Moniciones Domingo XXVII del Tiempo Ordinario Monición de entrada 7 de octubre del 2012 Nos reúne el Señor para escuchar su palabra y participar de la Eucaristía, en este domingo en que, tanto el autor del libro del Génesis como Jesús, nos presentan el designio de Dios sobre el matrimonio, el divorcio, la unión y la fidelidad de los esposos, así también un texto importante de la carta a los Hebreos, que trata de Jesucristo. Participemos, pues, de esta celebración, con alegría y mucha esperanza. Monición a la Primera Lectura (Gén 2, 18-24) Escuchemos en este texto tan conocido, el mensaje tan importante sobre el matrimonio, en los planes de Dios desde los comienzos del mundo. Monición al Salmo Responsorial (Sal 127) Dichoso el que teme al Señor, dice el salmista y con él, deseamos que los esposos vivan la bendición del Señor, todos los días de su vida, en el seno de su hogar. Monición a la Segunda Lectura (Heb 2,9-11) El autor de la carta a los Hebreos, nos presenta las excelencias de la persona de Jesucristo y su papel como Salvador de la humanidad, por medio de su muerte pascual. Monición al Evangelio (Mc 10,2-16) Ante la pregunta de los maestros judíos sobre la licitud del divorcio, Jesús deja claro en su enseñanza, que el matrimonio es una unión estable entre varón y mujer, de carácter indisoluble, como sacramento especial, signo de la unión del Señor con nosotros.
Oración de los fieles Celebrante: Presentemos a Jesús, Esposo de la Iglesia nuestras oraciones e intenciones, respondiendo: Escúchanos, Señor! Para que en la Iglesia, esposa de Cristo, para que sea fiel a la misión evangelizadora recibida de su Señor. Oremos. Por el Papa Benedicto XVI, por nuestros obispos y sacerdotes, para que apacienten dignamente al rebaño a ellos confiado. Oremos. Por nuestros gobernantes y por los responsables de todas las naciones del mundo, para que promuevan la unidad matrimonial y familiar y no permitan nada que ponga en peligro la estabilidad familiar. Oremos. Para que los cristianos que llevan una vida especialmente dedicada a sus familias, como padres y esposos, siempre descubran la belleza y exigencias del matrimonio y del hogar, en la vivencia del amor y de la comunión recíproca. Oremos. Para que tengamos un corazón sensible a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas. Oremos. Para que la Iglesia nunca deje de anunciar a todos, la importancia que tiene el matrimonio estable y la familia unida en el amor. Oremos. Por todos los matrimonios en crisis, por los esposos que se han separado y por las familias que sufren, para que nunca les falte nuestra oración, apoyo y solidaridad, en los momentos más difíciles. Oremos. Celebrante: Escucha, Señor, las oraciones de tu pueblo, en especial, de las familias y de los matrimonios de nuestra comunidad. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Monición a la presentación de las ofrendas Presentemos al Señor, junto con el pan y el vino de nuestros campos, para que unidos al sacrificio de Jesucristo, seamos transformados por el Espíritu Santo, en ofrenda agradable al Padre. Monición a la Comunión Acerquémonos con alegría y confianza, a recibir la Eucaristía, para que vivamos verdaderamente como comunidad eucarística, recibiendo siempre al Señor, cada vez que participamos de la mesa de los hijos de Dios. Monición de despedida (optativa) Habiendo participado de la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía, que la enseñanza de la Iglesia estimule a todas nuestras familias y matrimonios, a vivir con alegría el proyecto de Dios sobre la unión y el amor esponsal y familiar, según el querer de Cristo.
Moniciones Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario Monición de entrada 14 de octubre 2012 Una vez más nos reunimos en esta Eucaristía, para escuchar la Palabra de Dios y participar del banquete de la Iglesia. Hoy el Evangelio nos presenta a Cristo, el Maestro, enseñando sobre las exigencias del seguimiento de su persona, al encontrarse con un joven rico, que se negó a seguirlo, por su apego a los bienes materiales, así también sobre la recompensa que promete, a quienes lo dejan todo por amarlo de corazón. Con el canto de entrada iniciamos nuestra celebración comunitaria. Monición a la Primera Lectura (Sab 7,7-11) Un día, el joven Salomón le pidió a Dios sabiduría, y el Señor, además de este don, le concedió riqueza y gloria. Petición que vemos reflejada por el autor de este bello pasaje, al aspirar al don más valioso del cielo. Monición al Salmo Responsorial (Sal 89) Sácianos, Señor de tu misericordia, pedimos a Dios con el salmista y unidos a esta plegaria, pedimos también el don de la sabiduría y el discernimiento. Monición a la Segunda Lectura (Heb 4,12-13) El autor de este pasaje que escucharemos, nos presenta un canto a la palabra de Dios, como fuerza viva y eficaz, con la comparación de una espada filosa, que penetra en lo profundo de nuestros corazones. Monición al Evangelio (Mc 10,17-30) Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?, preguntaba aquel joven rico a Jesús. Y como veremos, el Señor da una serie de pautas en su seguimiento y recompensa, en contraste con la actitud mezquina del muchacho.
Oración de los fieles Celebrante: Presentemos a Jesús, el maestro auténtico del Reino de Dios, todas nuestras oraciones y peticiones con toda confianza, diciendo: Atiende, Señor, nuestras oraciones. Por la Iglesia extendida por el universo, para que siga anunciando la presencia del Reino de Dios. Oremos. Por el Papa Benedicto XVI, por nuestros evangelizadores, pastores y laicos, para que con su vida y servicio, anuncien la verdadera riqueza que es Cristo y sus enseñanzas. Oremos. Por los gobernantes, para que también sepan ser acogedores, en la mesa común de los bienes de la tierra, de aquellos que no tienen lo suficiente o necesario para vivir. Oremos. Por aquellos que son excluidos de los bienes y de los derechos humanos: pan, vivienda, vestido, casa y dignidad, para que luchemos en lograr la atención a que tienen derecho. Oremos. Por todos nosotros y nosotras, que somos invitados al seguimiento del Señor y al desapego de los bienes de la tierra, para que podamos adquirir la verdadera riqueza del cielo. Oremos. Por nuestros difuntos, en especial, por aquellos que han muerto con la esperanza de disfrutar de la vida eterna, para que hayan logrado colmar sus esperanzas en Cristo Resucitado. Oremos. Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta. A ti, que eres acogedor, que quieres que celebremos la fiesta del Reino contigo, y que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Monición a la presentación de las ofrendas Pongamos en el altar, junto al pan y al vino, nuestros sinceros deseos de nuestro servicio y desprendimiento, para que estos dones sean alimento de vida eterna, en la mesa de la Eucaristía. Monición a la Comunión Cristo el Señor, hoy se hace nuestro alimento y nuestro banquete. Acerquémonos con alegría a esta mesa, que anticipa la fiesta del cielo. Monición de despedida (optativa) Habiendo participado de la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía, en las cuales el Señor nos ha hablado de la recompensa que esperan a quienes son desprendidos y generosos con los hermanos más pobres, en libertad y amor, para seguir a Cristo en total disponibilidad. día. Vivamos, pues, las enseñanzas de esta santa misa en la vida de cada
Moniciones Domingo XXIX del Tiempo Ordinario Monición de entrada 21 de octubre 2012 Nos reunimos para participar en la Eucaristía, en este tercer domingo de octubre, llamado Domund (Domingo Mundial de las Misiones), dentro del recién iniciado Año de la fe, que comenzó el pasado 11 de octubre y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el próximo 24 de noviembre del año 2013, con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe. Jesús hoy nos enseña que la verdadera vocación en la Iglesia es el servicio y no la búsqueda de puestos o privilegios. Monición a la Primera Lectura (Is 53,10-11) Escuchemos cómo el profeta Isaías presenta al Siervo del Señor, que muere por los pecados de su pueblo, como anticipo de Cristo en su pasión. Monición al Salmo Responsorial (Sal 32) A Dios Padre, que es nuestro auxilio y escudo, aclamemos con el salmista, unidos a la alabanza de todos sus fieles, que esperan en su misericordia. Monición a la Segunda Lectura (Heb 4,14-16) Tenemos en el cielo a un gran sacerdote, Jesús. Este es el mensaje central de la Carta a los Hebreos, y el mensaje más importante que hoy escuchamos, para que mantengamos la esperanza. Monición al Evangelio (Mc 10,35-45) Ante la ambición de dos de sus discípulos, Jesús les enseña a ellos (y hoy a nosotros), que la verdadera grandeza en la Iglesia es el servicio, así como Él que es el auténtico Servidor, que ha entregado su vida en rescate por nosotros.
Oración de los fieles Celebrante: Presentemos a Jesús nuestras peticiones y plegarias, diciendo: Señor, escucha y ten piedad Por la Iglesia, para que sepa conducir a los hombres y mujeres por los caminos de la salvación. Oremos. Por nuestros gobernantes, para que se comporten como auténticos servidores del pueblo y no como déspotas de aquellos a quienes deben gobernar. Oremos. Por todos los dirigentes de los sistemas económicos y políticos, para que no caigan en la trampa del poder, de la injusticia y de la ambición, y sepan abrirse a quienes realmente han de promover: los pobres y los marginados. Oremos. Para que exista equidad y justicia, en la administración de los bienes del pueblo, por quienes están a su servicio, como son el Estado, las Municipalidades y las instituciones autónomas o no autónomas. Oremos. Por todos nosotros, que hemos escuchado la Palabra de Dios, para que, como Cristo, el Servidor del Señor, sepamos colaborar en la promoción de la justicia y de la caridad. Oremos. Por nuestros difuntos, familiares y amigos, que estamos especialmente encomendando en esta Eucaristía, para que descansen en paz, con la esperanza de su futura resurrección. Oremos. Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Monición a la presentación de las ofrendas Presentemos a Dios en el altar, junto a las ofrendas de pan y de vino, nuestros deseos sinceros de que nuestras vidas sean generosas en el servicio a Dios y a los hermanos. Monición a la Comunión Acerquémonos con fe y alegría a la mesa del Pan de Vida, para que al recibir la Eucaristía sepamos dar a quienes debemos dar, en especial, a los más pobres y necesitados, en donde Cristo se hace presente. Monición de despedida (optativa) Estamos contentos de haber celebrado la Eucaristía, en este día en que la Palabra de Dios nos ha enseñado que el verdadero sentido de la vida, se encuentra en el amor, el servicio y la entrega por los demás, siguiendo el modelo de Cristo, Maestro, Servidor y Redentor de los seres humanos. Vivamos cada día, lo que hoy hemos aprendido y celebrado en esta Eucaristía.
Moniciones Domingo XXX del Tiempo Ordinario Monición de entrada 28 de octubre 2012 Hermanos y hermanas, sean bienvenidos y bienvenidas a participar en esta Eucaristía dominical, donde una vez más Dios quiere alimentarnos con su Palabra y con el Cuerpo eucarístico del Señor, en este domingo en que Jesús se presenta curando al ciego Bartimeo, sanándolo de su ceguera y convirtiéndolo en un seguidor suyo. Vivamos intensamente esta celebración. Iniciemos, pues, la Eucaristía con el canto de entrada. Monición a la Primera Lectura (Jer 31,7-9) El profeta Jeremías anuncia que los desterrados de Israel regresarán a su tierra, en especial, que los discapacitados serán los primeros en experimentar la salvación de Dios. Monición al Salmo Responsorial 125 En la primera lectura, Israel regresa feliz de su cautiverio a la tierra de sus antepasados. Con el salmista, cantemos las maravillas de este Dios que ha estado grande con ellos. Monición a la Segunda Lectura (Heb 5,1-6) En apretada síntesis, esta lectura nos presenta las prerrogativas del sacerdocio de Jesucristo, el único y sumo sacerdote, que intercede por nosotros. Monición al Evangelio (Mc 10,46-52) El ciego Bartimeo pide a Jesús ser curado, y el Señor, además de sanarlo, lo convierte en generoso seguidor, contrastando con la negativa del joven rico, que se negó a seguirlo, por su apego a las riquezas.
Oración de los fieles Celebrante: Presentemos a Dios Padre Celestial, nuestras oraciones, diciendo: Escúchanos Señor. Por la Iglesia, para que siempre esté al servicio de lo demás. Oremos. Por nuestros obispos y sacerdotes, para que muestren con su ministerio, el amor de Dios por quienes sufren y necesitan de sus cuidados. Oremos. Para que descubramos en este Año de la fe, que la fe auténtica y verdadera, es aquella que tiene en cuenta a quienes sufren, los pobres, los enfermos y marginados, como Cristo lo hizo por ellos al sanarlos y promoverlos. Oremos. Por los diversos organismos de caridad, instituciones y organizaciones humanitarias, para que nunca dejen de trabajar por quienes más necesitan de sus cuidados. Oremos. Para que los cristianos estemos atentos cada día a amar al prójimo como a nosotros mismos, siguiendo el ejemplo del Señor. Oremos. Por quienes trabajan en los diversos servicios al pueblo, para que se rijan por la misericordia y el amor a los más necesitados. Oremos. Por todos nosotros, para que, como el ciego Bartimeo e iluminados nuestros ojos por la luz de la fe, seamos capaces de responder a la llamada de Cristo a seguirlo. Oremos. Por nuestros difuntos, en especial, los que han muerto recientemente, para que hayan encontrado a Dios y a quienes amaron en esta vida, gozando del premio eterno. Oremos. Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Monición a la presentación de las ofrendas Presentemos a Dios, junto a las ofrendas eucarísticas, nuestra vida hecha servicio y entrega a los demás, viviendo así ele ejemplo de Cristo en el Evangelio que hoy hemos escuchado. Monición a la Comunión Que la Eucaristía que vamos a comulgar sea ese alimento que nos fortalezca y nos dé vida eterna, en nuestro sincero deseo de amar a Dios y a los hermanos más necesitados. Acerquémonos a recibirla. Monición de despedida (optativa) Al regresar a nuestras casas y trabajos, y habiendo sido alimentados con la Palabra y la Eucaristía, salgamos de aquí con el deseo sincero de amar a Cristo y servirlo en cada hermano, en especial, en el más necesitado, como aquel ciego del camino, que tuvo la dicha de ver a Jesús y ser sanado de su ceguera. Que siempre hagamos nuestra, la plegaria de aquel discapacitado, al decir como él cada día: Señor, que pueda ver!