1 TIPOS DE ESTROFAS 2 versos Qué más consuelo queréis pues con la vida volvéis? Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. 3 versos No será cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera habitado de pardos ruiseñores. 4 versos Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales. Es la clase. En un cartel se representa a Caín fugitivo, y muerto Abel junto a una mancha carmín. Con timbre sonoro y hueco truena el maestro, un anciano mal vestido, enjuto y seco, que lleva un libro en la mano. Y todo un coro infantil va cantando la lección: "mil veces ciento, cien mil, mil veces mil, un millón". Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de la lluvia en los cristales.
2 Anoche cuando dormía soñé, bendita ilusión! que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón. Dolores, costurera de mi casa, añosa de mi casa, vieja amiga; era tu corazón crujiente miga de pan; eran tus ojos lenta brasa. Caído se le ha un clavel hoy a la aurora del seno: qué glorioso que está el heno porque ha caído sobre él! Era un suspiro lánguido y sonoro la voz del mar aquella tarde...; el día, no queriendo morir, con garra de oro de los acantilados se prendía. Y todo un coro infantil va cantando la lección: mil veces ciento, cien mil; mil veces mil, un millón. Dejé por ti mis bosques, mi perdida arboleda, mis perros desvelados, mis capitales años desterrados hasta casi el invierno de mi vida.
3 Yo soy aquel que ayer no más decía el verso azul y la canción profana, en cuya noche un ruiseñor había que era alondra de luz por la mañana. Si yo me parezco al rey, y el vulgo por rey me tiene citar al vulgo conviene, pero no a mí, ante la ley. 5 versos Buscando mis amores iré por esos montes y riberas, ni cogeré las flores, ni temeré las fieras y pasaré los fuertes y fronteras. Si de mi baja lira tanto pudiese el son, que en su momento aplacase la ira del animoso viento y la furia del mar y el movimiento... Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido! Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido.
4 14 versos Tengo estos huesos hechos a las penas y a las cavilaciones estas sienes: pena que vas, cavilación que vienes como el mar de la playa a las arenas. Como el mar de la playa a las arenas, voy en este naufragio de vaivenes, por una noche oscura de sartenes redondas, pobres, tristes y morenas. Nadie me salvará de este naufragio si no es tu amor, la tabla que procuro, si no es tu voz, el norte que pretendo. Eludiendo por eso el mal presagio de que ni en ti siquiera habré seguro, voy entre pena y pena sonriendo. Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo no se halla hombre más apenado que ninguno. Sobre la pena duermo solo y uno, pena en mi paz y pena en mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno. Cardos y penas llevo por corona, cardos y penas siembran sus leopardos y no me dejan bueno hueso alguno. No podrá con la pena mi persona rodeada de penas y de cardos: cuánto penar para morirse uno!
5 Una querencia tengo por tu acento, una apetencia por tu compañía y una dolencia de melancolía por la ausencia del aire de tu viento. Paciencia necesita mi tormento urgencia de tu garza galanía, tu clemencia solar mi helado día, tu asistencia la herida en que lo cuento. Ay, querencia, dolencia y apetencia!: tus sustanciales besos, mi sustento, me faltan y me muero sobre mayo. Quiero que vengas, flor, desde tu ausencia, a serenar la sien del pensamiento que desahoga en mí su eterno rayo. Número variable de versos Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión; que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba el albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón.
6 Vino, sentimiento, guitarra y poesía, hacen los cantares de la patria mía... Quien dice cantares, dice Andalucía. A la sombra fresca de la vieja parra, un mozo moreno rasguea la guitarra... Algo que acaricia y algo que desgarra. La prima que canta y el bordón que llora... Y el tiempo callado se va hora tras hora. Son dejos fatales de la raza mora. No importa la vida, que ya está perdida. Y, después de todo, qué es eso, la vida?... Cantando la pena, la pena se olvida. Madre, pena, suerte; pena, madre, muerte; ojos negros, negros, y negra la suerte. En ellos, el alma del alma se vierte. Cantares. Cantares de la patria mía... Cantares son sólo los de Andalucía. No tiene más notas la guitarra mía.