Recetas de un agente secreto 11-11-14:Maquetación 1 13/11/14 12:55 Página 13 Capítulo 1 Max fue el primero en salir del avión en cuanto se abrieron las puertas, pero en vez de bajar por la escalerilla, se detuvo un momento y miró a su alrededor. Un tibio sol se ocultaba rápidamente tras el horizonte. Bastante lejos, hacia el suroeste, le pareció adivinar sobre las nubes el amarillento reflejo de las luces de una gran ciudad. El joven levantó la nariz y olfateó el aire. Olía a frío, a niebla y al humo del combustible quemado por los motores durante el largo viaje. Era el olor de un sitio tranquilo. Lanzando un suspiro de satisfacción, bajó a la pista de aterrizaje y se dirigió a grandes zancadas hacia el edificio de pasajeros para recoger sus maletas. Tras doce horas sin moverse del asiento sentía un irritante hormigueo en los dedos de los pies. Estaba ansioso por llegar a Pontillano y conocer el que iba a ser su nuevo hogar. Nunca había estado allí antes. Eligió esa ciudad porque le gustó el nombre y porque era un sitio pequeño, relativamente cercano a la capital. Allí nadie le conocía. Le había parecido el sitio perfecto para empezar de nuevo. Cuando llegó frente a la aduana, esperó pacientemente en fila con los demás pasajeros. Siempre que entraba en un país se ponía nervioso, no podía evitarlo. Se recordó a sí mismo que su documentación era auténtica y la foto reciente, no tenía por qué haber problemas. Cuando por fin llegó su turno, el aduanero miró su cara brevemente y luego se quedó un rato observando su pasaporte con aire crítico. Recetas de un agente secreto [13]
Recetas de un agente secreto 11-11-14:Maquetación 1 13/11/14 12:55 Página 14 Max permaneció en silencio sin inmutarse, sabía que eso formaba parte del procedimiento. Contestó brevemente que no tenía nada que declarar y salió lo antes posible del aeropuerto, en busca de un taxi que le llevara a su hotel. No había querido avisar a Aurelio de su llegada. Quería disfrutar algunos días de descanso antes de ir a la escuela y ponerla en marcha. En cualquier caso, su ayudante se había ocupado personalmente de la reforma, así que no había motivo para preocuparse. Todo estaría perfecto. Cuando entró en el vehículo se dejó caer pesadamente sobre el asiento. Se le cerraban los ojos. Llevaba muchas noches sin dormir. Estaba empezando a perder la consciencia cuando el timbre del teléfono le sobresaltó. Hola? Chef, eres tú? Soy el coronel. Hola, coronel. Chef, llevo días tratando de localizarte. Aurelio no estaba seguro de si llegarías hoy. Acabo de aterrizar hace un momento. Tienes que venir cuanto antes. Tenemos entre manos un asunto muy grave. Coronel, ya se lo dije, abandono. No voy a volver. Chef, no puedes hablar en serio! Lo siento, coronel. Mis días como espía han terminado. Max, eres nuestro mejor agente. No puedes abandonar! Le sorprendió mucho escuchar su nombre de labios del coronel; hacía muchos años que su jefe no le llamaba así. Desde que decidió adoptar la identidad de chef Malín y convertirse en un cocinero de prestigio internacional para camuflar sus actividades como agente del Servicio Secreto, el coronel Cáceres siempre le había llamado chef. Su verdadero nombre, Maximino Malinar, había caído en desuso y muy pocas personas lo utilizaban. Coronel, voy a abrir una Escuela de Cocina. Quiero dar clases y llevar una vida tranquila; quiero ser un tipo normal. [14] ISABEL TALLÓN
Recetas de un agente secreto 11-11-14:Maquetación 1 13/11/14 12:55 Página 15 Un tipo normal? Tú? Ja, ja, ja, ja, ja. Chef, estás acostumbrado a vivir en medio del peligro, no lograrás habituarte a la rutina! Tú no puedes ser un tipo normal! Quiero ser quien yo quiera, coronel respondió Max, irritado. Chef, no digas tonterías! Cambiar de vida no es tan fácil como tirar a la basura unos zapatos viejos. No puedes abandonar el Servicio Secreto, hay muchas cosas en juego Adiós, coronel. Max colgó bruscamente, sin dejarle terminar. Sabía que el coronel Cáceres era muy persistente y no quería seguir discutiendo. Trató de olvidarlo, pero la conversación le había puesto de mal humor. En ese momento el taxi tomó un desvío y cruzó por encima de la autopista. Max miró por la ventanilla y descubrió que se estaban aproximando a la ciudad. A su alrededor había algunas fábricas, una gasolinera, un parking para camiones Las afueras de Pontillano le parecieron tan vulgares como las de cualquier otro sitio en el que hubiera estado antes. Durante un segundo, Max se preguntó si iba a lamentar su decisión: «Ser como las demás personas, un tipo normal Y cómo se supone que es la gente normal? Ojalá lo supiera!». Pero estaba demasiado cansado para arrepentirse en ese momento, y antes de darse cuenta, se quedó profundamente dormido. Mientras tanto, en el centro de la ciudad, el frío intenso hacía apretar el paso a los pocos peatones que se habían atrevido a salir de sus casas. Las calles y comercios de Pontillano lucían ya el colorido festivo de la próxima Navidad, pero Alicia Rivero caminaba rápido y sin prestar atención, inmersa en sus propios pensamientos. El Consejo Escolar había convocado una reunión de urgencia para el próximo lunes y ella temía que llegara ese momento. Sabía perfectamente cuál era el motivo de la cita, pero aún no había decidido qué actitud adoptar frente al Consejo. Recetas de un agente secreto [15]
Recetas de un agente secreto 11-11-14:Maquetación 1 13/11/14 12:55 Página 16 Estaba descorazonada. Tras dos años como directora, su vida en el Colegio Alameda se había convertido en una interminable sucesión de calamidades: incendios, explosiones, inundaciones, plagas Todos los desastres que alguien pudiera nombrar habían ocurrido en el colegio. Cierto que el Consejo no había tomado ninguna medida hasta ahora, pero ya no podían postergarlo más. Al ver volar por los aires el techo del gimnasio, durante la fiesta de inauguración del nuevo curso, se hizo evidente para todos que había que hacer algo. No podían seguir así. Además, estaba el tema del concurso. Alicia aún no sabía cuál iba a ser su propuesta, pero era obvio que no podía equivocarse; la supervivencia del colegio dependía de ello. Al girar una esquina, la joven observó la fachada del edificio que tenía enfrente. Ese local había estado mucho tiempo abandonado, pero hoy se veía distinto. La pared recién pintada de un elegante rojo oscuro y una enorme puerta de cristal indicaban la llegada de nuevos inquilinos. Alicia buscó el rótulo con los ojos: Chef Malín Escuela de Cocina La impulsiva joven tardó apenas una fracción de segundo en reaccionar: Ya sé lo que voy a proponerle al Consejo! su idea le pareció tan descabellada, que soltó una carcajada, entusiasmada con su propia ocurrencia. Satisfecha con el resultado de su paseo, dio la vuelta y emprendió con paso ágil el camino de regreso hacia el colegio. Aunque ya estaba oscureciendo, iba a quedarse hasta tarde en su despacho. Tenía que preparar su plan. [16] ISABEL TALLÓN
Recetas de un agente secreto 11-11-14:Maquetación 1 13/11/14 12:55 Página 17 Justo en ese instante, en el interior de la Escuela de Cocina, Aurelio Pombal miraba a su alrededor, muy complacido consigo mismo. La reforma había sido un éxito. Todo estaba impecable y reluciente. Soltó una risita nerviosa al preguntarse si su jefe se alegraría al comprobar lo bien que había ejecutado sus instrucciones. Tras dos largos meses de trabajo, la nueva Escuela de Cocina estaba lista para recibir a sus primeros alumnos en cualquier momento. Agarró el teléfono pero no se atrevió a marcar. Chef Malín había insistido mucho en que, por el momento, no quería recibir llamadas. Se frotó nervioso las manos, retorciéndolas en un nudo, y luego las pasó por su brillante calva, de adelante atrás y vuelta adelante, con los mismos gestos que haría una mosca. Una mosca que tuviera manos. Por fin consiguió resistirse y no llamar a su jefe. Debía ser prudente. Tras regresar de su última misión, chef Malín había decidido abandonar el Servicio Secreto y cambiar de vida, pero desde entonces estaba de un humor terrible. Hacía ya años que Aurelio era su ayudante y le conocía bien, por eso no lograba entender cómo el cocinero había podido cambiar tanto en el último año. Aurelio Pombal se restregó por última vez las manos, adelante y atrás, contra su lustrosa calva, antes de apagar las luces y salir a la calle. Mientras cerraba la puerta con llave, miró hacia arriba y observó sorprendido los gruesos copos de nieve que empezaban a caer, formando remolinos desde el cielo. Este sitio no va a gustarme nada masculló entre dientes. Cierto que Pontillano era una ciudad pequeña y bonita, llena de gente tranquila y educada, pero ni él ni su jefe conocían a nadie allí, y el clima invernal era terrible. Aurelio no entendía por qué habían tenido que elegir ese sitio para instalar la Escuela de Cocina. Con un escalofrío, el ayudante del chef Malín se subió lo más posible el cuello del abrigo y empezó a caminar deprisa Recetas de un agente secreto [17]