se imagina que el Che está vivo, que el Che está actuando y que su muerte no existió nunca. Al fin y al cabo, debemos sacar la convicción, a todos los efectos en la vida de nuestra Revolución, de que el Che no murió nunca y que el Che, en la realidad de los hechos, vive más que nunca, está más presente que nunca, influye más que nunca, y es un adversario del imperialismo más poderoso que nunca. Aquellos que desaparecieron su cadáver para evitar que fuera símbolo; aquellos que, siguiendo la orientación y los métodos de sus amos imperiales no quisieron que quedara una sola huella, se encuentran con que, aunque no haya tumba conocida, aunque no haya restos, aunque no haya cadáver, existe, sin embargo, un temible adversario del imperio, un símbolo, una fuerza, una presencia que no podrá ser jamás destruida. Ellos demostraron su debilidad y su cobardía cuando desaparecieron al Che, porque demostraron también su miedo al ejemplo y al símbolo. No quisieron que los campesinos explotados, los obreros, los estudiantes, los intelectuales, los demócratas, los progresistas, los patriotas de este hemisferio tuvieran un lugar donde ir a rendir tributo al Che. Y hoy, en el mundo de hoy, en que no se les rinde tributo a los restos del Che en un lugar específico, se les rinde tributo en todas partes (Aplausos). Hoy no se le rinde tributo al Che una vez al año, ni una vez cada 5, 10, 15, 20 años; hoy se le rinde homenaje al Che todos los años, todos los meses, todos los días, en todas partes, en una fábrica, en una escuela, en una unidad militar, en el seno de un hogar, entre los niños, entre los pioneros que quién puede calcular cuántos millones de veces han dicho en estos 20 años: " Pioneros por el comunismo, seremos como el Che!" (Aplausos.) Ese solo hecho que acabo de mencionar, esa sola idea, ese solo hábito por sí solo constituye una presencia permanente y grandiosa del Che. Y creo que no solo nuestros pioneros, no solo nuestros niños, creo que todos los niños de este hemisferio, todos los niños del mundo podrían repetir esa misma consigna: " Pioneros por el comunismo, seremos como el Che!" (Aplausos.)

Es que realmente no puede haber un símbolo superior, no puede haber una imagen mejor, no puede haber una idea más precisa, para buscar un modelo de hombre revolucionario y para buscar un modelo de hombre comunista. Expreso esto porque tengo la más profunda convicción, la he tenido siempre y la tengo hoy, igual o más que cuando hablé aquel 18 de octubre y preguntaba cómo querían que fueran nuestros combatientes, nuestros revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hijos, y dije que queríamos que fueran como el Che, porque el Che es la personificación, es la imagen de ese hombre nuevo, es la imagen de ese ser humano si se quiere hablar de la sociedad comunista (Aplausos); si vamos a proponernos realmente construir, no ya el socialismo, sino las etapas más avanzadas del socialismo, si la humanidad no va a renunciar a la hermosa y extraordinaria idea de vivir algún día en la sociedad comunista. Si hace falta un paradigma, si hace falta un modelo, si hace falta un ejemplo a imitar para llegar a esos tan elevados objetivos, son imprescindibles hombres como el Che, hombres y mujeres que lo imiten, que sean como él, que piensen como él, que actúen como él y se comporten como él en el cumplimiento del deber, en cada cosa, en cada detalle, en cada actividad; en su espíritu de trabajo, en su hábito de enseñar y educar con el ejemplo; en el espíritu de ser el primero en todo, el primer voluntario para las tareas más difíciles, las más duras, las más abnegadas, el individuo que se entrega en cuerpo y alma a una causa, el individuo que se entrega en cuerpo y alma a los demás, el individuo verdaderamente solidario, el individuo que no abandona jamás a un compañero, el individuo austero; el individuo sin una sola mancha, sin una sola contradicción entre lo que hace y lo que dice, entre lo que practica y lo que proclama: el hombre de acción y de pensamiento que simboliza el Che (Aplausos). Constituye para nuestro país un honor y un gran privilegio haber contado entre sus hijos, aunque no hubiera nacido en esta tierra, entre sus hijos!, porque se ganó el derecho a considerarse y ser considerado hijo de nuestra patria, es un honor y un privilegio para nuestro pueblo, para nuestro país, para nuestra historia, para nuestra Revolución, haber contado entre sus filas con un hombre verdaderamente excepcional como el Che. Y no es que piense que los hombres excepcionales son escasos, no es que piense que en las grandes masas no haya hombres y mujeres excepcionales por cientos, por miles, e incluso por millones. Lo dije ya una vez cuando en aquella amarga circunstancia de la desaparición de Camilo, al hacer la historia de como surgió Camilo, dije: "en el pueblo hay muchos Camilo". Podría decir también: en nuestro pueblo, en los pueblos de América Latina y en los pueblos del mundo, hay muchos Che. Pero, por qué los llamamos hombres excepcionales? Porque, realmente, en el mundo en que vivieron, en las circunstancias que vivieron, tuvieron la posibilidad y la oportunidad de demostrar todo lo que el hombre con su generosidad y su solidaridad es capaz de sí. Y es que, verdaderamente, pocas veces se dan las circunstancias ideales en que el hombre tiene la oportunidad de expresarse y de reflejar todo lo que lleva dentro, como la tuvo el Che. Claro está que en las masas hay incontables hombres y mujeres que como resultado, entre otras cosas, del ejemplo de otros hombres, de ciertos valores que se han ido creando, son capaces del heroísmo, incluso de un tipo de heroísmo que yo admiro mucho, el heroísmo silencioso, el heroísmo anónimo, la virtud silenciosa, la virtud anónima. Pero siendo extraño, raro, que se pueda dar todo ese conjunto de circunstancias que produzcan una figura como la del Che, hoy es un símbolo para

todo el mundo y será cada vez un símbolo mayor, es un gran honor y un privilegio que esa figura haya nacido del seno de nuestra Revolución. Y como una prueba de lo que anteriormente decía acerca de la presencia y vigencia del Che, yo podría preguntar: Habría un momento más oportuno para recordar al Che con toda la fuerza, con el más profundo sentimiento de reconocimiento y de gratitud que una fecha como esta, un aniversario como este? Habría algún momento mejor que este, en pleno proceso de rectificación? Y qué estamos rectificando? Estamos rectificando precisamente todas aquellas cosas y son muchas que se apartaron del espíritu revolucionario, de la creación revolucionaria, de la virtud revolucionaria, del esfuerzo revolucionario, de la responsabilidad Revolucionaria que se apartaron del espíritu de solidaridad entre los hombres. Estamos rectificando todo tipo de chapuceras y de mediocridades que eran precisamente la negación de las ideas del Che, del pensamiento revolucionario del Che, del estilo del Che, del espíritu del Che y del ejemplo del Che. Creo, realmente, lo digo con toda satisfacción, que si el Che estuviera sentado aquí en esta silla, se sentiría, realmente, jubiloso, se sentiría feliz de lo que estamos haciendo en estos tiempos; como se habría sentido muy desgraciado en ese período incierto, en ese período bochornoso en que aquí empezaron a prevalecer una serie de criterios, de mecanismos y de vicios en la construcción del socialismo, que habrían constituido motivo de profunda, de terrible amargura para el Che (Aplausos). Por ejemplo, el trabajo voluntario, que fue una creación del Che, y una de las mejores cosas que nos legó en su paso por nuestra patria y en su participación en nuestra Revolución, decaía cada vez más y más; ya era casi un formalismo, en ocasión de una fecha tal y más cual, un domingo, un correcorre en ocasiones para hacer cosas desorganizadas, y prevalecía cada vez más el criterio burocrático, el criterio tecnocrático de que el trabajo voluntario no era cosa fundamental ni esencial; la idea, prácticamente, de que el trabajo voluntario fuera una especie de tontería y perdedera del tiempo, que los problemas había que resolverlos con horas extras, con más y más horas extras, mientras ni siquiera se aprovechaba de una forma correcta la jornada laboral; ya habíamos caído en el pantano del burocratismo, de las plantillas infladas, de las normas anacrónicas, de la trampa, de la mentira; habíamos caído en un montón de vicios que, realmente, habrían horrorizado al Che, porque si al Che le hubiesen dicho que algún día en la Revolución Cubana iban a existir unas empresas que por ser rentables robaban, se habría horrorizado; que unas empresas que por ser rentables y repartir premios, no sé cuántas cosas, y primas, vendían los materiales con que tenían que construir y los cobraban como si hubieran construido, el Che se habría horrorizado. Y les digo que eso pasó en los 15 municipios de la capital de la república, con las 15 empresas de mantenimiento de la vivienda, para citar solo algunas. Aparecían produciendo 8 000 pesos al año, y cuando se acabó el relajo y se puso fin a todo eso, aparecían produciendo 4 000 o menos, entonces ya no eran rentables; eran rentables solo robando. Si al Che le hubieran dicho que aparecerían unas empresas en que, para cumplir y sobrecumplir fraudulentamente el plan, asignaban al mes de diciembre la producción del mes de enero, el Che se habría horrorizado. Si al Che le hubieran dicho que había unas empresas que cumplían el plan y repartían premios por cumplir el plan en valores, pero no en surtido, y que se dedicaban a hacer las cosas que les daban